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18 août 2003

"No hay futuro en Argentina sin una recuperacion del salario" declaraciones de Claudio Katz

 

Fustiga la desmemoria y la falta de sentido crítico de algunos, y se indigna por la miseria que padecen muchos otros ; apela con frecuencia al razonamiento, pero la pasión lo desborda cuando habla de la injusticia.

Por Haydée Breslav
TRAS CARTON, 16/08/2003

Licenciado en Economía y doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires, profesor en varias facultades de esa casa de estudios, investigador independiente del CONICET y miembro de Economistas de Izquierda, en una lluviosa tarde de invierno, Claudio Katz desarrolló un preciso análisis de los complejos momentos actuales.

¿Cómo caracteriza a estos dos primeros meses de la gestión de Kirchner ?
 Kirchner ha sorprendido a todo el mundo porque se esperaba una simple continuidad de Duhalde, y no es así ; creo que la ausencia de expectativas previas explica tanto la sorpresa como el alto consenso que revelan las encuestas. Ahora bien, si se hace un balance general de lo que ha ocurrido, y no de esperanzas y de sentimientos, todas las medidas del gobierno han estado destinadas a un solo objetivo, que es acumular poder presidencial -un poder que requiere por la baja legitimidad de origen, ya que se trata de un gobierno que surgió de una crisis y de una elección minoritaria- sin definir claramente qué se va a hacer con ese poder. Entonces Kirchner, frente a la Corte Suprema, a las Fuerzas Armadas y al PAMI, desplaza a los sectores más ligados al menemismo e intenta ubicar gente asociada a su propio perfil político ; al mismo tiempo, está obligado, por esa baja legitimidad de origen, a adoptar medidas de distensión social, de diálogo con las organizaciones populares y de un accionar hiperactivo que marque un contraste con el inmovilismo de De la Rúa y el fracaso de la Alianza. No hay que engañarse : ha cambiado el gobierno, pero no quien detenta los resortes del poder político y económico en la Argentina, y me parece ver en Kirchner una adaptación de la clase dominante al nuevo contexto local e internacional, que es muy diferente del pasado.

¿De qué manera definiría este nuevo contexto ?
 El nuevo contexto local argentino es el resultado del agotamiento del neoliberalismo, del retroceso político de la derecha simbolizado en la decisión de Menem de no presentarse a las elecciones y, también, de una rebelión popular que estalló el 20 de diciembre y cuyos efectos todavía están presentes. En líneas generales, se podría asegurar que esa rebelión es un proceso que no continúa con la intensidad de ese momento, pero que se manifiesta todos los días en el humor popular, en la conciencia política de la población e incluso en las movilizaciones, ahora reivindicativas, de estatales o de piqueteros. Por más que Ámbito Financiero y otros medios de la derecha hagan lobby y campaña contra el gobierno, saben que hoy ni López Murphy ni Menem pueden gobernar. Pero la clase dominante argentina tiene una historia de siglos, y ha ido cambiando sus gobernantes para adaptarse a las distintas condiciones. De alguna manera, Kirchner repite el modelo Lula : Lavagna - neoliberalismo - ajuste, en materia económica, y muchos individuos provenientes del progresismo en otras áreas, con medidas que no hay que desvalorizar : el encarcelamiento de los genocidas, por ejemplo, refleja una victoria popular que expresa un cambio en el estado de ánimo de la población. Claro que el gobierno hace eso y al mismo tiempo mantiene el ajuste salarial.

¿Cómo explica, entonces, las simpatías que despierta el gobierno en amplios sectores de la población ?
 Yo advierto contra la fascinación que, en lo que se denomina el progresismo, crea este tipo de gobierno ; y cuando uno dice "progresismo", se refiere, en general, a todo el espacio de intelectuales, por un lado, y de políticos y militantes, por el otro, que siempre han acompañado a las primaveras : a la primavera de Alfonsín, en los primeros meses antes de la obediencia debida y el punto final ; a la primavera de Menem, en la campaña electoral, antes de asumir el gobierno ; a la primavera de De la Rúa, hasta la renuncia del Chacho. Lo que yo enjuicio negativamente de estos sectores progresistas es la pérdida de su función crítica frente a todo tipo de especulaciones, maniobras y operativos. ¿Por qué comenzar esta reivindicación de un presidente a partir de un conjunto de medidas que, como señalé antes, por el momento acumulan poder político y no han implicado, en el plano económico, un cambio sustancial ? Creo que debemos aprender de nuestros errores, y el error del progresismo es ver lo que desea y no lo que es.

¿Podría ejemplificar este concepto ?
 El progresismo imagina que Kirchner es el flaco de la JP, y Kirchner no es más el flaco de la JP : es un hombre que pasó los cincuenta años ; que ha gobernado una provincia a lo largo de un periodo prolongado, con sospechosos manejos de la Corte Suprema y de la reelección, y con relaciones muy estrechas con Repsol YPF ; que ha sido miembro del mismo partido que Duhalde y que Menem ; que, si mañana se enferma, el que asume la Presidencia es Scioli, un menemista... ¿No conviene que construyamos de otra manera, manteniendo nuestra independencia, juzgando los hechos y, por supuesto, reconociendo las conquistas importantes cuando existen ? De lo contrario, entramos en un círculo de ilusión y frustración y, a fin de año, si se repite el patrón histórico, un sector que tantas expectativas puso en Kirchner empezará a sentirse decepcionado.

