Accueil > Âme américaine > Héros > Jose María Paz (1791-1854)
’Escribo lo que siento, lo que pienso, lo que he visto, según lo he comprendido, sin ocuparme mucho de pomposos panegíricos [...] Hombre soy, y muy sujeto a pasiones y errores ; pero tengo en mi favor que se me conoce incapaz de una impostura [...] No me acomodé a la época en que me tocó vivir’
José María Paz
’En todas partes y en todas épocas, exacto como oficial, valiente como jefe, vencedor como general, honrado como administrador, intachable hasta como hombre privado.’
Valentín Alsina.
Por Martín Cueto
La espada con cabeza
José María Paz nació en Córdoba el 9 de septiembre de 1791, hijo de madre y padre criollos, hizo sus primeros estudios en la escuela de San Francisco, luego bajo la influencia de su tío el presbítero doctor Manuel Mariano de Paz ingresó, en 1804, al Seminario de Ntra. Sra. De Loreto, donde cursó Filosofía y un año de Teología, para ingresar, desde allí, a la Universidad de Córdoba, terminando así su formación como maestro de artes y bachiller, con conocimientos en matemáticas, latín y jurisprudencia.
Seguramente estos estudio fueron los que posibilitaron el crecimiento y fortalecimiento moral de este individuo que probaría una capacidad personal sobresaliente en los años venideros.
Su padre lo hace nombrar empleado interino de correos, debido a un esporádico exceso en el flujo laboral, pero bajo condición de no recibir remuneración.
Después de la Revolución de Mayo, abandonó los libros para empuñar las armas, el 12 de septiembre de 1811 recibe la orden de marchar al Alto Perú, junto a su hermano Julián.
En 1812 venció junto a las tropas del Gral. Belgrano en las batallas de Tucumán, siendo ayudante del barón Holmberg (mano derecha de Belgrano) obtuvo el famoso escudo otorgado ’a los defensores de la Patria’, y Salta, por la que recibió la condecoración del Triunvirato y fue ascendido a capitán.
Participó de las batallas de Vilcapugio y Ayohuma, con desenlace contrario a las armas patrias, en el combate de Venta y Media pierde el uso del brazo derecho, debido a unas heridas de bala, esto le otorgó el apodo de ’el manco Paz’.
El general Pueyrredón, resolvió fusionar a los Dragones de la Patria y a los Dragones del Perú en un solo cuerpo denominado Los Dragones de la Nación, nombrando a Paz al frente.
A finales de 1817, Belgrano recibe órdenes de acudir a luchar en la guerra civil que venía produciendo convulsiones intestinas en la nueva nación que recientemente había declarado su independencia. Paz también es de la partida, pero ya con el cargo de teniente coronel de caballería.
Luego de vencer a Estanislao López, entonces jefe de las fuerzas federales, en el combate de La Herradura a treinta y seis leguas de Córdoba, Belgrano enfermo y delegó el mando del Ejercito del Norte al general Francisco Fernández de la Cruz, una figura que no tuvo ninguna trascendencia.
Con respecto al Gral. Belgrano, Paz observa que no era un gran militar, y que consultaba constantemente al barón Holmberg en muchas de las acciones realizadas, pero a pesar de esto sentía profunda admiración hacia los valores del creador de la Bandera ; ’....Belgrano instruía ciudadanos, y el Gral. San Martín formaba guerreros...’, apunta en sus Memorias.
Amenazado por los caudillos del litoral, especialmente López, el directorio ordena al Ejercito del Norte que regrese a Buenos Aires, esto produce uno de los puntos de inflexión casi olvidados de la historia Argentina, y que desencadena gran parte de los sucesos de los siguientes 30 años en nuestro país, la guerra civil y la formación de dos facciones dentro de una mismo estado.
La Sublevación de Arequito (Santa Fe) el 7 y 8 de Enero de 1820.
En referencia a este punto, es importante mencionar que el desmembramiento padecido por el ejército patrio fue a causa de que muchos de sus integrantes negaban la posibilidad de pelear teniendo como enemigos a compatriotas ; habían enarbolado las armas contra los españoles durante diez años en campañas extensas por el norte argentino, e incluso llegado a Perú. Había diversos criterios en cuanto a la estructuración del poder y la formación de un gobierno central que evitaban la solidificación de la joven nación.
