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Es hora de propugnar un nuevo tipo de integración latinoamericana, más democrática y justa y, para ello, es necesaria la instauración de un Parlamento sustentado en una verdadera ciudadanía mercosureña
El debate acerca de los posibles impactos de una apertura comercial de carácter hemisférico sobre los sistemas educativos de la región tiene como marco de referencia necesario el examen de las principales tendencias geopolíticas que circundan este proceso. El presente ensayo se aproxima al tema mediante el análisis de los procesos de integración y apertura comercial en el Cono Sur latinoamericano.
El cambio de régimen de gobierno en la mayoría de los Estados del cono sur en la década del ochenta fue fundamental para poder alcanzar acuerdos internacionales que posibilitaran la construcción de procesos de integración. Así, es determinante la llegada al gobierno de Raúl Alfonsín (Argentina, 1983), José Sarney (Brasil, 1985) y Julio Sanguinetti (Uruguay ,1985) poniendo fin al péndulo de gobiernos cívicos y militares característico de la región.
Sin embargo, no todos los Estados tenían la misma concepción acerca de la integración, por lo que Brasil y Argentina, en el seno de la ALADI, decidieron dar un paso adelante al respecto. Para ello, en 1986 firmaron el "Acta de amistad argentino-brasileña, democracia, paz y desarrollo", por la cual se impulsó el Programa de Integración y Cooperación Económica (PICE) que fue la base de lo que hoy conocemos como Mercosur.
Cambios de paradigma
La década posterior trajo importantes cambios con los traspasos presidenciales. La asunción de Carlos Menem (Argentina, 1989) ; Fernando Collor de Melo (Brasil, 1990) ; y Luis Alberto Lacalle (Uruguay, 1990) marcó un cambio de rumbo en la política regional puesto que el paradigma cepalino vigente desde la década de los sesenta fue reemplazado por el "Consenso de Washington", puesto que se "preferían los mercados "abiertos" a los "regionales". El uso de políticas de tono macroeconómico frente a las sectoriales y la asignación de un rol mínimo al Estado, supuesto culpable de los males de la región.
Esos paradigmas provocaran cambios decisivos en la estrategia de integración. Una consecuencia de ésta fue la oposición a crear cualquier órgano de integración que tuviera apariencia de "aparato de Estado". Se intentaba crear un mercado regional sin más herramientas que los acuerdos de política global, que en una primera etapa fueron básicamente de orden arancelario. Esa típica visión ortodoxa choca contra las demandas naturales de un proceso de este tipo y lo diferencia de la estrategia aplicada para forjar la Unión Europea". [1]
Sobre la base del PICE, con la firma del Tratado de Asunción se creó el 26 de marzo de 1991 el Mercado Común del Sur (Mercosur), [2] por el que los Estados del cono sur daban respuesta a la nueva realidad internacional, aunque de una manera diferente a la ideada anteriormente, pues "en lo que respecta a los factores mundiales o generales, pueden englobarse dos fenómenos que se precipitan en los años ochenta : la globalización económica y el fin de la guerra fría (…).
En América Latina son de gran importancia dos factores regionales o particulares. Uno de ellos es la favorable disposición de Estados Unidos no sólo a consentir las iniciativas regionalistas sino, incluso, a potenciarlas con propuestas propias para todo el continente americano. Es lo que Jagdish Bhagwati denominó la ’conversión’ estadunidense del multilateralismo al regionalismo a finales de los años ochenta, provocada en buena medida por la evolución de dos procesos externos como eran las negociaciones multilaterales y la integración europea. Un segundo factor regional es el brusco giro neoliberal que sufrieron las políticas económicas de todos los países latinoamericanos (…). Estas nuevas políticas económicas estaban formadas por una serie de recetas más o menos similares que vendrían a denominarse Consenso de Washington ; en su dimensión comercial, estas políticas eran claramente aperturistas y diferían radicalmente de las que caracterizaron los modelos de integración regional de los años sesenta y setenta, orientados hacia el interior para fomentar la industrialización por sustitución de importaciones". [3]
Este proceso tuvo su afianzamiento en 1994, cuando se suscribió el Protocolo de Ouro Prêto, que perfeccionó las instituciones mercosureñas y fue acompañado de avances en términos económicos.
Duro golpe a la primavera económica
Sin embargo, esta "primavera económica" sufrió un duro golpe cuando a fines de 1999, Brasil modificó su política cambiaria. Esto generó que las importaciones brasileñas del resto de los Estados miembros del Mercosur sufrieran una caída mayor a 20 por ciento.
Asimismo, esta realidad puso de manifiesto la interdependencia asimétrica que padece el Mercosur dado que el PBI, el territorio, la población, la complejidad de la estructura productiva de Brasil es muy superior a la de todos los restantes integrantes del bloque en su conjunto.
