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14 de enero de 2008

Transición y posneoliberalismo de Ecuador: Primer año de Correa

 

Por Francisco Hidalgo Flor (*)
Rebanadas de Realidad
- Quito, 14 de enero de 2008.-

El presente artículo tiene el propósito de analizar el primer año del gobierno de Rafael Correa y su movimiento "Acuerdo País", y para ello recurre a los siguientes conceptos claves considerando que pueden ayudar a la lectura de un proceso complejo y esperanzador a la vez, estos son: etapa de transición, proyecto posneoliberal, democratización social y económica.

Una interpretación que aspira a ser integral debe reconocer los varios niveles en los cuales se han movido los acontecimientos, y de ellos en este artículo se destacan dos: el plano de la sociedad política, esto es el aparato gubernamental y los poderes estatales, y el plano de la sociedad civil, esto es de las voluntades colectivas en movimiento y las organizaciones populares no estatales. Además se intentará un análisis que dando cuenta de la coyuntura, no quede reducida a ella, sino que sea capaz de mirar los procesos de mediano y largo alcance.

Datos y composición de la transición

La primera característica del período es la de transición, esto es una fase intermedia entre una situación dada hacia una nueva, en este caso que deja atrás el proceso político que vivió el Ecuador entre 1983 y 2006, que es la etapa de implementación de los programas de ajuste y el modelo neoliberal, los gobiernos de turno se alinean con el denominado "Consenso de Washington", la primera fecha ubica la suscripción de la primera carta de intención con el Fondo Monetario Internacional, y la segunda marca el proceso electoral que permite el acceso al gobierno de Correa y "País".

Los 23 años de aplicación del neoliberalismo tuvo en el Ecuador la característica de la alianza fuerte entre los ideólogos del libre mercado y los poderosos sectores oligárquicos criollos, en el marco de un reparto de fuerzas políticas donde las predominantes fueron el Partido Social Cristiano (PSC), la Izquierda Democrática (ID) y la Democracia Cristiana (DC).

Este complejo andamiaje político es el que entra en crisis y es golpeado duramente en el año 2007, una expresión de ello es la gran pérdida de respaldo social, como lo evidencia la representación ante Asamblea Constituyente. En la asamblea de 1997 la representación del PSC fue del 30%, para el 2007 se reduce al 4%, la representación de la ID fue del 7% se reduce al 1,5%, la representación de la DC que diez años atrás fue el 17% de la Asamblea, ahora no tuvo ninguna.

Incluso las fuerzas del recambio en la derecha como el Partido de Renovación Institucional, PRIAN, del millonario Álvaro Noboa, y el Partido Sociedad Patriótica del ex - presidente Lucio Gutiérrez, que en las elecciones de Octubre del 2006 alcanzaron, respectivamente, el 25% y el 17% de la representación, para las elecciones a la Asamblea Constituyente de septiembre del 2007, apenas alcanzaron el 6% y el 13% respectivamente.

Durante el primer año del gobierno de Correa se sella la crisis de los partidos de derecha y de centro, el acontecimiento que marca ese momento es la elección de los miembros de la Asamblea Constituyente, donde la representación de estos sectores apenas alcanza la cuarta parte del conjunto, el 25%; mientras que el 75% de la representación es llenada por las fuerzas de izquierda, pero en especial por "Acuerdo País" que tiene 80 de los 130 electos, es decir ellos solos cubren el 62% de la Asamblea. Este es el primer dato para reconocer como una etapa de transición.

El segundo dato es el contenido de la acción en el gobierno, allí el escenario se complica un poco, pues es necesario reconocer que la praxis evidencia la presencia de tendencias y fracciones al interior del gobierno, aunque destacando que la predominante es una visión anti - neoliberal sobre la economía y la conducción gubernamental, pero sin dejar de identificar áreas, como agricultura o minería, donde no están presentes rupturas fuertes.

La tendencia principal está marcada por Correa, a la que podríamos llamar antineoliberal, pero a su interior existen visiones distintas, por un lado un neodesarrollismo productivista, donde se encuentra el propio primer mandatario, y por otro una visión ecologista socialdemócrata, donde se encuentra el actual presidente de la asamblea constituyente, pero además existen dentro del gabinete posturas claramente empresariales liberales, como las del ministro de agricultura o la recientemente nombrada canciller.

