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Pronunciamiento de ATTAC
Mediante estas líneas queremos hacer llegar a los compañeros de lucha por la construcción de otro mundo, una voz muchas veces ilenciada respecto del actual conflicto por el que atraviesa uestro país. Seguramente alguna información habrán recibido sobre lo que pasa en Venezuela a través de sus grandes medios de comunicación. Seguramente también se habrán enterado un poco a través de canales alternativos. En cualquier caso, siempre será posible y necesario decir más.
Tenemos conciencia de que las corporaciones de la información y el entretenimiento internacionales, en su mayoría, se han hecho eco de la versión que los medios de nuestro país se empeñan en difundir. De estos sí que podemos hablar con propiedad. Cualquiera de ustedes podría venir y corroborar que la audiencia venezolana : los lectores de prensa, los televidentes, los oyentes de radio, sin muchas alternativas para informarse -dada la estructura oligopólica de la propiedad sobre los mass media-, reciben a diario el mensaje de que cualquier salida es válida si se trata de expulsar de una vez por todas al gobierno bolivariano.
Definir a los medios de comunicación venezolanos como simples promotores de una campaña de desinformación resulta quizás insuficiente y no es esa denuncia nuestro principal objetivo. Pero resulta urgente hacer manifiesto que su participación en el golpe de estado de abril, es tan solo la más obscena muestra de hasta dónde son capaces de llegar nuestros grandes medios (los grandes bloque económicos y políticos), en su compromiso con el proyecto de derrocar a un gobierno constituido legal y legítimamente, según los procedimientos democráticos consagrados en nuestra constitución. Hoy la situación no ha cambiado mucho, y de aquí nace nuestra preocupación.Hizo falta un golpe de Estado para que muchas de las personas con las que contamos en nuestra lucha por un modelo alternativo de sociedad, se dieran cuenta de que la resistencia global está constituida por batallas que no se ganan cuando se gana un gobierno. Que no basta con acceder a ese lugar, que la teoría política clásica identifica como el recinto del poder, para tener el poder de transformar la estructura de dominación política y económica. Que el camino a la justicia es una de las pocas cosas que hoy no está en un manual, y que la singularidad del proceso venezolano no está en las consignas que eleva como bandera y que muchos acá compartimos, sino en que es un intento actual por construir la sociedad por la que tantos han luchado ; con las mismas posibilidades, pero también con las mismas amenazas que cualquier intento de este tipo debe enfrentar.
Muchos aquí albergamos dudas y tenemos críticas, pero lamentablemente no son estas las críticas a las que el gobierno nacional ha tenido que responder. Antes, se le impone la urgencia de hacerle frente a la conjura concertada entre los sectores más poderosos y retrógradas de Venezuela y el mundo, que con el afán y el apremio de quién no soporta perder ni un milímetro de las ventajas que el antiguo régimen les garantizaba, no se han detenido en artículo alguno en su intención de recuperarlos mediante el descrédito y el atropello de los espacios ganados por otros.
Conscientes como estamos de que la militancia por la construcción de otra Venezuela y por tanto de otro mundo debe ser independiente de los partidos, pero al mismo tiempo reflexiva y transformadora, y por tanto política, no dudamos en apoyar lo que para nosotros trasciende con mucho a este gobierno : un proceso abierto por el pueblo y que aún le pertenece. La respuesta popular al golpe militar es el testimonio de que nuestro pueblo ha decidido tomar otros caminos distintos a los prescritos por el pensamiento único. Si alguien aún lo dudaba, quedó claro que la revuelta popular de aquel febrero de 1989 -que terminó en masacre- contra el paquete ultraliberal de un gobierno más, no fue tan solo una reacción epiléptica. Tampoco lo fue el apoyo que recibió el programa de reformas que proponía el bloque bolivariano, que incluía la redacción de una nueva constitución que rediseñaba el estado y sus funciones, en el sentido contrario al que proponían las instituciones financieras que hoy gobiernan el mundo. Más de un millón y medio de personas, apenas en la capital, que salieron trece años después del ’89 a defender la continuidad del hilo constitucional, roto por el Golpe de Estado de 11A así lo demuestran.
Si hoy contamos con una de las constituciones más progresistas del mundo, y esta a su vez contó con la aprobación de una amplísima mayoría, es porque el pueblo ha tomado conciencia de que tiene derecho a tener más derechos, y, lo que es más importante, tiene bien claro quiénes se los niegan. Sin embargo el golpe de estado de abril marca un punto de inflexión en ese apoyo amplio pero inorgánico que ha recibido hasta hoy la propuesta gubernamental. El intento reaccionario de barrer con las instituciones constitucionales ha puesto en evidencia la necesidad de la organización popular. Si bien desde hace mucho tiempo vanguardias militantes han trabajado afanosamente en los barrios de nuestras ciudades para elevar las inquietudes políticas de nuestra gente, hoy éstas han sido desbordadas por una plétora de organizaciones que han surgido espontáneamente para defender la constitución y hacerla cumplir. Las cooperativas, los medios de comunicación comunitarios, los círculos bolivarianos, los consejos vecinales, las asociaciones de consumidores, los nuevos sindicatos (hasta los motorizados han levantado un sindicato en defensa de la constitución !), un revitalizado movimiento campesino, y tantas otras formas de organización, se nos presentan actualmente como actores de primera línea en el debate sobre la cuestión pública. Como nunca antes se han hecho sentir ganándose el espacio necesario para actualizar los principios de participación y cogestión de la gestión pública que consagra la constitución como uno de los ejes pivotes del desarrollo nacional.
