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29 de diciembre de 2003

Washington extiende su control sobre Centroamérica con un TLC ventajoso para Estados Unidos

 

Por Ramiro Flores
Ciberoamerica.com, 17 de diciembre del 2003.

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Estados Unidos suma otra joya a la corona. Luego de nueve rondas de negociaciones durante un año, Guatemala, Nicaragua, El Salvador y Honduras concluyeron su Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, mejor conocido como CAFTA, por sus siglas en inglés. Las autoridades comerciales estadunidenses esperan que Costa Rica se reintegre pronto a este proceso, pues el pasado martes se retiró de la mesa de negociación al considerar que se necesitaba otra ronda de conversaciones en enero para completar su parte del convenio. Si bien los ministros de Economía de la región saludaron este tratado como un documento benéfico para sus países, a juzgar por los acuerdos alcanzados Washington se llevará la parte del león.

Al anunciar este acuerdo, el representante comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick, aseguró que se trata de un mecanismo para "fortalecer la democracia" en Centroamérica y consideró que el CAFTA servirá de cimiento al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el proyecto comercial más ambicioso de Washington. El objetivo del ALCA es liberalizar los mercados desde Canadá hasta Tierra del Fuego antes de 2005. Pero ante la resistencia de Brasil, Argentina y Venezuela a aceptar las condiciones de negociación de Washington, éste ha optado por negociar acuerdos regionales o bilaterales, en lugar de un gran acuerdo continental. Zoellick señaló que el texto del CAFTA se hará público una vez que el presidente George W. Bush lo envíe al Congreso en unos 90 días. En ese sentido, los legisladores estadunidenses sólo podrán aprobar o rechazar el documento pero no tendrán la posibilidad de enmendarlo al estar sujeto a las normas de la ley de promoción del comercio exterior, mejor conocida como "fast track".

Hay que recordar que el "fast track" le ha servido a Washington para acelerar la negociación de otros tratados de libre comercio, como el suscrito con México y Canadá. "Este es un acuerdo que contiene grandes promesas. Ahora nos queda trabajar juntos para hacer de esas promesas una realidad", manifestó el funcionario, y añadió que le hubiera gustado que Costa Rica formara parte del convenio. "Costa Rica ha sido una buena democracia" pero "requiere avanzar más", declaró el representante, y reprochó el que ese país tenga "monopolios" en las telecomunicaciones y otras áreas, es decir, que dichos sectores no se hayan privatizado.

El texto enfrentará una dura oposición de los sindicatos de Estados Unidos, que temen una fuerte fuga de empleos hacia otros países.

Si el CAFTA es aprobado en el Congreso de EU a mediados del año entrante, el tratado estará vigente antes de que ocurran las elecciones presidenciales y legislativas en Estados Unidos de noviembre de 2004, razón por la cual Bush presionará a favor de su aprobación. En ese contexto, se trata de una arma electoral.

El acuerdo incrementaría las exportaciones estadunidenses a la región hasta en unos 11 mil 500 millones de dólares. Más del 80 por ciento de las exportaciones de bienes de consumo e industriales de Estados Unidos tendrán un arancel cero desde el momento en el convenio entre en vigor; el resto de las tarifas se eliminarán en un plazo de 10 años. Esa medida también se aplicará a las exportaciones agrícolas estadunidenses hacia Centroamérica, incluyendo cortes de carne, algodón, trigo, soya, frutas y verduras, vino, productos procesados y lácteos, entre otros; los demás aranceles se eliminarán en 15 años.

En contraparte, Estados Unidos, eliminará la mayoría de sus aranceles agrícolas en un plazo de 15 años. La asimetría se hace aún más evidente si se toma en cuenta que Bush ha inyectado fuertes subsidios a los grandes agricultores y, en año electoral, no tiene contemplado reducirlos. Los textiles dejarán de tener cuotas siempre y cuando cumplan con las reglas de origen del tratado. Las agencias informativas señalan que los beneficios del pacto serán retroactivos al primero de enero de 2004. Además, la apertura en servicios en los cuatro países centroamericanos involucrados será casi total. Inversionistas estadunidenses podrán entrar al mercado de servicios de telecomunicaciones, mensajería exprés, computación, turismo, energía, transporte, construcción, ingeniería y servicios financieros.

