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31 mai 2004

Los pulgares alzados de Bush

 

Por Naomi Klein *
La Vanguardia de España - 23 de Mayo de 2004

Viuendo a Bush alzar los pulgares ante tanta miseria económica recordé la foto en que los soldados torturadores en Iraq realizan el mismo gesto

Algo màs vincula el lamentable estado del mercado laboral y a los torturadores : éstos son obreros despedidos o ex empleados de McDonald’s

En 1968, el legendario dirigente sindical César Chávez inició una huelga de hambre que se prolongó 25 días para denunciar el abuso contra los trabajadores rurales. El lema de esa histórica campana fue "Sí se puede". Hace unos días, el presidente George W. Bush inició una gira de cuatro días de duración en un autobús. Mientras hacía escalas para múltiples desayunos con panqueques, elogió los cortes impositivos y criticó a todo aquel que osara decir que los trabajadores norteamericanos necesitaban protección en la economía global. Su grito de batalla en defensa de esa economía de mercado libre fue "Sí, Estados Unidos puede".

El eco fue posiblemente intencionado. Bush está tan desesperado por el voto hispano que ha comenzado a gritar en español "¡Vamos a ganar !" durante algunos discursos en Ohio. Pero el principal propósito de la gira en autobús fue, por supuesto, desviar la atención de los votantes de lo ocurrido en Iraq y el escándalo en la prisión de Abu Ghraib, tratando de enfilar hacia un terreno más seguro : la recuperación del mercado de trabajo.

Según un informe del Departamento de Trabajo, fueron creados 288.000 empleos en abril. La campaña de Bush ha utilizado esas cifras para catalogar al candidato demócrata, John Kerry, de pesimista que siempre brinda malas noticias. Bush, por otro lado, es el texano optimista, que siempre sonríe y alza los dedos en gesto de victoria. "El presidente tiene que asegurarse de que somos optimistas y confiados a fin de que puedan crearse puestos de trabajo", dijo a una audiencia cuidadosamente seleccionada en Dubuque (Iowa).

Sin embargo, algunos empleos son más sensibles que otros al poder del pensamiento positivo del presidente. Más del 82 por ciento de los trabajos creados en abril fueron en la industria de servicios, incluidos restaurantes y negocios al por menor, y los principales empleadores fueron empresas de trabajo temporal. Durante el último año, se han perdido 272.000 puestos en el sector manufacturero.

No llama entonces la atención que el informe económico del presidente para el mes de febrero esbozara la idea de reclasificar restaurantes de comida rápida como fábricas. "Cuando un restaurante de comida rápida vende una hamburguesa ¿está ofreciendo un ’servicio’ o está combinando productos para ’manufacturar’ un producto ?", se preguntó en el informe.

Pero no todo el aumento de los empleos en Estados Unidos proviene de asar hamburguesas o de empresas de trabajo temporal. Mientras más de dos millones de estadounidenses están entre rejas (una forma de mantener las estadísticas de desempleo artificialmente bajas), la cifra de guardias de prisiones ha pasado de 270.317 en el 2000 a 476.000 en el 2002, según el Departamento de Justicia.

Ver a Bush alzar los pulgares ante tanta miseria económica, hizo que me acordara de una fotografía tomada en Iraq y que ha circulado por el mundo entero. Allí están los soldados Charles Graner y Lynndie England, la pareja feliz, de pie encima de una pila de torturados presos iraquíes, sonriendo y alzando los pulgares en señal de triunfo. Todo anda bien, parecen decir con sus ojos. Lo importante es no mirar hacia abajo. Hay algo más que vincula el lamentable estado del mercado laboral norteamericano y las imágenes que vienen de Abu Ghraib. Los soldados que están cargando con la responsabilidad en el maltrato a prisioneros son ex empleados de McDonald’s, guardias de cárceles y obreros despedidos de fábricas. Los currículos de los soldados acusados parecen provenir del informe de abril del Departamento de Trabajo.

La soldado Sabrina Harman era ayudante del encargado de la pizzería Papa John, de Lorton (Virginia). Graner era carcelero en su lugar natal de Pennsylvania. El sargento Ivan Frederick era también guardia de prisión en una zona rural de Virginia. Antes de unirse a lo que el defensor de los derechos de los presos Van Jones denomina "la economía del gulag de Estados Unidos", Frederick tenía un trabajo decente en la fábrica Bausch & Lomb, en Mountain Lake (Maryland). Pero, según "The New York Times", la fábrica cerró y se trasladó a México. El suyo era uno de los casi 900.000 empleos que el Instituto de Política Económica calcula que se han perdido desde la firma del tratado de libre comercio entre Estados Unidos y México, la vasta mayoría en el campo industrial.

El libre comercio ha transformado el mercado de trabajo de Estados Unidos en un reloj de arena : gran cantidad de empleos en la parte inferior, cierta cantidad en la parte superior, pero muy pocos en el medio. Al mismo tiempo, pasar de la parte inferior a la parte superior es cada vez más difícil, con un aumento de las matrículas en las instituciones educativas de más de un 50 por ciento desde 1990.

Y es ahí donde aparecen las fuerzas armadas. El Ejército de Estados Unidos se ha ubicado como un puente al acrecentarse la brecha entre ricos y pobres. Ofrece dinero para la matrícula de estudios a cambio del servicio militar.

Eso ayudó a la soldado England, la más famosa de los acusados por el escándalo de Abu Ghraib. Ella se unió a la compañía de policía 372.ª para pagar sus estudios. Su esperanza era cambiar su empleo en una planta procesadora de pollos por la carrera en Meteorología. Su colega Harman dijo a "The Washington Post" : "Yo no sabía nada sobre el Ejército, excepto que así podría pagar mis estudios. Por lo tanto, me enrolé".

La pobreza de los soldados involucrados en torturas no los hace más o menos culpables. Pero cuantos más datos obtenemos sobre ellos, más claro se hace que la falta de buenos trabajos y de igualdad social en Estados Unidos es lo que los llevó a Iraq. Pese a los intentos de Bush de usar la economía para distraer la atención pública de Iraq y sus esfuerzos para aislar a los soldados implicados considerándolos perversos y antinorteamericanos, son hijos suyos a los que dejó atrás y que huyeron de trabajos mal pagados, de una educación imposible de pagar, de fábricas cerradas.

Y son sus hijos también de otra manera : en la manera en que alzan los pulgares, sin darse cuenta del desastre que hay bajo sus pies. Es la quintaescencia de la pose de Bush. Convencido de que los votantes estadounidenses quieren un presidente positivo, el equipo del presidente norteamericano ha aprendido a usar el optimismo como un arma. Sin importar cuán devastadora es la crisis, han alzado de manera insistente sus pulgares ante el mundo entero.

De acuerdo con el optimista presidente, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, está haciendo "un trabajo estupendo". En cuanto a la misión en Iraq, insiste en que "estamos haciendo progresos", un año después del desastroso discurso en el que anunció que "la misión estaba cumplida". En cuanto al mercado laboral norteamericano, que ha hundido a tantas personas en la pobreza, su respuesta es : "Sí, Estados Unidos puede".

Ignoramos quién enseñó a esos jóvenes soldados norteamericanos a torturar con eficacia a sus prisioneros. Pero sabemos quién les enseñó a mantenerse felices frente a un sufrimiento tremendo : esa lección viene directamente de arriba.

* N. KLEIN, periodista y autora de "No logo" y "Vallas y ventanas". Conferenciante en Harvard, Yale y en la London School of Economics
© Naomi Klein 2004
Distribuido por The New York Times Syndicate

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