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12 octobre 2013

Réquiem para Libia

par Guadi Calvo *

 

Hace unos días desde este lugar comentábamos el vía crucis libio, ¿El país ? ¿La república ? ¿La nación ? ¿El estado ? ¿Cómo llamar a un pueblo sin gobierno, a una nación sin autoridad, a un república sin poderes ? ¿Un país sin fronteras ? A partir de la irrupción de la OTAN en los cielos libios para darle protección a las bandas armadas por la CIA, el Mossad y otros servicios de inteligencia occidentales, compuestas por yihadistas y mercenarios arrancados de las cloacas más purulentas del mundo, solo para exterminar la nación más prospera de África, comenzó esa vía dolorosa que quizás nunca termine.

Un ataque armado contra la embajada de la Federación Rusa en Trípoli, el pasado dos de octubre, que habría dejado a uno, de los diez atacantes, muerto y varios heridos alteró todavía más la sensibles noches tripolitanas. Se ha intentado justificar el hecho como un problema personal entre algún funcionario de la embajada y quizás algún apasionado, muy apasionado al parecer, amante o marido despechado.

En estos dos años, desde la instauración del gobierno invasor, no ha sido el primer atentado contra una delegación extranjera, el año pasado otro marido celoso, se cargó al embajador estadounidense Christopher Stevens y otros tres funcionaros norteamericanos en los jardines del consulado de Washington en Bengasi, cuna del movimiento que terminaría con el gobierno del coronel Muamar Gaddafi.
Dábamos cuenta días atrás de la pronta desintegración y del camino de esos territorios para convertirse en estados fallidos, como Somalia, Afganistán e Irak.

Como para confirmar lo dicho el domingo último, el Departamento de Estado, pasando por encima de cualquier autoridad formal o no a Libia, sin ningún permiso y mucho menos aviso previo, envió tropas norteamericanas asistidas por el FBI y la CIA a la cacería por las calles de Trípoli, de un viejo conocido Nazih al-Ragye, miembro de al-Qaeda, de quien existen muchos motivos para creer que ha pertenecido a « la compañía » de Langley, Virginia.

Al-Ragye de 49 años, conocido por el alias de Abu Anas al-Libi era buscado por Washington como ideólogo y cerebro de entre otras cuestiones los atentados simultáneos contra las embajadas norteamericanas de Dar al-Salam, Tanzania y Nairobi, Kenia en 7 de agosto de 1998 en los que murieron 202 personas, 12 estadounidenses y dejando 5000 heridos.

El operativo de los Seal sorprendió Abu Anas al-Libi, cuando regresaba a su casa tras la oración del Fajrlas, la plegaria de la mañana. El terrorista intentó sacar un arma de la guantera de su auto, pero no llegó a usarla, fue neutralizado por los enmascarados de la fuerza Delta que lo habían rodeado en plena calle.

Al-Libi había encontrado en Trípoli un territorio seguro tras muchos años de acción y de juntar fuerzas tras una agitada vida en la yihad.

Allá por 1992 o1993, durante el exilio sudanés de Osama bin Laden, se une a sus huestes. Ya en junio de 1995 participó en el intento de asesinato del presidente egipcio Hosni Mubarak en Addis Abeba, Etiopia. El comando de al-Qaeda al que pertenecía al-Libi, compuestos por seis hombres, abrió fuego contra la caravana del Rais Mubarak que se dirigía desde el aeropuerto a la sede de la conferencia de la Organización de la Unidad Africana (OUA), tras el fallido atentado al- Libi, consigue escapar y refugiarse en la siempre hospitalaria, con al-Qaeda, Doha capital de Qatar.

Un año después, en 1996, junto a un grupo de al-Qaeda fue contactado por el servicio de inteligencia británico MI6, para asesinar al coronel Gaddafi. Tras el fallido atentado al-Libi consigue asilo político en el Reino Unido y se instala en Manchester hasta el año 2000, cuando fue condenado en ausencia por un tribunal estadounidense.

Se ha dicho que entre 2003 y 2010 estuvo preso en Irán, pero existen versiones que en realidad conoció algunas de las tantas prisiones secretas de los Estados Unidos, y que una vez resuelta la guerra contra Libia, en 2010 se instala por cuenta y cargo de la CIA en Trípoli, para comenzar a organizar las acciones que deberá llevar a cabo al-Qaeda.
Tras su secuestro del domingo se creer que al-Libi ha sido trasladado al trasporte anfibio USS San Antonio, actualmente de vacaciones en el Mediterráneo, ya que estaba destinado a las acciones contra Siria. Tras los interrogatorios de rigor, si tiene suerte y no se fuga o se cae por la borda, será entregado a la justicia de Estados Unidos.

