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El choque de valores (petroleros) entre Washington y la vieja Europa
Francia, cuyo canciller fue aplaudido, lideró ayer una revuelta contra EE.UU. en el Consejo de Seguridad de la ONU. Junto a los inspectores de armas, pidió más tiempo y descartó una guerra a Irak. Y EE.UU. quedó aislado con Gran Bretaña y España. Dominique de Villepin, canciller francés, en un discurso apasionado y aplaudido. Adelantó que Francia no apoyaría una resolución de la ONU autorizando la guerra contra Irak.
Por Julian Borger y Ewen MacAskill
Desde Washington y Londres
La ofensiva de Estados Unidos y Gran Bretaña para conseguir apoyo internacional a una guerra contra Irak estaba en serios problemas anoche frente a informes inesperadamente optimistas de los inspectores de armas de las Naciones Unidas. Diplomáticos norteamericanos y británicos habían esperado poder hacer circular tan pronto como hoy un borrador de una nueva resolución de la ONU que autorizara una invasión. Pero después de la acalorada confrontación de ayer en el Consejo de Seguridad, en la que la abrumadora mayoría dejó en claro su oposición a la guerra, esa estrategia está en peligro.
Gran Bretaña insistió anoche en que la busca de una nueva resolución seguía en marcha. Un funcionario dijo que era improbable que un borrador de la resolución circulara durante el fin de semana. En cambio, podría ser retenido hasta el martes, como la fecha más próxima. "Si uno lanza la propuesta ya, parecerá que no ha estado escuchando al resto." Los cancilleres francés y ruso obtuvieron un raro aplauso ayer en la cámara del Consejo cuando pidieron más tiempo para las inspecciones, en llamativo contraste con el duro silencio que obtuvo la áspera e irritada insistencia de Colin Powell, el secretario de Estado norteamericano, de que el tiempo se había terminado.
El canciller francés, Dominique de Villepin, dijo ayer que Francia no apoyaría una resolución de la ONU autorizando la guerra. No quedó claro si esto significaba que Francia, uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, usaría su veto o se abstendría. Lejos de resolver diferencias, los informes de Blix y de Mohamed El Baradei, los dos inspectores en jefe, profundizaron la división en el Consejo de Seguridad, y en efecto desafiaron a Estados Unidos a demostrar que es cierto que está dispuesto para atacar a Irak sin la bendición de la ONU. Powell enfrentó la humillación adicional de que los dos inspectores en jefe cuestionaran la confiabilidad de las pruebas de inteligencia que el secretario de Estado había presentado contra Irak 10 días antes.
Fue, más que nada, un día desastroso para Tony Blair, que había comprometido más de 30.000 tropas a la acumulación de fuerzas conducida por Estados Unidos en el Golfo, pero cuyo gobierno ha prometido que sólo irá a la guerra sin el apoyo de la ONU si una resolución de guerra era "irrazonablemente bloqueada" por uno de los cinco Estados permanentes. Esta mañana se enfrentará a una audiencia potencialmente hostil cuando se dirija al Partido Laborista escocés en Glasgow. También se espera que una de las más grandes marchas de protesta en los últimos tiempos, que tendrá lugar en Londres hoy, demuestre la inquietud pública sobre la incitación a la guerra. Si Blair va a la guerra sin una segunda resolución, se enfrentará a renuncias ministeriales y deserciones masivas en el Partido Laborista.
El canciller británico, Jack Straw, trató de sostener la línea de Estados Unidos y Gran Bretaña contra la creciente oposición. Instó a los 15 miembros a "no amilanarse" frente al presidente Saddam Hussein. Entre los otros 13 miembros del Consejo, sin embargo, sus palabras cayeron en saco roto. EE.UU. y Gran Bretaña ganaron un claro respaldo sólo de España.
