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Por Lisandro Gambarotta
Argenpress.info, 23 de noviembre del 2003
Desde la implantación del sistema neoliberal en Argentina la salud dejó de ser una prioridad para el Estado, provocando que los hospitales públicos no cuenten con el presupuesto necesario para atender a una población que en un 50 por ciento está por debajo de la línea de pobreza.
Un reflejo de la situación real ha aparecido en la prensa internacional a través de fotografías de niños argentinos desnutridos que padecen trastornos en el crecimiento o déficit intelectual de tipo crónico.
Sin embargo, existen emprendimientos cooperativos que se plantean "no reemplazar el rol insustituible del Estado", sino ayudar desde sus posibilidades a la población, forjando un sistema de salud bueno, solidario y accesible económicamente.
En la ciudad de Buenos Aires se ubica la Cooperativa de Salud Medrano, compuesta por trabajadores de una clínica privada que fue declarada en quiebra, contando entre sus deudas con varios sueldos de estos trabajadores, quienes al no tener posibilidades reales de acceder a otra fuente laboral lucharon y lograron que la justicia les diera una tenencia provisoria del establecimiento, con posibilidades de obtener la expropiación definitiva.
La clínica pertenecía a una mutual evangelista que hoy está en concurso de acreedores. Uno de sus principales médicos era el doctor Héctor Lombardo, quien fue Ministro de Salud durante el gobierno de Fernando de la Rúa (1999-2001).
Desde su posición de poder, Lombardo logró que una vez decretada la quiebra la justicia le concediera la explotación a una empresa en la que figuraba a cargo su secretaria privada.
Así, el ahora ex ministro hizo negocios millonarios, como por ejemplo que los 30 mil afiliados a la obra social del Correo Argentino se atendieran en esa instalación, cobrándole al Estado 18 dólares mensuales por cada uno, según afirma Alberto Blanco, enfermero de terapia intensiva y secretario de la cooperativa.
El sistema de salud que ofrece la cooperativa tiene como eje al médico de familia, especialidad que permite un conocimiento más personal del paciente y su contexto social.
"Entendemos que podemos hacer una medicina diferente a la usufructuada por la medicina comercial, que se preocupa más por el dinero que por la salud. El médico de familia permite una mayor prevención y resuelve hasta en un 85% las dolencias que tienen los pacientes", sostiene Blanco.
Agrega que sólo en casos muy específicos se hacen derivaciones hacia los hospitales. Aquí atendemos desde un parto hasta las dolencias de los ancianos.
La base de la cooperativa no es únicamente su conocimiento científico, sino que el hecho de conocer personalmente al paciente y a su entorno permite distinguir patologías médicas de conflictos personales o sociales, explica.
Actualmente la clínica ofrece atención primaria con consultorios externos, laboratorio de análisis clínico, radiología, servicio de enfermería, nutricionismo, pediatría y cardiología, entre otros.
Su solidaridad se expresa también a través de la atención gratuita a desocupados dos días a la semana y en convenios de aranceles reducidos con estudiantes universitarios y trabajadores de fábricas recuperadas.
Un caso similar se dio con la Clínica Junín, ubicada en la provincia serrana de Córdoba. El conflicto se inició con atrasos en el pago de sueldos y se profundizó al ser vendida por sus propietarios a una asociación fantasma que profundizó el vaciamiento.
Los trabajadores -decididos a defender su fuente laboral- ocuparon el inmueble y en junio de 2002 se organizaron como cooperativa y pusieron la clínica en funcionamiento. Desde entonces comenzaron un proceso de acercamiento a la comunidad con planes de salud accesibles para familias y estudiantes, relacionándose también con comedores comunitarios, asociaciones artísticas y otros sectores.
"Nos preocupa la prevención en la salud. Consideramos que en Argentina ha existido una total indiferencia de los gobiernos por la salud de la población, a tal punto que ni los hospitales públicos cumplen con su cometido que es asistir a los más necesitados", dice Teresita Brandan, mucama y miembro de la cooperativa.
"Los servicios médicos privados se han convertido en un vil negocio de empresas a los que no les importa la vida de los pacientes. Entendemos como una obligación dar asistencia a la población sin tener que cobrar grandes montos de dinero, porque la buena medicina no debe ser onerosa", sostiene.
Ante la falta de una respuesta por parte de las autoridades laborales, los trabajadores han realizado una denuncia penal contra los dueños de la clínica por vaciamiento e incumplimiento en el pago de más de ocho meses de sueldos, reclamando la expropiación del inmueble a cargo de la cooperativa.
En la actualidad la clínica ofrece atención en consultorios externos, guardia, enfermería y laboratorio a los dos mil pacientes. Cuenta con 34 empleados y 45 médicos, quienes cobran a través de un bono contribución que abonan los pacientes.