recherche

Portada del sitio > Los Primos > Uruguay > Se disputan en la derecha uruguaya el primer puesto de lamebotas

9 de marzo de 2007

Se disputan en la derecha uruguaya el primer puesto de lamebotas

 

Mientras la visita del presidente norteamericano sigue generando roces en el Frente Amplio y el pueblo se moviliza para expresar su repudio, los partidos tradicionales, Blanco y Colorado, se prestan a recibir a George W. Bush como si fuera el Mesías.

Por Fernando M. López
APM
. La Plata, 9 de marzo de 2007.

No sorprende, claro, que los partidos tradicionales de la derecha uruguaya, o los de cualquier otro país de América Latina, se posicionen a favor de un presidente que, como bien dijo la ministra de Desarrollo Social de Uruguay, Marina Arismendi, representa "lo más execrable, asesino y belicista que hay en el mundo". Muchos de estos partidos, han sido responsables o cómplices directos de las dictaduras militares que actuaban en el marco de la Operación Cóndor, con la cooperación de Estados Unidos.
El Partido Colorado, por ejemplo, cuenta en su haber con un dictador sangriento, Juan María Bordaberry, que encabezó el golpe de Estado cívico-militar en Uruguay, el 27 de junio de 1973. En noviembre de 2006, Bordaberry y su ex canciller Juan Carlos Blanco (1972-1976) fueron procesados y detenidos por diversos crímenes de lesa humanidad.

Colorados y blancos (Partido Nacional) se turnaron en el poder luego de la restauración democrática y sirvieron de representantes locales del Consenso de Washington para profundizar las reformas neoliberales que se introdujeron por la fuerza durante el período dictatorial. Desde el colorado Julio María Sanguinetti, que fue presidente en dos períodos (1985-1990 / 1995-2000), hasta el blanco Luís Alberto Lacalle (1990-1995) y el colorado Jorge Batlle (2000-2005), todos, ejecutaron un período de relaciones carnales con Estados Unidos cuyas consecuencias se hacen sentir aún hoy tanto a nivel político, económico, como social.

Por eso mismo, no sorprende que Lacalle o Batlle salgan a difundir sus discursos en defensa de Bush, en medio del repudio generalizado y la fuerte interna del Frente Amplio por la visita del mandatario norteamericano. En el último mes, incluso, las declaraciones de ambos ex presidentes se encuadraron en una especie de competencia por aparecer lo más pro-yanqui posible antes del arribo de la comitiva estadounidense.

Vale la pena repasar algunas de esas posiciones para recordar lo que la sociedad uruguaya dejó atrás con el triunfo del Frente Amplio y entender, asimismo, cuál sería el panorama actual si el gobierno oriental estuviese ocupado por cualquiera de estos personeros de los partidos tradicionales, más allá de todas las críticas que merezca el presidente Tabaré Vázquez por ceder ante la influencia de ministros como Danilo Astori (Economía) o Jorge Lepra (Industria, Energía y Minería), que promueven un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.

Apenas se confirmó la visita de George W. Bush a Uruguay, Batlle llegó a decir que Uruguay hubiese desaparecido del mapa si no fuera por la asistencia "desinteresada" que prestó la Casa Blanca en los momentos difíciles de 2001. "Imagine lo que hubiera sido del Uruguay si no hubiéramos tenido la ayuda financiera y el mercado de la carne. No existiría el Uruguay. Habría tenido una tragedia financiera, económica, política y eso se lo debemos, nada más ni nada menos, que a una ayuda a cambio de nada. Nunca se pidió absolutamente nada al Uruguay, ni un voto de nada, ni una conducta en nada", aseguró Batlle.

Sería una redundancia repetir que las recetas económicas de Washington fueron las principales causas de la crisis que golpeó a la región a principios de este siglo. Pero no está de más aclarar que Batlle incurre en una clara hipocresía al decir que la "ayuda" financiera de Estados Unidos fue "a cambio de nada".