El USS San Antonio fue adaptado para que funcione como cárcel secreta de la CIA, donde los detenidos son torturados según el programa del doctor Martin Seligman, un Méngüele norteamericano, creador de la teoría : « indefensión aprendida », donde por tortura no se busca la información sino la reducción total del torturado.

Al tiempo que los comandos norteamericanos se adueñaban de Trípoli, una vez más, para secuestrar a su viejo colaborador, el grupo Seal la misma banda que secuestró, asesinó, desapareció o vaya a saber que a bin Laden en Abotabad, Pakistán, en mayo de 2012, a casi cinco mil kilómetros de distancia en Somalia, lanzaban una operación bastante confusa.

Sin avisar nada al endeble gobierno federal de Abdi Farah Shirdon que apenas controla un par de manzanas en el centro de Mogadiscio, la capital, los Seals se largaron a perseguir a miembros de al-Shahab, el al-Qaeda somalí, responsables de la toma del centro comercial Westgate en Nairobi, el mes pasado, dejando 67 muertos y una cantidad de desaparecidos extrañamente ocultados. El grupo Seal desembarcó en Barawe, un poblado a orillas del mar a 160 kilómetros al sur de Mogadiscio, la región mejor controlada por al-Shabab. Con los que se tirotearon por un rato sin que pudieran muy bien justificar a que fueron y que hicieron, o si el sheik Mujtar Abu Zubeyr, conocido como Ahmed Godane, jefe supremo de al-Shabab, se andaba dejando ver por la zona.
Quizás las operaciones en Trípoli y Barawe, tengan más que ver con un lavado de cara de Obama, tras la baja de popularidad, por las infructuosas negociaciones con el partido Republicano que le tiene trabado el presupuesto y al borde del ominoso default, que su verdadera intensión de cazar terroristas.

Sin fronteras y sin control

Son pocas las milicias que en Libia reconocen la autoridad del primer ministro Ali Zeidan tanto que en la mañana del jueves 10, una milicia autodenominada “Brigada de Lucha contra el Crimen”, desde ya no importa que nombre de fantasía se pongan son mercenarios de al-Qaeda remasterizados. Dicho grupo lo tuvo secuestrado por siete horas en un lugar desconocido cercano a Trípoli, pidiéndole cuentas de la detención de al-Libi. Temiendo que tras, los cambios que el Departamento de Estado se encuentra obligado a hacer crisis económica mediante, papelón Sirio, conversaciones con Irán y corte de alas a Israel, les toque a ellos también el ajuste. No de casualidad que muchos militantes de al-Qaeda que escaparon finalmente de Mali, el Chad y están escapando de Siria se agrupen en Libia, lo que era hasta el último domingo un verdadero santuario.

Si en Libia nadie puede evitar que al Primer Ministro, lo detengan y se lo lleven como a cualquier descuidista, mucho menos se puede asegurar la integridad territorial. Libia tiene 4.500 kilómetros de fronteras terrestres, absolutamente abandonadas, con sus seis vecinos, por donde pueden filtrarse batallones completos de al-Qaeda.

En la Cirenaica, existe un fuerte descontento y el secesionismo está en auge. Es allí de donde se extrae la mayor producción petrolera aunque la región no recibe los beneficios, además de caída de las exportaciones que ha llegado a 700.000 barriles diarios, menos de la mitad que en los tiempos del Coronel, debido justamente a los problemas que las bandas armadas le traen a las compañías petroleras europeas que tanto hicieron para que las cosas estuvieron como están.

Fezzan, la región interior del ¿país ?, de 550.000 kilómetros cuadrados, con solo medio millón de habitantes, se ha convertido en un gran agujero negro. Donde las tribus Al-Hutman, Al-Hassawna ; Tubu y Tuareg, asentadas allí desde milenios deben luchar contra traficantes de armas, contrabandistas, narcotraficantes y milicias islamistas, para mantener cierta seguridad y dominio territorial.

Como un dato más a este réquiem por Libia podríamos mencionar que el maltrecho carguero que ardió el jueves frente a la isla italiana de Lampedusa, con más de 500 inmigrantes, en su mayoría eritreos y somalíes, de los que hasta hora habrían resultado más de trecientos muertos, partió de la ciudad libia de Misrata, a un poco más de ciento ochenta kilómetros al este de Trípoli, y ronda los 300.000 habitantes de los cuales, parece, ninguno la vio zarpar y, parece, tampoco llegar.

Guadi Calvo para Hamartia

Hamartia. Buenos Aires, 11 de Octubre de 2013

El Correo. París, 12 de octubre de 2013.

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