Antineoliberalismo en la economía, ciudadanía en la política y patriotismo en la ideología son los ejes de la acción de gobierno.

En la economía está un fuerte discurso que proclama el control sobre el mercado, el reposicionamiento del estado, afectar los intereses de los grupos financieros y oligárquicos, limitar las ganancias de las transnacionales y castigar la volatilidad de los "capitales golondrinas", la promoción de una integración sudamericana que vaya mas allá de los ámbitos comerciales, que avance hacia un banco del sur y una moneda común.

En los hechos se puede destacar el decreto que otorga al estado el 99% de las ganancias adicionales que reciben las empresas petroleras privadas, el contenido del plan nacional de desarrollo, las propuestas de ley antimonopolios y ley del sector financiero, la denuncia a las fundaciones privadas como el nuevo mecanismo de negociados en el uso de los fondos públicos, el mantenimiento del cierre de negociaciones de un TLC con los Estados Unidos. También cabe mencionar la consolidación de políticas económicas dirigidas a sectores populares: duplicación del bono solidario, bono para la vivienda, reducción de tarifas en la energía eléctrica, programa alimentario incorporando producción nacional.

En la política está en el centro el discurso de la ciudadanía y el antipartidismo. A su vez el reconocimiento de la ciudadanía tiene dos lados, uno el de los derechos individuales y colectivos, y el otro del anti - corporativismo. Se parte del reconocimiento del pueblo como soberano y se plantea una reestructuración del sistema político, hacia una despartidización de las funciones de justicia y control, esto es que los partidos políticos no tengan una participación directa en la Corte Suprema de Justicia, en el Tribunal Supremo Electoral, el Tribunal Constitucional y las instancias que de ellos se derivan.

En lo fundamental se trata de recuperar un rol prioritario para el Estado y dentro de él la Función Ejecutiva y mantener una estructura presidencialista.

El acontecimiento más importante de la transición política es la elección y funcionamiento de la Asamblea Nacional Constituyente y con ella la redefinición de las normas legales fundamentales del país, esto significa que la nueva visión del país, que es posible por una nueva correlación de fuerzas, queda estructurada en el marco general. A la par quedó deslegitimado y suspendido el Congreso Nacional, y con ello la derecha perdió un espacio propio y se ve obligada a actuar en condiciones de franca minoría, algo que no sucedía en el Ecuador desde varias décadas atrás.

En el campo ideológico, el de la construcción de sentidos de pertinencia y alineamiento con el proceso político, el eje fue del reconocimiento de los derechos ciudadanos hacia la identidad patria y los apelativos a un socialismo del siglo XXI. Eso fue claramente visible en los giros de los contenidos en la primera vuelta y segunda vuelta electoral, en los primeros meses de gobierno y en la confrontación con el Congreso y los grandes medios de comunicación.

En un país como el Ecuador, una "nación en ciernes" [1] todavía en la última década del siglo XX, donde el neoliberalismo intentó destruir los limitados sentidos de identidad y soberanía, el anhelo de "volver a tener patria" el lema de la segunda vuelta electoral, unido a una confrontación, mas mediática que real, frente a los viejos sectores oligárquicos, permitió unir a varias clases y capas sociales tras el liderazgo carismático de Correa.

Los apelativos a Bolívar y a Alfaro permiten recuperar el sentido épico y heroico de la lucha social, pero además probablemente ubica el sentido real del proyecto político en marcha, la integración regional frente a la potencia del norte, en el un caso, la lucha contra la oligarquía y por el laicismo, en el segundo, son componentes claves. No sucede lo mismo con la apelación al socialismo, pero eso lo plantearemos mas adelante.

Pero ¿qué es "Acuerdo País"?

Este período de transición está claramente liderado por "Acuerdo País", el movimiento que estructuraron los principales personajes de este proceso en el 2005, en torno a las movilizaciones por la destitución de Gutiérrez y la "revuelta de los forajidos", fase primera de la que luego es la "revolución ciudadana", no tiene estructura de partido, incluso se resiste a ello, es un movimiento que contiene a su interior varios grupos, con liderazgos locales o temáticos.

