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26 janvier 2005

La izquierda, el Gobierno : Unos y trinos

 

El Frente Amplio amortigua sus pujas internas y empieza el delicado juego de neutralizar a sus adversarios.

Por Marcelo Pereira
Brecha, 21 de enero del 2005

Tabaré Vázquez no tendrá que pedir asesoramiento a Nicolás Cotugno. El casi seguro acuerdo frenteamplista sobre la candidatura de Ricardo Erlich a la Intendencia de Montevideo, que afloró esta semana, evita la multiplicidad de postulantes y la difícil tarea de justificarla. Para eso habría podido ser útil el magisterio de la Iglesia Católica, históricamente exitosa al alegar que tres personas son lo mismo que una.

La disyuntiva de tres o uno también está en juego durante el diálogo entre frenteamplistas, blancos y colorados. Por momentos parece que la vida política del país girara, como en las últimas décadas, en torno a las relaciones entre tres partidos ; pero a veces asoma la posibilidad de que el único partido importante sea el que juegan entre sí las fuerzas que triunfaron en octubre.

La perspectiva de big bang, en que el Frente se expande hasta ser universo, es la que se ha consolidado en el escenario municipal de Montevideo, con clara tendencia a que los conflictos políticos más relevantes sean los que ocurren dentro de la izquierda, mientras la oposición pierde de vista la pelota. La definición del candidato frenteamplista equivale, para la mayoría de los ciudadanos, a la elección del próximo intendente.

Emergente de emergencia. Tan segura parece la elección de cualquier candidato de la Nueva Mayoría en Montevideo, que ésta se ha tomado para seleccionarlo muchas, casi demasiadas, semanas y libertades, desde que el senador tupamaro José Mujica, oliendo que lo querían madrugar, demandó en noviembre que la postulación correspondiera al Movimiento de Participación Popular (MPP), lanzó al ruedo varios nombres de su sector, y afirmó que si el resto de la izquierda no se alineaba tras un emepepista, habría múltiples candidaturas, incluyendo la del propio Mujica.

Siguió un prolongado período de forcejeos y amagues, en el que se habló públicamente de más de una docena de posibles candidatos, y de unos cuantos más con cierto grado de reserva, a veces sin consultarlos.

Luego pareció que todo estaba detenido hasta que Mujica fuera dado de alta y dijera la última palabra, pero un poco antes de eso, y mediante el esfuerzo de tejedores discretos, la candidatura de Erlich, decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, parece la forma de salir del atolladero, aunque deja expectativas por el camino.

Se trata sin duda de un emepepista, que estuvo preso por tupamaro, pero al mismo tiempo no es dirigente político del MPP ni militante formal de ese sector, lo que hace las cosas más fáciles para varios de los demás, y más complicadas para los liderados por Mujica.

Jorge Meroni, presidente de la Departamental de Montevideo emepepista, dijo a El Espectador el miércoles 19 que, "por supuesto, si (Erlich) llega a ser a propuesto y electo va a gobernar (…) primero con los lineamientos y programa del EP-FA-NM", pero también "con los lineamientos que el MPP ha aportado al programa del FA". Sin embargo, la trayectoria del probable candidato muestra un perfil que no se superpone fácilmente con los de Rosadilla o Mujica.

Entre otras cosas, ha defendido en el ambiente universitario posiciones bastante removedoras de lo establecido, y en el fondo es irónico que el ex rector Jorge Brovetto, después de ser casi candidato de la izquierda a la IMM, con respaldo de Vázquez, haya terminado esta semana, en su calidad de presidente del Frente Amplio y en aras de pacificar "la interna", abogando por la postulación de alguien a quien quizá llegó a considerar un adversario en el marco de la Universidad.

Rosadilla dijo el mismo día y a la misma radio que quienes frenaron su postulación actuaron así porque "el MPP ha salido bastante bien plantado cada vez que ha puesto un compañero en una responsabilidad", y "puede haber sectores que tengan algún temor" de que su proyección (la de Rosadilla) "genere un fenómeno parecido" al de Mujica y otros emepepistas que "se han destacado en forma mayúscula". Modestia aparte.

Puede leerse entre líneas que Mujica y los suyos quisieron proyectar a una figura nueva, relativamente más joven, y les pareció que un buen modo era ponerla en la vidriera municipal. Si el objetivo era preparar un relevo en la conducción emepepista, o uno para mayores responsabilidades pero "orgánico" del sector, lo de Erlich no es funcional, aunque el decano se convierta en "otra figura emergente y muy fuertemente emergente", como pronosticó Rosadilla.

