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20 février 2003

¿Y si Bush hubiera sido porteño argentino ?

 

¿Qué hubiera pasado en Estados Unidos si George Bush hubiera nacido en La Boca ?.¿Y si José Stalin hubiera obedecido a su madre, quien lo obligó a ser seminarista a los 15 años cuando su padre murió ?. Ni hablar si Adolfo Hitler hubiera sido aceptado en la Academia de Bellas Artes de Viena. Las vidas de estas personalidades no se puede cambiar, así como el fracaso de Vincent Van Gogh como pastor protestante y el sueño frustrado de Leonardo Da Vinci de ser un excelente Chef. Pero el futuro de la humanidad aún es incierto y está en nuestras manos.

Por Urgente24.info.
Buenos Aires, 17/02/2003 - 22:00

Texte en français

Si George Walker Bush hubiera sido un argentino descendiente de algún inmigrante italiano, quizás hoy sería un tal "Jorge Ángelo Fossati" o el "Sr. Jorge Luigi Marincioni."... es decir un tipo cualquiera sin trascendencia alguna (salvo para su familia y la gente del barrio).

Es probable que sus abuelos hubieran llegado al país en la oleada de 1880, siendo unos entre los miles de trabajadores expulsados por la primera Gran Depresión del sistema capitalista, a pesar de que desde 1850 se expandía a un ritmo galopante. Las riendas del liberalismo económico estaban en las manos de las potencias como Gran Bretaña, que iban conquistando a todo vapor nuevos mercados de ultramar, alimentando su ambición con el prestigio que representaban las colonias, a las que luego de varios años tuvieron que renunciar (aunque hay que admitir que a algunas naciones imperialistas todavía les cueste aceptarlo).

Manipulando a sus pueblos mediante artilugios nacionalistas, símbolos patrios, desfiles y monumentos, los gobernantes lograron hacerles creer a las masas que realmente eran superiores que el resto. Haciendo bullir la sangre con banderas y discursos, justificaron las matanzas más despiadadas de la historia, siempre culpando al enemigo externo (¿suena familiar, no ?).

Un velo de hipocresía cubría la política, en aras de la expansión económica y el auge de la industrialización. Sin embargo, el crecimiento se detuvo por primera vez desde el famoso "take off" y cientos de miles de europeos tuvieron que embarcarse para hacer "La América." Con sus espíritus enaltecidos por la gloria nacional, abandonaron sus tierras para sacar provecho de la expedición y volver a su lugar de origen.

Imagínense que Bush hubiera sido fruto del amor entre algún grotesco italiano y una robusta gallega. Si en vez de crecer en USA, bajo un techo republicano y piso de algodón, hubiera sido criado en el barrio portuario de La Boca, con su aroma particular de siempre, tangos de arrabal y en un escenario rodeado de humeantes chimeneas...

Si George Bush hubiera jugado a la pelota en la vereda, tomado mate en vez de milk shakes y hubiera visto ATC en vez de CNN, ¿Alguien conocería hoy a Bin Laden ?. Quizás "la nona" lo hubiera mandado al pequeño "Jorgito" a la escuela de la esquina con guardapolvo inmaculado y su padre le hubiera comprado con mucho esfuerzo un Manual Santillana para que estudiara las guerras mundiales ilustradas y las atrocidades de la historia universal condensadas en tan sólo unas hojas con mapas de colores.

Quizás, hubiera vuelto todos los días a su casa a almorzar, fascinado con los torpedos que lanzaban los submarinos alemanes a los buques norteamericanos en el Atlántico Norte durante 1917 o hasta le hubiera gustado jugar con soldaditos de plomo (no de carne y hueso) a la hora de la siesta. Quizás se hubiera conmovido con la historia de las 1000 grullas, que forma parte de la tradición oriental y consiste en hacer plegados artesanales para salvar las vidas de las víctimas de la radiación que liberaron las bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki (1945).

Tal vez, con el tiempo, el adolescente "Jorge" se hubiera estremecido al enterarse de la agonía de los 80.000 inocentes que fallecieron en los hospitales colmados de Tokio y las camadas de jóvenes emprendedores que perdieron sus vidas en la encarnizada lucha de Vietnam. Quizás no hubiera entendido la impaciencia de Truman por terminar la Segunda Guerra Mundial y mucho menos lo acordado por las potencias en Postdam, Alemania.

Es inevitable preguntarnos también qué hubiera pasado si Stalin le hubiera hecho caso a su madre, como la mayoría de los hijos solían hacer en ese entonces. Sin embargo, el desafiante "José", fue un georgiano huérfano quien se convirtió en el "salvador de los soviéticos" y sucesor de Lenin en 1923 (pese a que éste especificó en su testamento, que por prudencia, no quería entregarle el poder). ¿Qué sería de Rusia si en el convento en el que estudiaba para ser cura, no hubieran descubierto que participaba en movimientos antizaristas en 1904.? Es probable que Stalin terminara dando misa en una capilla perdida de algún pueblo polvoriento de Georgia (auque su temperamento y su poca fe en Dios, no lo hubieran permitido).

También sería interesante saber qué hubiera pasado si a Adolfo Hitler lo hubieran aceptado en la Academia de Bellas Artes de Viena en Austria, su tierra natal. Quizás se hubiera evitado que volcara su frustración en el campo militar y esa mezcla incandescente de resentimiento, paranoia y delirios de grandeza no hubiera entrado en erupción, tras el ridículo Tratado de Versalles que firmaron las potencias vencedoras en 1919, aplastando a los alemanes e instalando un aire de incertidumbre, y temor que acechó la paz del mundo. (se podría decir que hoy se respira un aire parecido, gracias a la urgencia de Colin Powell y Bush).

Si el joven George Bush hubiera vivido de más cerca lo que Nixon y Kissinger hicieron el martes 11 de septiembre de 1973 en la Casa de Gobierno chilena en la que estaba Salvador Allende, quizás hubiera entendido algunas de las razones por las que el indeleble 11 de septiembre de 2001, se pagó con sangre inocente. Fue atroz, no hay duda, el terrorismo no debería existir. Pero existe y quizás deberíamos preguntarnos ¿porque ?.

Si se está por desatar otra guerra en Oriente, esperemos que los responsables, es decir los que la están impulsando con tanto fervor, sean conscientes de lo que está por acontecer. Si son necios y de todas formas justifican la catástrofe porque es rentable, no hay forma de detenerla. La guerra es una inversión o un índice económico para algunos y un gran sufrimiento para otros.

Pero no hay que perder las esperanzas y mucho menos quedarse inmóviles. Habría que enviarle un Manual Santillana a Bush para asegurarnos de que no se olvidó de lo que ya pasó y que medirá las consecuencias de sus actos. Quizás el mensaje de las marchas pacifistas y el Manual de segundo grado, llegue demasiado tarde para cambiar el destino de la humanidad. Quizás no.

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