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19 septembre 2007

Reformen, uruguayos, reformen.

 

Por Esteban Valenti (*)
Bitacora
. Uruguay, septiembre 2007

La izquierda uruguaya debe asumir definitivamente que para que un tema se incorpore a su propia agenda y de allí al estrellato nacional, hay primero -antes que nada y que todo- lanzarla a la prensa. Si sirve a los objetivos tácticos, si se acomoda al momento político, si descoloca a propios y afila a ajenos no tiene mayor importancia.

Si esta visión tan transparente y pura de hacer política tuvo momentos de gran impulso cuando éramos oposición y cada uno necesitaba su lugarcito bajo el sol de los medios y de la opinión pública, ahora que estamos en el poder o en el gobierno - a gusto del consumidor - la fiebre ha subido de varios grados. Quema.

El gobierno está empeñado en una difícil labor de concretar, de actuar la más profunda reforma fiscal del último siglo. Una batalla administrativa (cobrar los impuestos), una batalla informativa y de comunicación - que sólo se salva por las apariciones de algunos, muy algunos integrantes del gobierno y del parlamento izquierdista - y una profunda batalla política y cultural. En toda la historia de la izquierda nunca asumimos una reforma y sus consecuencias que nos exigiera tanto.

A eso se suma la reforma de la salud, que está en sus primeros vagidos pero que ya ha desatado - combinada con la reforma fiscal - la feroz reacción de las corporaciones y la lucha por el reparto de la torta, los más de 70 millones que se han destinado para ello al presupuesto del MSP.

Algunas categorías de médicos - inspirados por el desvelo hipocrático - han decido llevar el conflicto hasta la renuncia masiva a sus cargos en el MSP por una diferencia entre 220 y 250 pesos la hora se ha transformado en la cruda bandera de combate. Se terminaron las sutilezas y llegamos al hueso, los pesos. Consideremos que actualmente cobran 157 pesos la hora (una propuesta de aumento del 40% !) sin muchas obligaciones de horario...

La reforma de la salud, que está en plena construcción y que requerirá muchos ajustes tiene delante de si un permanente laberinto, la única forma de no perderse en los oscuros senderos es una sola : tener claro las prioridades. La primera de todas, es que la reforma debe favorecer a la gente, mejorar la prevención, los servicios, la calidad de todas las prestaciones y en definitiva la salud de los uruguayos, todo el resto son herramientas, caminos, aunque estén plagadas de reclamos y de tensiones. En el impacto en la cantidad y la calidad de la salud en la población está el éxito o el fracaso.

La reforma del Estado, de la cual la descentralización es una parte, debería dar pasos vigorosos y exigirá una batalla en todos los frentes, removiendo algunas de las trabas institucionales, legales, funcionales y culturales que han frenado al país durante décadas.

La reforma de la educación y de la universidad están todavía en alta mar, se han cumplido procesos importantes del debate social y educativo, pero los avances los obstáculos internos y externos al propio sistema educativo son enormes. Una educación con un presupuesto del 4.5% del PBI que es lo que el país reclama, pero sin reformas profundas, de contenidos, de estructuras, de resultados no responderá a las necesidades nacionales. El peligro es quedar satisfechos y atrapados en ese objetivo económico parcial y no afrontar los temas de fondo, postergados durante demasiado tiempo.

No nos hagamos ilusiones, las resistencias serán muy grandes y en variados frentes, incluso internos. Una reforma más y van...

Ahora aparece la reforma constitucional, planteada desde un importante figura del gobierno, nada menos a quién se le ha encomendado la coordinación de la reforma del Estado, Enrique Rubio. Un dirigente político ponderado y serio que en esta oportunidad se equivocó. En el momento político - porque tenemos por delante, en particular el gobierno todos los frentes reformistas abiertos - y en las prioridades anunciadas de la propia reforma constitucional.

El griterío de la oposición es esperable, gritan por todo y contra todo. Lo que no es recomendable es abrir contenciosos y debates que no agregan nada a la izquierda en este momento, al contrario, si hay algo que no necesitamos son abrir nuevos frentes.

¿La sociedad uruguaya está hoy atenta y necesitada a discutir el balotaje y la unificación de las elecciones ? ¿Es este el principal tema de una reforma constitucional ?

Cuando el Partido Nacional decidió ’’vetar’’ con su oposición la aprobación de una ley que permita que los uruguayos en el exterior tengan derecho a votar, ¿ no debería ser - por ejemplo - este un tema de integración, de sensibilidad y de visión del país mucho más claro, urgente y necesario ?

A la hora de hablar y de arrullar a los emigrados todos ponemos los ojos en blanco, nos deleitamos con sus lazos con el país, con sus remesas, con sus aportes intelectuales, científicos, artísticos y sobre todo humanos, pero...a la hora de darles algún poder, el más elemental, el del voto, los bancos hacen cálculos electorales menores y se niegan. Aunque en sus argumentaciones apelen a toda la pirotecnia imaginable.

Es una responsabilidad política e histórica muy grande y muy seria que tiene que ver con la vida, con los puentes entre muchas familias y es un debate social pendiente. ¿Nuestros dirigentes políticos, parlamentarios que están haciendo sobre esto ? Merecería un poco más de entusiasmo, incluso una reforma constitucional.

Todo indica que la ley de despenalización del aborto no será aprobada con una redacción clara y de fondo sobre el tema. Mucha educación, mucha letra pero las mujeres pobres seguirán arriesgando la piel y la libertad, mientras la hipocresía campea. ¿No deberemos promover si es necesario, una reforma constitucional para que a través de un plebiscito - es decir del voto de la mayoría de los uruguayos - luego de un profundo debate decidamos sobre este tema ?

Escuchar a los blancos y colorados plañir porque se quiere hacer una reforma constitucional a la medida, enternece. Ellos si hubieran podido impulsaban una reforma para promover el voto calificado con tal de evitar que la izquierda llegara al poder. Sus lamentos no son la medida de la justeza de un planteo, sino la vieja y peluda relación con una línea política, con objetivos claros, con ideas precisas y adecuadas al tiempo y a la forma, y sobre todo creadoras de correlaciones de fuerzas, de bloques sociales, políticos y culturales. No sonará muy moderno, no llevará al estrellato pero es parte de la historia de la política nacional y de la política de izquierda. Nos es patrimonio de nadie, pero con nombres diversos la línea política es esa sutil relación entre táctica y estrategia.

La reforma de la constitución ha sido siempre para la izquierda cosa muy seria, nos hemos batido a favor y en contra con sólidos argumentos y sobre todo con una visión que se entrelazaba con la construcción de un proyecto nacional. ¿Este es el debate que precede una reforma constitucional ?

(*) Periodista. Coordinador de Bitácora. Uruguay.

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