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22 janvier 2004

América latina esté viviendo sus horas más decisivas desde la Independencia

par Enrique Lacolla

 

Ser o no ser

Es posible que América latina esté viviendo sus horas más decisivas desde la Independencia. El proceso de globalización caracterizado por la liberalización comercial y financiera predominante a partir de los ’80, en el marco de la extinción del mundo bipolar, empuja la inserción internacional de estos países en una forma mucho más radical de lo que lo fuera en el pasado y de acuerdo a normas aun más desventajosas.

La tendencia de la actual globalización es negativa para los países menos desarrollados, dada su asimetría respecto de los que lo son. Este rasgo estaba bien presente en toda la etapa anterior ; pero ahora la constricción desde arriba no aparece dividida por las contradicciones intraimperialistas que existieron en otro tiempo. Aunque las naciones de la Tríada -Estados Unidos, la Unión Europea y Japón- puedan tener objetivos coyunturales a veces divergentes, la línea general a que se acomodan las potencias es la misma.

Bajo el liderazgo de Estados Unidos, el sistema apunta a establecer una serie de relaciones subordinadas que consientan el mantenimiento de los rasgos centrales que califican al capitalismo salvaje : el control de los mercados y de los recursos naturales del planeta, y la sobreexplotación de las reservas de mano de obra barata de la periferia. Aunque para esto se las condene a una precariedad permanente y se las excluya de toda volición política a través del vaciamiento de los instrumentos de la democracia.

Es en este cuadro que el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) viene a insertarse. Es el instrumento de sometimiento al gran capital. Pues, ¿qué quiere decir "libre comercio" en el ámbito que estamos considerando ? Ni más ni menos que la "posibilidad" de las pequeñas y medianas empresas de esta parte del mundo, de medirse en igualdad total de condiciones con los monopolios transnacionales cuyo centro está en Estados Unidos y, en menor medida, en Canadá. Es como si pusieran a un peso mosca y a un peso pesado sobre un cuadrilátero, enfrentándolos de acuerdo a las reglas del marqués de Queensberry.

La implantación del ALCA sería equiparable a la anexión de nuestros países a Estados Unidos. Pero no como les gustaría a algunos, tornándonos en ciudadanos del país de las barras y las estrellas, sino en calidad de territorios subordinados, colonias con otro nombre. Pues la libre circulación se referiría a las mercancías, no a los seres humanos.

Dentro del plan maestro de la globalización realmente existente, a nivel mundial las periferias activas (como Brasil o la India, por ejemplo), están destinadas a ser exportadoras masivas. Su excedente comercial permitiría la remisión del grueso de las ganancias que allí se obtengan a los centros financieros del mundo (*). En cuanto a los países que no se insertan en esa categoría, serán simplemente borrados de la historia. Situación en la que se encuentra hoy gran parte del África.

Los productos elaborados en la parte subdesarrollada del mundo, provistos de la plusvalía magnificada que resulta de la explotación de mano de obra barata, irán a parar a los escaparates del norte, pero los habitantes de estas tierras quedarán atados a su suelo, gradualmente desprovistos de garantías, pues los Estados, que deben procurárselas, de seguir el rumbo que se hizo ostensible en los ’80 y ’90, se habrán convertido en meras cáscaras, útiles en todo caso para administrar las tareas de policía para mantener el orden.

Retorno al coloniaje

En este encuadre, el ALCA no representa otra cosa que el regreso al coloniaje y el cumplimiento de la doctrina Monroe : "América para los americanos" (del norte). Que esta concepción haya podido progresar en la escala que lo hizo, habla del carácter renunciatario de las dirigencias latinoamericanas posteriores al brutal correctivo impuesto a nuestros países en los ’70, y del cinismo y la corrupción de muchos de estos administradores, que en los años ’90 propiciaron un festival financiero del cual estos países salieron esquilmados y rotos.

Los individuos de esta laya han leído el futuro de acuerdo al viejo principio que sentencia que "si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él". Al asumir con prudente denuedo esta postura, en realidad no tuvieron ni tienen en cuenta sino a su destino particular, y de ninguna manera se les planteó como problema cuál sería el destino de los millones de seres a los que técnicamente representan, en un esquema global de este tipo.

La esclavitud no es, por suerte, un destino apetecido por todos. De hecho, es una condición insoportable, a menos que se cuente con el rédito de la traición y con la insensibilidad y el cinismo que se requieren para aprovecharlo. La experiencia neoliberal de las últimas décadas culminó con una serie de insurrecciones populares -de las cuales la argentina no fue la menor- que delataron la inviabilidad del modelo. Como ha quedado demostrado, la única manera de imponerlo es instalar una represión inclemente. Cosa que tampoco asegurará su perdurabilidad ni su éxito, sino más bien la inauguración de unos tiempos terribles.

