Accueil > Empire et Résistance > Afrique et Monde Arabo-Musulman > La resistencia increíble de Gaza contra Occidente y su juguete la OLP.
La agresión a Gaza, además de agregar nuevos crímenes al sionismo tiene un efecto demoledor sobre algunas de las ilusiones que se han generado en torno a este conflicto.
Por Juan Diego García
Argenpress. Buenos Aires, 6 de enero de 2009.
La primera, y muy importante, es el agotamiento de la ilusión respecto a Obama. Inicialmente algunos pensaron que con él habría cambios en la política hacia Israel ; está idea perdió fuerza al constatar el sionismo manifiesto de muchos de sus más cercanos colaboradores (en especial de la señora Clinton) ; y hoy, poco queda de aquella esperanza a juzgar por el silencio cómplice de Obama. La opinión de muchos analistas se confirma : no habrá cambios de importancia en relación al Medio Oriente ; Washington seguirá apoyando sin fisuras la estrategia colonial, racista y agresiva de Israel. Queda igualmente claro que la Unión Europea carece por completo de una política distinta en relación al sionismo. Más allá de declaraciones retóricas e hipócritas manifestaciones de "preocupación" la UE no moverá un dedo para presionar a Israel. Hay demasiada coincidencia de intereses. Para comenzar, un país cuya población está compuesta en un porcentaje considerable por inmigrantes de Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, constituye de hecho una prolongación de Occidente, una avanzadilla del capitalismo en tierras del Islam.
Patético -por decir lo menos- resulta el comportamiento de la Autoridad Nacional Palestina, cada vez más alejada de su propio pueblo, entre otros motivos porque Hamas le restó toda legitimidad tras su limpio triunfo electoral. En la práctica la ANP se ha convertido en un juguete en manos de Israel y sus aliados ; sólo una semana después de iniciada la agresión contra Gaza ha roto su silencio para denunciar con vehemencia el genocidio. Pero si tal declaración fuese sincera debería romper todo contacto con los sionistas y sus apoyos internacionales, Estados Unidos y la Unión Europea. No se comprende que se negocie con genocidas que masacran palestinos ni que -como si nada ocurriera- se mantengan relaciones con Occidente, cómplice evidente en esta empresa criminal.
Tampoco extraña ya la conducta de la mayoría de los países árabes, en contraste agudo con la solidaridad de la población que por todas partes condena la agresión y exige a sus gobiernos el rompimiento de relaciones con Israel (cuando las hay) y medidas audaces que pongan al agresor contra la pared. ¿Qué tal, por ejemplo, un boicot mundial en el suministro de petróleo ?.
El apoyo mayoritario de la población de Israel a esta agresión infame debilita aún más la idea ingenua de una solución basada en dos estados, uno palestino y otro israelí. Sencillamente porque Israel no desea esta solución ; en realidad, su propósito es anexarse Palestina entera y expulsar a toda población no judía.
En este contexto, si tampoco resulta aceptable la solución de "echar los judíos al mar", solo cabría revisar la resolución mediante la cual la ONU creó el estado de Israel en 1948 e imponer la formación de un estado único, laico y democrático, sin ciudadanos de segunda clase, en que coexistan musulmanes, cristianos, judíos y no creyentes (que también los hay, sobre todo entre los judíos) ; un estado moderno compuesto -como muchos otros- por etnias y culturas diversas, todos bajo el paraguas de las Naciones Unidas que así podría enmendar un error histórico y recuperar algo de dignidad y pertinencia. Aunque suene utópico, sería la única solución civilizada porque no es aceptable regresar al Medioevo legitimando el estado nacional en principios religiosos con sus consecuencias inevitables de racismo y xenofobia. Es obvio que no ha funcionado la distribución del territorio de Palestina entre comunidades perjudicando a la mayoría (los musulmanes) y beneficiando a una minoría (los judíos). Es inaceptable el robo sistemático de tierras y demás recursos, la limpieza étnica y el genocidio. No se puede constituir un estado civilizado sobre los cimientos de la barbarie.