Pero es claro que el avance del Mercosur no depende solamente de las iniciativas intra Mercosur sino de varios factores, entre ellos, "los movimientos de Estados Unidos en relación al ALCA". [4]
El ALCA tiene un objetivo declarado -el libre comercio- y otro real, que consiste en estructurar la primacía de Estados Unidos. Plantea, primero, la finalidad económica : América entera como territorio de libre circulación de bienes, servicios y capitales -pero no de personas- ; la dolarización de las economías nacionales, como en Ecuador, aunque se admiten pasos intermedios si se "ancla" la moneda nacional al dólar ; apertura externa irrestricta ; disminución de las funciones del Estado ; privatización de los servicios públicos y desregulación de la actividad económica.
Además se trata de una alternativa excluyente : la implantación del ALCA conlleva la desaparición del Mercosur y de la Comunidad Andina de Naciones. En el plano del comercio, al eliminarse el arancel externo común existiría un solo mercado continental, manejado por Estados Unidos. La contrapartida, que es la entrada recíproca de manufacturas, "se parece mucho a una cláusula de los tratados del siglo XIX entre Inglaterra y Argentina, que fijaba el criterio igualitario que la flota inglesa podía navegar libremente en los ríos argentinos y la flota argentina en los ríos británicos. Sólo que la flota argentina… no existía". [5]
En este sentido se pronunció el ex presidente portugués Mario Soares cuando señaló que "el ALCA inquieta a Europa no tanto porque el comercio entre los ochocientos millones de americanos pueda llegar a realizarse sin aranceles sino por lo que puede suponer respecto a la generalización de normas técnicas y sanitarias, modos de hacer y procedimientos comerciales y financieros basados en la normativa y la realidad estadunidense, que complicará la actividad de las empresas europeas en los mercados latinoamericanos y del Caribe".
Esto podría hacer variar, en el futuro, los términos de lo que hasta ahora había sido la concurrencia entre Europa y América para conseguir nuevas bazas económicas en los países del sur, afectando a los europeos que más relaciones tienen con América Latina y el Caribe". [6]
A fines del siglo anterior, el Mercosur enfrentó una importante crisis, puesto que algunos de sus integrantes, con Argentina como principal referente, veían más interesante la opción de integrarse al ALCA que profundizar la construcción del Mercosur.
Así, durante la gestión del ex presidente De la Rúa, Argentina modificó su arancel externo, con lo cual se produjo un notable retroceso en la unión aduanera flexible, pasando a ser tan sólo una zona de libre comercio. Por el contrario, Brasil buscó repotenciar el Mercosur y alentó el ingreso de Venezuela al bloque regional.
A esta realidad interna se debe agregar las propuestas que el gobierno estadunidense tiene para la región. Documentos internos sostienen que "ahora que se ha superado la amenaza soviética, tenemos que reconstruir la nación. Pero sin ese peligro externo, nos puede faltar la identificación necesaria para salir adelante", y "aunque los días en que debimos defender la independencia de las repúblicas de Sudamérica parecen haber pasado, aún persiste el hecho de que aquella seguridad y libertad, tanto de Estados Unidos como de las repúblicas sudamericanas están inextricablemente unidas", resaltando que "la soberanía y la integridad de un cierto número de países se hallan en riesgo, no por otra nación sino por organizaciones criminales internacionales tan poderosas que le están denegando a los pueblos de Sudamérica su herencia de libertad".
A la hora de justificar su accionar, el "think tank" conservador autor del documento encuentra problemas en todas las latitudes, así identifica a "los capitanes de la droga de Sudamérica, especialmente las FARC y el ELN colombianos (…) el castrista Chávez de Venezuela (…) el surgimiento de un militarismo izquierdista en los países andinos que finalmente está obteniendo atención por parte de los medios, en la medida en que el ’bolivarismo’ se convierte en un grito de ataque de los comunistas y socialistas (…) y los bancos españoles, supuestamente financiados por los narcodólares de la mafia rusa, cubriendo el continente en lo que se llegó a conocer como ’la reconquista de las Américas’ ".
Pero esta política no se queda tan sólo en propuestas, y su mayor exponente es el Plan Colombia, que otorga dinero, armamento y capacitación al gobierno colombiano para combatir la guerrilla, aunque se afirme que el enemigo es el narcotráfico. Esta situación se ve agravada tras los atentados del 11s, puesto que ahora, quizá más que nunca, la seguridad estadunidense abarca más que su propio territorio.
Importante la actitud del Mercosur
Por ello es sumamente importante la actitud que tome el Mercosur. En este sentido, la constitución de instancias supranacionales permanentes darían mayor consistencia al proceso de integración puesto que esto generaría que se ponga sobre el interés particular el interés supremo del bloque de integración. En este sentido, aunque salvando las notorias diferencias históricas y actuales, se puede tomar como ejemplo el esquema institucional de la Unión Europea.
Para lograr esto es imprescindible que retomemos un camino que nuestro país emprendió a mediados de los ochenta, es fundamental que revitalicemos el Mercosur, puesto que es una herramienta válida para enfrentar la nueva realidad mundial. Esta revitalización se debería basar en el paso del intergubernamentalismo a la supranacionalidad, con el fin de resolver e implementar de manera regional las acciones en áreas como la educación, la salud o la economía. [7]
Unión Europea y Mercosur, por un buen acuerdo
Asimismo, es fundamental que llegue a buen puerto el acuerdo que se negocia entre el Mercosur y la Unión Europea, pues esto asegurará un canal de acceso de los productos que se producen en nuestros países con los europeos. Este acuerdo tiene que exceder la mera negociación comercial y debería conducir a un verdadero acuerdo político entre ambos bloques regionales.
