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5 de noviembre de 2003

« No hay otro camino que Justicia, Verdad y Reparación » Isabelle Allende

por Juan Gasparini

 

Entrevista con Isabel Allende, hija de Salvador Allende, el presidente chileno muerto en el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, socióloga y miembro del Partido Socialista, Isabel Allende tiene 58 años y es diputada en Chile desde 1993 y Presidenta de la Camara de Diputadois de Chile

En ocasión de la cumbre de la Unión Interparlamentaria en Ginebra, pasó revista a sus planes y principios políticos. Quiere cambiar la Constitución de la dictadura que volteó a su padre y seguir avanzando en las reformas para promover y respetar los derechos humanos.

A 30 años del golpe en su país parece haber una revalorización de la figura de su padre. ¿Como lo percibe?

Lo veo así, efectivamente. Después de tantos años en que se mantuvo una verdad oficial impuesta por la dictadura y de una cierta autocensura o temores, por primera vez en estos 30 años he sentido que hubo bastante libertad para que los canales de televisión, entidades académicas y universitarias y los medios de prensa hablaran no solo del 11 mismo, del bombardeo de La Moneda, sino del recorrido de Salvador Allende, un luchador social. Siento que ese balance es importante. Es necesario tener memoria y darle la oportunidad a los pobres. Y en esa apertura, una cascada de 30 programas especiales en la televisión durante más de un mes, ganó también la gente joven que tiene el derecho a saber. Hasta ahora ese derecho se había visto muy diluido.

Aparte de favorecer un debate sobre la dictadura, este fenómeno permite también reflexionar sobre el periodo de la Unidad Popular.

Es cierto. Se ha podido comprender mejor el proceso de la Unidad Popular y lo que fueron los años 60. No hay que olvidar el contexto. En esos años hubo revolución cubana, teología de la liberación, mayo francés y la propia revolución en libertad que planteaba en Chile la Democracia Cristiana, la alternativa con Eduardo Frei Montalba como presidente. Había en nuestro país una convicción bastante generalizada que el capitalismo era muy responsable de atraso y que debían hacerse algunos cambios. Lo interesante es ver como Salvador Allende a pesar de la polarización propone ese camino democracia y libertad. El camino era el correcto pero autocríticamente debemos decir hoy con la perspectiva de 30 años que para hacer cambios profundos se requieren mayorías sociales y parlamentarias importantes. En aquella época había en Chile lo que nosotros llamamos los ’tres tercios’, la izquierda, el centro y la derecha, y cada uno se sentía un poco dueño de la verdad e impedía cualquier dialogo o ampliación política en términos de ir más allá de lo propio. El más lucido era Salvador Allende pero no necesariamente los partidos que lo seguían. Otro error importante fue no tener la misma estrategia. Los partidos que forman parte de una coalición de gobierno deben tener la misma estrategia que el presidente. Se supone que había reglas de juego claras para la reforma agraria y para las expropiaciones económicas. Se generó un clima de intolerancia, con incapacidad de diálogo y de buscar una salida política a la crisis que condujo a lo que ya sabemos. Un cambio tan fuerte y radical requiere una mayoría social y parlamentaria muy importante. Y había divisiones, cada uno no tenía la misma mirada, se sentía dueño de la verdad y con poco animo de ser dialogante y evitar a cualquier precio una dictadura. No lo logramos.

Se ha solido criticar a los revolucionarios latinoamericanos que se quitan la vida cuando van a caer vivos en manos del enemigo ¿Como valora la decisión de su padre de suicidarse antes de ser apresado por los golpistas?

Creo que es un gesto extraordinario. Es, desde luego, único en Chile, donde el Presidente muere en el Palacio de la Moneda por defender la democracia y el Estado de Derecho. Nos deja la lección de un presidente que no acepta ser humillado y que al ser elegido debe terminar su mandato constitucional. Creo que eso y el camino que él quería para los cambios lo hacen un referente universal, particularmente en Europa donde en todas las ciudades hay una calle o una plaza que lleva su nombre. El homenaje es internacional. Lo de él fue un gesto de dignidad porque en lugar de buscar la alternativa que le ofrecen de salir afuera prefiere quedarse porque tiene que demostrar, como dijo, que espera que su sacrificio sea el castigo a la felonía y la traición. Son muy pocos los casos que debe haber en el mundo; una persona en esas circunstancias, con la amenaza del bombardeo, con la serenidad que se comportó ese día, tuvo la lucidez de un jefe de Estado y la preocupación de un padre que tenía sus hijas allí en el propio Palacio, y preservó a los civiles que colaboraban con él pidiéndoles que abandonaran la Moneda. En esas circunstancias fue el padre, líder consecuente, el jefe de Estado que dio una lección a los que traicionaban el Estado de Derecho.

En cuanto el jefe de esos traidores, Augusto Pinochet, como ve hoy su imagen a 30 años de aquellos hechos.

Quedaron registros de las grabaciones del dialogo entre Pinochet y el almirante Carbajal coordinando el asalto y el bombardeo a la Moneda; se les escucha un lenguaje procaz, vulgar; el contraste es notorio con la dignidad del Presidente, la serenidad de sus palabras, y eso se ha difundido ahora en este aniversario. Eso marca la diferencia entre la estatura moral de Salvador Allende y quien ha traicionado su juramento y ha sido incapaz de enfrentar la justicia. Pinochet buscó todos los medios, primero con la inmunidad parlamentaria, por eso inventó la historia del senador vitalicio. Después que volvió de Londres le quitaron la inmunidad parlamentaria y lo declararon reo, y solo se suspende el juicio porque su abogado, en lugar de alegar inocencia, declara senilidad. Prefirió que lo hicieran pasar por demente senil antes que enfrentar a la justicia. Fue inculpado, históricamente eso no lo quita ni lo borra nadie.

