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9 février 2006

"Pensamiento sociológico y realidad nacional en América latina"

par Marcos Roitman Rosenmann *

 

Introducción

Existe un patrón de análisis para explicar el desarrollo de la teoría social latinoamericana. Su diseño responde a pautas argumentales donde se relacionan de manera causal hechos históricos a la vez que propuestas teóricas y de conocimiento social. Sus
principios se hayan inmersos en la razón cultural de occidente, forman parte de su devenir y responden a sus especificidades. Por último se data el proceso de desarrollo y expansión de las ciencias sociales latinoamericanas en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, constituyendo ambas décadas el punto de inflexión cuyo resultado es el comienzo de un
período de fertilidad intelectual que se extiende hasta principios de los años setenta. Posteriormente, se entraría en una diáspora cuyo resultado es la fragmentación y debilitamiento del pensamiento propio. Etapa que según algunos dura hasta nuestros días.

La creación intelectual latinoamericana bajo este patrón de medida se encuentra ligada a la explosión de las grandes corrientes de pensamiento occidental de mediados del siglo XX, recreando conceptos y categorías, y proponiendo otras específicas de su entorno geopolítico y cultural. El realismo mágico, la concepción centro-periferia, la teoría del colonialismo interno o de la dependencia, son ejemplos de su originalidad intelectual. No por ello, la teoría social
latinoamericana ha dejado de recurrir a los grandes acontecimientos mundiales para acotar su evolución corroborando el vínculo de unión existente entre su peculiar desarrollo histórico y los hechos que dan razón de los cambios socio-políticos y económicos en el orden internacional. La emergencia del imperialismo como fenómeno específico del desarrollo del capitalismo en el siglo XIX determinó en América Latina la articulación de las formas de explotación y dominio de sus recursos naturales y su estructura de clases, las dominantes y, desde luego, las clases populares, dominadas y explotadas al mismo tiempo. La formación de
las clases sociales en América Latina responden a este doble vínculo, cuyo resultado fue la original vía oligárquica de desarrollo del capitalismo para el conjunto del subcontinente.

Las rupturas en las formas de actuar y pensar articulan nuevos principios de explicación transformando la cosmovisión de la realidad y de los procesos sociales. No puede ser de otra manera. Los movimientos artísticos, arquitectónicos, teatrales, pictóricos,
literarios o sociológicos propios de una razón cultural impregnan todo el manto donde actúan.

Los valores, las formas de concebir el mundo, el idioma dominante, el castellano o español, constituyen el referente de observación y construcción de significados y significantes. Sus cortes históricos responden a dinámicas cuyo campo abarca lo específico y lo universal. En este sentido América Latina participa de occidente lo redefine, reorienta y trasforma,
proponiendo nuevas opciones o integrándose originalmente a las ya existentes. El desarrollo
del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional responde a esta descripción y dinámica. Por un lado, reivindica su lucha por el trabajo, la tierra, el techo, la alimentación, la salud, la educación, la independencia, la libertad, la democracia, la justicia y la paz en el interior de una batalla por la dignidad y el reconocimiento de los derechos históricos, sociales, políticos, culturales de los pueblos indígenas de México. Pero por otro, está comprometido con una
crítica profunda al proceso de deshumanización generado por el neoliberalismo y la explotación mundial propia del actual proceso de internacionalización de los mercados, la producción, el trabajo y el consumo.
La recepción de cuadros teórico-metódicos y la recreación de teoría social en América Latina se configuran en dicho orden de argumentación. No es resultado de un colonialismo cultural o de una falta de imaginación sociológica el uso de conceptos y
categorías tales como capitalismo, clase social, colonialismo, explotación, burguesía, revolución, socialismo o comunismo ; lo que si forma parte del colonialismo cultural es el rechazo al uso de tales conceptos y categorías por no formar parte de la tradición de pensamiento autóctono, disque suficiente para comprender y explicar la realidad social
latinoamericana. En este sentido, tampoco se trata de rechazar un saber cuya lógica consiste en procurar obtener una formación humanista integral, a la cual todos deben tener acceso.

Parafraseando a José Martí, es tan necesario estudiar la historia de Roma y de Grecia, pero lo es más estudiar la de los pueblos Maya, Azteca o Inca si se quiere lograr una real comprensión de la realidad y la historia de América Latina.

Es cierto que las modas y una falsa erudición teórica han creado una sensación de alejamiento y de cierta frivolidad intelectual entre los científicos sociales al trasferir debates, ahora sí, propios de un mundo post-moderno que impone la agenda, define los temas y
problemas de discusión. Es el auténtico colonialismo cultural. Tal afirmación no es óbice para estudiar en profundidad escuelas, tendencias y corrientes de pensamiento inherentes al desarrollo crítico del conocimiento científico. El problema es de prioridades a la hora de proponer la agenda, no de descartar conocimiento. En este sentido, valga la agenda del
Ejercito Zapatista de Liberación Nacional como pauta de debate y discusión teórica y política para América Latina.

