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2 de noviembre de 2002

La "jibarización" de la banca

 

Por Gabriel Tabera Soliz

En medio de una asfixiante crisis que ha quebrado el espinazo a varios sectores productivos, la banca boliviana ha redimensionado drásticamente sus operaciones. Encogida al mínimo ha ganado, sin embargo, mayor solvencia y fortaleza, aunque aún mantiene en pie sus grandes problemas: altas tasas de interés, una relativa ineficiencia y un escaso apoyo a los sectores productivos.

La banca comercial privada que opera en Bolivia vive un singular proceso de "jibarización". Asfixiada por el descalabro de los sectores productivos, limitada por nuevas y severas normas de funcionamiento y apuntalando criterios internos de mayor prudencia, el sistema bancario se ha encogido: en un poco más de tres años y medio ha perdido cerca de mil millones de dólares en depósitos, ha reducido su cartera de préstamos en más de 1.400 millones de dólares y ha visto crecer la mora crediticia en más de 300 millones de dólares.

La reducción de la magnitud y cuantía de sus operaciones, lejos de sumirla en el desaliento por la disminución de sus ganancias y la incertidumbre generada por la crisis y las vacilaciones gubernamentales, le ha permitido ’poner orden dentro la casa’ y mantenerse a pie firme en medio de una economía signada por la recesión y la parálisis.

A mediados del 2002, la boliviana es una banca más pequeña, pero más solvente y confiable que antes. De la mano de nuevas inversiones y aportes de capital, el sistema bancario se ha modernizado y brinda nuevas líneas de crédito y novedosos servicios en el ámbito electrónico y en otros rubros de atención al cliente.

Los créditos vinculados y las quiebras, cuyos millonarios costos fueron absorbidos por el Estado, ya son temas superados. La banca boliviana ha perdido mucha grasa y ha erradicado los vicios del pasado (créditos vinculados), aunque se mantienen latentes sus grandes problemas como las elevadas tasas de interés, su relativa ineficiencia y su extrema dependencia de pocos ahorristas y prestatarios, en los que se concentra la mayor parte de los depósitos y los préstamos.

Un trienio complicado

El redimensionamiento no ha sido nada fácil. En la evaluación de la Superintendencia de Bancos, del Banco Central y de los propios banqueros, el último trienio ha sido muy difícil y complicado para el sistema financiero boliviano por la reducción de sus operaciones, el empeoramiento de sus indicadores financieros y la baja en los niveles de rentabilidad.

’La banca ha sufrido el impacto de la crisis económica, del crecimiento económico reducido, de la devaluación en constante ascenso y de una inflación con estancamiento’, dice Alberto Prado, ex presidente de la Asociación de Bancos Privados (ASOBAN) filial Oruro, una región donde la crisis impactó en igual o mayor proporción que en el resto del país.

En el sistema bancario nacional, los depósitos bancarios disminuyeron en un 28 por ciento, entre principios de 1999 y agosto del 2002. Hace tres años y medio, los depósitos alcanzaban a un total de 3.473 millones de dólares, mientras que ahora son 2.492,7 millones. La reducción es del orden de los 980 millones de dólares.

En el mismo periodo, la cartera total de préstamos se ha reducido en una tercera parte. A principios de 1999, la cartera crediticia alcanzaba a 4.217,7 millones de dólares, en tanto que en la primera semana de agosto de 2002, la cartera era de 2.796,2 millones de dólares.

La liquidez del sistema también ha caído en un 50 por ciento en los primeros 7 meses del año, pasando de 1.242,8 millones de dólares a 698 millones, con una reducción neta del orden de los 544,8 millones de dólares.

Y aunque todos estos datos de la Superintendencia son elocuentes sobre el proceso de ’jibarización’ que vive la banca, hay otro elemento que ilustra el impacto de la crisis sobre el sistema financiero: la creciente mora.

Crece la mora

Hasta la primera semana de agosto, los créditos en mora sumaron 504,1 millones de dólares, que equivalen al 18 por ciento de la cartera de préstamos. La mora, que sigue creciendo, es la más alta de la historia y es producto del colapso de los sectores productivos y el sobreendeudamiento de los agentes económicos, que no están en condiciones de honrar sus obligaciones en los plazos y en las condiciones previamente pactadas.

El informe oficial contabiliza que, a principios de agosto, créditos por 396,8 millones de dólares intentaban ser recuperados en los tribunales de justicia, mientras que otros créditos por 107,3 millones no habían sido cancelados hasta la fecha de su vencimiento.

La situación se ve más complicada aún, si se considera que otros créditos por 113,5 millones de dólares presentaban un atraso de hasta 30 días en el pago de intereses y amortización de capital.

A diferencia de lo que acontecía hasta 1999, los créditos impagos con atraso de 30 días no se consideran como parte de la mora, lo que ha evitado que hoy se pueda hablar de que la mora total supere los 600 millones de dólares, equivalentes al 22,1 por ciento de la cartera, un nivel que preocupa a muchos por sus posibles efectos en cadena sobre la banca y los ahorristas.

Sin embargo, la banca dice que está preparada para cualquier emergencia. En sus arcas cuenta con casi 300 millones de dólares guardados en previsión de que los créditos impagos no sean cancelados por los prestatarios. Esto eleva sus costos, pero garantiza los ahorros del público, por los menos parcialmente.

"La banca, al igual que el resto de los sectores de la economía, sufre las consecuencias de la crisis económica por la que atraviesa el país, (pero) con un peso adicional, cual es el de precautelar los ahorros de los depositantes", asegura Marcelo Montero, el principal directivo de ASOBAN.