Con la llegada al gobierno de los presidentes Lula da Silva en Brasil y Kirchner en Argentina parecen abrirse nuevos horizontes en la integración sudamericana. Prueba de ello es la incorporación de argentinos en la delegación brasileña en el Consejo de Seguridad de la ONU, la profundización del organigrama institucional del Mercosour, la incorporación de Perú como miembro asociado y la reactivación del eje Buenos Aires-Brasilia como mascarón de proa del Mercosur.
Es claro que la sintonía existente entre los primeros mandatarios da el impulso imprescindible para que el Mercosur avance a paso firme hacia su profundización y su ampliación. Así lo demuestra la firma del Consenso de Buenos Aires, al que se denominó "Respuesta al Consenso de Washington", por el cual se establecían claramente los intereses de ambos países, resaltando entre los más importantes, la integración regional.
En consecuencia, debemos propugnar la discusión de otro tipo de integración, una más democrática, y para ello es fundamental la instauración de un Parlamento para, a partir de ello, crear una verdadera ciudadanía mercosureña ; más justa, para lo cual es imprescindible que se instituya un Tribunal con jurisdicción para poder garantizar la aplicación de lo estipulado por las instituciones mercosureñas ; más solidaria. Y para tal fin se hace primordial el establecimiento de fondos económicos que disminuyan las desigualdades entre los diversos países, como también en el seno de cada país.
Necesaria la Comunidad Sudamericana
Es hora que los sudamericanos avancemos juntos hacia la Comunidad Sudamericana de Naciones a la cual es imprescindible convocar a todos los Estados del Cono Sur para que, a través de ellos, los pueblos de esas comunidades discutan y establezcan una integración política, económica y social, que les garantice una mejor calidad de vida y, entonces, si la integración cumpla con el objetivo que debe guiar el accionar de toda acción política que es garantizar el mayor bienestar para el mayor número de personas.
Es necesario que todos y cada uno de los sudamericanos entendamos que ya quedó suprimido el juego de suma cero que caracterizó la política sudamericana por cien años a través del cual se veía la ganancia de uno de los países de la región como la pérdida del propio país.
Frente a ello es imprescindible que fomentemos una lógica de suma positiva, a través de la cual cuando un país gana, lo hace la región en su conjunto y que, a largo plazo, ganamos todos, pues sólo así podremos construir un futuro mejor, más merecedor de ser vivido para todos los habitantes de Sudamérica.
* Esta sección se publica en colaboración con la Red de Investigadores sobre la Educación Superior (RISEU).
Campus Milenio n° 74. Milenio Diario (México DF - México), 2004
Notas :
[1] Es hora de propugnar un nuevo tipo de integración latinoamericana, más democrática y justa y, para ello, es necesaria la instauración de un Parlamento sustentado en una verdadera ciudadanía mercosureña
[2] Originariamente se pensaba en la designación "Mercado Común del Cono Sur", de la que finalmente se desistió, pues su interpretación excluía geográficamente las perspectivas ya presentes de ampliación del Tratado hacia otros países sudamericanos.
[3] Ibáñez, J., El nuevo regionalismo latinoamericano en los años noventa, Revista Electrónica de Estudios Internacionales, Número 1, Madrid, 2000, http://www.reei.org
[4] Hirst, M., La Unión Europea, el Mercosur y el nuevo multilateralismo, Escenarios Alternativos, Núm. 9, Buenos Aires, invierno de 2000.
[5] Calcagno A. E. y CALCAGNO E., Sudamérica es el camino. Ante un mundo multipolar dominado por Estados Unidos, Le Monde Diplomatique, Número 15, Buenos Aires, septiembre de 2000, http://www.eldiplo.org
[6] Granell, F., ALCA, Estados Unidos, Europa, Revista Política Exterior, núm. 82, página 74.
[7] Al respecto se debería ahondar en el sentido de lo previsto en el Programa de Integración y Cooperación Económica entre la República Argentina y la República Federativa del Brasil en el marco del cual se firmaron veinticuatro protocolos que abarcaban la casi totalidad de las áreas en las cuales podía promoverse una integración entre Argentina y Brasil. Éstas eran bienes de capital, trigo, complementación de abastecimiento alimentario, expansión del comercio, empresas binacionales, asuntos financieros, fondo de inversiones, energía, biotecnología, estudios económicos, información inmediata y asistencia recíproca en casos de acciones nucleares y emergencias radiológicas, cooperación aeronáutica, siderurgia, transporte terrestre, transporte marítimo, comunicaciones, cooperación nuclear, cultural, administración pública, moneda, industria automotriz, industria de la alimentación, regional fronterizo, planeamiento económico y social.