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25 juillet 2005

Qué pena sería, Tabaré
Qué pena sería, compañeros

 

Por Gervasio Espinosa
24 de julio del 2005

Hoy he leído, en el boletín electrónico uruguayo Vecinet, porqué Gonzalo Abella -oriental de pleno derecho- se opone a las plantas de pasta celulósica a instalarse en Fray Bentos. Abella dice claro, bien claro, que no le paga el gobernador entrerriano Busti ; ni que está en contra del gobierno que votó. Dice también que ya es abuelo y que ha caminado mucho, y que no debe ni puede callar.

Haciéndole eco al amigo Abella (siendo yo también abuelo, y casi oriental) y apoyándome en la dignidad reclamada por uruguayos trabajadores y gremialistas de Obras Sanitarias del Estado, por ambientalistas y militantes consecuentes y por reconocidos exponentes de la sociedad popular rioplatense como Eduardo Galeano y Adolfo Pérez Esquivel, expongo públicamente que hace ya dos meses, el 27 de mayo, le envié una carta al presidente Tabaré Vázquez a través del sitio oficial en la internet de la Presidencia de la República. Esperé modestamente pero nadie se dignó siquiera a acusar recibo. No ignoraba -está claro- que los papistas son, por lo general, más sordos que los propios primados. (Compañeros : si a Tabaré no llega ni afecta el ruido que les llegue a ustedes.)

En la carta le decía, tuteándolo nomás porque solamente un año y algo me lleva de ventaja su antigüedad en la vida :

’Te pregunto, Tabaré : ¿a dónde iríamos a parar si exiliáramos nuevamente al padre Artigas ?, ¿o qué tremendo destino por tantas nuevas décadas viviríamos si se frustraran (una vez más) tantas esperanzas presentes ?

’Sé, sin ninguna duda, que estás en una coyuntura muy complicada. Sé que todo tu equipo de gobierno se debate en ella. Buenos amigos frenteamplistas me han explicado someramente algunos conflictos. Pero, aun así, creo que no está demás que te escriba, y ojo : no soy de afuera ni soy de palo, como alguna vez se te escapó, aunque claro que no refiriéndote a este humilde escribiente.

’A propósito de lo principal que quiero decirte me viene a la memoria un anecdótico diálogo que tuve hace muchos años, a fines de los ochenta, en un apartamento del barrio de Taganka, en Moscú, donde está el celebre teatro del mismo nombre. En casa de un traductor e intérprete del ruso al castellano y viceversa. Nuestro anfitrión, muy crítico del modo soviético de gestión, sostenía -así, llanamente- que el capitalismo era mejor que el socialismo. Sin negar las serias dificultades y trabas para el progreso que en su país eran evidentes, le pregunté : ¿Qué conoces del capitalismo ?. Manifestó que conocía Madrid, Caracas y Buenos Aires, lugares a los que había visitado integrando contingentes de viajeros a los que auxiliaba por su profesión (obviamente Anatoly -me parece recordar que este era su nombre-, estaba graduado en lengua y literatura castellanas). ¿Donde te hospedaste en Buenos Aires, y durante cuánto tiempo ?, volví a preguntar. Dijo el amigo moscovita que en un hotel de la avenida Córdoba, cerca de la 9 de Julio, durante casi un mes. ¿Acaso pudiste tomar un ómnibus o tren y alejarte una o dos horas de Buenos Aires hacia los suburbios, caminar por las calles de las barriadas de los trabajadores, y no digo visitar villas sumidas en la miseria ? No lo hice, dijo. Entonces, le afirme serenamente, no conoces el capitalismo. Sobre las desdichas de la ’inteligentsia’ soviética hay un libro de próxima aparición que te recomiendo (en él he trabajado), su autor es Boris Kagarlinsky, a quien quizá has escuchado cuando hace un tiempo estuvo en Montevideo dando algunas charlas. El compendiador y editor es Ezequiel Adamovsky, y la editorial es Prometeo, de Buenos Aires.

’Estimado Tabaré : creo que fue hace tres o cuatro año que escribí, en ese entonces para el diario digital Surmedia, de Maldonado, que no éramos pocos los que llegábamos a tu querido país cruzando ríos para reencontrarnos con nuestra propia juventud, viajar en el tiempo, parecía, y hallarnos en ciudades y pueblos que nos recordaban la Argentina de treinta o cuarenta años atrás. Saludar. Ser saludados. Estar tranquilos para soñar futuros. Pasar bien. En los últimos cinco años eso ha ido cambiando casi imperceptiblemente. Especialmente las capas medias fueron perdiendo identidad al compás de la presunta globalización, que, paradójicamente, también cruzaba los ríos con sus ostentaciones y afanes, dicho lo último con picardía. Tus (y mis) paisanos más de a pie, esos sí, guardan celosamente la memoria.