Siendo rigurosos, la ONU debería entonces revocar la decisión de crear el estado de Israel. Las Naciones Unidas empezarían desmantelando todas las fuerzas armadas de la región (en particular el arsenal nuclear del sionismo) y desplegando una fuerza de control y disuasión que garantice la convivencia pacífica de todas las comunidades. Se debería asegurar a todas las comunidades el acceso igualitario a la tierra, al agua y a los demás recursos ; erradicar la colonización ilegal, el robo de propiedades y el desplazamiento forzado, y organizar el retorno de los refugiados palestinos a sus hogares. De igual manera, la ONU permitiría las migraciones ordenadas de quienes, por los motivos que sea, deseen vivir en Palestina -tierra de los antepasados de muchas etnias, religiones y culturas-.
Aunque parezca de momento irrealizable esta alternativa es la única con fundamentos democráticos. Ni la solución de 1948 ni la idea peregrina de "dos estados para dos pueblos" los tienen. Solo el derecho de residir igualitariamente en Palestina para todos excluye la expulsión, de hecho, pura y simple limpieza étnica. Es la única alternativa que evita el exterminio de una comunidad por el hecho de ser diferente (en cultura, en religión, en etnia o en cualquier otro principio). Un estado palestino democrático y laico es siempre preferible al proyecto racista del sionismo (el "gran Israel") o cualquiera otro que suponga algún tipo de discriminación o privilegio, extraño por principio a un orden civilizado y moderno. Sostener que esta solución es imposible a corto plazo no significa que lo sea en absoluto. Tan solo expresa la dificultad momentánea de su realización debido al encono, el odio y los rencores que alimentan medio siglo de agresiones e injusticias contra una población indefensa que ha visto como le son arrebatadas sus tierras, cómo se le condena a la vida miserable de los campos de refugiados y cómo, sistemáticamente, los ejércitos del sionismo les someten impunemente a la agresión militar.
Quienes consideran a los palestinos "un pueblo derrotado" y se imaginan que el actual panorama no va a cambiar nunca parecen olvidar que la arrogancia de Israel solo es posible por la masiva ayuda de Occidente y la complicidad de las satrapías árabes. Pero ni una cosa ni la otra son necesariamente eternas. Occidente apoyará a Israel solo hasta el momento en que le resulte útil si es que antes no se lo impide su propia decadencia. Igual ocurre con aliados como Egipto, Jordania o Arabia Saudí, que acumulan tensiones sociales y políticas muy agudas que en cualquier momento pueden dar al traste con la actual correlación de fuerzas. Entonces ni las armas atómicas serán garantía para el sionismo.
De momento las condiciones para los palestinos resultan particularmente adversas. Pero ellos resisten con una tenacidad incomparable. Y en su resistencia increíble reside la mayor garantía de su triunfo. Cuenta igualmente que la opinión mundial que condena horrorizada la agresión israelí. Así, en la propia resistencia y en la solidaridad mundial reside la fuerza del pueblo palestino. De la misma manera que ayer, el pueblo judío sobrevivió al holocausto como resultado de su propia lucha y por la solidaridad de muchos que no desfallecieron cuando tantos creían invencibles a las fuerzas oscuras del fascismo.
Solo una minoría de la población de Israel repudia al sionismo y suscribe la idea de un estado único, democrático y laico en las tierras de Palestina. Es mayor el número que al menos de palabra acepta un orden civilizado y moderno basado en los principios de la Ilustración. Deberían reflexionar sobre la incompatibilidad manifiesta entre las ideas democráticas y el racismo sionista tal como indicaron en su día judíos tan destacados como Albert Einstein o Hannah Arendt. Ahora bien, para la mayoría de la población de Israel, imbuida de un fanatismo religioso feroz, bien vale la exigencia bíblica…"No codiciarás la casa de tu prójimo : no codiciarás su mujer, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo" (Éxodo 20-17). Podrían empezar por no arrebatarle violentamente el terruño a su legítimo propietario ; seguramente así no caerían cohetes artesanales sobre sus cabezas.