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25 octobre 2002

Qué errores no hay que repetir

 

Por Daniel Olesker (*)

El crecimiento económico de los años 90, cuya culminación inevitable era la profunda crisis en la que estamos insertos hoy nos enseña, con el dolor de haber quebrado buena parte del país, lo que no debemos hacer en vistas al crecimiento futuro.

Sobre la apertura comercial de la economía.

No debemos recaer en la apertura irrestricta y unilateral que se desarrolló en los años 90.
Irrestricta porque fue del mismo tenor para todo tipo de productos no seleccionando hacia donde dirigir la apertura. Daba lo mismo abaratar (con atraso cambiario y con baja de aranceles) las importaciones de ropa, de alimentos o de materiales de la construcción (que el país producía en condiciones adecuadas) que abaratar las importaciones de combustible, de bienes de capital, todas cosas que el país no produce y debía si o si importar.
Unilateral, porque, salvo con la región, con el resto del mundo se abrió y abarató las importaciones de sus productos y lejos se estuvo de que esos países abrieran sus mercados para nuestros productos.
Resultado : la destrucción de la producción nacional

Sobre la apertura financiera de la economía

Todo el modelo se sustentó en el libre ingreso y egreso de capitales, ya sea para financiar el déficit de la balanza comercial que generaba el aumento incesante de las importaciones, ya sea para financiar internamente las compras de los productos importados abaratados.
Dada lo mismo y se trataba igual cuando un dinero venía a colocarse a 30 días que si hubiese venido a colocarse a 1 año o más. Ello nos llenó de capitales golondrinas que se mantuvieron mientras las condiciones internas del país les daban certeza. Cuando se perdió la confianza se fueron en masa.
Resultado : la fuga de capitales.

Sobre el papel del Estado.

Se creyó igualmente que el retiro del estado era la panacea para desarrollar las contraidas fuerzas del mercado. Y entonces se pretendió en primer lugar privatizar las empresas pública, lo cual por suerte fue evitado por la resistencia popular. Allí la enseñanza la traemos del vecino Argentina cuyas privatizaciones trajeron una reducción del acceso a los servicios públicos de gran envergadura.
En segundo lugar se planteó la desregulación del estado, es decir el retiro de su función de control de áreas estratégicas como las relaciones laborales, el movimiento de capitales y de cambios, los precios de los productos básicos. Resultado : deterioro de la capacidad de competir de los más débiles, concentración de la riqueza y mayor exclusión económica y social.

4) Sobre los sustentos del consumo

Tanto como país como respecto al consumo interno, el modelo sustentó el acceso a esos bienes, no por una mayor capacidad genuina de crecimiento (recordemos que los salarios han permanecido en los 90 casi estancados), sino por el acceso fácil al crédito, basado en el acceso igualmente fácil al dinero internacional en un momento de exceso de liquidez en el mundo.

Por ende el crecimiento económico y del consumo fue sustentado en un acceso al crédito, lo que incrementó la deuda interna y externa del país y se transformó finalmente en uno de los principales obstáculos a seguir creciendo.

Resultado : una deuda externa e interna de las más altas de la historia del país.

En síntesis, el crecimiento económico de los años 90 fue altamente dependiente del exterior, en particular del sistema financiero, lo que lo dotó de una muy grande vulnerabilidad externa, que sumado a los procesos de exclusión económica, social y laboral, que le generó una gran vulnerabilidad interna, dio como resultado un modelo de crecimiento excluyente, subordinado al exterior y que tuvo en su propio seno, las condiciones para su agotamiento al final de la década.

II) Las bases de un desarrollo futuro

A partir del 20 de junio, el país ha modificado sus relaciones económicas internas y la devaluación ha generado una mayor competitividad a la producción nacional.
Claro que todavía tenemos por delante mayores caídas de la producción, mayores caídas del empleo, ajustes duro en especial en el sector de los servicios, afectados seriamente por la devaluación y la caída de la demanda interna. De aquí a fin de año viviremos todavía etapas más problemáticas.

Pero el objetivo de esta nota es poner en debate, el cómo debe orientarse la política económica para consolidar una salida de reactivación democrática y distributiva. Porque más allá de los nocivos efectos de corto plazo de dicha devaluación (sobre las deudas en dólares, los arrastres inflacionarios, etc), en el medio plazo genera una panorámica diferente para la producción nacional.