El núcleo central se conformó a partir de dos disidencias, la una frente al partido socialdemócrata clásico, denominado "Izquierda Democrática", y la otra respecto del movimiento indígena, en particular al interior del "Movimiento Pachakutik", también había sectores que provenían del debate, más bien académico, de las alternativas frente al neoliberalismo.

En el Ecuador el partido socialdemócrata clásico, denominado "Izquierda Democrática" nace del interior del Partido Liberal, y en realidad sus fundadores nunca rompen con la ideología liberal, por ello la oleada neoliberal y la ambigüedad en la que cae la "Internacional Socialista" no hace más que acentuar su alineamiento, lo que se traduce en los hechos concretos en el pacto con el principal partido de esa tendencia, el Partido Social Cristiano.

El movimiento "Acuerdo País" reniega de ese pasado y esa praxis, demandando una auténtica y contemporánea perspectiva socialdemócrata. Esta es una de las fuentes. La otra fuente proviene de la disidencia "mestiza" frente al movimiento indígena, en especial ante a la CONAIE, en el control de su brazo electoral "Pachakutik" y la crisis por la participación en el gobierno de Gutiérrez, cuando se decide afirmar una vanguardia indigenista y colocar en segundo plano a los sectores "mestizos". Estos se abren de Pachakutik, para evitar su enclaustramiento, y asumen un posicionamiento socialdemócrata, y aquí tienen el encuentro con la otra disidencia.

En sus primeros momentos son Correa y Patiño quienes persuaden a las demás agrupaciones de privilegiar el momento electoral, antes que un proceso larvario de definición de estructuras y programa, pues el momento llama a aprovechar el vacío generado tanto por la crisis del modelo neoliberal, como la pérdida de convocatoria de los partidos de izquierda clásicos.

"Acuerdo País" es un movimiento joven, no un partido, que se ha construido y cohesionado al calor de los eventos electorales tras un liderazgo fuerte de Rafael Correa, que ha logrado sintonizarse con las aspiraciones nacionales de cambio, él es "su líder", no hay otro que dispute ese lugar, ello evita la dispersión de fracciones y tendencias. Su militancia en lo fundamental provienen de clases y capas medias, antes que de los estratos de obreros, o campesinos o indígenas, pero tampoco sin una presencia orgánica de empresarios o capitalistas. Mas que popular es de clases medias, mas que socialista es socialdemócrata, mas que cohesión orgánica tiene de movimiento electoral. Hoy tiene la ventaja de estar en el gobierno y solo tener a su haber triunfos.

Pero hay fuerzas políticas orgánicas, movimientos consolidados y partidos, que están apoyando el proyecto conservando su identidad y propuestas propias, y ellas pueden ser decisivas en momentos futuros de afirmación de un proyecto de democratización de la economía y la política.

Tendencia de democratización: participación, movilización y cambio

El sentido del proceso político que atraviesa el Ecuador no puede quedar limitado a la coyuntura, una perspectiva de conjunto nos muestra la variedad de sujetos sociales, actores, debates y posiciones en movimiento; tener una clara comprensión de ello puede ser clave en los momentos decisivos.

Ese conjunto tiene al menos cuatro componentes decisivos, en un proceso que abarca desde el año 1990 hasta el presente: i) el emergimiento del movimiento indígena y una nueva comprensión de lo popular; ii) la movilización y la capacidad de bloqueo al neoliberalismo; iii) la crisis de la representación política y la revocatoria del mandato de los presidentes; iv) participación y presión por democratizar las organizaciones políticas y la sociedad.

El camino del movimiento indígena, desde el levantamiento del Inti Raymi allá en Junio de 1990, los sucesivos levantamientos nacionales a fines de los noventa y inicios del nuevo siglo, su protagonismo político, fue decisivo hacia adentro y hacia fuera de sus organizaciones y liderazgos, presionando por incorporar a la visión económica de lo popular, los explotados y oprimidos, la visión étnica, los excluidos y marginados; de ahí en adelante las organizaciones de la población rural no fueron solo campesinas sino también indígenas, se empezó a hablar de las demandas de los pueblos, en plural, y reconocer formas del quehacer social ligado a lo comunitario y lo tradicional. Esa es una herencia muy valiosa de esta etapa que analizamos.