Blix sorprendió al Consejo de Seguridad con una evaluación mixta del acatamiento iraquí que fue mucho más suave en tono que su informe de 17 días atrás, en el que acusó a Bagdad de negarse a aceptar la necesidad del desarme. Ayer, se enfocó en los pasos que había dado Irak para mejorar la cooperación, reducir el número de vigilantes que acompañaban a los inspectores, y proveer más documentos sobre las armas de cuyo paradero no se ha informado. Blix desafió directamente las fotografías satelitales de depósitos de municiones que Powell declaró que mostraban vehículos descontaminados asociados con armas químicas. Dijo : "El informe sobre el movimiento de municiones en el lugar pudo fácilmente haber sido una actividad rutinaria como un movimiento de municiones proscriptas anticipándose a la inminente inspección".
El Baradei, el jefe de inspectores nucleares, también cuestionó el énfasis que Powell y funcionarios británicos pusieron en el descubrimiento de 2000 hojas de documentos en el hogar de un científico iraquí. EE.UU. y Gran Bretaña lo mostraron como un intento de ocultar papeles, pero El Baradei dijo que no había nada nuevo en los documentos.
Visiblemente enojado con su fiasco diplomático, Powell insistió en que "la amenaza de fuerza debe permanecer". Dijo que como ex soldado sabía que una guerra debía ser el último recurso, pero insistía en que "debía ser un recurso". "¿Más inspectores ? Perdón. No es la respuesta", dijo. Y fue mordaz sobre la sugerencia de que Irak había ofrecido concesiones genuinas. Sí, los inspectores están siendo acompañados por menos vigilantes del gobierno iraquí, pero "todavía estaban siendo vigilados, todavía estaban siendo observados, todavía estaban siendo grabados".
El Consejo de Seguridad se enfrenta ahora a una crisis. En el mejor de los casos es probable que quede estancado por días. En el peor, la administración Bush puede decidir que ha esperado demasiado tiempo, y avanzar sola.
Detrás del enfrentamiento de ayer entre EE.UU. y Francia en la ONU hay mucho más que un choque de valores morales. Aquí, una investigación de la puja petrolera entre ExxonMobil y Chevron Texaco y sus contrapartes francesas y rusas.
Por Eduardo Febbro
Página/12
Desde París, Francia
"El petróleo es uno de los elementos que está en juego en esta guerra, pero no es el único", afirma Pierre Terzian, director de la revista PetroEstrategias, al referirse a la aún no declarada Guerra del Golfo II. De manera más o menos unánime, los especialistas admiten que la administración Bush busca intervenir militarmente en Irak para controlar el petróleo iraquí. Como recuerda Terzian, este país detenta la segunda reserva mundial de petróleo. Y agrega : "EE.UU. se ha vuelto cada vez más dependiente de los países extranjeros. El suministro de petróleo depende mucho de ellos, en particular de la región del Golfo. Controlar un país como Irak puede ser un medio para volver un poco más seguros los suministros de petróleo, alentando la producción en regiones como el Mar Caspio, Africa o Rusia". Si este análisis es un hecho establecido entre los expertos, no es menos lícito un análisis complementario que explica la posición tomada por París y Moscú desde que se desató la nueva crisis con Irak. Informaciones convergentes indican que Francia y Rusia han mantenido una serie de contactos muy avanzados con Irak y que de las reservas disponibles e identificadas una buena porción de éstas pertenece como "opción" a grupos petroleros franceses y rusos.
