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Por Marcelo Pereira
Brecha, 8 de octubre del 2003
La política del guiso
La mayoría de los dirigentes frenteamplistas lucen decididos a ser y parecer moderados en el año electoral, pero la ejecución de ese propósito afronta escollos.También el Tribunal de Cuentas, cuyos esfuerzos por maquillar los desaguisados resultaron estériles.
Los más notorios fueron, en las últimas semanas, el que excluyó de la Mesa Política del Frente Amplio a la Corriente de Izquierda (CI) ; y el que llevó a la Unión de Juventudes Comunistas (UJC) a separarse del Partido Comunista Uruguayo (PCU). Esos episodios prueban hasta qué punto pasó de moda aquella cómoda clasificación, y hasta qué punto las apariencias son, en la política de ahora, una cuestión de fondo.
HORROR AL VACÍO Desde cierto punto de vista, podría decirse que la contienda entre ambas corrientes está superada desde hace tiempo, debido al amontonamiento de muchos grupos relevantes en una zona intermedia. Sectores como el Movimiento de Participación Popular (MPP) y el PCU, que suman un considerable peso en términos electorales y de militancia, se muestran menos proclives a la confrontación y más alineados tras el liderazgo de Tabaré Vázquez, mientras en el Partido Socialista (PS), poderoso en los dos terrenos mencionados, se produjo, a la inversa, una especie de radicalización, tras el fracaso del intento de reconversión encabezado por Ernesto Laguarda y el retorno al timón del senador Reinaldo Gargano.
Ese proceso del PS fue crucial para la definición del Encuentro Progresista-Frente Amplio sobre la cuestión de ANCAP, y luego Asamblea Uruguay quedó sola en la defensa, hasta hoy, del acuerdo en que participó sobre ese asunto con colorados y blancos, dado que la Vertiente Artiguista, el otro socio de aquel entendimiento, optó por una forma de acatamiento a la mayoría encuentrista que implica no reivindicar la ley que sus senadores ayudaron a redactar.
Pero dicen que la naturaleza tiene horror al vacío, y parece evidente, entre los encuentristas, que cada lugar ideológico es ocupado apenas alguien lo abandona, lo cual parece sobre todo un síntoma de que faltan debates en profundidad.
La senadora y secretaria general del PCU, Marina Arismendi, dijo en una entrevista publicada por el diario La República, el 21 de setiembre, que la actual crisis de esa fuerza política es parte de "un proceso cíclico que se da en todos los partidos comunistas", en los cuales "de repente hay un flujo de tendencias a descafeinar y hoy la tendencia es inversa". Puede ser, pero en otro sentido de lo cíclico se han cambiado los papeles. A comienzos de los años noventa, eran Arismendi y otros de los actuales dirigentes comunistas quienes reivindicaban el café cargado, y con ese discurso encabezaron la resistencia interna a los cambios que derrotó a la dirección partidaria de entonces. Una década después, le toca a los radicales de ayer ser acusados de moderados, y también de cosas peores, como ellos acusaron a sus predecesores.
Una extensa nota publicada en la edición de agosto/setiembre de Líber Arce, el periódico de los jóvenes comunistas, sostuvo, bajo el título "Sobre nuestra actitud frente a la cuestión del partido y las tareas de la hora" (que parece salido del Túnel del Tiempo), que "todos estos años el grupo encaramado en la dirección del partido (comunista) ha buscado comprar a la UJC ;** (y que) cuando vio que no estaba en venta, buscó quebrarla, dividirla, o sustituirla por una organización de jóvenes más serviles, más vendibles, más condescendientes con su política, a cambio de participar de los beneficios proporcionados por la misma". Ese texto, inscrito en la tradición leninista de que un debate es más vigoroso e interesante si se insulta en forma frondosa al contrincante, alega que la actual dirección del PCU es demagoga, falaz e hipócrita ; que violenta todas las resoluciones de los organismos partidarios, así como los principios comunistas ; que es conciliadora y "adaptacionista" ; que sus posiciones son de derecha, revisionistas, reformistas, economicistas y oportunistas ; que ahora "apura el paso", en "estado de completo celo, dada la cercanía del gobierno" ; que "corre tras la prebenda personal" ; y que "valiéndose de los instrumentos políticos y económicos del Estado burgués", entre ellos los sueldos de parlamentarios, "profundiza su dominio material" y ha instalado "una dictadura de elementos lúmpenes y pequeñoburgueses en el seno partidario". Y todo eso sólo en la primera mitad del alegato.
De los 14 integrantes del Comité Central del PCU que habían expresado diferencias con la línea mayoritaria, siete presentaron renuncia al partido en el III Congreso Extraordinario, realizado el último fin de semana de setiembre en el Platense Patín Club.
