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« No todo tiene que ver con la inflación »
La inflación es un tema conflictivo y actual que se apoderó del escenario político para denostar el modelo económico del Gobierno. Los medios concentrados instalaron el tema pero con omisiones tan groseras que terminaron construyendo una mentira que se trasmite de boca en boca. Al final nadie sabe muy bien de qué se está hablando. Alfredo Zaiat es Licenciado en Economía. Escribe desde 1987 en Página/12 y desde 1997 es jefe de la sección Economía y del suplemento económico « Cash ». Recientemente sacó el libro « Economía a contramano ». Allí desmenuza los puntos más relevantes de la economía en un lenguaje popular. La tesis principal del libro es que la economía se habla en difícil a propósito, para que el pueblo no tenga acceso. Con ese espíritu, nos encontramos con Zaiat para entender en mayor profundidad cómo funciona la inflación.
¿Qué hay que tener en cuenta para hablar de inflación hoy en Argentina?
Para hablar de la inflación hoy tenés que tener en cuenta principalmente el rubro que afecta a la canasta de los sectores más vulnerables: alimentos y bebidas. Si coincidimos en que los aumentos de precio son un problema, los aumentos de precio en alimentos y bebidas son « el » problema. Luego, hay diferentes tipos de aumentos de precios en diferentes sectores de servicio. Por ejemplo, si el parque automotor tuvo en Capital Federal un crecimiento explosivo y un desarrollo inmobiliario también muy fuerte, pero ese desarrollo inmobiliario no tuvo en cuenta la construcción de cocheras, lo que vos tenés es un aumento de cocheras que afecta al sector que tiene los autos. El que tiene auto va a decir: « A mí me aumento la cochera un 120 % ». Eso no es la inflación, eso es un aumento de precio puntual de un bien determinado debido a un problema de oferta y demanda. El tema de alimentos y bebidas, que afecta a todos, pero mucho más a los que tienen un ingreso fijo, como los trabajadores y jubilados, es el punto esencial para comenzar a hablar de inflación.
¿Qué es lo que genera la inflación?
Las fuentes de tensión inflacionaria que yo detecto, a diferencia de la visión ortodoxa, son la devaluación, la estructura desequilibrada de la economía, el aumento de los precios internacionales de las materias primas y de los alimentos, el abuso de la posición dominante de grupos concentrados y la puja distributiva. La devaluación se sabe que actúa como una fuente de tensión inflacionaria porque encarece los productos que se importan, no hay mucha ciencia. La estructura desequilibrada de la economía es otro elemento fundamental. Tenés un sector agropecuario de elevada productividad y un sector industrial de menor productividad que requiere por consiguiente un mayor apoyo e inversión. Cuando la economía crece, esos sectores industriales no han hecho las inversiones esenciales para ampliar su frontera de producción, o sea, su mayor oferta. Se dice que se forman cuellos de botella. Entonces aumentan los precios, fundamentalmente en sectores que son muy sensibles, los llamados insumos difundidos: aluminios, aceros, petroquímica, química. ¿Por qué es importante la estructura productiva desequilibrada? Porque la inversión va a los sectores más productivos y de mayor competitividad, que es el sector agropecuario. Por eso es importante la intervención del Estado para tratar de amortiguar esta estructura productiva desequilibrada, tanto como productor, o bien, induciendo al sector privado a que invierta en esos insumos claves para toda la industria.
¿Cómo afectan los aumentos de precios internacionales?
Los aumentos de los precios internacionales, actúan por dos vías. En primer lugar, el exportador de esa materia prima o alimento quiere tener a nivel local el mismo precio que tiene a nivel internacional. Para poder intervenir, el Estado debe controlar los precios o poner retenciones. Las retenciones ya actuaron como un límite, después del 2008 difícilmente se puedan aumentar. La otra opción es que aumente el precio de la tierra. Como se hace más rentable la actividad agraria, aumenta el precio de las tierras. Esto implica que la búsqueda del retorno de la producción, o sea, de la ganancia que se realiza con ese factor de producción tiene que ser mayor, entonces ahí aumentan los precios. El abuso de posiciones dominantes es uno de los puntos para entender los aumentos de precios.
¿La puja distributiva entre el capital y el trabajo afecta a la inflación?