Volviendo al tema anterior, ¿cuál es su apreciación sobre el contexto internacional ?
 Creo que la política norteamericana es claramente imperialista, y que a partir de la invasión a Irak es el dato dominante de la política mundial, influyendo sobre la Argentina de la misma manera que sobre toda América Latina. No hay, me parece, una especificidad Argentina, sino una especificidad Latinoamérica, a la que Estados Unidos considera globalmente su patio trasero. Después de la invasión a Irak, está apuntando a reforzar su dominación sobre toda la región en tres planos : en el militar, a través de mayor injerencia en Colombia y de un despliegue de bases en todo el continente ; en la Argentina, eso implica acciones de adiestramiento común. En octubre se va a realizar en Mendoza el operativo conjunto Águila 3 ; se trata de un megaoperativo con centenares de aviones y efectivos, y por ahora el gobierno de Kirchner mantiene la intención de realizarlo.

¿Cuáles son los otros dos planos ?
 En segundo plano, Estados Unidos se orienta a un proceso muy fuerte de recolonización de toda la región, otorgándoles a los embajadores norteamericanos un papel de mayor intervención en los asuntos internos de cada país ; eso nosotros lo hemos vivido hasta el cansancio. Y la tercera prioridad se llama ALCA, y es un proyecto de dominación comercial a través del cual Estados Unidos piensa reforzar el papel de los mercados latinoamericanos como compradores de sus exportaciones, es decir, inundarnos de ellas. El ALCA está muy conectado al pago de la deuda externa -dominación comercial y dominación financiera son dos caras del mismo proceso- y su negociación es el tema estratégico clave de los Estados Unidos en América Latina y en la Argentina. Para nosotros es una cuestión capital, especialmente en el punto más conflictivo, que es el de los subsidios a las exportaciones agrícolas norteamericanas. Si la Argentina acepta ingresar al ALCA con Estados Unidos manteniendo esos subsidios, se asestará un golpe demoledor a todas las perspectivas de nuestro comercio exterior. Pero el ALCA implica no sólo un conflicto comercial en el mercado de las exportaciones : significa también volver a bajar aranceles y a abrir nuestra economía a un aluvión de importaciones que destruye la pequeña y mediana industria.

¿Sobre qué base debería estar fundada entonces una política económica para satisfacer las necesidades populares ?
 El primer principio básico es recomponer el nivel de ingresos de la población ; sin eso no hay nada. Para la población argentina no hay futuro sin una recuperación del salario y del trabajo, y esto no debe ser un proyecto a largo plazo ni un proceso paulatino, sino un conjunto de medidas drásticas e inmediatas, tanto como lo fueron las que amputaron el nivel de vida de los argentinos. El país no está en condiciones de tener inmediatamente la industria que perdió, ni los niveles de productividad que debería, pero que la población tenga un salario para comer, que los chicos vayan a la escuela, eso se puede hacer ya. Cada vez que se dice que no se puede, que hay que ir pausadamente en este punto, se está mintiendo. Se puede pensar en una recomposición inmediata de salarios y jubilaciones que recupere lo perdido por la devaluación ; en lograr que se garantice una ampliación del trabajo genuino, obligando, por ejemplo, a las empresas que ganaron con la devaluación a tomar personal ; se puede pensar también en un inmediato aumento de los montos de los planes Jefas y Jefes de Hogar y los subsidios de desempleo ; medidas todas destinadas a que la gente pueda alimentarse, sin hacer esa distinción absurda entre incluidos y excluidos. Es necesario producir un repunte del consumo por la vía de una mejora del ingreso, y nada más ; sobre esta base, el modelo económico tiene que priorizar la recomposición de la estructura interna del país en comparación con las exportaciones : la Argentina no tiene urgencia por incrementar sus exportaciones, sino por mejorar el nivel de vida de sus habitantes. Hay que poner todos los instrumentos cambiarios, impositivos y monetarios al servicio de este cambio de estrategia.

¿De qué modo puede implementarse este cambio de estrategia ?
 La base para implementar este cambio de estrategia es un replanteo total de la deuda externa, que es el punto que inhibe e impide llevar adelante una política de recuperación de los ingresos populares, porque por el filtro de la deuda pasan todos los condicionamientos de la política económica argentina. Creo que no hay alternativa : el único camino factible es poner fin a las negociaciones con el Fondo Monetario y cesar el pago de la deuda. Negociar con el Fondo es entrar en un círculo vicioso, porque es el vocero del conjunto de los acreedores, y con éstos no hay que hacerse ilusiones con quitas, prórrogas de los plazos de pago, reducciones de las tasas de interés, adaptación de los ritmos de pago a la tasa del crecimiento del PBI... Cualquiera sea la medida que se adopte, el eje de una negociación o de una supervisión del FMI va a ser aumentar el superávit fiscal para pagar la deuda, y entonces no hay salarios, ni empleo, ni nada. Actualmente, la Argentina tiene un altísimo superávit fiscal como consecuencia de la devaluación, porque aumentó la recaudación en pesos y se mantuvo invariable el gasto : no sólo no aumentaron salarios y jubilaciones, sino que se subejecutaron partidas. Ese dinero está en las arcas del Estado, donde lo mantienen porque el Fondo Monetario quiere una garantía de pago. La Argentina pagó el año pasado cuatro mil millones de dólares a los organismos internacionales, y este año ya lleva pagados otros dos mil millones ; estos seis mil millones constituyen una masa de dinero lo suficientemente importante como para poner en marcha los proyectos que enumeré y muchos otros, como por ejemplo, planes de obras públicas. Además, se ha demostrado que el país puede subsistir sin crédito externo : lo tenemos cortado desde hace dos años. El problema consiste en que hay que reinsertarse en el mundo, pero no como antes ; sin embargo, ahora estamos repitiendo la misma historia, volviendo a la situación que nos llevó a la cesación de pagos y a la crisis. Lo que hay que hacer es revertir esta historia, poniendo fin al pago de una deuda que es comprobadamente fraudulenta y modificando el modelo económico general.

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