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Por Irene León
ALAI-AMLATINA, 19/09/03, Quito.
La Organización Mundial de
Comercio -OMC- no será la misma después de su malograda V
Conferencia Ministerial, realizada en Cancún (México) del 10 al 14
de septiembre pasado, cuyo colapso da cuenta, por un lado, del
surgimiento del Sur como una fuerza capaz de resistir a la
embestida autoritaria de los países ricos y, por otro lado, de la
perseverancia de los movimientos sociales que, desde la creación
de este organismo en 1995, vienen postulando que éste sólo será
viable si se fundamenta en principios democráticos y de interés
colectivo.
Pero la OMC tomó partido por una versión única de los
intercambios de bienes y servicios, pautada por el libre comercio,
y se avocó a delinear sus políticas en función del fortalecimiento
de la vida e intereses de las corporaciones transnacionales y de
los países ricos, dejando al margen la vida de los pueblos, sus
culturas e intereses.
De allí que el obstinamiento en abordar la problemática de la
agricultura bajo estrictos conceptos mercantiles, aún poniendo en
riesgo tanto la sobrevivencia del mundo campesino como del
medio ambiente, fue la gota que desbordó el vaso y permitió
visibilizar, a la vez, los sesgos que subyacen al conjunto del
enfoque priorizado por la OMC y las nebulosas reglas de juego
que allí se imponen. La debacle de la Conferencia de Cancún,
pone en evidencia que los acuerdos comerciales no son neutros,
como se pretende, sino que están relacionados directamente con
las orientaciones de sociedad y la vida de la gente.
En Cancún, los países del Sur, agrupados en el reciente Grupo de
los 21 (1), liderado por Brasil, pero también en otros bloques
como el Grupo ACP (2), liderado por Kenia, resistiendo a
presiones y chantajes, lograron expresar voluntad política al
colocar sus prioridades temáticas con la misma firmeza que los
Estados Unidos y la Unión Europea querían imponer las suyas, sin
ofrecer nada a cambio.
Así, mientras los primeros proponían que, como estaba previsto,
se abordara el tema de los subsidios a la agricultura en los países
ricos, entre cuyas consecuencias figuran las prácticas de
dumping a los productos nacionales, los segundos pretendían
imponer los llamados temas de Singapur, que tienen que ver con
inversiones, compras gubernamentales, facilitación del comercio,
competencia y otros, de interés especial para las transnacionales.
Por eso, ni siquiera lograron ponerse de acuerdo en la definición
de la agenda, ni en las reglas del juego y menos aún en ningún
documento de resultados. La Conferencia se descarriló y con ello
se visibilizaron los cuestionamientos a la legitimidad de la OMC, a
sus prácticas nada consensuales y sectarias, a su desapego de
la legislación internacional, los derechos humanos, la protección
del medio ambiente, en fin, de los intereses de los pueblos.
Reacios en admitir su fracaso y con explícitos signos de
indignación, los negociadores Robert Zoellick y Pascal Lamy, de
Estados Unidos y la Unión Europea respectivamente, se
apresuraron en transferir culpas y señalar que quienes pierden son
los países que creen haber ganado con el colapso.
Es más, en tono similar al usado para anunciar las bravonadas
bélicas, distintos representantes de altísimo nivel del gobierno
estadounidense han sentenciado que se aplicarán sanciones a los
indisciplinados, especialmente a aquellos que aspiran a firmar
acuerdos bilaterales con ese país. Mientras, en la misma línea
pero con actitud un poco más diplomática, la Unión Europea ha
anunciado que se analizará cuidadosamente la larga lista de
países que han aplicado para realizar acuerdos con ella.
Con esto queda anunciada la guerra económica contra las
pretensiones de soberanía de los países de Sur, que constituyen
dos tercios de los 146 integrantes del organismo y, a la vez,
tambalea el destino de la OMC, pues ante la demostración de
fuerza expresada por el Sur, las potencias han señalado que
luego del colapso de Cancún será difícil cumplir con el
cronograma y agendas previstas anteriormente.
"Cancún ha fracasado" señaló Pascal Lamy, Comisario de
Comercio de la Unión Europea, "Lo que ocurrió aquí es un grave
golpe para la OMC" agregó, al tiempo que calificó a esta
organización de medieval. Por su parte Robert Zoellick, Jefe de
negociaciones de los Estados Unidos, tildó de retórica a la
postura de los países del Sur. Mientras que los ganadores, en
palabras del canciller brasileño Celso Amorín, afirmaron haber
ganado respeto para su grupo, pero que "los plazos para lanzar la
ronda de negociaciones, prevista para enero del 2005, son cada
vez más impredecibles".
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