’Estimado Presidente :

’Te digo, para que te digas a ti y le digas a tus ministros -al menos a algunos ya que quizá no todos puedan comprenderlo-, a tus directores generales, a los senadores y representantes, para que digas a tu familia, a tus amigos y compañeros y a tu pueblo, que para salir de la pobreza en la que nos han sumergido será mejor seguir siendo pobres, pero dignos. Simplificar las vidas (las nuestras) y las apetencias y repartirnos trabajo todos, modestos trabajos de productos duraderos. Tu ministro Pepe, antes de andar diciendo que no le importaba que decía un sindicato (y peyorativamente aludir a quienes padecen el Síndrome de Down, ¡qué falta de ubicación y respeto !), en la campaña, había explicado que sería bueno importar menos zapatos y que trabajaran más los remendones. Yo lo he probado, Tabaré, y da resultado : un par de mocasines me dura dos años, o más.

’Dite y di que no hay que desesperarse y menos todavía copiar. Malos ejemplos, de intención ladina y oculta, pueden engañarte y engañar a tu gobierno desde el norte o el oeste de vuestro suelo. Dite y di que los tecnócratas son malos consejeros pues no tienen ideas propias, sino que alquilan (como alguna vez ironizó el bueno de Quino, Joaquín Lavado, el autor de Mafalda) o están, literalmente, a sueldo de los que empobrecen, sus patrones. Piensa, Tabaré, que hay que cuidar el papel y no andar gastándolo en vanos envoltorios vistosos, y menos aún exprimir nuestra naturaleza para que la dilapiden lejos quienes desconocen nuestra digna pobreza (y nuestras esperanzas). Escucha a Guayubira, a la Comisión de Defensa del Agua y de la Vida, a FUCVAM, al PIT-CNT. Lee a los colegas del periodismo alternativo y no te engañes con los voceros de las empresas fabricantes de consensos.

’Ponte en tu lugar, que es el de las mayorías que han votado.’

Transcripta en lo principal la carta, ahora sigo. El presidente Vázquez repitió días pasados en una entrevista en el Canal 10 de TV, lo vi y lo escuché atentamente, que las cosas tal como están no se pueden cambiar de un día para el otro y que advirtió, en la campaña electoral durante 2004, que si lo que se quería era eso que no lo votaran. Sencilla y creíble la expresión, pero poco seria. Con el mismo tenor podría decírsele que si sabía que no podría cumplir con las profundas aspiraciones del pueblo mejor no hubiera aceptado la candidatura. Es duro escribir esto, pero corresponde. Vázquez es médico, ha hecho el juramento hipocrático, debe salvar vidas y decir la verdad hasta donde su conocimiento se lo permita. Así es.

El presidente Vázquez, como buena parte de su gabinete, de los senadores, parlamentarios e intendentes frenteamplistas, ha estudiado varias materias vinculadas a la economía política y la política, y como todos aquellos sabe expresarse. Indirecta pero certeramente Jorge Batlle, días pasados, afirmó que el gobierno progresista estudió marxismo. Si lo que hace es disimularlo está equivocado. El cáncer, señor oncólogo, no se trata como el sarampión. Tiene, así, el presidente, herramientas intelectuales y expresivas para explicar cuáles son las contradicciones y problemas a resolver.

Los gobiernos sudamericanos clientes del poder concentrado mundial, del capitalismo decadente y senil, han comprometido en las pasadas décadas de los ochenta y noventa la viabilidad de una futura ’gobernabilidad popular’ que necesariamente está en las antípodas de la ’governance’ proclamada por los tecnócratas sociales profesionales (intelectuales orgánicos se llaman). Podrán en algunos casos (en otros no) ser necesarias progresivas tácticas políticas reformistas para salir del brete, y sosteniéndose eso habrá de ser explicado revolucionariamente. De lo contrario habrá un humo (mucho) más mortal que el del tabaco.

¿Qué tremendo destino por tantas nuevas décadas viviríamos si se frustraran (una vez más) tantas esperanzas presentes ? ¡Qué pena sería ! ¿Eh ?

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