Por Isidoro Gilbert
LA REPUBLICA, Montevideo
25/05/2003)
El corresponsal de La República de Montevideo, Uruguay, hace un balance sobre la nueva etapa que se abre con Néstor Kirchner. Kirchner, quien asume hoy como jefe de Estado argentino, se reunió con la totalidad de su gabinete. Primeras decisiones del flamante Presidente de los argentinos. Kirchner jubilará a militares formados durante la dictadura. Asume hoy como nuevo mandatario argentino y con él llega un relevo generacional con preeminencia de aquellos jóvenes cargados de idealismo de los 70, claro que con un país que no es aquél y especialmente un mundo muy distinto.
El patagónico, como algunos de sus colaboradores, tiene un pasado combativo y si nos atenemos a sus dichos, se reconoce como perteneciendo ’a una generación que no se dobló ante la persecución, ante la desaparición de amigos y amigas y ante el mayor sistema represivo que le haya tocado vivir a nuestro país’.
Por lo pronto el Presidente despedirá a generales, almirantes y brigadieres que, aunque jóvenes, tuvieron algún lugar durante la dictadura o los protegieron en estos años. Representan el 50% de los generales y el 25% de almirantes y brigadieres. Los nuevos mandos son jóvenes oficiales, y los más encumbrados, amigos personales del Presidente.
Este paso así como sus arengas condenando a las ’corporaciones’ , pueden ser leídas como una estudiantina, como el trasfondo de una concepción política o exhiben gran vocación de poder. Los tiempos dirán hasta donde prima el voluntarismo o el realismo, si es capaz de anudar espacios mayores al que lo sufragó o acompañó políticamente, para poder resistir los embates de intereses muy fuertes.
Hay razonamientos de todo tipo. Algunos analistas suponen ver que la verba inflamada del flamante mandatario esconde en rigor a un hábil negociador como lo revela su larga experiencia como gobernador de Santa Cruz, nada menos que 11 años.
Por lo pronto Kirchner arranca con una gabinete pluralista de una nueva camada de políticos que no superan, salvo un caso, los 55 años, que pondría fin a los tiempos de los fuertes liderazgos iniciado por Raúl Alfonsín y que hoy concluye con el interregno sumamente conflictivo de Eduardo Duhalde pasando por Carlos Menem y Fernando de la Rúa.
Casi todos tienen práctica de gestión, no entran sin bagaje de conocimientos de lo que es la burocracia estatal ni los intereses en pugna y son conscientes de que reciben una herencia social muy dura por el alto nivel de miseria, y saben que el establishment voraz y el mundo financiero así como Washington están atentos a cotejar discursos proselitistas o escritos periodísticos con la práctica.
Es curioso que exista tanto prejuicio. La derecha criolla le ha encendido los faroles acaso porque en rigor sigue siendo profundamente antidemocrática, incapaz de aceptar lo diferente y ya apela, es artículos o en charlas, advirtiendo sobre la gobernabilidad.
El Presidente es un desconfiado por naturaleza y mide algunas expresiones de dureza, como parte de un programa de desestabilización temprana. No es casual que a uno de sus mejores amigos, el diputado nacional Sergio Acevedo le dio la tarea para depurar el Servicio de Inteligencia del Estado, porque lo imagina comprometido con el poder político y económico de los últimos años.
Sus referencias antidictatoriales y el relevo generacional conmovió al alto mando militar que creía, porque se lo había dicho el ministro de Defensa, José Pampuro que si había cambios, sería a fin de año. Pampuro es el viejo contacto de Duhalde, su amigo, con las FF.AA.. Es quien convenció al duhaldismo que para vencer a Menem no tenían otra opción que respaldar al díscolo gobernador de Santa Cruz. Fue cuando a Duhalde se le cayó primero el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota y luego Adolfo Rodríguez Saá. Este quedó definitivamente descartado luego de una larga charla que tuvo con Pampuro : ’es impredecible’, fue el único y definitivo comentario sobre el puntano. El nuevo gabinete asume con el primer disenso.
Las relaciones con Brasil y EE.UU.
Cambios interesantes llegan para la política externa. Kirchner dibujó primero el perfil de quien debería ser su ministro inclinándose por una personalidad, no tanto en la materia específica, sino por su elevado nivel intelectual y prestigio. Recayó en Rafael Bielsa, uno de los setentistas más notorios, con enorme bagaje cultural y pluma brillante, que quiere ’cooperación sin cohabitación’ con Washington y poner el acento en unir a los iguales sudamericanos.
Kirchner y Bielsa piensan que la mejor relación con los EE.UU. se conseguirá con la integración sudamericana. Dicho de otro modo, la alianza estratégica con Brasil, permitirá a la Argentina redefinir sus relaciones con el mundo desarrollado, conociendo las diferencias que los carcomen, así como con China y la India. Con todo, y pese a la felicitación telefónica de George Bush al nuevo mandatario, los norteamericanos quieren ver antes de proceder.
La relación con Cuba se normalizará y se enviará antes que tarde, embajador a La Habana, hoy vacante. Por algo Fidel Castro participará de las ceremonias de cambio de mando. Sin embargo, el canciller mantiene su criterio crítico sobre los procesos recientes.
La derecha con esa constante antidemocrática mira con desconfianza la unidad sudamericana con el argumento que en es una alianza entre pobres cuando corresponde es asociarse a los poderosos, resabio del menemismo oportunista, sin decir la verdad : precisamente el frente de los subdesarrollados puede negociar mejor su inserción en el mundo manteniendo autonomía.