La defensa de los intereses de los ahorristas también es el argumento que esgrimen los banqueros para explicar su negativa a refinanciar o reprogramar la deuda de algunos sectores empresariales.

"Financiar operaciones que no son rentables y continuar invirtiendo en empresas que no son viables, no solo distrae recursos para actividades productivas rentables que necesitan financiamiento, sino que pone en riesgo el ahorro que la gente tan duramente ha formado", explica Montero, un economista con vasta experiencia en el campo financiero.

Los avances

En este ambiente recesivo, a la banca boliviana no le ha quedado más alternativa que actuar con mucha prudencia y en la búsqueda de mayor eficiencia. La reducción de costos financieros, la reestructuración de sus pasivos y políticas más prudentes a la hora de otorgar créditos y obtener financiamiento la hicieron salir airosa de la crisis que agobia al conjunto de la economía nacional.

En el último trienio, la austeridad interna ha sido la norma de las entidades bancarias. Entre 1999 y el 2001, los costos administrativos de la banca han disminuido en algo más de 35 millones de dólares, que representa una reducción del 16 por ciento.

De igual manera, se ha verificado la eliminación de 97 agencias bancarias, entre 1998 y el 2001. A mediados del 2002, los 12 bancos que operan en el país contaban con 242 sucursales y agencias en el territorio nacional.

La mejora en la situación patrimonial del sistema, la mayor eficiencia administrativa y la obtención de modestos pero positivos niveles de rentabilidad en el 2002, permiten que la banca cuente con los recursos necesarios para impulsar la reactivación de la economía. Estos factores han contribuido también para que se mantenga incólume la confianza del público en la banca.

Problemas pendientes

Sin embargo, y pese a estos notorios avances del último tiempo, la banca comercial boliviana aún tiene mucho por andar y hacer para cumplir a cabalidad con su rol de financiar e impulsar el desarrollo de las actividades productivas en el país, aseguran informes especializados.

Hasta ahora, el aporte de la banca privada al desarrollo nacional no ha sido el esperado y está aún muy lejos de cubrir las necesidades de los productores. Las altas tasas de interés, sus depósitos a muy corto plazo, la extrema dolarización, la orientación crediticia al consumo y los servicios, la excesiva concentración de préstamos en pocas manos y sus aún evidentes niveles de ineficiencia conspiran, entre otros factores, para que la banca no sea el aliado ideal de los productores nacionales.

Según una reciente investigación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ’el sistema financiero boliviano ha tenido un gran avance cualitativo y cuantitativo desde la crisis económica, pero aún refleja elementos de incapacidad para crear mecanismos eficientes de intermediación financiera que le permitan captar recursos económicos de los agentes de mercado y que puedan contribuir significativamente a incrementar el ahorro interno y la inversión productiva’.

El estudio de la CEPAL sostiene que tres de los principales problemas con los que se enfrenta la banca del país son: la permanencia de altas tasas de interés, la permanencia de depósitos de corto plazo y la dolarización de la economía.

Intereses prohibitivos

"A pesar de la constante disminución de la tasa de interés para los créditos que se ha dado a partir de 1987, ésta continua siendo alta y tiende a incrementarse de nuevo por el excesivo crédito de consumo y creciente brecha comercial. Por tanto, la banca comercial boliviana tiende a satisfacer en gran medida una demanda de crédito para consumo y no una demanda para actividades productivas que aumente la generación de bienes", asegura la CEPAL.

Según el último informe de la Superintendencia de Bancos, la tasa de interés para los créditos en dólares alcanzó en promedio, en junio del 2002, a 11,9 por ciento, que a pesar de ser la más baja de la última década es demasiado elevada para las necesidades de los sectores productivos del país.

Dinero caliente

Otra enorme dificultad que tienen los bancos para financiar a los productores es el agudo desfase que existe entre los depósitos bancarios, que son de corto plazo, y las demandas de crédito productivo, que son de mediano y largo plazo.

"En cuanto a los depósitos, su composición muestra el predominio de los depósitos de corto plazo en un ámbito en el que aproximadamente el 60 por ciento de las captaciones del público a plazo fijo tiene una duración de un mes a un año", asegura la CEPAL.

Esto significa, según la explicación de la Superintendencia, que la mayor parte de los recursos depositados en la banca privada son ’dinero caliente’ que no debería ser colocado en sectores productivos, cuyo ciclo económico requiere de periodos de maduración mayores a dos años.

Estos depósitos a muy corto plazo, junto a las elevadas tasas de interés, explican, en gran parte, la notable inclinación de la banca boliviana a la hora de otorgar créditos para el consumo, el comercio y los servicios, aseguran los especialistas.

La extrema dolarización del sistema bancario es otro de los elementos negativos, apuntados por la CEPAL.

Pocas empresas con crédito

Otra de las grandes debilidades de la banca comercial boliviana es haber concentrado gran parte de sus créditos y préstamos en pocas manos.

Según los datos oficiales, 1.524 empresas y personas han obtenido casi la mitad de los créditos concedidos por el sistema bancario. En conjunto, estos 1.524 prestatarios, asentados en su mayor parte en Santa Cruz, recibieron 1.583 millones de dólares.

Esta notable como inquietante inclinación de la banca comercial de conceder créditos a los que más tienen, ha incidido también en el incremento de la mora bancaria. Las dificultades que confrontan las grandes empresas receptoras de los créditos obligaron a la banca a destinar crecientes recursos como previsión ante una eventual incobrabilidad de estos créditos.

En suma, la banca boliviana, encogida al mínimo y fortalecida al máximo, tiene grandes desafíos por delante y una tarea ineludible: ser el trampolín de los sectores productivos renovados y emprendedores del país.

Econoticiasbolivia
Fecha publicación: 31/10/2002.

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