El gobierno de Batlle siguió instrucciones directas de la Casa Blanca, cuando ésta no encontraba ningún país en el mundo que se prestara a encabezar su condena a Cuba en la antigua Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, a principios de 2002. Uruguay, a cambio de un acuerdo bilateral de comercio con Estados Unidos, se convirtió así en el primer país latinoamericano en elevar un proyecto de resolución en ese organismo de la ONU contra la isla caribeña, y lo hizo como autor de la iniciativa.

Luís Alberto Lacalle, por su parte, aseguró que "con un país tan peculiar como Estados Unidos, no solamente la primera potencia sino nuestro principal cliente, nosotros tenemos que aprender a distinguir: una cosa es el país al que representa y otra cosa es su política exterior. Entonces, puede haber discrepancias con la política exterior, pero no con el país, al que queremos amigo, cliente, próximo".

Ambos ex presidentes, que ante Bush se muestran comprensivos y dispuestos, descargaron una serie de duras críticas frente a los acuerdos suscriptos entre Brasil y Uruguay durante la visita de Luiz Inácio Lula da Silva, el pasado 26 de febrero. "La presencia (de Lula en Uruguay) fue negativa en casi todos sus aspectos", dijo Lacalle, mientras que para Batlle la reunión con Lula "no cambió absolutamente nada". Claro, que los partidos Blanco y Colorado promueven la salida de Uruguay del Mercado Común del Sur (Mercosur) para que el país pueda sellar, lo antes posible, un TLC con Estados Unidos.

Estos ex presidentes se horrorizaron cuando la ministra Marina Arismendi, a título de opinión personal y en base a hechos confirmados, calificó a Bush de "execrable, asesino y belicista". Blancos y colorados impulsaron, en este sentido, un extenso debate en el Parlamento al considerar que las declaraciones de la funcionaria "dañan el honor de un jefe de Estado extranjero". También pidieron su comparecencia en el Congreso para dar explicaciones por la impertinencia.

Pero no fue el único pedido de los bloques tradicionales que, en vez de escuchar las explicaciones de Arismendi, pretendían llevar a Bush al recinto para que les diera cátedra sobre "democracia", "libertad" y "neoliberalismo".

"Es hora de sacarse los anteojos, terminar con las miradas ideológicas y emplear la inteligencia", dijo el diputado colorado Washington Abdala. Este tipo de argumentos fue utilizado por los legisladores de la derecha al presentar moción para que el presidente estadounidense hiciera uso de la palabra en el Parlamento, moción que por cierto fue rechazada de plano por la mayoría frenteamplista.

La última propuesta de Batlle en torno de la gira norteamericana llega, incluso, al límite del absurdo. El ex presidente dijo al semanario Búsqueda que Tabaré Vázquez debería pedirle a Bush que interceda a favor de Uruguay en el diferendo con Argentina por la instalación de la planta de celulosa de Botnia. "Aspiramos que le diga al presidente Bush que la cosa con Argentina está mal. Mírelo con atención y ayúdenos a buscar acuerdos comerciales con el mundo, no solamente con su país", agregó. Tal vez Batlle piense que el poderío militar de Estados Unidos es la mejor forma de disuadir al gobierno de Néstor Kirchner y a los asambleístas de Gualeguaychú, que entorpecen los intereses transnacionales que él mismo se encargó de asegurar (con un Tratado de Protección de Inversiones) antes de dejar el gobierno en manos del Frente Amplio.

Es cierto que el acercamiento del gobierno de Tabaré Vázquez hacia Estados Unidos es cada vez más concreto, pero la resistencia desde las propias filas del Frente Amplio y las manifestaciones antiimperialistas del pueblo uruguayo dan un margen para creer que la política de inserción internacional del "paisito" mire más al Sur que al Norte y se incline finalmente por los proyectos de integración regional en marcha. Seamos claros, si Lacalle o Batlle fueran los anfitriones de la visita de Bush este 9 y 10 de marzo, no dejarían pasar lo oportunidad para sellar unilateralmente el TLC con Estados Unidos, de la misma forma en que ya lo hicieron Colombia y Perú.

Retour en haut de la page

Objetivo

|

Trigo limpio

|

Mapa del sitio