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23 janvier 2006

Uruguay : ¡Qué tontos fuimos !

 

Por Roosevelt Barboza
El Correo
. París, 18 de enero de 2006

Si expusiéramos nuestra condición a esa empresa, cuya característica es establecer aquello que se transforma en récord, por insuperable, no habría duda de que no podríamos competir según dirían ellos por esa calificación, ya que el término elegido -tontos-, siendo generoso con nosotros, no es el que realmente nos corresponde.

Y aquí comenzaría el debate ¿qué somos realmente ?, ¿inocentes ?, ¿crédulos ?, ¿ingenuos ?, o ¿una mezcla de todo ello ? Y si de ser esto correcto, ¿cómo lo caracterizaríamos a eso que somos ? No tenemos que sentir vergüenza por sabernos ¿cómo realmente ? Debemos obviar calificarnos pues carecemos del conocimiento que se necesita para hacerlo, y mejor decimos qué es lo que pasa y esperamos que sea usted quién señale, luego de conocer los hechos que narraremos, si podremos competir por ese premio de insuperabilidad y bajo qué categoría hacerlo. Usted podrá tener la certeza de que ganaremos por amplio margen cualquiera sea la calificación que se nos de.

Al asunto pues. Nos dijeron que había muerto y lo creímos. Lo hizo fuera de su país y el detalle no nos llamó la atención. Lo hizo en un país que puede considerarse de educación exquisita tal como la que él logró, de alto nivel civilizatorio que aceptó como cierta esa, su muerte aparente.

En ese su país en el cual nació, y al cual desde Francia lo regresaron, una manifestación compungida llena de luto le acompañó en esa marcha a la que algunos llaman, lo que será al llegar, su descanso eterno. ¡Cuánta ingenuidad la nuestra ! ¿Cómo pudimos creer que esos hombres descansan ? Pero primero ¿cómo pudimos creer que esos hombres mueren ?

¿Hasta cuándo se burlarán de nosotros, pretendiendo hacernos creer que mueren aquellos que nunca podrán morir ? ¿No hicieron eso con Zapata ?, ¿y no se oye aún retumbar el galope de su corcel en las noches ?, y si se lo oye ¿quién sino Zapata, podría cabalgarlo ? Y al Che ¿cuántas veces lo han matado ? Y si así hubiera sido ¿quién distinto de él fue el que sacudió Bolivia ?

Nos dijeron que había muerto, y que lo había hecho en Francia a donde llegó procurando curar un mal del cual adolecía. Hoy sabemos que eso fue falso. Pero, cuando nos lo dijeron, lo creímos y callamos y las lágrimas que brotaron en cascada nos las guardamos dentro, como él seguro que querrá que hagamos si es que algún día pudiera morir ; y estas lágrimas que nos secó por dentro fueron muchas y tantas que aún nos humedecen y nos acicatean, y desde aquel triste día que hoy sabemos que nunca ocurrió, permaneció en ese huequito que le hicimos en nuestro corazón y del cual únicamente salía cuando había que erguirse ante una de las tantísimas injusticias que ocurren y seguirán ocurriendo hasta que no las erradique junto con nosotros para siempre de este mundo.

Siendo tanta su actividad y tantas sus dotes, era un ejemplo constante y permanente para todos quienes tuvieron y tienen la capacidad para luchar por un mundo mejor.

Descubrió desde muy joven la injusticia, la inequidad, y también la falsedad que proponían muchos que decían luchar contra ellas. Conoció como pocos la explotación del campesino y no sólo por la teoría, sino que fue hacia ellos y al igual que estos se sometió al mismo expolio. No hubo en su vida, escollo que no superara, sacrificio que le significara queja. Nunca se burló ni ofendió a quien algo no entendía. Por el contrario, prefería con la paciencia franciscana que fuera menester, explicar con un uso de la pedagogía que hoy, aquellos que le conocieron olvidaron en su práctica diaria. Su humildad y su modestia, virtudes tan suyas, era cada una tanta, que tal vez eso explique porque muchos de aquellos que junto a él lucharon, hoy carecen de ellas. Olvidaron también que él, entre la vanidad y el sacrificio era este último el que elegía.

En la mañana fue que descubrimos que no había muerto, y hemos estado horas tratando de comprender las razones de su ausencia. Fuimos embaucados como lo fueron los muchos que sin éxito durante toda su vida lo buscaron y sólo por azar una noche lo hallaron. Que lo veían en un lugar y al mismo tiempo en su antípoda. Su presencia en aquellos lugares de opresión era harto segura. Fue así que entendimos que nos equivocamos cuando creímos que estaba ausente. No, no lo estaba, pero las razones que le alejaron solo pueden dejar supuestos. Porque, hay que entenderlo, se alejó cuando su triunfo estaba al alcance de su mano. Cuando podría contribuir con su talento y con su acción a realizar los cambios por los que toda su vida combatió. Tal vez creyó que aquellos que junto a él lucharon, llevarían a buen puerto los ideales compartidos.