Por otra parte, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala concederán "protección de avanzada" y "trato no discriminatorio" a los productos digitales estadunidenses, como software, música, textos y videos, y fortalecerán las patentes, marcas registradas y secretos comerciales de Estados Unidos. El CAFTA, aseguran las autoridades centroamericanas, también establece mejores protecciones sobre derechos laborales que las acordadas por Washington con Chile y Singapur: estas protecciones asegurarán el cumplimiento de las leyes nacionales en esta materia, crearán un programa cooperativo para mejorar esas legislaciones y se dará seguimiento a estas normas. Los mecanismos para un proceso de participación de la sociedad civil serán, asimismo, mejores que los acordados en los tratados con Chile y Singapur y se establecerá un marco legal seguro y predecible para favorecer a los inversionistas estadunidenses.

Por último, el CAFTA obliga a los gobiernos centroamericanos a adoptar medidas contra la corrupción en las compras estatales para garantizar a las corporaciones estadunidenses procesos justos y transparentes en las licitaciones gubernamentales. Se abre el paso al libre flujo de mercancías, sobre todo de norte a sur, pero no se establece nada sobre el demandado libre flujo de personas. Los países implicados en el acuerdo son importantes exportadores de mano de obra hacia Estados Unidos, trabajadores de todas las edades que se aventuran a viajar como indocumentados hacia aquel país atravesando, si lo logran, las fronteras sur y norte de México. La emisión de visas estadunidenses a estos ciudadanos está severamente restringida.

A pesar de la asimetría del acuerdo, altos funcionarios de la región aseguran que será benéfico para sus países. Miguel Lacayo, ministro de Economía de El Salvador, manifestó que "hay una fuerte relación entre la promoción del comercio y el fortalecimiento de la democracia" y este tratado "se adecua a nuestra realidad".

Añadió que "estamos muy complacidos con los resultados de las negociaciones" y que "éste ha sido una gran acontecimiento para conocernos y hacer amigos y hacer mucho más que pensar en el comercio: trabajar por la democracia y el progreso, sin retroceder". La ministra de Economía de Guatemala, Beatriz Ramírez, consideró que el pacto podría crear "el clima necesario para las inversiones" y la integración de las naciones de la región, que ahora "nos sentimos más unidos que nunca". En tanto, Mario Arana, funcionario de ese país, opinó que "el acuerdo es balanceado, beneficia a la región, beneficia nuestra relación con Estados Unidos y nos da la oportunidad de recuperar sendas de desarrollo sostenido, así como profundizar las garantías del comercio e inversión para el crecimiento y mejoría de ingresos de nuestra gente". Y el ministro de Economía de Honduras, Norman García, declaró:

"Un país es pobre si no produce lo suficiente. Honduras requiere estimular la inversión para generar empleo. El empleo produce bienes y servicios que tienen que ser colocados en algún lado. Este acuerdo responde a una necesidad de buscar mercados nuevos. El CAFTA no es efectivamente una panacea, pero hará la diferencia (...) y luego contaremos las historias".

Es poco probable que el congreso estadunidense rechace el CAFTA. Así, Estados Unidos cuenta con otro tratado que le asegura la entrada a nuevos mercados en condiciones extremadamente favorables. Aunque por el momento las autoridades centroamericanas están contentas con el pacto, habrá que ver cuales son sus reales consecuencias en las economías nacionales. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA) ha sido perjudicial para la mayoría de los productores agrícolas y ganaderos en México y sólo ha beneficiado a las grandes empresas agroexportadoras.

No es gratuito el aumento de la migración rural en los últimos diez años. En Centroamérica existe una fuerte oposición de la sociedad civil al TLC con Estados Unidos, que se ha expresado en disturbios en las ciudades de los países involucrados, por lo que no será extraño ver manifestaciones de rechazo en los próximos días.

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