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Por Adán Salgado
México, 12 de marzo del 2004
De nueva cuenta, la maquinaria industrial en Estados Unidos se está echando a andar a "todo lo que da" y "va en serio", según afirman los economistas estadounidenses, muy ufanos. Sus consideraciones las basan, especialmente, en que casi todas las empresas han estado reportando un incremento en sus ventas y "buenas ganancias", así como un alza en sus acciones.
Los índices bursátiles, como el NASDAQ y el Dow Jones, desde finales del 2003 hasta la actualidad, han mostrado "sólidos incrementos", ubicándolos en lo que los analistas financieros caracterizarían como un mercado bursátil moderado (bear market), en el cual, las acciones empresariales están comenzando a subir, previo al esperadísimo mercado del boom (bull market), durante el cual la especulación accionária alcanza sus más altos niveles y es ahí cuando se produce la demencial fiebre bursátil y todos en ese país, quieren invertir en lo que sea, con tal de volverse ricos.
Basándose los analistas en que las ventas han estado subiendo, especialmente de casas, muy alegres se jactan de que la "robusta economía estadounidense" superó la fase más difícil de la crisis y, en adelante, el mundo se debe preparar para una nueva etapa de "sostenido crecimiento". Pero más les convendría revisar otros indicadores que presagiarían un efecto "rebote" negativo a la actividad económica, cuyas consecuencias generarían trastornos mucho más severos, como veremos.
La falsa alza accionária
Una absurda señal de "recuperación" en la actual etapa tiende a magnificarse al analizar el mercado accionario. Normalmente, las empresas reportan incrementos en sus acciones, si sus actividades muestran un buen desempeño. Se basan, sobre todo, no en hechos demostrables, sino en simples consideraciones aritméticas, como en el índice resultante de dividir el precio de sus acciones, entre las utilidades que éstas devengan, el cual, según los analistas -¿basados en qué ?-, debe estar entre 15 y 20, y en estos momentos se ubica en 19. Esto debe de ir acompañado de los respectivos indicadores que enseñen, por ejemplo, que efectivamente las ventas subieron, digamos, de un 30% en dos trimestres.
El problema ahora es que la mayor parte de las empresas que cotizan sus acciones en Wall Street (el principal mercado accionario), están reportando un incremento en las cotizaciones de éstas, sin que vaya acompañado de los números contables que demuestren su buen desempeño. Esto lo están logrando, entre otras cosas, mediante trucos contables, como los que la difunta empresa contable Andersen y asociados le hacía a la hoy quebrada Enron, gracias a los cuales se presentan ¡hasta las ganancias futuras esperadas como ganancias actuales !
Dichos trucos contables sólo son posibles merced a la tácita asociación existente entre las grandes firmas de contabilidad conocidas como las cuatro grandes. Estas son PricewaterhouseCoopers, KPMG, Ernst & Young y Deloitte & Touche .
Así, entre otras cosas, los eficientes contadores han estado haciendo una serie de tramposas deducciones en los gastos de producción de las empresas, los salarios y los equipos,las famosas write-offs, que se presentan en el balance final como incremento en las ganancias.
Así, del 2001 al 2002, se reportaron un total de 400,000 millones de dólares por deducciones en distintas empresas, lo cual ha significado una aparente mejoría de su situación, pero no porque verdaderamente estén trabajando mejor.
Los argumentos que se dan pecan de ingenuos. Empresas como Avaya, especializada en equipo de telecomunicaciones, por citar un caso, hace poco logró incrementar en siete centavos de dólar el precio de sus acciones, porque, de acuerdo con sus contadores, dos años atrás había considerado mayores gastos en despidos y pago de pensiones entre sus empleados de los que "verdaderamente" se erogaron. Pero como "fueron menos los que se retiraron o los que se pensionaron", el dinero que se "ahorró" se presenta, ahora, como una "utilidad extra".
Claro, lo que no dicen los ejecutivos de Avaya es que el dinero de entonces ya formaba parte del valor total de la empresa y el valor de las acciones en aquel tiempo consideraba como base dicho valor. Y de pronto, de la noche a la mañana, ese "dinero no gastado", dudándose, además, de que haya realmente existido, se presenta como un valor extra, que "demuestra" que la empresa está vendiendo más, su "buen desempeño", lo cual no corresponde a la realidad, pues el sector de telecomunicaciones, aún no ha logrado despegar totalmente, como lo evidencian las pobres actividades de empresas como TimeWarner-AOL, la cual actualmente vale una tercera parte de cuando las dos se fusionaron, pues AOL no resultó el gran negocio que se esperaba.