En cifras redondas, las reservas iraquíes "probadas" alcanzan los 116 mil millones de barriles, de los cuales 35 mil millones pueden ser explotados sin demora. Del total de 40 empresas extranjeras que negociaron con Irak la explotación de su oro negro, dos -una francesa y una rusa- se llevan la mejor parte. El grupo ruso Lukoil y el francés TotalFinaElf tienen "reservado" por lo menos una cuarta parte de las reservas conocidas. Según alegan los dirigentes de las compañías petroleras del Viejo Continente, si EE.UU. interviene militarmente en Irak resulta obvio que la administración Bush va a darle prioridad a las empresas norteamericanas en vez de a las europeas. Detrás del eje contra la guerra formado desde el principio por París y Moscú se mueven las siluetas de un mercado colosal. Un estudio del Deutsche Bank publicado en octubre del año pasado revela el trabajo realizado en Irak desde 1998 por unos 20 grupos petroleros. En los últimos cinco años, decenas de países de todos los continentes se acercaron a Bagdad en busca de contratos. Si los primeros en posicionarse fueron los rusos, con seis compañías en las líneas de avanzada, París también supo sacar provecho de su casi centenaria presencia en Irak. Sin embargo, como lo demuestra el informe del Deutsche Bank, lo que está en juego no son únicamente las llamadas "reservas identificadas" sino lo que los especialistas llaman "las reservas potenciales", es decir, los yacimientos existentes y no explotados. Los volúmenes son tan inmensos que éstos explican por sí solos la magnitud de la disputa. Esas reservas potenciales se encuentran en la frontera con Arabia Saudita y Jordania. Según Jean-François Giannesini, ingeniero en jefe en el IFP, Instituto Francés del Petróleo, esos yacimientos detentan "entre 60 mil y 200 mil millones de barriles". El Deutsche Bank adelantó que Irak ya propuso nueve licencias de explotación a lo largo de esa zona que algunos califican como el "Eldorado negro".
Desde el fin de la Guerra del Golfo (1990-1991), y a pesar del embargo internacional, Irak no cesó de tejer lazos con las compañías petroleras a fin de obtener el financiamiento necesario para explorar y explotar sus reservas potenciales. Christophe de Margerie, director general del sector producción explotación de la multinacional francesa TotalFinaElf, explicó a Le Monde que su empresa se ubicó como uno de los interlocutores privilegiados de Bagdad a partir de 1988, es decir, luego de la guerra Irán-Irak. Margerie afirmó que "en 1990-1991, la Guerra del Golfo interrumpió nuestras discusiones. Pero en 1992 reanudamos los contactos y trabajamos con la idea de firmar un contrato aplicable una vez que se levantara el embargo". El contrato atañe a dos yacimientos situados en la región de Basora, sur de Irak, que representan un total de 15 mil millones de barriles. Rusia, al igual que China, ha negociado contratos similares cuya realización está en la cuerda floja del embargo que pesa sobre Irak y del desencadenamiento del conflicto.
El informe del Deutsche Bank dice que el objetivo real de los acuerdos firmados por Irak con las compañías petroleras multinacionales "es más político que económico". El documento alemán pone de relieve que Irak, "mediante contratos lucrativos por miles de millones de dólares, les puso un candado a Francia, Rusia y China a fin de influenciar a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU".
La pugna por el petróleo iraquí es tanto más aguda cuanto que las empresas estadounidenses ya están sólidamente instaladas en la región y con un arraigado derecho de piso. Gigantes como ExxonMobil y Chevron Texaco se encuentran a apenas unos kilómetros de Irak, justo del otro lado de la frontera que dio lugar a la primera Guerra del Golfo, es decir, en Kuwait. La presencia militar norteamericana les garantizaría una posición ideal.
Hoy, las economías occidentales son menos dependientes del precio del petróleo que en el transcurso de las dos grandes crisis petroleras de 1973 y 1979. Con todo, el alza a largo plazo del precio del barril acarrearía desarreglos profundos. Así ocurrió en el año 2000, cuando el barril de petróleo llegó a cotizarse aproximadamente al precio de hace una semana, casi 32 dólares. En ese entonces, la economía francesa perdió un 1 por ciento. Según Christine Rifflart, economista en el OFCE, Observatorio Francés de las Coyunturas Económicas, después de que el barril se cotiza en 35 dólares (y ayer llegó a casi 37), "estamos en el nivel que marca el comienzo de la recesión en Francia".
La guerra diplomática que protagonizan EE.UU. y la "vieja Europa", a la cual se aliaron Rusia y China, es parte de un colosal antagonismo entre compañías petroleras que esperan en las fronteras con los dientes afilados. Algunas se sirven de la guerra para atravesar la frontera, otras optan por la paz. Ambas sueñan con lo mismo : captar una porción del providencial petróleo iraquí. No es improbable que los dos frentes terminen pactando un compromiso. Como lo señala Jean-François Giannesini, "en el universo del petróleo, la norma es la cooperación internacional".
Página 12, 15/02/03