Fundamentalmente desde el 2007, predomina la puja distributiva. Es decir, la tensión entre el capital y el trabajo. Es una relación que es de dos actores económicos, pero es desigual. El poder lo tiene el capital. El trabajador sólo a partir de un crecimiento económico muy fuerte y en condiciones de cuasi pleno empleo puede tener mayor fuerza. Si no, necesita de un tercer jugador que es el Estado para actuar de árbitro que equilibre las posiciones. Como los trabajadores buscan recuperar su poder adquisitivo que fue diezmado en diferentes momentos históricos en los últimos cuarenta años y el sector del capital no quiere perder su tasa de rentabilidad, ese juego lleva a que los precios tengan una muy fuerte tensión.
¿Por qué crees que los empresarios argentinos no invierten en las partes más sensibles de la cadena productiva? ¿Es porque no consiguen la rentabilidad deseada o hay un problema de confianza de los empresarios para con el país?
La tasa de inversión en Argentina, tomando el periodo del 2003 al 2012 tiene dos momentos importantes. Desde el 2003 al 2011, sacando el 2009 que hubo una caída de la economía, la tasa de inversión en Argentina fue muy elevada. En términos históricos es superior respecto a la inversión privada durante la convertibilidad, incluso ésta es de mayor densidad porque la inversión en la década del ‘90 fue concentrada por compra de empresas. Acá hubo más inversión de ampliación de la frontera productiva, lo que se llama inversión en fierro. En términos relativos, la inversión de empresarios medios y grandes, fue superior a lo que es la cúpula empresaria, o sea de las 500 primeras grandes empresas. Lo que uno nota es una profunda reticencia a la inversión de la cúpula empresaria, por eso es que se empiezan a generar esos cuellos de botella. En cambio, los sectores de pequeña, mediana y grandes empresas, sí invirtieron mucho en la Argentina. ¿Por qué no invirtieron las cúpulas? Puede haber diferentes explicaciones. Una de ellas es que los sectores multinacionales o grandes grupos son opositores a esta política económica. La política de negociación de la deuda a partir del rechazo del FMI generó una corriente muy negativa sobre la posición de Argentina. Otra explicación es que no pueden garantizarse tasas extraordinariamente elevadas.
¿Quiénes ganan y quienes pierden con la inflación?
El trabajador y el jubilado pierden si no tienen compensaciones del aumento de precios, ya sea con aumentos de paritarias, con aumentos en las jubilaciones, o con transferencias monetarias directas e indirectas del Estado. Por ejemplo, tarifas de luz, gas, agua, transporte, que estén a un precio más bajo. O sea, mientras que son compensados, no padecen los aumentos de precio. ¿Quiénes ganan con la inflación? Los que están vinculados al sector del capital.
¿El acuerdo de precios con los supermercados es un primer paso en resolver la presión inflacionaria?
Dos cosas. Punto uno, el acuerdo de congelamiento de precios a partir de febrero ha sido exitoso porque logró una tasa de desaceleración del aumento de precios, o sea, de la inercia inflacionaria. Por otro lado, lo que requiere es una intervención más inteligente y eficiente en toda la cadena de producción de todos los bienes, tanto desde el productor primario hasta el consumidor, o sea cada uno de los eslabones de la cadena productiva. Y para eso necesitás cuerpos técnicos que estudien, que sepan cuáles son las debilidades, cuáles son los puntos a tratar de superar en cada uno de los eslabones, para que cuando estén sentados en una mesa cada uno de los eslabones de la cadena productiva vea cuáles son las dificultades, los abusos y cómo se puede intervenir. Y entonces ahí uno puede empezar a ver las desigualdades. Ahí es donde tiene que intervenir el Estado.
Con respecto al tema anterior, ¿funcionarían centros de abastecimiento masivos?
Si son masivos, sí. Generaría problemas con los grandes supermercados y con el comerciante común, pero a la vez también generaría más competencia. Es una alternativa, pero no es la solución a la inflación.
¿En qué dimensión los aumentos de precios son un problema?