Y ya no digamos el también deficiente desempeño de empresas manufactureras, como las fabricantes de autos, las llamadas Big three - Ford Motor Company, Daimler-Chrysler y General Motors-, las cuales, debido a las bajas ventas, tanto porque se compraron menos autos de los esperados en Estados Unidos, como por la fiera competencia de vehículos coreanos y japoneses, en octubre del 2003, debieron negociar con el sindicato de obreros automotrices magros incrementos salariales, cientos de retiros, de aquí a cinco años, pretenden despedir a 50 mil obreros adicionales a los ya liquidados, además del cierre de 10 de sus plantas en esa nación.
Por otro lado, gran parte del "buen desempeño" se debe a las propias actividades especulativas de las corporaciones, como es el caso de GE Capital, la división bursátil de General Electric, que busca invertir en las bolsas de valores del mundo, pues eso le deja más que fabricar focos, motores de avión o lavadoras, ávidas de inversión en los llamados capitales golondrinas, los que se destinan a la pura y llana inversión especulativa.
Es el caso, por ejemplo, del emporio Wal-Mart, sucursal México, el cual, no contento con ejercer sus prácticas monopolistas -que están acabando con Comercial Mexicana y Gigante- además invierte en bonos gubernamentales, como Cetes, Bondes, Petrobonos y otros. En el más reciente reporte bursátil de dicha empresa, se informa que recibió intereses por un total de ¡496 millones de dólares !, limpios de impuestos, pues las ganancias especulativas, absurdamente, no pagan impuestos, sobre un capital invertido de casi 4,800 millones de dólares, es decir, percibió 10.4% de intereses. ¡Véase cómo se desangran las arcas públicas llenadas con el dinero de los impuestos que pagamos los mexicanos, retirándose recursos que bien podrían aplicarse a otras fundamentales áreas como salud o educación !.
Por tanto, una gran porción de las ganancias obtenidas por el "buen desempeño" de las corporaciones estadounidenses no se debe, precisamente, a un incremento de sus ventas. Así que los entusiastas inversionistas deberían de tener en cuenta, primero, estas tendencias, antes de pensar en que el "Big Money" ya es un hecho.
Dólar peligrosamente devaluado
Por varios años, Estados Unidos ha estado comprando mucho más de lo que vende, sobre todo, porque sus grandes corporaciones han preferido llevarse la producción y los empleos a zonas salariales bajas.
Países como Japón o China se han beneficiado de esa circunstancia, y le han vendido tanto, que actualmente cuentan con estratosféricas reservas de dólares en sus abultadas arcas, más de dos billones de dólares, combinadamente. Por ejemplo, durante el 2003, China le vendió la altísima suma de 137.000 millones de dólares, mientras que Estados Unidos solamente logró exportar a dicho país 25.000 millones de dólares, menos de la quinta parte de las exportaciones chinas.
Cuando una moneda compra mucho más de lo que vale, por la sencilla regla económica del intercambio desigual, tiende a devaluarse. Estados Unidos tiene menos yenes japoneses o menos yuanes chinos, pero en cambio, Japón y China tienen demasiados dólares.
Y aprovechando dicha circunstancia, la Reserva Federal de Estados Unidos, encabezada por el gerontócrata Allan Greenspan, decidió simplemente de devaluar el dólar, aprovechando que el peso de una acción como esa recae, por lo pronto, en el resto del mundo, como en Japón, país que está gastando billones de yenes en la compra de dólares, con tal que la moneda japonesa no se revalúe, pues eso implicaría que sus exportaciones a Estados Unidos serían más caras y, por tanto, caería el consumo.
Es el caso, también, de la Unión Europea, donde el Euro, moneda oficial de la Eurozona, se ha sobrevaluado un 25% con respecto al dólar. China, de momento, también se ha beneficiado, pues sus exportaciones son aún más baratas que de costumbre. Así, esta combinación, China-Estados Unidos, está inundando el mundo de mercancías estadounidenses -más baratas por el dólar devaluado- y de mercancías chinas, intermediadas por Estados Unidos, mediante sus corporaciones, tales como General Motors, Coca-cola o Wal-Mart, por ejemplo.