Si en política externa habrá cambio de dirección, no es el caso de la política económica al menos en el último tramo de Duhalde. Primero y principal, porque sigue en la cartera Roberto Lavagna conocido por los mercados y los organismos financieros internacionales. Sin embargo Kirchner tiene un discurso menos flexible con los reclamos de las empresas privatizadas que demandan fuertes incrementos de tarifas. O con los bancos, permanentes demandantes de canonjías camufladas de derechos adquiridos y ha dicho que es ’posible vivir sin un acuerdo con el FMI’.
¿Quiso decir el nuevo Presidente que busca aislarse de los organismos financieros o intenta negociar desde posiciones menos condescendientes ? En cierto modo es lo que hizo Lavagna con el Fondo, aunque los resultados no fueron los más promisorios. De todas maneras, en relación con el FMI la Argentina tiene mejores condiciones ahora con un gobierno legítimo y legal, que la transicionalidad que pobló el interregno Duhalde.
El desafío es enorme. No se trata solamente del Fondo, sino la renegociación de la deuda externa para que el gran esfuerzo fiscal que ya hace este país no sea derivada para el pago de compromisos. Ya se sabe que Argentina esta en cesación de pagos con los acreedores privados.
¿Son posible esas negociaciones sin el respaldo político de la Casa Blanca ? Un espacio de analistas clásicos, sostiene que no. Kirchner no desdeñará ese apoyo y por eso recibió con entusiasmo el llamado telefónico de la Casa Blanca donde para endulzar los oídos de Bush, tomó la iniciativa para hablar de la lucha común contra el terrorismo. La agenda internacional del nuevo mandatario se inaugurará viajando a Brasilia y seguramente luego a los EE.UU..
Setentistas en cargos claves
Volvamos al gabinete. Hay otro puesto clave, el ministerio de Planificación e Inversión, novedad cargada de aires neokeynesianos. El arquitecto Julio De Vido es otro setentista, viejo compañero de faenas en Santa Cruz. Importa destacar que esta cartera debe negociar con las empresas privatizadas bajo el criterio de revisar números y cumplimiento de los contratos antes de resolver si deben o no autorizarse incrementos de tarifas como ellas y el FMI exigen.
Ahora las relaciones con economía no son conflictivas. Más aún, Lavagna anticipó que hay dos mil millones de dólares para comenzar el programa de obras de infraestructura, capaz de hacer bajar, algo, el índice indecente del desempleo. En tanto, se mantendrá el actual programa de subsidios a los desocupados, pero serán administrados por la cartera de Bienestar Social donde tallará la hermana del Presidente inminente, Alicia, una experta en la materia.
La designación del ministro de Trabajo, puede ser leída como un puente de reconciliación de Kirchner con los grandes sindicatos, a los que no recurrió en búsqueda de auxilio cuando estaba en tareas proselitistas. Carlos Tomada ha sido un negociador de varios ministros con el sindicalismo y parece poco propenso a darle espacio mayor a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) que demanda el reconocimiento de sindicatos de base donde tiene preeminencia, en consonancia con lo que reclama en la materia la OIT.
Kirchner ha dicho que se acabó la ’política del tome y daca’, mensaje que tiene un destinatario : los parlamentarios, en general, los peronistas, en especial. En Diputados el bloque del oficialismo es primer minoría y requiere de una integración de todos los sectores en que está centrifugado para poder negociar mayorías estables. Un hombre de Duhalde, José M. Díaz Bancalari, pero también del sureño, estará al frente del bloque peronista de la Cámara baja, lo que despeja algunas incógnitas.
No tantas en el Senado Nacional. El 27 abril, la mayoría de las provincias fueron ganadas por Menem lo que no significa que los senadores se hayan colocados los cascos de batalla. Pero están disgustados porque el gabinete nacional no es federal, ya que lo dominan porteños, patagónicos y bonaerenses y no están representadas las provincias. Y por las amenazas de recurrir a consultas populares si encuentra escollos.
Una relación no fácil
Es la tarea legal del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, ser el nexo entre el gobierno y el Parlamento, pero es altamente probable que las negociaciones más difíciles con los legisladores peronistas las teja el ministro del Interior, Aníbal Fernández, un político ducho en estos menesteres y habitual puente con el espacio piquetero.
Kirchner ha comentado entre los suyos que no espera escollos, pero el disgusto entre los legisladores peronistas es visible, apenas se husmea por sus oficinas. ¿Cómo tallará en la Cámara alta, la fuerte personalidad de Cristina Fernández, la esposa del primer mandatario y senadora nacional ? Hasta ahora, sus relaciones con sus pares fueron conflictivas porque rechazó métodos que llevaron al desprestigio al Congreso.
Kirchner colocó en un megaministerio, como el de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, a Gustavo Béliz, de aceitados vínculos con el Opus Dei. Es el funcionario con menor aceptación en las encuestas. Es contradictorio que el mismo timonel dirija a las fuerzas de seguridad y vigile los derechos humanos. U oriente a la Justicia mientras manda la Policía.
Béliz ha sido uno de los mayores críticos del espacio justicialista con la Corte Suprema, cuyo descabezamiento frustrado respaldó. Su nombramiento es una mala señal para los supremos y el ministro promete no obstaculizar remedios institucionales para ir mejorando la calidad del más alto tribunal.
Si son amagos o cursos de acción, se verá. Soplan aires nuevos.