En cuanto al corte histórico preferido por la mayoría de los científico sociales latinoamericanos para datar el nacimiento de las ciencias sociales se acota entre los años treinta y cuarenta del siglo XX, punto de inflexión en el desarrollo del capitalismo y del
socialismo. Los hechos históricos que corroboran la opción teórica de proponer tal corte son dispares aunque tienen un tronco común. A partir de los años veinte y tras la revolución rusa el socialismo es una alternativa política real de construcción de Estado y de poder social. La crisis del liberalismo político y económico que acompañó el desarrollo del capitalismo hasta los años treinta del siglo XX son una lacra para proyectar su hegemonía. La proliferación de movimientos socialistas en occidente, la lucha por la liberación anti-colonial en África y Asia, junto a la creación de partidos comunistas, cuyo objetivo es la destrucción del capitalismo como orden social de explotación, dan lugar a una confrontación ideológico-política presente
desde entonces entre socialismo y capitalismo. En lo ideológico una forma extrema de recuperar la hegemonía del capitalismo tratará de aunar el rechazo al liberalismo con la crítica al comunismo defensor de la lucha de clases. El nacimiento del fascismo y del nazismo son la forma más perfecta de racionalidad de una economía de mercado fundada en la explotación
total de la humanidad en beneficio del capital privado.

La emergencia de movimientos antifascistas y frentes populares fueron la respuesta. Sin embargo, el advenimiento de los regímenes nazi-fascista en Alemania e Italia y su afán expansionista derivan en la Segunda Guerra Mundial. La derrota del nazi-fascismo y la abdicación de Japón tras lanzar los Estados Unidos las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki son factores destacados de la nueva paz de post-guerra.

También lo serán el tribunal de Nuremberg, la creación de la Organización de Naciones Unidas y la creación del Estado de Israel. Tras la post-guerra surge un orden internacional donde dos potencias se disputan la repartición del mundo : Estados Unidos y la Unión Soviética. El tiempo de la guerra fría se adueña de todas las instancias de la vida política, social, cultural y económica. No hay propuesta de cambio social sin adjetivos. La lucha colonial en el sudeste-asiático y África, así como el triunfo de la revolución China crean una dinámica donde la crítica teórica y política se ve influenciada por la aceptación o rechazo de los principios del capitalismo o del socialismo. Durante cuatro décadas la mayoría de las escuelas y corrientes de pensamiento han estado ligadas de una u otra manera a las formas que ha tomado dicha confrontación. La evolución de las ciencias sociales, no puede ser de otra manera, está ligada a avalar o negar los métodos de análisis social propuestos por los defensores de una u otra alternativa política.

Ciertamente este patrón responde a criterios teóricos específicos, dar cuenta del desarrollo y evolución de las ciencias sociales latinoamericanas en relación con los debates ideológico-políticos que enfrentan teóricamente al capitalismo y el socialismo reales a través de su desarrollo doctrinario. Los referentes cambian y se juega en otro terreno ; el de las ciencias sociales como eje para fundamentar proyectos de cambio social, modelos de dominación política y propuestas de orden social. Los referentes son el pensamiento
marxiano y el estructural-funcionalismo, ambos en sus diferentes acepciones. Los ensayos aquí presentados están bajo la égida de dicho patrón. Si bien esta elección supone límites, se ha intentado superarlo bajo la formula de reconducir los debates desde una posición más amplia donde se consideren autores y propuestas no encasilladas en dicho debate hegemónico. Sin embargo, a sus defectos debemos incorporar alguna virtud. Lo contrario sería tirar piedras contra el propio tejado. Los ensayos que presentamos a continuación no pretenden ser disruptivos. Pero si aportar nuevos referentes para comprender un período importante del desarrollo de las ciencias sociales. Su virtud, claro está, para quien escribe, radica en presentar el debate para dar cuenta del valor heurístico de la teoría en todas sus
escuelas de pensamiento. No se trata de excluir a los sociólogos de la modernización, sino conocerlos desde sus propios postulados. Recuperar el debate con el fin de incorporar sus aportes a una necesaria reinterpretación de las ciencias sociales latinoamericanas. Se trata de proponer una nueva lectura para enfrentar los nuevos retos y preguntas que derivan hacia viejos problemas. En este sentido se rompe, solo en parte, el patrón antes descrito.

Los artículos aquí incluidos forman parte del programa de post-grado y formación continua dictados en los cursos organizados por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO, en su campus virtual abierto en el año 2001. Junto a mi colega Sara Martínez Cuadrado, y a petición de la Secretaría General de CLACSO, preparamos un curso que abordase la formación de las Estructuras Sociales y de Poder en América Latina. Bajo este título genérico hemos desarrollado la docencia contando con más de cincuenta estudiantes de toda América Latina en dos ediciones. Una recepción inesperadamente favorable unida a las aportaciones, críticas y comentarios al proyecto han llevado a pensar
que una edición de las primeras cuatro clases, las que ahora tienen en sus manos, aportaría a un público, tanto latinoamericano como no latinoamericano, una visión global del problema de la teoría y práctica del pensamiento social de la región.

Esperando que cumpla esta función no puedo sino señalar que esta publicación no sería posible de ninguna manera sin el esfuerzo intelectual y apasionado de Sara Martínez Cuadrado, con quien adquiero una deuda y debo gratitud. Agradezco igualmente a Gabriela Amenta, coordinadora de los cursos de CLACSO. Por último, sería desagradecido no citar a los propios estudiantes que nos han alentado a publicar parte de un esfuerzo cuyo objetivo es dotar de argumentos y herramientas teóricas a las nuevas generaciones de pensamiento crítico. El fin es claro y puede resumirse en la frase del EZLN : no queremos tomar el poder sino cambiar el mundo.

Documento Completo :

"Pensamiento sociológico y
realidad nacional en
América latina"

Rebelión, 20 de junio del 2004

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