No debemos de olvidar que fue él al salir de la cárcel el que diseñó el camino que la izquierda debía de seguir en pos del poder. Que fue esa propuesta suya desarrollada la que permitió no solo el triunfo electoral en la primera vuelta, sino que también llevó a su movimiento a ser la primera fuerza de esa coalición. Luego de este histórico triunfo y conocida su labor de demiurgo ¿quién podría disputarle ese liderazgo que nunca buscó ni quiso ? Sugirió, sólo sabía sugerir y pudiendo por su enorme prestigio, por el respeto que de él emanaba, imponer, nunca lo hizo. Recordemos, es muy necesario en estos tiempos recordar, imperioso resulta recordar, él siempre prefirió estar con los que recién comenzaban la lucha y también con aquellos que menos tenían. Que se regocijaba luchando junto a los débiles, enseñándoles cuánta fuerza poseían cuando se unían.

Cuántas evidencias tuvimos cuando comenzó a asomar, para saber que estaba ahí, que nunca dejaría abandonados en momentos tan graves, en el que el país puede arder con más llamas que las que hay en el infierno, a esos que cual Quijotes reclaman un cambio de ruta de 180 grados. Cómo no percibir en la Plaza de Colón que hoy lleva su nombre, que ese clamor que elevaron Zabalza, Rodríguez Beletti, Yessie Macchi y todos aquellos que no arriaron las banderas que él levantó, lo tenían presente.

Ya se comienza a oír su presencia con el rumor de los pasos de un Chifflet que sale de un Congreso que se ha reiterado como el recinto de oprobio, para regresar a las ideas socialistas que nunca abandonó ; en el reclamo tupamaro de Zabalza, ese digno "tambero" de los mayores méritos exigiendo solamente que se regrese a los ideales que poco a poco con su acción -aquellos que como guardianes debían de cuidarlos y enaltecerlos-, los menoscaban ; en el apoyo a la Operación Unitas, maniobras dirigidas por esos que nomás ayer, eran considerados criminales genocidas y valga la redundancia para marcar enfatizando la abyección que se sentía cuando se los mencionaba ; en el apoyo militar que se brinda para el sojuzgamiento de Haití que borra una vieja, seria y digna política de no intervención, para convalidar un espantoso crimen que ahí se comete ; cuando se firma un tratado de protección de la inversión, que por su misma condición de igualdad con que se rubrica, asegura la desigualdad, que es por supuesto como siempre en perjuicio del más débil ; cuando se permite la instalación de plantas de celulosa que con certeza se sabe que contaminarán brutalmente el ambiente en abierta contradicción con el mensaje responsable de protección del entorno que ayer se enarbolaba, y que no solo no crearán los empleos que se dicen que se generarán sino que muy por el contrario, son más los que por su acción se terminarán perdiendo.

Tal vez su regreso se deba a unas interrogantes que no se ha podido contestar, porque seguro que se ha preguntado : "¿Cómo no oyen ellos al pueblo, que de eso nosotros hacíamos virtud ? ; ¿cómo no oír la voz sensata y cuerda de un compañero como Hugo Cores cuando solicita se regrese a las bases, de las cuales se han alejado, para conocer su opinión sobre las cuestiones tan delicadas que se debaten ? ; ¿cómo no captan la indignación de las palabras de un Rossi Garretano que, con sólidos argumentos denuncia la apostasía que se comete en detrimento del pueblo que se manifiesta defender ?". Estos compañeros, militantes revolucionarios probados, merecen, no solamente como dirigentes de organizaciones fraternas ser oídos, sino también por el respeto que sobradamente han ganado con su militancia, como hombres que han dado y dan su vida en pro de ideales que seguro, en lo capital compartimos. Sí, no me cabe la menor duda que esas fueron algunas de las cosas que trajeron a RAUL SENDIC a esta nueva lucha, quizá la más difícil de todas las que ha sostenido.

Otras de las tantas razones que probablemente también le obligaron al regreso, fue la causa de los Peludos, sus queridos camaradas cañeros de Artigas. Trabajadores de la caña azucarera en el norte del país, en el departamento de Artigas, que reivindican su reclamo ya arcaico de "la tierra para quien la trabaja". Sus palabras, las palabras cañeras, peludas, son exactas, ni sobran ni faltan, al pan, pan, y al vino, vino. Muchos estarán confundidos y no entenderán su significado, pero, cuando los Peludos dicen que "hablamos con el Ministerio de Ganadería, agricultura y pesca", y no dicen "hablamos con el compañero ministro" habrá que ser muy tonto para no saber predecir que se puede avecinar si no se les oye. Fueron, y por lejos, si así él nos lo permitiera decir, los mejores alumnos de Sendic y la realidad se empecina en destacarlo para los desmemoriados amnésicos que tanto abundan en ese gobierno que por decencia preferimos no definir.

Y no olvidemos que en Uruguay todo comenzó de verdad verdad, cuando ellos se levantaron y dijeron que avanzarían hacia la capital, cosa que hicieron. Aquella consigna que enhestaron a su paso -fue de las más famosas y respetables en las luchas del pueblo uruguayo-, y que hacían uso de su nombre en los nobles y dignos brazos de los cañeros, lamentablemente aún tiene vigencia : "POR LA TIERRA Y CON SENDIC".

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