Portada del sitio > Los Primos > Perú > La sociedad de la vieja política de Perú pone vallas a los nuevos
Por Raúl Wiener
Lima, 4 de septiembre de 2005.
El mismo día que una encuesta advertía que el nivel de rechazo del país hacia la casta política expresada en los partidos tradicionales ha sobrepasado el 90%, es decir nadie los quiere, la comisión de constitución del Congreso votaba impertérrita para imponer la valla del 5% para acceder a una representación.
Sin ninguna vergüenza el APRA, Unidad Nacional y un iluso Perú Posible, decidían repartirse los escaños de un legislativo al que los peruanos con gusto cerrarían al ver que esa instancia es totalmente inútil para canalizar las demandas de los pueblos y para airear el sistema político proyectando nuevos liderazgos y propuestas.
Se les ocurre que con la valla, están resolviendo el problema de la dispersión y asegurando un sistema más fuerte encarnado en dos o tres bloques políticos. ¡Qué graciosos! Como si la dispersión no fuese expresión del desgranamiento de los propios bloques mayoritarios, el famoso fenómeno de los tránsfugas y re-tránsfugas, que se origina en la manipulación electoral de los 90, con fines reeleccionistas, y en el vaciamiento programático de todos los sectores políticos que tienden a representar lo mismo.
Como dice Flores Araoz, lo que nos diferencia, son sólo los énfasis. Como que todos quieren tener de ministro de economía y premier a Pedro Pablo Kuczynski.
La valla es una forma de decir que el club político ya está lleno y que hay que pagar un elevado derecho para conseguir el carné de socio. Es lo mismo que quería hacer Fujimori con el bárbaro mínimo de firmas para obtener el registro (aunque bajo la severidad se manejaba la componenda). A fines del 2000 se bajó la cota y ahora se quiere establecer una nueva valla.
Pero esto entra en directa contradicción con un país hambriento de cambios y que ha vivido sucesivas frustraciones con la democracia de Belaúnde-Bedoya-García, con el autoritarismo de Fujimori y con el régimen chicha de Alejandro Toledo. A este país no se le puede decir que por ’su bien’, le aseguraremos que los mismos de los últimos 25 años, serán asegurados en sus asientos para los próximos cinco años.
¿Qué problema hay con la dispersión finalmente? Nadie ha explicado eso, salvo por comparación con otros países que tienen sistemas ’más estables’. Pero la estabilidad no viene de que sean pocos o muchos partidos, sino de que la población se considere, mal que bien, representada. O que esté pidiendo que se vayan todos, como ya casi está ocurriendo en el Perú.
En un escenario de desaprobación masiva a los partidos, que ya se expresó trágicamente en el 5 de abril de 1992, y que se verifica no sólo en la encuesta de CPI, sino en la opinión que se recoge en la calle, ¿a quién se le ocurre que la ’estabilidad’, la ’viabilidad’, la ’gobernabilidad’ y cualquier otro concepto terminado en ’dad’, dependa de poner un obstáculo a que elementos políticos que hoy no están en el Congreso, puedan lograr un número de congresistas que les permita hacerse más visibles y plantear sus propias propuestas?
Que conste que no digo que abrirle la puesta a los partidos nuevos resuelve algún problema. Pero podría favorecer el cambio. Lo que sí es un suicidio es cerrar la sociedad política con los viejos partidos como únicos comensales. Provecho.