SER Y PARECER El arraigo de posiciones políticas como las que sostiene la UJC puede considerarse una reacción ante los procesos que, según la encuesta más reciente sobre intención de voto del grupo Radar (que integran los politólogos Daniel Chasquetti y Adolfo Garcé), han llevado al MPP y Asamblea Uruguay a los primeros lugares en la preferencia de los encuentristas consultados. No hace tanto que Danilo Astori y José Mujica eran dos de los principales referentes, con distintos estilos, de quienes consideraban vigentes las tareas revolucionarias y miraban de reojo a Vázquez por reformista y conciliador. Hoy el primero afirma que la negociación de la deuda externa uruguaya fue mejor que la argentina, y el segundo dijo esta semana en Salto, según el diario El Pueblo de ese departamento :
"Lucha por el guiso quieren los uruguayos, no lucha de clases". No faltan dentro del Frente Amplio quienes piensan que Astori parece un dirigente colorado y Mujica un caudillo blanco, y algunos de quienes los ven así tienden a pensar también que planteos como los de la UJC parecen auténticas posiciones de izquierda.
En ese contexto hay que entender los motivos que, según "allegados" a Vázquez citados por el El Observador, tiene el líder encuentrista para ver con recelo la eventual realización, en junio del año próximo, de internas en su fuerza política, en las cuales competiría, como en 1999, contra Astori. De acuerdo con las fuentes de ese diario, Vázquez desea presentar una imagen moderada inmediatamente después, en la campaña hacia las elecciones de octubre, y no le conviene la apariencia "radicalizada" y de "izquierdista tradicional" que adquiriría de modo inevitable en las internas, por contraposición con su adversario. Aparte de que no le hace gracia la perspectiva de recibir en 2004 fuego cruzado de blancos, colorados y astoristas.
Asamblea Uruguay aún no proclamó una decisión de postular a su líder para la candidatura única a la Presidencia, pero ya resolvió pedir al Plenario Nacional frenteamplista que habilite la posibilidad de la contienda interna, reconocida en la Constitución, y eso afectaría los planes de Vázquez que ya se materializan en un viaje a Europa durante el cual se entrevistará con Alain le Roi, representante francés ante el fmi del Grupo de los Ocho países más poderosos, que integran Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.
Tales planes parecen relacionarse también, en parte, con la decisión de Vázquez de poner fin a la participación en las reuniones de la Mesa Política frenteamplista, como simple observador sin voto ni voz, de un representante de la CI.
Desde el punto de vista reglamentario, el cese de esa participación correspondía porque ese grupo, que nunca ingresó formalmente al fa, y recién pidió ingresar en marzo de 2001, venía ocupando un lugar correspondiente al Movimiento 20 de Mayo, que ya no forma parte de la Corriente (del cual se alejaron también en los últimos tiempos, entre otros, el ex dirigente tupamaro Jorge Zabalza y parte del Partido Socialista de los Trabajadores). Desde el punto de vista político, el ex legislador Helios Sarthou, la figura más conocida de la actual CI, dijo a El Observador (el 22 de setiembre) que la actitud de Vázquez se vincula con "decisiones como la de ir al Fondo Monetario Internacional, (o) la de incorporar hombres que actuaron en cargos de confianza en la dictadura, como es el caso de (Ricardo) Alcorta y Jorge Cerdeña, incorporarlos a la Nueva Mayoría, que en realidad no sé bien qué es".
Sarthou intuye la intención de que "el Frente pueda presentarse con mayor credibilidad a la opinión pública, ( ) como una fuerza que no crea riesgos, porque no tiene ideas muy avanzadas", y "dar una imagen de que se limpió la casa". Por lo tanto, le preocupa el abandono de "un principio de pluralismo ideológico que es el eje con que el Frente nació", y la posibilidad de que se termine como el gobernante Partido de los Trabajadores brasileño, en el que Lula "está por expulsar a las personas que discreparon con él".
Curiosamente, Sarthou coincidió sin señalarlo con Liber Seregni, al opinar que "hoy el Frente tiene el problema de que lo va a votar mucha gente, pero mucha lo va a hacer por descarte y eso no es bueno".
"El voto tiene que tener la pasión de la coincidencia con lo que se va a hacer, porque si mañana gana el Frente va a necesitar gente en la calle con esa pasión, si no, no se va a poder caminar en este país", sostuvo.
Otra hipótesis sobre la "expulsión" de la CI es que Vázquez y otros dirigentes frenteamplistas compartían un profundo malestar ante el hecho de que ese sector solía enviar por correo electrónico a un considerable número de personas, entre ellas periodistas, informes detallados sobre los documentos manejados por la Mesa Política y las discusiones en la misma.
* Según la Real Academia Española, "moderado" y "radical" podrían considerarse adjetivos opuestos si se usa el primero para atribuir a alguien "cordura, sensatez y templanza", y el segundo en el sentido de ser "tajante", "intransigente" o incluso "extremista", pero no hay objetividad posible en la definición de esos términos, que abarcan desde los modelos hasta los modales, y también se puede alegar que, en algunas circunstancias, la intransigencia es una actitud muy cuerda y sensata. En todo caso, radical también significa "partidario de reformas extremas, especialmente en sentido democrático".
** Quizá la intención no era comprarla sino lograr, como en el caso de ANCAP, una concesión con control de la gestión por 30 años, hasta que no quedara uno solo de los actuales integrantes de la UJC en condiciones de ser considerado joven, ni siquiera en Uruguay.