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Por Revista Insurreccion
No. 045 - 29 de septiembre de 2005
Alvaro Uribe pasará a la historia de Colombia como el mayor traidor, el más lacayo entre los lacayos y el dictador civil que más crímenes ha cometido contra la patria. Por supuesto en esto lo acompañarán su vice presidente Francisco Santos, el actual ministro de Turismo y Comercio Jorge Humberto Botero y el jefe del equipo impulsor del TLC, Hernando José Gómez, entre otros.
De eso no cabe la menor duda pues con
sólo mirar por encima la representación que hacen en cada ronda de entrega pública del país, sus recursos y la vida de quienes no son exportadores, ni grandes industriales, basta.
Habíamos advertido ya que en la visita al rancho de Bush se habían finiquitado los pormenores del TLC, es decir, para que Colombia entrara oficial y legalmente a formar espacio abierto para la recolonización imperial. Pero si bien eso es un acuerdo con la Casa Blanca, es necesario que traten de convencer a los congresistas y en alguna medida a la opinión pública.
Pues bien, además de la ya ingente labor de lobby que ha realizado el saliente embajador de Colombia en EEUU (Luís Alberto Moreno) Uribe, camino a la reunión de mandatarios de la 60 Asamblea General de la ONU fue al capitolio, en Washington, para sensibilizar a los legisladores frente a la necesidad de aprobar el TLC.
Sustentó que firmar ese tratado es la mejor manera que tienen los estadounidenses para contribuir a la lucha contra el negocio de los narcóticos y contra el terrorismo, por esas razones deben seguir respaldando la continuidad del Plan Colombia y la ley de "justicia y paz".
Algunos podrán preguntarse con toda razón ¿qué tiene que ver el TLC con el Plan Colombia y la infame ley de perdón para las bandas narcoparamilitares y la supuesta lucha contra el terrorismo ?
Pues según las aseveraciones del propio Uribe y de sus funcionarios, son los argumentos políticos que reemplazan a los técnicos para firmar el tratado comercial con los países andinos. Es decir, ahora la explicación de que el TLC había que lograrlo porque sería la esperanza de salir del subdesarrollo y del tercer mundo, no vale pues pesan más las razones políticas que las económicas.
Serán pues el apoyo al Plan Colombia, el respaldo a la impunidad y a la carrera política de los amigos del presidente los que realmente lleven al progreso económico del país.
Uribe acuñó sus planteamientos ante los congresistas con quienes se entrevistó, con las mentiras mediáticas que todos los días escuchamos los colombianos que podemos tener un radio, un aparato de TV., comprar un periódico o leer en Internet : el éxito de la erradicación de aproximadamente 100 mil hectáreas de narcocultivos, la desmovilización de 10 mil miembros de los "grupos ilegales", tanto paramilitares como guerrilleros y los 20 mil que están por desmovilizarse. Según esto ya probablemente no quede nadie en armas.
En resumen, dio a entender que con el apoyo del congreso norteamericano Colombia no solo quedará pacificada, sino en claro progreso económico. Y con todas esas mentiras creyó convencer y salió hacia la bolsa de Nueva York, donde invitó a los inversionistas a venir al país que más facilidades les puede brindar y donde se les "cuidará mejor que en su casa".
Aseguró a los miembros de la bolsa que sus negocios nos ayudarán "a expandir nuestra economía, generar empleo y administrar los recursos para construir en nuestro país justicia y cohesión social, que son fundamentales para la estabilidad de la paz que tenemos que conseguir’.
Realmente es no solo un desprecio total y absoluto al pueblo que ha forjado tanta riqueza con su sudor y su sangre, sino también a los ecuatorianos y peruanos, pues el TLC se supone que no es bilateral. Hay además un enorme grado de subestimación al creer que su discurso convence aquí y en el exterior. Tal vez algunos congresistas republicanos que están con Bush le hicieron pensar así por conveniencia.
En congruencia con esa concepción, el TLC pasa al plano político y en una carrera desenfrenada ante la aproximación de la etapa electoral tanto en Colombia como en Estados Unidos, los detalles que quedan se tratarán a nivel ministerial.
Por si queda alguna duda acerca de cómo este gobierno lleva el país al despeñadero, con su prepotencia y soberbia habituales, Uribe reafirmó en la reciente Asamblea de la Asociación Nacional de Exportadores (ANALDEX) que "así lluevan rayos y centellas de unos sectores poderosos" firmará el TLC, sin hacer modificaciones.
Esta decisión presidencial no es nueva pero muestra ya sin ambages, ni disimulos lo que sabíamos desde hace rato : nunca ha existido un plan B y menos el más ínfimo interés por defender el interés de las mayorías. Y ya no solo el interés de las mayorías pobres, sino incluso de los empresarios y grandes agricultores.
En consonancia con este propósito actuaron en Cartagena sus funcionarios.
Lo que presentaron como logros de esta ronda, como el supuesto acceso de más del 90% de los productos industriales colombianos al mercado gringo y los tres acuerdos de cooperación (intercambio de información y experiencia sobre energía eléctrica, regulación y tarifas ; colaboración en el soporte técnico a la industria farmacéutica en estándares internacionales y certificaciones, y el manejo de pesticidas en cultivos), entre otros, son enormes embelecos.
Tal será el arrodillamiento de los miembros del equipo colombiano que han estallado contradicciones al interior de ellos, hasta el punto del retiro de tres técnicos del ministerio de Protección Social. La crítica de un ministro ecuatoriano, que no es anti TLC, es muestra también de lo asqueante de la actitud servil del gobierno colombiano.
El ministro de comercio y el jefe del equipo colombiano luego encubren todo ante los medios con un lenguaje entre cantinflesco y estadístico.
Pero los colombianos de diferentes sectores han demostrado que aquí hay claridad sobre el grave peligro que Uribe con su traición ha colocado sobre nuestras vidas y nuestro futuro como nación.
Las grandes manifestaciones en Cartagena y en otras ciudades del país, durante la ronda que terminó son evidencia que no deja dudas acerca de la decisión de defender nuestros derechos.
El rechazo expresado en la reciente consulta hecha por los productores de cereales de tierra fría, especialmente de trigo y cebada, en las universidades, la resistencia creciente en diferentes sectores productivos, la abundancia de argumentos políticos y económicos en diferentes espacios, dan clara muestra de que por suerte el autoritarismo presidencial no nos paraliza. Estas movilizaciones crecientes dejan ver que su popularidad no pasa de ser virtual.
El pueblo no se detiene ya ni ante la represión que se ejerce a nivel nacional y cobra vidas diariamente. Una muestra de esto se vio en la Cartagena militarizada : 5 mil hombres del ejército, la Fuerza Aérea, la policía, los robocops por todas partes, el DAS, la fiscalía, helicópteros sobrevolando la ciudad, retenes militares en las principales calles, ley seca durante toda la semana. Esa fue irónicamente la manera de garantizar "la paz".
La lucha continuará porque la voluntad popular de no dejar feriar el país con sus riquezas y con él nuestro destino, es expresa.
Es hora de inundar con mayor fuerza nuestras calles y plazas para rechazar abiertamente las imposiciones y los retos irrespetuosos del presidente que cree que Colombia es su hacienda y sus habitantes somos sus esclavos.
Es hora de ganar mayor coordinación y contundencia en la exigencia de suspender este alevoso proceso de entrega del país, no solo con el TLC sino con las leyes ya aprobadas o en trámite que continúan con las privatizaciones y demás medidas neoliberales.
No permitamos que los traidores se salgan con la suya, hay que combatirlos y juzgarlos sin demora, por Colombia y su futuro.