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12 octobre 2004

Los intelectuales frente a la transición del Uruguay.

 

Los intelectuales uruguayos viven la aproximación al cambio con temores que ya no se pueden explicar en las impudicias e inconsistencias del "otro" sino en su propia capacidad y valentía para enfrentar los desafíos actuales revolviéndose frente a sus históricas defecciones.

Por Jorge Jauri
La República , 11 de octubre del 2004

En una reunión de amigos en la tardecita del viernes pasado Carlos Furche nos interrogaba sobre cómo vivíamos la aproximación de la izquierda al gobierno. La respuesta fue una suma extraña de angustias y alegrías y, sobre todo, de un dominante escepticismo. Furche, uno de los intelectuales más destacados del nuevo reformismo chileno, con notorias pertenencias al conglomerado democrático avanzado que sucedió a la dictadura, escuchó las respuestas con una atención ostensiblemente preñada de sus propias memorias. De inmediato nos contó cómo la capacidad de innovación intelectual se había encargado de ir acompañando aquella fenomenal incertidumbre de la emergencia de la izquierda en el gobierno en fuerza viva de contribución al éxito de la compleja transición. Dicho sea de paso porque no es este el objeto de esta columna, el chileno insistió en una afirmación que había manejado con reiterada convicción en la conferencia brindada esa misma mañana en el edificio del MERCOSUR : "... lo principal es la política"... Para el jefe de la inteligencia agroindustrial chilena, la razón principal del éxito dista de las políticas sectoriales y la disponibilidad tecnológica ; la revolución de los chilenos es la amplia coincidencia de la intelectualidad en la afirmación del cambio institucional. Suficiente para pensar un rato. [1]

De nuevo, los intelectuales y la política
Ahora y a diferencia de los chilenos que ya están en otra cosa, los uruguayos nos enfrentamos a tareas gigantescas. A diferencia de Chile con todo su problema militar incluido, la institucionalidad uruguaya es deficiente, insostenible como base de cualquier cambio serio. La declinación intelectual de la izquierda ha contribuido grandemente a que la derecha pueda ensayar sus disculpas por entregar el país en estas condiciones. Aquí aún nos faltan años de reformas, disciplinamiento y, sobre todo, de recreación en ese camino de una fundamentación inteligente de la confianza. Es natural entonces que frente a tamaño desafío de innovación de la política, de reformas institucionales que nos debemos hace décadas, la inteligencia nacional se revuelva inquieta y escéptica frente al brutal desafío del cambio. ¿Hay en los formadores de pensamiento y capital humano potencial de cambio que permita alentar grandes esperanzas ? Parecería que no. Si hay algo notorio en este país es la pérdida absoluta de la "ambición intelectual del cambio". La intelectualidad nacional está lejos de completar el duelo de sus fracasos reiterados. En nuestro país, el escepticismo dominante en ese tipo de reuniones llenas de intelectuales de izquierda se ha generalizado en razón directa a la aproximación del EP-FA-NM al gobierno. Esta es una realidad tan considerable que no conviene negar. Ella hace parte importante de esa anomia nueva de la militancia del Frente, presente en toda la campaña y que no parece ser modificada ni siquiera cuando los aciertos de la publicidad central o la capacidad disciplinaria de Vázquez transforman en fortaleza la continua aparición de las múltiples incongruencias naturales de una fuerza de tan amplio espectro. El educado escepticismo de los uruguayos ha desanimado al país reiteradamente. Y el escepticismo uruguayo es, esencialmente, escepticismo cultural. El ha resguardado a sus intelectuales más destacados del riesgo que conllevan las grandes oportunidades. Fue así en los cincuenta cuando la intelectualidad criolla no atinó a construir un programa de la sustitución de la presencia inglesa y los beneficios de la guerra. El mismo escepticismo pacato de la intelectualidad uruguaya mediatizó su aporte cuando la defensa de la democracia en los sesenta requería algo más que heroísmo y la internalización de un modelo decadente de liberación. Eran tiempos de innovación y valentías que la intelectualidad sorteó descansando sus responsabilidades en un pobre seguimiento a la internalización de un modelo de liberación ya decadente.

El desafío de revolverse sobre uno mismo
¿Y ahora ?, cuál es la razón intima del dominante escepticismo intelectual criollo : ¿deviene este de las "dificultades culturales" del nuevo staff de administradores de la cosa pública ? ; ¿tiene que ver con las previsibles dificultades de acomodación del discurso de oposición a la teoría del nuevo gobierno y sus consecuentes deberes para la inteligencia ? ; ¿se fundamente en la percepción de las dificultades que habrá para administrar los escasos créditos iniciales ? : ¿se explica en la imposibilidad notoria de importar rápidamente reglas de disciplinamiento vía acuerdos comerciales y de inversión con el norte como lo ha hecho Chile ? : ¿es tributaria de la pavura que implica la ejecución de las reformas sobre las cuales gobierna la izquierda chilena y brasileña en un Uruguay en el cual el 70% de la población repudia "el mercado" como asignador eficiente de recursos ? [2]

No. Nuevamente, la intelectualidad se enfrenta al cambio con esa ambigua y condicionante razón que la cultura y la educación conllevan en el proceso histórico. La intelectualidad uruguaya, dominantemente progresista y de izquierda en sus propias definiciones está asustada. A diferencia de la brasileña y la chilena, el cambio pasa ahora por la pericia en la administración de una transición en la cual Uruguay no sólo no tiene la mínima calidad institucional sino que, además, carece de ámbitos de creación independiente del fundamento intelectual para avanzar en esa dirección inicial. En soledad, cuando pueden despegarse de sus infinitas pertenencias corporativas, con su historia y sus afectos a cuestas, los intelectuales intuyen que tienen ante si, nuevamente, la exigencia de la sociedad que los educó y que ahora requiere de ellos, precisamente, la capacidad de transformar el conocimiento original en creación, en novedad. La izquierda debe hacer en el Uruguay lo que la derecha no se animó o no consideró oportuno hacer. Esa es la razón del escepticismo actual. Mezcla de temores y certezas nuevas. Conciencia de que, ahora, su contribución al cambio debe saltearse sus duelos y temores para revolverse contra sus propias estructuras defensivas, esas dónde se recrea el escepticismo actual. *

* Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República Oriental del Uruguay.

** Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República Oriental del Uruguay.

Notas :

Notes

[1Carlos Furche es Director de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias del MACH y el viernes 8 de octubre brindó una conferencia sobre la experiencia chilena de políticas agroexportadoras en el ciclo organizado por Seragro.

[2Political Institutions, Policymaking Processes and Policy Outcomes : The Case of Uruguay Mario Bergara (coordinador)* Andrés Pereyra*, Ruben Tansini*, Adolfo Garcé**, Daniel Chasquetti**, Daniel Buquet** y Juan Andrés Moraes* Agosto, 2004

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