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8 juillet 2008

Los nuevos reclutas de la CIA.

 

La clásica metodología de espionaje secreto de una de las agencias de inteligencia más conocidas del mundo cedió lugar a la incursión de fuerzas privadas y paramilitares. Operaciones, guerras y poder.

Por Nicolás Poggi (*)
APM
. Argentina, 8 de julio de 2008.

Atrás quedaron los turbulentos -pero aparentemente tranquilos- años de la Guerra Fría. Por supuesto, esto no es ninguna novedad en Estados Unidos ni en el mundo. Pero no sólo en el sentido político e ideológico. Sino también en el estrictamente militar. Es que hay algunos cambios, que se van conociendo a cuentagotas y con un poco de esfuerzo de atención.

De un tiempo a esta parte se ha hecho notoria la creciente orientación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) a incorporar fuerzas privadas y paramilitares en sus filas, destinadas a recorrer prácticamente todos los lugares del planeta en los que sea necesaria la "intervención".

Esto conduce a una suerte de cambio en el modelo. Es decir, la adaptación de sus antiguos servicios de espionaje en acciones más directas, propias de un grupo paramilitar. Lo cual le otorga un vertiginoso giro a una de las agencias de inteligencia más conocidas del mundo.

De modo que resulta necesario un recorrido atento hacia los años anteriores, cuando aparentemente comenzó todo. "A finales de los ’90, el nuevo director de la CIA, George Tenet, uno de los hombres de confianza de George Bush padre e hijo, decidió que sus espías estaban para más", explica la periodista María Laura Carpineta. El atentado contra las Torres Gemelas en septiembre de 2001 y la consiguiente "guerra contra el terrorismo" le sirvieron como herramienta para convencer al Congreso.

Luego Carpineta cita un trabajo interno publicado por la Escuela de Guerra del Ejército estadounidense en 2003 : "Las operaciones militares de la CIA en Afganistán son la acción clandestina más importante y letal que ha realizado la agencia desde que se creó en 1947, y son un retorno definitivo a la participación paramilitar de la CIA en los conflictos armados".

Por su parte, Trevor Paglen, geógrafo militar e investigador de las cárceles clandestinas de la CIA en el mundo, explicó a la misma periodista del diario argentino Página/12 que "antes, los agentes de la CIA operaban como apoyo a los marines u otros grupos selectos. Les preparaban el terreno y les dejaban la mesa servida para atacar. Pero ahora ellos hacen sus propias misiones. Ya nadie les dice qué hacer".

Está claro que este cambio de metodología conduce a muchos lugares, pero sobre todo conduce al pasado. No viene mal recurrir, por ejemplo, -en una cuestión absolutamente arbitraria- al cine. Esta majestuosa disciplina artística que se encargó varias veces de asomarse detrás del escenario de una de las agencias de espionaje más misteriosas del mundo.

Atrás queda, entonces, la gloriosa época de los espionajes virtuosos, igual de feroces pero sutiles, casi invisibles, en función de la legendaria causa estadounidense. Definitivamente atrás queda aquella metodología expuesta a la perfección por el personaje encarnado por Donald Sutherland en "JKF". "Éramos buenos", le confiesa en un momento el personaje de Sutherland, un espía de alto rango de la CIA ya retirado, al fiscal que por entonces llevaba a cabo, en la más absoluta de las soledades, la complejísima investigación por el asesinato de John Fitzgerald Kennedy.

"Éramos buenos", dice el ex agente y pasa a enumerar todo lo que habían logrado durante aquellos frenéticos años de la Guerra Fría : numerosas y exitosas intervenciones en procesos contrarrevolucionarios que habían tenido lugar, uno atrás de otro, en la convulsionada América Latina y en el resto del mundo. Como al pasar, como una víctima entre tantas, como un elemento menor ante la portentosa suma de las partes, en aquel monólogo magistral se nombra al derrocado presidente guatemalteco Jacobo Árbenz.

"Los paramilitares de la CIA vienen de los cuerpos de elite de las Fuerzas Armadas y la policía, como los marines, los Navy Seals, los Army Rangers y los equipos SWAT", explica Loch Johnson, especialista de la CIA de la Universidad de Georgia. Y remata : "Con apenas unos años en el oficio, estos hombres y mujeres ya tienen el entrenamiento básico, la disciplina necesaria y muchos de los contactos que después usarán en sus misiones con la CIA".

En este sentido, es necesario subrayar las consideraciones de Jim Pavitt, subdirector de operaciones de la CIA, que ya en 2003 prevenía : "Esta gente está operando todos los días alrededor del mundo ; los puedo hacer entrar rápida y clandestinamente a cualquier parte".

Para lo cual resulta imprescindible una aclaración de Paglen, el geógrafo militar que investiga a la mítica y casi inescrutable agencia de espionaje. "América Latina también podría estar en el radar de la CIA. Después de todo, sus paramilitares empezaron a operar en los ’80 en países como Honduras, El Salvador y Nicaragua", según le confió al matutino Página/12. Además agregó que "si Estados Unidos estuvo implicado en el ataque al campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en Ecuador, los hombres para ese trabajo habrían sido los paramilitares de la CIA".

Para finalizar, una última vuelta por el cine y por la historia. En este caso se trata de "El buen pastor", una película dirigida por Robert De Niro que se enfoca en la vida política de la CIA desde sus comienzos, a fines de los años ’40, hasta la frustrada invasión a Bahía de Los Cochinos, en Cuba, en los primeros años de la década del ’60. Un hecho absolutamente trágico para la vida política del país y, sobre todo, para su entonces presidente, John F. Kennedy.

"¡Me convencieron ! ¡Me convencieron !", oyó de boca de John Kennedy, justamente, el por entonces presidente de la Argentina, Arturo Frondizi, según contara con nostalgia muchos años después en una entrevista. Frondizi se refería así al amargo lamento de Kennedy por haber aceptado la propuesta de la CIA de invadir Cuba con fuerzas integradas por cubanos exiliados.

No es de extrañar. La CIA es capaz de convencer a parlamentarios, funcionarios o cualquier presidente.

(*) El autor de esta nota es alumno del Seminario "Periodismo en Escenarios Políticos Latinoamericanos" que se dicta en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

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