ATTAC, (Asociación para la Tasación de las Transacciones financieras de Ayuda al Ciudadano), capítulo Venezuela, surge de la confluencia de tres certezas elementales que las mismas circunstancias sociopolíticas descritas arriba han puesto de relieve :
1) la participación no se decreta,
2) es necesario promover la organización social para lograr el protagonismo popular, y
3) la lucha por la igualdad y la justicia social no es posible librarla aisladamente, sin el apoyo de todas las fuerzas que con nosotros, en el mundo entero, comparten trinchera y causa.
La comunicación y la articulación de esfuerzos, a lo interno del movimiento popular, siempre ha sido una consigna de lucha para los activistas sociales venezolanos. Pero la extensión de esta relación a ámbitos internacionales, aún cuando siempre ha sido valorada como una exigencia estratégica para resistir al inmenso poder de los bloques económicos y políticos de la hegemonía mundial, no ha sido efectiva hasta el momento.
Durante las horas del gobierno de facto de la alianza militar -empresarial, cuando los medios de comunicación nacionales silenciaron las verdaderas circunstancias que llevaron al derrocamiento del gobierno legítimo, la solidaridad internacional se hizo presente, y gracias a ella pudimos hacer circular la denuncia de las verdaderas circunstancias que llevaron al golpe de estado.
Esto nos hace cada vez más conscientes de cuan apartados hemos estado hasta el momento de nuestros compañeros de lucha, o peor aún, cuanto hemos subestimado el poder del imperio, en tanto red de practicas de dominación que se despliegan globalmente. Esta discontinuidad entre el combate global y nuestra lucha nacional era y es injustificable. Las decisiones que han generado la más feroz oposición que gobierno alguno en Venezuela ha tenido, son precisamente aquellas orientadas a revertir los procesos que la globalización neoliberal prescribe para la incorporación a la nueva era del capital. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, recientemente aprobada por abrumadora mayoría en elección popular, refleja en su contenido esta voluntad política de cambio, al introducir los conceptos de "justicia social, participación protagónica y corresponsabilidad" (Estado - sociedad) como ejes transversales de su desarrollo. Asigna al Estado el papel de garante de la soberanía económica y la responsabilidad de generar una justa distribución de la riqueza, mediante una planificación estratégica, democrática, participativa y de consulta abierta. Fundamenta el sistema socieconómico sobre los principios de justicia social, democracia, protección del ambiente y la solidaridad Y profundiza en el concepto de democracia al establecer la apertura y multiplicación de los canales de participación de las comunidades en las decisiones políticas, económicas y sociales.
Las leyes que en noviembre del año pasado fueron promulgadas, vía decreto, por el gobierno nacional, previamente habilitado por la Asamblea Nacional para el ejercicio de estas facultades, representaban la actualización de la constitución en un cuerpo legal cónsono con sus preceptos. Entre ellas se encuentran la Ley de Tierras, que proscribe el latifundio y resguarda la soberanía alimentaria de la nación ; la Ley de Pesca, que impone límites a la práctica ecocida de la pesca de arrastre y promueve la pesca artesanal ; la Ley de Hidrocarburos, que establece como irrevocable el control del Estado sobre la principal fuente de recursos de la nación : la explotación petrolera. Hoy más que nunca se hace necesario sumar esfuerzos para hacer que la transformación mundial sea posible, porque está demostrado que la evolución hacia otro mundo mejor no tiene sentido si no es para todos, y lo que es más, es inviable. La integración es un imperativo que no podemos subordinar a un segundo plano. En el ámbito gubernamental, podemos reconocer a las autoridades venezolanas su buena disposición para promover la integración entre los países del llamado tercer mundo, poniendo especial énfasis en el proyecto de conformación de un bloque regional de naciones latinoamericanas.
Pero la iniciativa de la integración no se puede quedar allí. Solo los pueblos unidos por sus proyectos y por sus luchas podrán impulsar la verdadera revolución. La plataforma ATTAC que nace hoy en Venezuela no es ni será jamás el espacio para la promoción de políticas de gobierno alguno. Nos mueve exclusivamente el afán por alcanzar el horizonte de lucha que se ha fijado esta organización internacional : promover un orden económico y social mundial justo y solidario, que respete los intereses de los pueblos, sus culturas y su soberanía. Es por esto que preferimos colocarnos del lado del sector crítico de un proceso, que del lado de los enemigos del cambio. Porque Compartimos la exigencia de democracia, justicia social, igualdad y solidaridad de esta organización internacional, compartimos también la propuesta tasación de los movimientos especulativos de capital con miras a ejercer el control social de los resultados de la aplicación de las medidas financieras internacionales, y además estamos convencidos de que no es posible una transformación local profunda sin una transformación global.
En Venezuela lo que está en juego no es el futuro de un gobierno, son las aspiraciones de un pueblo que se ha decidido hacerse cargo de su historia. Ese es el proceso que nosotros, el Comité Promotor de ATTAC Venezuela, acompañamos : el espíritu de la multitud que hoy se ha dado unas leyes, que hoy se ha dado un gobierno propio y que no descansará hasta alcanzar la justicia y el bienestar inherentes a una sociedad profundamente democrática.
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