Luchar para evitar la imposición del ALCA es, pues, luchar por la supervivencia y por mantenernos dentro del ámbito de la vida civilizada. Y esto no podrá hacerse a menos que se comprenda que no estamos solos en el mundo y que la decisión que ostenta el imperio para ahondar su camino hacia la hegemonía, tropieza con el contraste entre centro y periferias que quizá habrá de constituirse en el leitmotiv de la centuria que se abre y en la fuente de un probable mundo multipolar.

Mercosur y autonomía regional

El sistema imperante a escala mundial no tiene respuestas para la crisis que protagoniza. Vive para sí mismo. Pero no se puede imaginar un mundo medianamente ordenado si no se renuncia al concepto central que rige al capitalismo salvaje : el de la maximización del beneficio, asociado al de la concentración absoluta de la riqueza. Con este esquema no hay forma de concurrir en auxilio de las masas cada vez más grandes de desheredados que el sistema arroja a la calle o expulsa de los campos para henchir las periferias de las grandes ciudades. No es en balde que en algunos ejércitos del tercer mundo se esté teorizando con hipótesis de guerra que ponen el énfasis en la lucha dentro de las megalópolis.

Esto es peligroso, pues implica ponerse en la misma longitud de onda que los mandantes del sistema.

Como ha dicho Thomas Friedman, ex asesor de la ex secretaria de Estado Madelaine Albright : "A McDonald’s le hace falta la McDonnell-Douglas -fabricante del caza bombardero F-16- para expandir sus negocios". Concepto que amplió luego al decir que "la mano invisible del mercado no funciona sin el respaldo del puño de la fuerza militar... El puño oculto que garantice un mundo seguro para la tecnología del Silicon Valley se llama el Ejército, la Armada, la Aviación y el Cuerpo de Infantería de Marina de Estados Unidos".

Este es un programa, sin duda. Pero un programa brutal, al cual puede aplicársele la máxima napoleónica que decía que "con las bayonetas puede hacerse todo..., menos sentarse sobre ellas".

Entrar al futuro

El potencial de desorden que encierra el futuro es inmenso. La cuestión es saber si vamos a entrar a él en nuestra actual situación de indefensión y fragmentación nacional y social, o si buscaremos los expedientes que nos consientan estructurarnos con la suficiente consistencia como para resistir o eludir, en base a políticas elásticas, la presión del centro.

El Mercosur y la Comunidad Andina son espacios de crecimiento autónomo posible. Ibero América como unidad es factible. La devastación sembrada por el modelo neoliberal ha desautorizado provisoriamente el discurso del modelo para las grandes masas, antes engatusadas o aturdidas por una prédica unilateral, omnipresente y virtualmente sin oposición. De alguna manera se ha creado un vacío que está esperando ser poblado por un discurso y una práctica política y económica muy diferentes a las vigentes hasta ahora.

Pero para hacer que cuaje esta posibilidad de salvación, hacen falta cuadros capaces de comprender la magnitud de la partida que se juega. Lo cual quiere decir que esos cuadros deberán estar provistos, por un lado, de la cultura política e histórica que es necesaria para distinguir las prioridades. La nación debe estar por delante de los intereses sectoriales. Pero esa nación, a su vez, no será concebible sin su democratización efectiva, y sin la extensión de su concepto a un plano que involucre su proyección regional y sudamericana.

Esos cuadros a los que nos referimos tal vez existen ya, sólo que están dispersos y separados por desconfianzas mutuas. Cuadros universitarios (recordemos los que crearon el plan Fénix, meticulosamente ignorados por los medios masivos de comunicación), cuadros políticos y militares, estarían en disposición de conformar un núcleo o núcleos de planeamiento capaces de echar a andar políticas activas.

Si los lobbies neoliberales han sido capaces de conformarse como grupos de presión de decisiva influencia, ¿por qué no sería posible que, con menos recursos económicos, pero con una mayor capacidad de inserción social, quienes expresan el interés genuino de estos países lleguen a ejercer un poder real sobre el rumbo que tomarán las cosas ?

La democracia es el vector de este tipo de transformaciones. La democracia entendida como lo que realmente debe ser, como un espacio de responsabilidades inexorables, donde las mayorías son partícipes definitorias del destino de una nación y donde su participación no es escamoteada por las prestidigitaciones corporativas. Para ello hay que comprender, sin embargo, que el modelo neocapitalista de la sociedad de mercado es un ámbito negador de esa democracia. Pues sustituye a la ciudadanía por una masa anónima de consumidores (cuando estos tienen la suerte de serlo), inducidos a la condición de espectadores pasivos de la realidad, o bien la suprime arrojándola a una periferia social donde sólo le queda sumarse a una multitud de marginados impotentes o frenéticos.

Evadir el ALCA será una de las formas de escapar a este terrible destino.

Córdoba 18/1/2004

(**) Ver el libro de Samir Amin, "Más allá del capitalismo senil", página 180 y siguientes.

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