Los aumentos de precio son un problema. El tema es qué dimensión tiene ese problema, que es diferente. Hay una suerte de obsesión del mundo ortodoxo, del mundo conservador, con el tema de la inflación. Obviamente que ha permeado a toda la sociedad y en Argentina con razón debido a las historias traumáticas de alta inflación e hiperinflación. Ahora bien, una tasa del 15, 18, 20, 22 % no es una tasa que se ha espiralizado, que genera un aumento generalizado destructor del funcionamiento de la economía. Para los ortodoxos, la culpa de la inflación la tiene el Estado por emisión o por gasto, o los trabajadores por los pedidos de aumentos salariales. La economía tiene dos grandes actores sociales y económicos, que es el capital y el trabajo. Fijate que en el análisis de la ortodoxia, hay un actor que desaparece: el capital. Entonces la culpa la tiene el Estado o el trabajador.
¿Por qué crees que el INDEC no tiene legitimidad social?
Porque la necesidad que había de cambiar el INDEC no fue realizada de la mejor forma. Yo soy un convencido de que el INDEC tenía que cambiar sus cuadros técnicos, mejorar sus indicadores, actualizar sus metodologías. Pero se hizo mal. Y a partir de que se hizo mal generó una resistencia muy fuerte política, gremial, social, económica y financiera que provocó un círculo vicioso de deterioro de la legitimidad del sistema nacional de estadísticas.
¿Influye la publicidad de los grandes medios cuando ridiculiza los índices del INDEC?
Influye pero hay una responsabilidad inicial que es del gobierno, eso es indudable. Lo que no implica que los índices de las consultoras privadas no sean un mamarracho. Y ahí ya es parte de una disputa política mediática.
¿La modificación de la carta orgánica al Banco Central influye en la inflación?
Hay un supuesto que mantiene el pensamiento económico convencional, es decir, el ortodoxo y el neoliberalismo: la emisión monetaria es igual a inflación. La verdad es que es un concepto que hasta los propios ortodoxos de los países centrales han abandonado. Yo creo es una utilización política que impacta muy fuerte en Argentina por historias pasadas, que si se emite mucho entonces hay aumento de precios. Y la verdad es que los aumentos de la masa monetaria en Argentina tuvieron y tienen que ver primero con un profundo proceso de desmonetización que tuvo el país por la devaluación y la crisis en los años 2001 y 2002, cuatro años de recesión y una desmonetización histórica. También hubo un nivel muy bajo sobre el crédito. Es algo absurdo pensar que la economía crece y vos ponés menos medios de pago para facilitar la circulación de los bienes y servicios de una economía. Es un absurdo. Solamente podés pensar que no se quiere que la economía crezca, que haya recesión y estancamiento. Y está bien, en el cementerio no hay inflación.
La nueva ley de blanqueo, ¿está vinculada a la inflación?
No todo tiene que ver con la inflación, la inflación es un problema, pero no todo está vinculado. Pensar que todo tiene que ver con la inflación es caer en la trampa de los que te quieren construir la economía del miedo.
¿Con qué está vinculada la política del blanqueo?
Se impulsa el blanqueo para dinamizar la inversión, para que la economía recupere un sendero de crecimiento, de generación de empleo y de inclusión social, junto con un proceso de industrialización. En el 2012 hubo una caída de la inversión, entonces la inversión no actuó como un factor dinamizador del crecimiento económico, por el contrario, tuvo un resultado negativo como aporte al crecimiento económico. Entonces lo que se busca con el blanqueo es canalizar recursos ociosos, evadidos y dolarizados hacia dos sectores que puedan dinamizar la inversión: uno es el inmobiliario y otro es el energético.
¿Cómo actúa esta medida con respecto a la cultura del dólar?
La lógica del dólar ha cambiado. El Estado tiene las divisas para las importaciones, para pagar deuda y para defender sus reservas. Para evitar las corridas, los shock externos, los shock internos a nivel de corridas. Antes el dólar era para financiar el atesoramiento y la fuga capitales, ahora este punto no está. El Estado interviene con estos CEDIN ya que después de un año y medio no se movió el mercado inmobiliario. Es un retroceso en la pesificación, para que empiece a moverse el mercado. Tiene un objetivo inicial superior dentro de esa idea pesificación-dolarización que es impulsar la inversión para el crecimiento económico.
¿Se va a poder controlar de dónde viene ese dinero?