Y, claro, Bush y su séquito se ufanan de su gran logro. Pero lo que no explican son las brutales consecuencias que traerá el que la locomotora del mundo, el primer comprador mundial, ahora, de pronto, sea el primer vendedor mundial, pues lo que se está provocando es un traslado de la crisis estadounidense hacia el resto de los países, incapaces de soportar la demoledora acción de dicha economía, la cual, aún debilitada, monta 11 billones de dólares (11.000.000.000.000), contra la Europea, la cual asciende a 7.9 billones de dólares (7.900.000.000.000), es decir, un 72% de aquélla.
Así, si la Unión Europea no puede vender como antes, por el Euro caro y el dólar barato, esto implicará un recrudecimiento de su propia crisis, de la que no termina de salir, cayendo el conjunto de la economía mundial, todos incluidos (más cierres de empresas, recortes de personal y, en consecuencia mucho menos consumo), en una contracción aún mayor a la observada durante los pasados tres años, cuando los problemas económicos de entonces, se agravaron aún más, a partir de los eventos del 11 de septiembre en Estados Unidos. Otro signo no muy halagüeño que deberían de analizar los corredores bursátiles de Wall Street.
Más empleos, pero en China e India
Las cifras del Departamento del Trabajo han reportado, con gran pompa, la creación de miles de empleos en lo que va del año. Sin embargo, esas ocupaciones no representan ni el 6% del total necesario para que realmente se activara la economía en ese país.
Según varios analistas, se requerirían de al menos 450.000 nuevos asalariados cada mes, para que realmente se pudiera hablar de una sólida recuperación. Es decir, prácticamente no se han creado fuentes de trabajo adicionales, mientras que se presume a los cuatro vientos la mentada recuperación.
Claro, eso se debe, por un lado, a que la mayoría de las corporaciones ya contaban con una capacidad productiva desarrollada durante la anterior bonanza económica, la cual se subutilizó durante la crisis. Y lo que simplemente han hecho es usarla de nueva cuenta al 100%, acelerando las máquinas, pero empleando al mismo número de trabajadores. Esto, por supuesto, no es nuevo, sino simplemente demuestra la tendencia del capital a producir más con menos gente o con la misma.
La otra cuestión, sin embargo, es más grave, pues tales corporaciones, con tal de reducir aún más sus costos de producción, han optado por seguir deslocalizando los empleos, es decir, exportarlos, a zonas salariales más bajas. Dicha estrategia comenzó a principios de los años setenta. Pero últimamente ha cobrado mucha más fuerza.
Irónicamente, en estos días, varios congresistas estadounidenses han señalado a China como la principal culpable de la pérdida de empleos en Estados Unidos. Pero lo que no analizan es que son las propias empresas estadounidenses las que se están llevando a ese país sus fábricas para producir más barato. Simplemente, del total de las importaciones chinas, nada más Wal-Mart realiza el 10% de ellas, casi 15.000 millones de dólares al año, para "ofrecer a sus consumidores artículos baratos", según se justifican sus ejecutivos.
Además, de las cuarenta principales empresas exportadoras desde China, nada menos que 10 son justamente estadounidenses. Pero, claro, es más cómodo buscar culpables en otros países, que entre los propios compatriotas. Por si fuera poco, no sólo los empleos en la manufactura se están exportando, los llamados "blue collar jobs", sino también los trabajos administrativos, los pensantes "white collar jobs", sobre todo hacia la India (a esto se le llama "outsourcing"), país que ofrece una serie de múltiples servicios de tecnología informática de primera (todo lo que se refiere al software que las industrias emplean, tanto durante la producción, como en la administración de sus negocios), a precios de ganga. Así, una hora de trabajo informático hindú cuesta 15 dólares, en tanto que en Estados Unidos sube hasta 45 dólares.
Y, ni modo, aunque esta nueva tendencia implique llevarse hasta los que antes eran considerados intocables trabajos administrativos y gerenciales, las empresas lo están haciendo, con tal de aprovechar al máximo el efímero "boom" actual y obtener las mejores ganancias posibles. Y ese "outsourcing" está provocando sendos despidos en varias empresas, lo que tampoco contribuye a una sana y durable recuperación, como deberían saber los economistas de Bush.
