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Los encuestados opinaron que torturar a sospechosos de terrorismo para sacarle información es legítimo "a veces" (31 %) o "siempre" (15 %), según un estudio realizado en Washington. La cifra baja entre los líderes de opinión. Hace unos días, Bush declaró que su país "no tortura", enfrentando las denuncias sobre Guantánamo.
Por Pàgina 12.
Buenos Aires, viernes, 18 de Noviembre de 2005
Casi la mitad de los estadounidenses aprueba la tortura contra sospechosos de terrorismo para obtener información, según un estudio del Pew Research Center de Washington conocido ayer. La investigación establece una diferencia entre los ciudadanos de a pie y los líderes de opinión del país, que en su mayoría no comparten esa visión. Estos resultados aparecen en el marco de repetidas denuncias sobre torturas a prisioneros en la base de militar de EE.UU. de Guantánamo (Cuba) y de que la CIA tiene prisiones secretas en el Este de Europa para interrogar a sospechosos de terrorismo.
El 46 por ciento de los encuestados piensa que torturar a sospechosos de terrorismo para lograr información se justifica "a veces" (31%) o "siempre" (15%). Por otro lado, el 17% dijo que se justifica "raramente" y el 32%, "nunca". En cambio, el estudio encontró que entre 520 líderes de opinión consultados, de ocho áreas de competencia diferentes (medios de comunicación, asuntos exteriores, seguridad, gobierno local y estatal, círculos académicos, líderes religiosos, científicos e ingenieros, y militares), sólo alrededor de 25% piensa que la tortura a sospechosos de terrorismo se justifica a veces o a menudo. "Existe una fuerte oposición a la tortura entre expertos en seguridad, líderes religiosos y académicos, la mayoría de los cuales piensa que nunca está justificada", subraya el estudio. Casi la mitad (48%) de los científicos e ingenieros toman también esta posición, al igual que líderes militares (49%).
El estudio del Pew Research Center también analizó la opinión sobre la responsabilidad por el maltrato a los prisioneros. Mientras los líderes de opinión desacuerdan ampliamente con la tortura, sus opiniones difieren sobre quién es responsable por los maltratos en los casos que se dieron a conocer de Guantánamo (Cuba) e Irak. Por más de tres a uno (75% contra 21%), científicos e ingenieros dicen que los abusos fueron mayormente resultado de políticas oficiales. La misma opinión es compartida por la mayoría de los líderes en seguridad (57%) y expertos en asuntos exteriores (58%), al igual que académicos (53%) y líderes de medios de comunicación (53%). Pero el mayor porcentaje de militares (60%) y líderes religiosos (67%) opina que los maltratos a los prisioneros son resultado de mala conducta por parte de soldados y contratistas.
El resto de los encuestados está dividido en torno de esta cuestión. El 48% cree que soldados y contratistas son los responsables, mientras un 36% culpa a las políticas oficiales. Pero el estudio muestra además que las opiniones están claramente diferenciadas según el partido político de preferencia. Un 67% de los republicanos responsabiliza a los soldados y contratistas, mientras los demócratas e independientes expresan una mayor tendencia que los republicanos a culpar a las políticas de gobierno.
La investigación se conoció en medio de numerosas críticas a la administración de George W. Bush en torno de la guerra contra el terrorismo, en especial a las denuncias de torturas de prisioneros tanto en la base de Guantánamo como en prisiones iraquíes. A esto se suman las recientemente descubiertas "cárceles secretas" en Europa del Este y los vuelos clandestinos de transporte de prisioneros, además de la polémica en el Senado en torno de una enmienda de la Ley de Presupuesto de Defensa 2006 que prohíbe la tortura y que Dick Cheney, el vicepresidente estadounidense, quería modificar para que la CIA estuviera exenta. Bush ha amenazado con vetar la ley si ésta contiene la enmienda contra la tortura, lo que significaría un dolor de cabeza adicional para su administración.
Testigos que no exageran
El ministro de Interior de Irak defendió ayer el trato que se les dio a los prisioneros abusados que fueron encontrados en un bunker del gobierno, declarando que "ninguno fue decapitado o asesinado". Pero mientras Bayan Jabr insistía en que las acusaciones de tortura eran "exageradas" surgían nuevos detalles de las horribles condiciones padecidas por los cautivos.
Testigos oculares dijeron que muchos de los 169 hombres y jóvenes tenían tan mal aspecto que parecían "sobrevivientes del holocausto". Algunos habían padecido golpes tan severos que su piel estaba arrancada y tres hombres habían sido encerrados en un armario donde no se podían mover. Todos los otros estaban apretujados, con los ojos vendados en tres habitaciones de tres metros por cuatro de largo. Se encontraron instrumentos de tortura ocultos en un falso cielorraso.
Los testigos dijeron que los guardias que custodiaban a los detenidos, que eran todos sunnitas salvo tres, usaban uniformes de combate de la milicia chiíta Badr.