La AFIP, como otros fiscos a nivel mundial, se está planteando como un tema relevante la evasión de los paraísos fiscales y qué es lo que pasa con los recursos que se pierden de la Economía doméstica. Lo que sucede es que el ahorro financia la inversión y vos necesitás esos recursos. Yo creo que ese argumento de que puede entrar dinero del lavado o del narcotráfico no tiene fundamento. La evasión también es un delito. Lo que se dice es que a aquel que cometió ese ilícito de evasión se le perdona. Ojo, no digo que eso es bueno. Es profundamente inequitativo en términos tributarios y económicos financieros. Porque se da un premio a quienes dolarizaron sus excedentes y evadieron.
Escriben Santiago Gomez y Julián Saud
Hamartia, 4 Julio dAmerica/Buenos_Aires 2013
« Las grandes empresas esquivan las crisis cargando los costos sobre trabajadores y consumidores »
Carlos Heller es una de las voces más afiladas a la hora de analizar los procesos económicos de Argentina. Desde el 2009 es Diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires. Es el principal referente del cooperativismo en la Argentina y fue el fundador y actual presidente del banco Credicoop. Además, es el principal dirigente del Partido Solidario (PSOL), que actualmente integra Nuevo Encuentro. En el 2007 acompañó a Daniel Filmus en las elecciones para Jefe de Gobierno en la fórumula Filmus-Heller. También es columnista en el diario Tiempo Argentino y en el programa de radio Marca de Radio de AM 750.
Nos entrevistamos con Carlos Heller para que nos explicara algunos de los conceptos económicos que los medios hegemónicos disparan todos los días, en un lenguaje complejo y rebuscado difícil de entender para la mayoría. Carlos Heller reflexionó sobre la posición e influencia de las empresas en los índices de precio, el desdoblamiento del dólar y sobre si la Ley de Entidades Financieras puede combatir la inflación o no.
¿Cuáles son las causas de la inflación en Argentina y quiénes la producen?
El origen de la inflación es estructural, es fruto de la puja distributiva. Pero conviene aclarar que es una puja bastante desigual, puesto que los precios siempre le terminan ganando a los salarios, salvo en períodos recientes en los cuales algunos sectores de trabajadores tuvieron un incremento en su poder de compra. La suba se viene produciendo principalmente en alimentos y bebidas, pues los aumentos salariales obtenidos en las paritarias, los aumentos de jubilaciones y pensiones semestrales y los montos de la universalización de la Asignación por Hijo producen una distribución del ingreso que fluye a los sectores que dedican la gran mayoría de su gasto hacia artículos de primera necesidad. Es una gran masa de dinero, en una economía que no se encuentra al borde de la capacidad instalada, sino que se viene manejando con niveles de capacidad ociosa, por lo cual no debería “recalentar” los precios. Sin embargo, las grandes empresas captan para sí parte de ese mayor consumo popular vía aumento de precios, incrementando de esa forma sus ganancias.
¿Cuál es la responsabilidad empresarial y cómo influyen los oligopolios?
La capacidad de los formadores de precios de aumentar los valores de sus productos está estrechamente vinculada con una estructura de comercialización concentrada, oligopólica, que generalmente va en desmedro de los productores pequeños y medianos. La comercialización de granos es un mercado de este tipo, donde las grandes multinacionales exportadoras le trasladan la totalidad de las retenciones a los productores. En los bienes de consumo masivos hay sectores altamente concentrados: el 80% del aceite que se consume lo producen dos empresas: Molinos Río de la Plata y Aceitera General Deheza; en lácteos, el 78% lo manejan La Serenísima y Sancor; mientras que en los enlatados, como tomates y arvejas, la posición dominante la ejerce Arcor, con el 70%. También se suman a la lista sectores elaboradores de insumos intermedios críticos, tales como el aluminio primario (Aluar es el único productor), la siderurgia (Siderar produce el 99% de la chapa laminada en frío), materias primas que a través de su incidencia en el envasado terminan afectando la oferta de productos de consumo masivo. Estos sectores, junto con la petroquímica (dos empresas producen el 89% de los fertilizantes) son insumos esenciales para muchos otros sectores productivos. En el eslabón de la distribución minorista, tres grandes cadenas de supermercados concentran entre el 75% y el 80% de las ventas totales. En esta puja, es fácil ver quién saca ventaja. En 2008 y 2009, años de agudo impacto de la crisis internacional, se enviaron al exterior por utilidades y dividendos más de 3.000 millones de dólares por año (3.563 en 2008 y 3.197 en 2009) que contrastan con los 1.600 y 1.900 millones de dólares enviados por igual concepto en 2006 y 2007 respectivamente. Entonces, la capacidad de ganancia se desvincula de la situación macroeconómica general; las grandes empresas esquivan la crisis, cargando los costos sobre los trabajadores y los consumidores.