En otra cancha. Vázquez encomendó al vicepresidente electo Rodolfo Nin y a los ministros designados Danilo Astori (Economía y Finanzas), Brovetto (Educación y Cultura) y Reinaldo Gargano (Relaciones Exteriores) una tarea cuyos fines últimos permanecen en el misterio para muchos.

El diálogo con los partidos Colorado y Nacional fue antes que nada, por lo menos en la superficie, un modo de darle vida al primero (y especialmente al autor de la propuesta, Julio María Sanguinetti), para que tomara nota el segundo, cuando el senador Jorge Larrañaga, presidente del Directorio blanco, parecía dispuesto a seguir en la línea de no formalizar acuerdos con el gobierno, que le ha dado buenos resultados desde 2000. Pero la iniciativa adquirió, o tuvo desde el inicio, otros significados posibles.

Varios de ellos se manejaron en las páginas 4 y 5 de la edición anterior de BRECHA, y uno más puede intuirse si se piensa que Vázquez, como Larrañaga, reitera conductas que sirvieron para su ascenso político.

Debe recordarse que el líder de la izquierda ganó mucho espacio, cuando era intendente, al mantener una relación de buenos modales con los dirigentes blancos y colorados que aventó toda posibilidad de presentarlo como un ogro temible, mientras se dedicaba en forma minuciosa a la expropiación de las bases sociales de ambos partidos, mediante una combinación de discurso y práctica.

El discurso se apoderó de referentes simbólicos mucho más allá de las tradiciones de la izquierda, como Batlle y Ordóñez, Aparicio Saravia o incluso Juan Pablo II ; la práctica tuvo una fuerte apuesta a lo social, sin hacerle ascos a tareas que muchos militantes solían considerar mero y despreciable asistencialismo. Cualquier parecido con este diálogo multipartidario y el Plan de Emergencia puede ser pura casualidad.

Para afrontar la situación, Sanguinetti tiene ideas de sobra, pero medios de menos. Es secretario general en minoría de su partido, y éste se ve rodeado, en relación de nueve a uno, por una sociedad de la que se divorció en malos términos.

Al igual que algunos dirigentes blancos, el ex presidente se divierte barato cuando afirma que las propuestas frenteamplistas para el diálogo no son muy distintas de las que aplicaron los gobiernos anteriores, pero eso puede favorecer a Vázquez entre los que no lo votaron.

El que parece recordar mejor cómo creció el ex intendente de Montevideo, y precaverse cuanto puede, es Luis Alberto Lacalle, quizá porque tuvo un mirador privilegiado para ver ese crecimiento desde la Presidencia de la República. Parece que a veces Larrañaga también ve, o intuye, que corre peligro de quedar reducido a la irrelevancia si lo enredan con suaves tules.

Los reflejos políticos del ex candidato presidencial lo llevan, curiosamente, a coincidir con Lacalle y enfatizar que su partido es "la oposición", aunque sea para "controlar y aportar". Al mismo tiempo insiste en que el Frente ha tomado muchas ideas de los blancos, mantiene cierto grado de hostilidad retórica contra Vázquez y dijo a El Espectador, el martes 18, que la mesa de diálogo "tampoco puede ser por mucho tiempo" ya que "el Parlamento se integra el 15 de febrero y no podemos sustituir en instancias paralelas el accionar democrático del país".

Pero Larrañaga no las tiene todas consigo para mandar en el Directorio, donde hay unos cuantos inclinados a cooperar con el gobierno para no quedar tan lejos del poder.* Ni siquiera es indiscutible su mando en el sector que encabeza, Alianza Nacional, que es justamente una alianza con los grupos de Sergio Abreu, Ruperto Long, Juan Andrés Ramírez, y Carlos Julio Pereyra, y que recién esta semana acordó dotarse de un Comité Ejecutivo. El resultado es que queda a mitad de camino, y no se sabe si dejó de afeitarse o se va a dejar la barba.

Vázquez suma y sigue.


* Y otros que parecen derivar hacia planos esotéricos, como el herrerista Gustavo Penadés, que habla de proponer al gobierno electo un plan de becas para niños pobres en colegios privados.

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