¿Que lección puede sacarse de los 503 días de su detención en Londres?

Sigo creyendo que la humanidad avanza si el derecho internacional evoluciona. Colaboré en el juicio de Londres porque tenia la absoluta convicción que Pinochet vivía en la más absoluta impunidad y que hasta ese momento no había ninguna posibilidad de enjuiciarlo. Solo su detención y los 503 días en Londres cambian el contexto. Fue una gran victoria moral. En Chile, hasta el 90, se negaba la existencia de los detenidos-desaparecidos y los crímenes. De a poco, con la recuperación de la democracia, se fueron dando pasos, pero lo que cambio sustantivamente la mentalidad fue la detención de Pinochet. La sociedad pudo entender y aceptar que él era responsable y que las más graves violaciones de los derechos humanos fueron una política, no excesos como decía la oposición. Yo siempre dije que prefería que lo juzgaran en Chile. Teniamos que demostrar que nuestros tribunales de justicia y nuestro poder judicial tienen la capacidad de enjuiciar, porque sino era muy grave, pues era como decir que no éramos iguales ante la ley. Dimos esa prueba parcialmente. Fue muy importante que se le quitó la inmunidad y se le inició el proceso y se lo declaró reo, es decir que hay profundos fundamentos de someterlo a juicio, pero después se suspendió el juicio. Fuera de eso, va a quedar en la historia, ante los ojos del poder judicial chileno, Pinochet es culpable aunque no se llegó al término del enjuiciamiento y no hay dictamen final del juez. Nuestro desafió ahora es aprobar en el parlamento una reforma constitucional que permita firmar la Corte Penal Internacional y la Convención Interamericana contra la desaparición de personas. La oposición no tendrá justificación para no darnos los votos. No es algo retroactivo pero es una señal de un país hacia si mismo y hacia el mundo, que es decir, los crímenes más graves ofenden la conciencia de la humanidad, no pueden quedar impunes y deben ser enjuiciados. Actualmente hay 340 procesos abiertos en Chile y eso es porque empezó a cambiar la conducta del poder judicial. La mentalidad y la manera de enfocar es otra. Ahora es evidente que en la medida que no han aparecido los restos de esos detenidos-desaparecidos eso constituye un secuestro, un delito permanente. La mirada de los jueces es distinta y eso es muy importante.

Persisten elementos retrógrados de la Constitución del 80 que les dejó la dictadura y siguen teniendo vigencia, los senadores designados, la inmovilidad de los comandantes y el papel del Consejo de Seguridad Nacional en detrimento de la figura del Presidente de la República.

Correcto, nuestra democracia está coja como ha dicho con mucha lucidez mi madre. Desgraciadamente, la única manera es conseguir que la derecha de los quorum junto a nosotros para hacer las reformas constitucionales. La propia Constitución del 80 fijó determinados quorum para hacer las reformas. Falta voluntad política y convicción en la derecha que esta es una democracia coja y que hace falta cambiar elementos importantes para que sea mucho más legítima pues fue impuesta en 1980, sin consulta, cuando no había partidos ni derecho a la asociación, ni nada que se le parezca. Yo creo que a esta altura, después de tantos años, la derecha debería ser más consecuente. Es difícil seguir defendiendo esa Constitución, con senadores que no han sido elegidos y que representan el 20% del Senado, con una institución de senadores vitalicios que habría que eliminar, que el Presidente no pueda remover a los Comandantes de las Fuerzas Armadas y que el Consejo de Seguridad Nacional sea una tutela de la democracia. Lo que van a seguir defendiendo hasta la muerte es el sistema binominal, un sistema electoral ideado de tal manera que para que una coalición, como la que tenemos ahora en el gobierno pueda sacar sus dos candidatos, por ejemplo en un distrito, o dos senadores en una región, tiene que doblar en votos a la otra lista, por lo tanto debe tener más del 66% de los votos lo que prácticamente es imposible. Eso les cae como anillo al dedo, en la mayoría de los casos va a salir un candidato de la Concertación y uno de la oposición. Esto no lo van a conceder.

¿Cual es su propuesta concreta de reforma constitucional y que propone para con la Ley de Amnistía que les dejó Pinochet?

Espero que haya consecuencia política y se consiga una reforma constitucional que permita ratificar la Corte Penal Internacional y la Convención Interamericana contra la Desaparición Forzada de personas porque la derecha ve un problema de soberanía y el Tribunal Constitucional ha dicho que es necesario una reforma. Perfecto, hagámoslo. Debe haber también reformas para terminar con los senadores designados y vitalicios y para que el Presidente tenga, como corresponde en cualquier democracia moderna, la facultad de remover los comandantes en jefe si lo estima necesario para el bien del país. Para mi el Consejo de Seguridad es absurdo y habría que eliminarlo, en democracia el rol garante lo tiene el Presidente, es la soberanía del pueblo a través de sus autoridades y en eso la autoridad máxima la tiene el Presidente, pero bueno si quieren que el Consejo de Seguridad quede como un órgano asesor del Presidente, y bueno se puede cambiar el rol, es algo más razonable. A la ley de amnistía nos hubiera gustado eliminarla pero no hemos podido hacerlo, y no se si algún día podremos hacerlo, pero en estos momentos es más importante la conducta actual de los jueces. Los únicos caminos posibles y necesarios son justicia, verdad y reparación.

Argenpress.info, Ginebra, 1° de noviembre 2003

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