¿Qué medidas de mediano y largo plazo toma el Estado y qué otras se podrían tomar?
En el corto plazo, el Estado está fomentando los controles de precios. Pensando en las medidas que se podrían tomar, el centro hay que ponerlo en los costos de las empresas, del cual los salarios son una parte menor en términos macro (ésta relación siempre depende del rubro) y fundamentalmente en las ganancias de las mismas. Hay que intervenir este aspecto, colocando un límite a la generación de ganancias, sea con controles de precios a través de los costos de las empresas, sea a través de sistemas impositivos altamente progresivos que desalienten la generación de márgenes de rentabilidad excepcionales, de forma tal de desactivar el mecanismo de incremento de rentabilidad vía aumento de precios. Gran parte de ese margen excepcional que obtienen los oligopolios, debe servir para reducir los precios y remunerar adecuadamente a los trabajadores, asegurando niveles de rentabilidad aceptables para las empresas. Hay que trabajar sobre la idea de una “rentabilidad razonable” para que el valor agregado generado por una actividad se distribuya proporcionalmente entre los distintos actores, los trabajadores, los productores y los comercializadores, beneficiando además a los consumidores. Esto requiere del diseño de políticas productivas a largo plazo, que analicen los principales sectores de producción, y establezcan metas para su desarrollo, eliminando las capacidades ociosas y con planes de inversión adecuados a cada sector.
¿Cómo se supera la cultura del dólar en Argentina?
En un tema cultural muy arraigado en la sociedad, por lo que su cambio requiere tiempo y políticas que vayan fomentando las operaciones en pesos y desincentivando las operaciones en dólares, viendo de no producir frenos en determinados sectores a partir de esas políticas. Por ejemplo, en el sector inmobiliario, que es altamente susceptible a la dolarización en las ventas de propiedades usadas. A partir de la administración de divisas, ha habido un interesante avance en las operaciones en pesos en las ventas de nuevas viviendas, lo cual es lógico puesto que la gran mayoría de los costos está en pesos, y el desarrollador invierte nuevamente esos pesos en nuevos proyectos, pagando salarios y adquiriendo insumos. De allí que se requiere ir avanzando con sintonía fina en este aspecto tan asentado en la cultura de la clase media argentina.
¿El proyecto de Ley de Entidades Financieras tendría algún impacto en la discusión inflacionaria?
No directamente, aunque cabe señalar la baja en los costos de financiación y en las comisiones para los sectores de las pequeñas empresas y los pequeños tomadores de préstamos que su aplicación produciría. Considero que sí tendría un importante impacto en la expansión de la frontera productiva, a través de motorizar los préstamos para la inversión, en el aumento de la producción de las pymes derivadas de su mayor financiamiento, y ello generaría un producto potencial mucho más alto, aliviando cualquier tensión generada por los incrementos de demanda. Además, al colocar límites máximos de participación de mercado de los bancos, se evitaría generar condiciones oligopólicas en el mercado financiero.
¿Cómo se puede avanzar en regular las ganancias extraordinarias de los sectores más concentrados de la producción y los formadores de precios?
Ya está dicho, con un impuesto a las ganancias cuya tasa máxima sea muy alta, y se aplique a las tasas de ganancia que resultan excepcionales. De esa forma, el incremento de precios para aumentar la rentabilidad perdería su aliciente, puesto que esa ganancia adicional obtenida iría en altísima parte al fisco.