¡Y encima es el deudor !
Tanto estuvo comprando Estados Unidos durante los pasados años, que su deuda en cuenta corriente, la del intercambio comercial, asciende a 550.000 millones de dólares, más o menos el valor del producto interno bruto anual mejicano). Por otro lado, la deuda gubernamental asciende a 560,000 millones de dólares, incrementada gracias a la reducción de impuestos tan vituperada por Bush, lo cual benefició principalmente a las grandes empresas y a los casi 150.000 millones de dólares que le salió del "boom" de la invasión a Irak.
Es decir, Estados Unidos debe la impresionante suma de 1.110.000 millones de dólares, por conceptos de déficit comercial y excesivo gasto gubernamental. Si a eso sumamos el endeudamiento de los estadounidenses que compraron casas a través de las paraestatales Fannie Mae y Freddie Mac, empresas gubernamentales que se dedican a financiar bienes raíces mediante hipotecas, estás pertenecen a la Office of Federal Housing Enterprise Oversight, OFHEO, dependencia gubernamental que "cuida" el buen manejo de los créditos hipotecarios, que asciende a 2.650.000 millones de dólares, estamos ante un caso de brutal endeudamiento, sin una solvencia que garantice el pago oportuno, si así se requiriera. Y el que dicha burbuja crediticia no haya estallado hasta ahora, se debe, como ya se señaló, a que de momento, Estados Unidos está exportando su crisis, pero, por otro lado, a su buena relación con China, ya que dicho país, no sólo le garantiza trabajadores y recursos baratos, sino que le está ayudando a financiar el enorme déficit.
China ha comprado hasta ahora la enorme suma de 126.000 millones de dólares de bonos del tesoro estadounidense, lo cual ha significado dinero fresco, cash, para los gastos de Bush y su séquito. Por otro lado, la Reserva Federal ha cuidado de no encarecer todavía más la tremenda deuda al mantener artificialmente bajas las tasas de interés bancario, que actualmente rondan el 1% anual y aún así, esa deuda, con una tasa tan baja, cuesta nada menos que 11.100 millones de dólares anualmente, nada más para el caso de la deuda gubernamental y el déficit comercial, pero para el caso de los créditos hipotecarios, se tendrán que erogar 26.500 millones de dólares millones de dólares también al año.
Por si fuera poco, el interés que Fannie Mae y Freddie Mac les cargan a los compradores de casas es del 14.5%, muy alto. Agréguese a esto, el que los estadounidenses viven casi todos del crédito bancario de tarjetas. El año pasado, por ejemplo, rompieron récord en compras con tarjetas de crédito, adquiriendo la mitad de su consumo con el "dinero plástico", elevándose las deudas que asumieron a la enorme cantidad de 2.000.000 millones de dólares, ¡Cuatro veces el producto interno bruto mexicano !.
Sumando esta cifra, más los créditos hipotecarios, 4,65 billones de dólares en total, las aproximadamente 65 millones de familias de Estados Unidos deben en promedio casi 72.000 dólares, una deuda que les tomará de seis a siete años liquidar. Así, la imagen que se nos presenta en conjunto, es la de un empedernido jugador de las Vegas que, a pesar de haber perdido todo su dinero, sigue apostando.
Por último, considérese el caso de los famosos derivativos (derivatives), instrumentos bancarios de muy alta especulación, que son como una especie de acciones bancarias para ganar mucho dinero muy fácilmente y que se basan en fórmulas matemáticas para determinar su rendimiento, de los cuales, los bancos como Chase Manhattan o el CityBank, en la época del "boom" especulativo de los años noventas, ofrecieron en cantidades increíbles a otros países, con tal de obtener jugosísimas ganancias.
Los préstamos mediante derivativos ascienden a ¡10 billones de dólares !, equivalentes al PIB de Estados Unidos - veinte veces el de México - los cuales, por supuesto, no podrán ser pagados ante la profundización de la crisis económica provocada, como ya se señaló antes, por el dólar barato y el aumento de las exportaciones estadounidenses.
Y eso tampoco lo han considerado los analistas de Wall Street.
Es cosa, pues, de tiempo, antes de que la ilusoria "recuperación" se caiga, como un castillo de naipes.