Sin embargo si nos quedamos en el mero hecho del empuje que la mayor competitividad (vía devaluación ) ha dado a la producción nacional y no la acompañamos de medidas adicionales, resultará una nueva reactivación excluyente, sólo basada en las exportaciones y en aquellas empresas exportadoras que puedan acceder a condiciones de financiamiento. Será la reactivación que viene un nuevo proceso de crecimiento excluyente, para los 100 grandes exportadores que concentran el 75% del total exportado, basado en la brutal caída del salario real, con alto desempleo y con un acceso al crédito limitado por las estrategias excluyentes de la banca internacional.

Por ello y como creemos que, como lo ha demostrado la historia del Uruguay, (reafirmada en las investigaciones histórica en especial las del profesor Luis Bértola de la Facultad de Ciencias Sociales) es posible crecimiento y distribución al mismo tiempo.
Estas son las 5 condiciones de salida democrática e incluyente :

1) La reconstitución del crédito.

Para diseñar un modelo de desarrollo es necesario un sistema financiero articulado a la producción. Para ello es sustantivo al menos tres cosas :

a) recomponer el entramado de los bancos hoy suspendidos
b) fortalecer con liquidez al banco república
c) recuperar los depósitos de residentes que salieron en la crisis bancaria y que se mantienen en el país a la espera de alternativas financieras.

2) El aumento de la demanda interna

No es posible agotar la reactivación en la demanda externa. Es necesario aumentar la demanda interna, para dar salida a nuevas producciones agropecuarias y agroindustriales que retomarán el camino de la producciones en las nuevas condiciones cambiaras vigentes.
El aumento de la demanda interna en el Uruguay (país donde tres cuarta parte de los hogares vive de un salario o una jubilación) significa mejoras de salarios, las que por la vía del índice de salarios influyen sobre las jubilaciones.
Para ello es necesario entonces :

a) la refinanciación de gastos del estado y de su deuda (de la que hablaremos más adelante) para liberar recursos para el aumento de salarios públicos
b) la convocatoria a consejos de salarios en todas las ramas de actividad para definir las formas del ajuste de los salarios privados.
Creemos que un aumento por partida fija, decreciente con el monto del salario y con tope salarial es el camino adecuado.

La refinanciación de la deuda externa.

No es posible pensar una reactivación productiva, sin recursos del estado asignado al apoyo a actividades productivas, sin aumento de la inversión pública y sin mejoras de salarios públicos sumergidos como hemos dicho.

Por ende planteamos una reprogamación de los vencimientos de la deuda y de sus intereses con un plazo no menor de dos años de cuasi gracia, que permita destinar a la reactivación los pagos prefijados del servicio de la deuda.

La reestructura del gasto y el ingreso público

Complementando los puntos anteriores (de mejora de los salarios públicos y de refinanciación de la deuda externa) es necesario ir a un proceso de modificación sustantiva de gastos e ingresos del estado.

En el caso de los gastos se debe aprovechar la coyuntura de no pago de deuda, para recomponer los gastos, aumentando la dotación de salud, educación, vivienda e INAME, y reduciendo lo que ha sido un lastre del Uruguay democrático, es decir defensa nacional, relaciones exteriores y burocracia del superministerio de economía.

Del lado de los ingresos debe irse a una reforma tributaria que incorpore el impuesto a la renta de las personas físicas, reduzca la carga del IVA y aumente la carga de los sectores enriquecidos en el modelo excluyente de los 90.

El apoyo a los sectores productivos.

Para que la estrategia que venimos diseñando se concrete, es necesario una asistencia del estado a los sectores de producción y al empleo, para fortalecer la transición entre la crisis y la reanimación económica. En el primer caso ello supone una política de subsidios a la producción, tomando en consideración su carácter estratégico. A vía de ejemplo un apoyo al complejo lácteo que lleve el ingreso de los productores al costo de producción adecuado no llegaría a costar 30 millones de dólares e involucra el destino de 50 mil personas.

En el caso del empleo se trata de subsidios concreto a la generación de empleo, como forma de estimular el mayor valor agregado nacional y evitar la tentación de exportar lo más primario alentado por la devaluación.

En síntesis : la reapertura de los bancos suspendidos, el aumento de salarios, la refinanciación de la deuda externa, el aumento de la inversión pública, la reforma del gasto e ingreso público y el apoyo específico a sectores de producción y a la generación de empleo son los componentes de un modelo de desarrollo que transformará a la futura reactivación de excluyente en incluyente y democrática.

Digamos finalmente que en este proceso el control social es muy importante y por ello se debe diseñar un sistema de evaluación constante de estas políticas y sus resultados con participación de todos los partidos políticos y las organizaciones sindicales, empresariales y sociales.

Bitacora

(*) Docente de la Facultad de Ciencias Económicas y director del Instituto "Cuesta Duarte"

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