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Hasta esta semana, Carlos Lage Dávila y Felipe Pérez Roque encabezaban la generación del relevo del poder dentro de la Revolución cubana. Ambos dirigentes jóvenes, carismáticos, pragmáticos, hijos de la Revolución, criados en su entraña sin haber sido guerrilleros de la Sierra Maestra.
Ambos formados bajo el ala protectora de Fidel Castro. Lage, médico pediatra, integrante de misiones internacionalistas de cubanos a Angola, siendo dirigente estudiantil entró a formar parte de un puñado de jóvenes que conformaban el "Grupo de Apoyo del Comandante". Dirigentes recién salidos de la universidad que, sin ser funcionarios del Gobierno, trabajaban para el Presidente cubano reportando directamente a él.
Igual Felipe Pérez, ingeniero, joven y fogoso presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), la más importante organización política de juventudes en Cuba, fue por años el secretario privado del Comandante. Antes de cumplir los cuarenta, fue designado canciller en una nación donde se respetaba la fila india del Partido y el Gobierno para llegar a esos cargos.
Lage hacía las veces de primer ministro como secretario ejecutivo del Consejo de Ministros. Fue el dirigente que a nivel interno llevó la más dura responsabilidad durante el "Período Especial", como ellos denominan esa parte de su historia que empieza en 1989 con el desplome de la URSS y la consiguiente desaparición de casi todos los mercados donde Cuba realizaba su comercio exterior.
Era el que hablaba por la televisión pidiendo más sacrificios, anunciando más medidas. Era el que recorría el país todos los días dando ánimo e impulsando políticas. En los días duros, iba a su oficina en bicicleta. Vivía en un apartamento sin aire acondicionado. Ahí lo visité una vez y le hice un reportaje para la Revista Gatopardo, con su madre, escritora, su esposa y sus hijos. Vivió lo que vivieron todos los cubanos.
¿Qué pasó?
En la época en que fui embajador en Cuba, a comienzos de los noventa, a todas las reuniones que asistía Fidel con un ministro colombiano, con empresarios o con un grupo de académicos de nuestro país, siempre llegaba en compañía de Lage y Felipe. Eran de su total confianza. Y una vez se deterioró la salud de Fidel y aún después de que Raúl lo sustituyó, el protagonista de las reuniones internacionales de Cuba era el vicepresidente Lage.
Para decirlo claramente: la salida del Gobierno de Lage y Pérez es una noticia más importante que el ascenso al poder de Raúl Castro. Esto último estaba cantado. A nadie sorprendió. En cambio, el relevo de estos jóvenes dirigentes que representaban un puente entre la Revolución cubana y el resto del mundo, tomó por sorpresa a todos.
Pero la sorpresa mayor no fue el lunes cuando en un escueto comunicado se dice que fueron sustituidos. En el caso de Lage de su cargo como secretario ejecutivo del Consejo de Ministros; y de Felipe como canciller. Porque se suponía que el primero mantenía su posición como vicepresidente del Gobierno y miembro del Consejo de Estado y el segundo como miembro del Comité Central del Partido Comunista. Cargos tan importantes o más que los del Gobierno.
La hipótesis era sencilla: Raúl por fin empieza a gobernar con su gente e inició un revolcón normal dentro del grupo de colaboradores cercanos. Esto es lo que ocurre en cualquier parte del mundo cuando cambia el presidente de un país.
La bomba noticiosa vino al día siguiente, el martes, cuando el ex presidente cubano Fidel Castro soltó la siguiente perla: "Ninguno de los dos mencionados por los cables como más afectados, pronunció una palabra para expresar inconformidad alguna. No era en absoluto ausencia de valor personal. La razón era otra. La miel del poder por el cual no conocieron sacrificio alguno, despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno. El enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos".
Más dudas que certezas
Sin mencionarlos por su nombre era claro que se refería a ellos. ¿Qué falta tan grave cometieron para que merecieran semejante trato? ¿Qué pecado cometieron para que, de un día para otro, no solo salieran del círculo más alto del poder dentro de la Revolución cubana, sino para ser tratados como indignos por su Jefe y mentor?
Me temo que pasará mucho tiempo antes de que se sepa lo que hay detrás de este episodio. Conociendo a Lage y a Pérez no creo que den declaraciones. Como nunca lo hizo Roberto Robaina, ’Robertico’, el antecesor de Pérez en la Cancillería, que también fue removido de su cargo sin explicación alguna.
De estos líderes de la generación del relevo, el único que queda en el poder es Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea del Poder Popular, máximo órgano del poder en la Isla. Veinte años menor que Raúl Castro, ex embajador en la ONU y ex canciller, su figuración internacional se limita a las negociaciones con Estados Unidos en todos los temas migratorios.
El otro descabezado en este remezón fue el veterano ministro de economía y planificación José Luis Rodríguez, quien enfrentó el Período Especial al lado de Lage.
¿Qué viene ahora? Con lo que está ocurriendo son más las dudas que las certezas. El ímpetu reformista que tuvo Raúl en los primeros meses de su mandato, tanto en el discurso como en algunas medidas económicas, no ha tenido desarrollos posteriores. Con lo ocurrido con Lage y Pérez Roque en esta ocasión, el cambio que se dio en diez ministerios para modernizar el aparato gubernamental quedó apenas como una purga del poder en la Isla.
La historia continúa. Veremos cuál es la jugada política grande que aún no se define. Obama ya dio la orden de cerrar Guantánamo y varios líderes del Congreso han iniciado una cruzada para levantar muchas de las restricciones para viajes y envíos de remesas desde Estados Unidos a Cuba.
¿Estamos cerca del levantamiento del embargo a Cuba? ¿Se iniciarán conversaciones entre ambas naciones? La ventana de oportunidad que se vio hace unos meses, se está cerrando. Ninguno ha dado el primer paso. Cada cual se mantiene atrincherado en su posición. Y en medio de las noticias de recesión económica en Estados Unidos y Europa, el tema cubano no parece tener prioridad en la agenda de Washington.
Cambio. Colombia, 10 de marzo de 2009