recherche

Accueil > Empire et Résistance > « Gringoland » (USA) > La insostenible factura del neocolonialismo estadounidense

4 octobre 2003

La insostenible factura del neocolonialismo estadounidense

 

Por Jacobo Quintanilla
Agencia de Información Solidaria

Seis de cada diez estadounidenses están en contra de la propuesta que el presidente George W. Bush ha hecho llegar al Congreso de dedicar 87.000 millones de dólares más al despliegue americano en Irak y a la reconstrucción del país, según el último sondeo de The Washington Post y ABC. El índice de popularidad de Bush es el más bajo desde que llegó a la Casa Blanca, pero por el contrario, todavía una mayoría le respalda (un 58% según la encuesta mencionada, y un 52% según la de CNN/USA Today). Este cambio en la opinión pública se produce en un momento en el que la economía crece (al calor del gasto militar), pero no crea empleo (el paro ha llegado al 6,4%), y soporta un déficit récord que el próximo año se acercará a la zona de peligro del 5% del PIB.

Cuando hace un año el jefe de los asesores económicos de George W. Bush, Larry Lindsey, dijo que la guerra en Irak costaría entre 100.000 y 200.000 millones de dólares, sus afirmaciones fueron desmentidas de inmediato por la Casa Blanca, y en diciembre tuvo que dimitir. "Es bastante probable que los americanos subestimen el compromiso económico que implica una guerra contra Irak", vaticinaba William D. Nordhaus, profesor de Economía de Yale, en su apocalíptico informe sobre las consecuencias económicas de la guerra en Irak publicado en diciembre de 2002. Finalmente los acontecimientos les están devolviendo algo de razón.

La realidad ahora es otra, y es que el coste de la guerra sube al ritmo que lo hacen las bajas en las filas americanas. Por lo pronto, Estados Unidos gasta mensualmente 5.000 millones de dólares en el país. Y según el Wall Street Journal, el mantenimiento de los más de 130.000 soldados sobre el terreno y los 35.000 que tiene en la región, le va a costar a Washington 50.000 millones de dólares al año. En total, en los seis meses de guerra, Irak ya se ha comido 70.000 millones de dólares del Pentágono, más de lo que le costó a la Unión Soviética la ocupación de Afganistán, que duró ocho años.

Al goteo de muertos, hay que añadir ahora la constatación de los desastrosos cálculos económicos que se barajaron de cara a la reconstrucción del país. De momento, el presidente ha pedido al Congreso 87.000 millones de dólares, más del doble de lo que esperaban los legisladores. Esta partida extra reclamada al Congreso incrementará el déficit presupuestario de Estados Unidos en 2004, situándolo, según la Oficina Presupuestaria del Congreso, en 525.000 millones de dólares, lo que supone pasar del 4,2% previsto, al 4,7%.

"Haremos lo que haga falta hacer y gastaremos lo que sea necesario gastar para lograr esta victoria esencial en la guerra contra el terror", espetó Bush el pasado 8 de septiembre cuando se dirigió a sus conciudadanos para justificar la petición de estos 87.000 millones -además de los 79.000 millones aprobados en abril por el Congreso.

Pero el mayor problema no es que los costes se hayan disparado y que la estabilización del país no se haya materializado. Lo más preocupante para Washington es que las previsiones del subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, de que Irak pagaría su propia ocupación y reconstrucción exportando petróleo, no se han cumplido (momento que Nordhaus situaba hipotéticamente en un plazo de 4 años). En agosto, Irak sólo exportó petróleo por valor de 645.000 millones de dólares, lo que supone una cuarta parte del nivel anterior a la guerra.

Pero el caos va más allá del petróleo. Según el administrador estadounidense para Irak, Paul Bremer, la red eléctrica necesita dos años y 8.000 millones de dólares en inversiones para arreglar las infraestructuras en todo el territorio, y el suministro de agua potable, 16.000 millones.

Estados Unidos necesita urgentemente internacionalizar la posguerra, "multilateralizar la pacificación", según Moisés Naím, director de la revista Foreign Policy ; que la ONU desempeñe un mayor papel en Irak, y que otras naciones se involucren en la reconstrucción del país. Washington está buscando una resolución de Naciones Unidas que legitime una fuerza multinacional para compartir la pesada carga militar y económica de posguerra, bajo mandato de la ONU, pero dirigida por los estadounidenses. Es decir, compartir la insostenible factura de su neocolonialismo sin ceder un ápice de su poder en la zona.

El subsecretario de Estado, Alan Larsen, explicó durante la última cumbre anual del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, celebrada en Dubai en septiembre, que "los costes de la guerra en Irak subirán a 70.000 millones de dólares, de los cuales el presidente Bush ya ha conseguido 20.000 millones", de lo que se deduce, según los analistas, que buscará financiación para los otros 50.000. Este será el tema de la Conferencia de Países Donantes, convocada para el próximo 24 de octubre en Madrid, y supondrá un encuentro decisivo para que los países que allí acudan definan su papel y, sobre todo, cuánto están dispuestos a aportar para la reconstrucción de Irak.

"No se cuando acabará ni cuánto costará ; no puedo decirlo ni creo que nadie pueda", afirmaba el vicepresidente, Dick Cheney. Lo que sí está claro es que Estados Unidos no puede soportar más el coste militar y económico de una guerra encaminada, dicen, a pacificar Oriente Medio. Washington, ahora sí, busca aliados y acreedores en su camino.

* Jacobo Quintanilla Periodista

Retour en haut de la page

El Correo

|

Patte blanche

|

Plan du site