Escriben: Santiago Gomez, Santiago Mouradian y Julián Saud
Hamartia. 5 Julio dAmerica/Buenos_Aires 2013
« Una lectura (seria) sobre la inflación en Argentina »
Hernán Letcher tiene 36 años, es economista, Secretario de Actas de la CTA que lidera Hugo Yasky y Secretario General de Segundo Centenario, una joven agrupación del universo kirchnerista. Se recibió de contador con honores en la UBA a los 23 años y es de los pocos economistas a los que se le entiende clarito. Por eso lo entrevistamos para preguntarle por la inflación. Porque como decía Jauretche: « Cuando a un economista no le entendemos, es porque nos está metiendo el perro ».
¿Cuáles son las causas de la inflación?
El proceso inflacionario actual de la Argentina tiene sus orígenes en la mega devaluación del 2002 que originó, en primer lugar, un reordenamiento de precios. Hay actividades que tienen un margen para aumentar sus precios y otras que no. Quizá los servicios tenían un precio más elevado que los productos industriales y eso se invirtió, se fue reordenando. Esto es lo primero que pasó en el país a partir de la devaluación. Pero en términos estructurales, lo que estamos viviendo tiene otras razones distintas. La primera razón: una presión internacional a partir del precio de los commodity de las materias primas que hoy es muy elevado y que uno vislumbra que va a seguir siendo así. La demanda mundial de commodities es creciente y como nuestro país exporta productos agroindustriales y materias primas, este aumento en el mercado mundial genera una presión sobre el mercado local. ¿Cómo funciona esto? Si yo soy productor de trigo, puedo exportar o vender en el mercado local. Si el trigo vale cien dólares en el mercado internacional, yo voy a tratar de que si no puedo vender mi producción en el exterior y tengo que vender en el mercado local, el precio sea similar al del mercado internacional. Entonces hay una presión constante para emparentar los precios con el mercado internacional. Es decir que si en el mundo el trigo aumenta, en Argentina va a aumentar el pan porque el productor de trigo quiere ganar según el estándar internacional. Pensemos que esto está muy vinculado a lo que fueron los debates por las retenciones en el 2008, cuya finalidad fue justamente amortiguar el efecto de esa variación de precios del mercado internacional en el mercado local.
¿Y la segunda razón?
Tiene que ver con que tenemos una estructura productiva desequilibrada. Como no tenemos un sistema industrial demasiado desarrollado, producto de la ruptura del proceso de industrialización argentina en la dictadura, hay problemas entre los eslabones de los procesos productivos y mucha dependencia de insumos externos. Eso genera problemas de compatibilidad para que nuestra cadena productiva sea lo más eficiente posible. A veces sucede que uno tiene capacidad de producir cien productos y el eslabón siguiente de la cadena sólo puede producir cincuenta. Entonces tenemos problemas estructurales para adecuar nuestra capacidad productiva.
¿Con qué se relacionan estos problemas estructurales?
En mi opinión, los dos problemas principales tienen que ver con la puja distributiva y una estructura económica oligopolizada. La puja distributiva es esencialmente la disputa capital-trabajo. En ese sentido, el proyecto político que inició Néstor Kirchner y hoy encabeza Cristina Fernández, volvió a poner en el centro de la escena a las paritarias no sólo como una política de Estado sino como una variable central de la economía para discutir qué parte se lleva el capital y qué parte el trabajo de lo que producimos los argentinos. Los trabajadores intentamos recuperar parte de lo históricamente perdido y atrás vienen los empresarios remarcando para sostener sus tazas de ganancia. Y a esto hay que agregarle el último de los factores, la estructura económica oligopolizada. Después de la dictadura, la mayoría de las actividades productivas recayeron en pocas manos, en muchos casos en sólo una empresa o grupo económico, que tenía mucha fuerza para intervenir en el precio y trasmitir al resto de los eslabones de la cadena productiva el aumento de algunos costos determinados. Esto es el resultante del proceso histórico argentino, que desde la dictadura ha favorecido la concentración de la economía dejando Pymes en el camino. Se construyó una economía de oligopolios, que es el debate que hoy tenemos que dar en Argentina para enfrentar exitosamente la inflación.
¿Qué se hace para frenar la inflación?