La solidez del movimiento indígena aportó para sostener el campo popular, los sindicatos y gremios de las empresas, especialmente las públicas, como el magisterio, los petroleros, los eléctricos, y juntos asumir la defensa y protección de la seguridad social, y abrir un debate sobre lo público social. En este proceso destacan hitos como el triunfo del No en la consulta neoliberal de 1995 y las movilizaciones en defensa de la seguridad social ante la constituyente de 1997.

Las organizaciones populares desarrollaron amplias movilizaciones contra aspectos sensibles del modelo neoliberal y lograron bloquear aspectos claves, la más importante jornada fue contra el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y por la salida de la petrolera gringa Occidental Company, en el año 2005 y 2006. Eso fue decisivo para marcar un punto de inflexión, que abrió las puertas para la nueva etapa.

Una particularidad del proceso ecuatoriano fue la sucesiva destitución de presidentes de la república como fruto de movilizaciones sociales con un amplio espectro de representación, así cayeron los presidentes Bucaram en 1997, Mahuad en el 2000, y Gutiérrez el 2005. Ganó conciencia social el precepto de que el pueblo puede destituir a los presidentes corruptos, a los que agudizan la crisis económica; no son sólo las urnas electorales la única forma de expresión, también las calles y la movilización tienen validez y legitimidad.

Esta creciente participación condujo a una demanda creciente por democratizar hacia adentro los movimientos populares y los partidos políticos; un sentido común que decía mas o menos lo siguiente: "si somos capaces de derrocar a presidentes, como no vamos a ser capaces de cambiar los dirigentes eternos en los gremios y los partidos", esto favoreció a procesos de renovación de liderazgo al interior del campo popular.

Conceptos claves como participación, identidad, soberanía, dieron un contenido mas firme a una tendencia de cambio que se venía expresando en el Ecuador desde el retorno a la democracia representativa.

Posneoliberalismo, entre el desarrollismo y el mercado

La esencia de una fase de transición está en las fuerzas sociales en movimiento, las organizaciones que lideran y el modelo hacia el cuál se proyecta; ya sabemos de cuál se está alejando, pero es más difícil señalar a cuál se está acercando, por ello la calificamos de una transición posneoliberal.

En este momento, y todavía durante un largo trayecto, el principal escenario de esta transición posneoliberal es el político, en la consolidación de posiciones en un juego de correlaciones de fuerza, y no es el económico, tampoco podría serlo, pues la fortaleza alcanzada por los grupos de poder económico en la etapa neoliberal es muy alta, lo que solo puede ser contrarrestado con una recuperación de la presencia estatal a todo nivel.

Época de cambios, de acción social en sus diversos niveles, que pone en tensión los grupos sociales, sus organizaciones y proyectos; por ahora con una derecha muy golpeada y poca capacidad de reacción.

Algunas líneas generales están expresadas: el ser humano antes que el mercado, repensar el estado para establecer lo público estatal y lo público social, trasladar poder al conjunto de la sociedad; nuevas relaciones de integración a nivel sudamericano y nuevas alianzas a nivel mundial.

Pero la situación se pone tensa desde dos puntas, cuando se topa los intereses concretos de los grupos oligárquicos y/o transnacionales, pero cuando también cuando se discute que desarrollo impulsar y a qué costo.

El primer juego de contradicciones corresponde a las viejas preguntas, la confrontación con el viejo poder, el segundo juego de contradicciones corresponde a las nuevas preguntas, la confrontación con el productivismo y el desarrollismo; en el medio el debate sobre los mecanismos para mantener y ampliar capacidad de influencia y movilización.

Y claro estas diferencias se tornan evidentes cuando se topan las políticas frente a las principales riquezas del país: la explotación petrolera y la minería; aunque también aflora cuando se habla del programa agrario o la consolidación de los gremios de trabajadores, o la demanda de plurinacionalidad desde los movimientos indígenas.

Entonces el debate sobre el posneoliberalismo se ubica en un nivel mas complejo, ¿se avanza hacia una nueva modalidad de acumulación?, ¿existe la decisión política de dejar atrás las modalidades de reprimarización exportadora y una explotación extractivista de los recursos naturales?, ¿existen las condiciones estructurales que permitan afirmar una nueva modalidad de acumulación?, ¿cuál: un neodesarrollismo, o un tipo de socialismo? ¿y la preservación de ecosistemas y las economías populares no capitalizadas y la generación de trabajo a amplia escala?.

Una nueva modalidad de acumulación implica un proceso largo que involucra varios niveles: alianzas hegemónicas, estructura estatal apropiada y políticas económicas, discurso ideológico que cohesiona.

Son preguntas complejas, tanto para el proceso ecuatoriano, como para el conjunto de esfuerzos que hoy, en Sudamérica, se intentan implementar desde el discurso posneoliberal.

Y exactamente una de las ventajas es que la experiencia ecuatoriana no es un acontecimiento aislado, que hay otros ensayos, unos más destacados que otros, como el venezolano o boliviano, pero también es importante lo que se pueda avanzar en Brasil, Argentina o Chile.

Hegemonía popular y socialismo

El debate sobre ¿cómo construir una hegemonía popular en una fase de transición posneoliberal? resulta complejo y muy variado a la vez; a la pregunta planteada hay respuestas distintas e incluso opuestas, resumiendo se presentan dos: i) existen sectores que niegan que se trate de un momento posneoliberal, para ellos se trata apenas de un recambio en las cúpulas de poder y de una segunda ola neoliberal, pero bajo la fachada de supuestos gobiernos progresistas; y, ii) para otros sectores se reconoce que es un momento de cambio y que esboza elementos de un nuevo momento distinto y opuesto al neoliberal.

Una respuesta que intente ser acertada merece echar una mirada a los comportamientos sociales y políticos de los sectores populares, especialmente aquellos que fueron los pilares de la resistencia al modelo, y los puntos de debate que sustentan a una u otra postura.

En ese sentido la afirmación de una tendencia popular que mira con atención, se adhiere y está dispuesta a luchar a favor de políticas de democratización de la economía y la política, es un factor decisivo, también lo es participar en un debate y una política de soberanía y nueva integración regional distinta del dominio de Estados Unidos.

Ahora es claro que el presente no es un momento de hegemonía popular, de eso hay que estar claro, pero a la vez es una coyuntura que puede consolidar propuestas y conquistas democráticas decisivas, y enriquecer el quehacer político de las principales organizaciones populares y partidos de izquierda.

La construcción de una hegemonía popular, que debe entenderse como un proceso de largo aliento, que en el momento presente implica: a) apoyo y a la vez autonomía relativa frente al gobierno de Correa; b) consolidar una vía de desarrollo que apoye a las economías populares y no sea depredadora de los recursos naturales, no a una vía extractivista y productivista; c) ampliar las formas de organización y participación popular en las diversas instancias de poder, a nivel local, regional y nacional; d) apoyar un nuevo esquema de integración regional sudamericana, que apuntale una soberanía economía y política; e)la referencia del socialismo sacarla del mero plano ideológico y llevarlo a un proceso serio de evaluación y construcción de proyecto estratégico.

El gobierno de Correa se desarrolla en una condición frágil, cuyas líneas de golpear al neoliberalismo y las estructuras oligárquicas, no podrán consolidarse sin el apoyo del movimiento popular. Para entender esa fragilidad es necesario recordar la diferencia entre tener el gobierno y tener el estado; incluso con tener una Constitución favorable no elimina la condición de fragilidad, pues los poderes de fondo, siguen teniendo l control de la economía y los mercados, las fuerzas armadas, los medios de comunicación.

Construir una autonomía relativa, implica preservar la identidad propia y la capacidad de presión, para insistir en los temas cruciales respecto de propiedad, distribución de la riqueza, modelo de desarrollo, descentralización y desconcentración del poder.

La vía de concreción del posneoliberalismo es muy compleja y al presente se presentan al menos dos opciones fuertes: por un lado, desarrollismo de estado, algo así como: "ciudadanía + petróleo + minería"; y por otro, desarrollo equitativo y sustentable, algo así como: "desarrollo para todos, desarrollo lento".

Para los movimientos populares es el desafío de pasar en la estrategia de las propuestas antineoliberales, hacia las anticapitalistas.

(*) Profesor de la Universidad Central del Ecuador; Director de la revista Espacios y autor del libro: "Alternativas al neoliberalismo y bloque popular".

Nota:

Notas

[1Quintero, Silva (1991). "Ecuador: una nación en ciernes". Edic. FLACSO - Abya Yala. Ecuador.

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