El gobierno implementó distintas políticas que los medios de comunicación invisibilizaron y que son estratégicas, de largo plazo. Una de ellas es la reestatización del sistema previsional, que significó el fin de muchos negociados sucios pero fundamentalmente implica la participación del Estado en muchísimas empresas. La recuperación de YPF no sólo implica que el Estado puede tomar decisiones sino que tiene que ver con la soberanía energética. Que el Estado tenga directores en las empresas permite que discutamos márgenes de ganancia y lograr que no se vayan los excedentes al exterior ni que se repartan menos dividendos de los que se repartían, y sí que se vuelquen al proceso productivo. Estas son medidas que atacan a la inflación ya no desde el corto plazo como el control de precios, que es una medida correcta y exitosa, sino a mediano y largo plazo. Hay que avanzar en esa línea. Otra cosa que se hizo de manera exitosa es discutir con el empresariado, que muchas veces es excesivamente especulativo porque históricamente en nuestro país los grandes capitales no se han formado ganando con la producción, en general se han conformado en las crisis. Porque hay que decirlo: en las crisis no perdemos todos. Las mayorías populares pierden, pero hay una minoría que gana y mucho. Entonces cuando vuelve a crecer la economía, los que lograron concentrar salen fortalecidos a costa del resto. Hoy el proceso económico es más normal, algunos ganan un poco más y otros un poco menos pero no hay una crisis que les permita especular de esa manera. Esto es muy importante porque así se formaron los oligopolios que tanto tienen que ver con la inflación. Lo que uno ve es que las tasas de ganancia de las ramas que no están tan concentradas han crecido mucho menos que la tasa de ganancia de los oligopolios. Es decir, como los oligopolios tienen margen para imponer los precios, han logrado aumentar sus ganancias a costa no sólo de los trabajadores sino también del resto del capital. Por eso es importante no solamente discutir la distribución funcional del ingreso, es decir, qué parte se queda el capital y qué parte el trabajo, sino también cómo se reparte dentro del capital, sobre todo por el proceso inflacionario.
¿Cuál es el planteo de los economistas ortodoxos?
Plantean tres ejes. En primer lugar que la inflación es producto de la emisión monetaria. Este argumento tiene escasa sustentabilidad no sólo en Argentina sino en el mundo ya que la emisión monetaria de por sí no genera inflación. Cuando uno compara la emisión monetaria de algunos países que incluso tienen mucha menos inflación, como el caso de Estados Unidos, encontramos que esa emisión es mucho más alta que en Argentina. Las economías latinoamericanas en general también han emitido más que nuestro país. Además el billete de hoy no tiene un respaldo en oro ni en dólares. El respaldo es la actividad productiva, es qué capacidad tiene esa moneda para comprar y adquirir bienes en una economía determinada, con lo cual en términos sencillos si uno crece en su actividad productiva, es razonable que emita un poco más. Por otro lado plantean la necesidad de achicar el gasto público, dicen que recalienta la economía y que hay que enfriarla. Esto significaría menos actividad y concentración de la actividad productiva en pocas manos. Y en tercer lugar plantean la necesidad de congelar los salarios. Dicen que el aumento de salarios genera aumento de costos y esto le hace perder plata a los empresarios, que para sostener la actividad productiva deben aumentar sus productos generando inflación.
¿Cuál es tu crítica sobre estas lecturas?
Existe un hilo conductor en los tres planteos que es importante reconocer. En los tres casos, el culpable de la inflación para la ortodoxia es el Estado y en el tercero también lo son los trabajadores. Entonces uno tiene que preguntarse dónde están los empresarios en la discusión del proceso inflacionario si son uno de los actores fundamentales de la producción. Lo que sucede es que el discurso de la ortodoxia está orientado a ocultar la responsabilidad empresarial en la inflación. Por eso afirmamos que los aumentos salariales no son inflacionarios, el problema es que los empresarios no están dispuestos a recortar sus márgenes de ganancia. En Argentina las paritarias, que se reabrieron con la llegada del kirchnerismo, permiten, a pesar del proceso inflacionario que también es producto de la puja distributiva, que los trabajadores hayan aumentado su participación en el ingreso y también el salario real, o sea el poder adquisitivo de su salario. Esto quiere decir que los trabajadores hemos logrado comerle una partecita al excedente que se quedaba el capital.
Escriben Santiago Gomez y Santiago Mouradian
Hamartia, 6 Julio dAmerica/Buenos_Aires 2013