Volviendo a la historia que nos concierne, en los primeros días de 1820, el Gral. Bustos, seguido por Heredia y Paz, sublevan a una parte importante del ejercito que volvía a Buenos Aires con la esperanza de regresar a los campos de batalla abandonados y enfrentarse nuevamente con los Realistas, esto se logra sólo en la primera etapa, ya que estos cuerpos vuelven hasta Córdoba donde Bustos intentaba apoderarse de la provincia, contra la posición de Paz y otros militares que intentaban dirigirse a la frontera norte amenazada por los españoles. [1]
Paz es separado del ejercito, tras la formación de un gobierno en torno a Bustos, para algún tiempo después trasladarse a Santiago del Estero, donde permaneció dos años alejado de la política, en 1823 viajó a Catamarca para instruir a un grupo de doscientos soldados ; con estos hombres trabajó en Salta antes de viajar a Brasil, con su flamante grado de coronel, donde organizo un batallón de cazadores por orden del Gral. Arenales.
Guerra con el Brasil
Durante este período Paz enriquece sus conocimientos militares y gracias a una acción destacada de su regimiento en la batalla de Ituzaingó, llega al grado de coronel mayor, por disposición del presidente Rivadavia, cuando Alvear es nombrado Jefe del Estado Mayor General, le entrega interinamente el mando del ejercito.
Luego de firmada la paz con Brasil, el general Paz regresa a Buenos Aires, donde Lavalle le encarga la organización del ejercito que luchará contra los caudillos del interior.
Los Caudillos
Paz deja entrever su visión de los caudillos en su descripción de Güemes, y aporta varios datos importantes para la reflexión : ’Hablo de don Martín Miguel de Güemes, simple comandante de milicias, colocado en la frontera por el Gral. San Martín. Poseía esa elocuencia peculiar que arrastra a las masas de nuestro país, y que puede llamarse la elocuencia de los fogones ó vivaques, porque allí establecen su tribuna. Principió por identificarse con los gauchos adoptando su traje en la forma, pero no en la materia, porque era lujoso en su vestido usando guardamontes y afectando todas las maneras de aquellas gentes poco civilizadas. Desde entonces empleó el bien conocido arbitrio de otros caudillos, de indisponer a la plebe con la clase más acomodada de la sociedad. Cuando proclamaba, solía hacer retirar toda persona de educación y aún a sus ayudantes, porque sin duda se avergonzaba de que presenciasen la impudencia con que excitaba a aquellas pobres gentes a la rebelión contra la otra clase de la sociedad. Este caudillo, este demagogo, este tribuno, este orador, carecía hasta cierto punto del órgano material de la voz, pues era tan gangoso, por faltarle la campanilla, que quien no estaba acostumbrado a su trato sufría una sensación penosa al verlo esforzarse para hacerse entender. Sin embargo, este orador, vuelvo a decir, tenía para los gauchos tal unción en las palabras y una elocuencia tan persuasiva, que hubiera ido en derechura a hacerse matar para probarle su convencimiento y su adhesión.
Era además Güemes relajado en sus costumbres, poco sobrio, y hasta carecía de valor personal, pues jamás se presentaba en el peligro. No obstante, era adorado de los gauchos, que no veían en su ídolo sino el representante de la ínfima clase, al protector y padre de los pobres, como lo llamaban, y también, porque es preciso decirlo, el patriota sincero y decidido por la independencia : porque Güemes lo era en alto grado. Él despreció las seductoras ofertas de los generales realistas hizo una guerra porfiada, y al fin tuvo la gloria de morir por la causa de su elección, que era la de la América entera.
Si bien esta descripción es de un individuo, vemos de que forma se desarrollaban estas fuerzas sociológicas en el interior del país creando el clima ideal para una guerra civil.
Guerra Civil
A diferencia de Buenos Aires, que estaba influenciada por las ideas emanadas, en su mayoría, de la Revolución Francesa, en el interior la estructura colonial estaba aún vigente, sólo que ahora existían caudillos (como Güemes, Bustos, Quiroga, López, Los Aldao, etc.) que podían hacer frente a un ejercito constituido y derrotarlo, beneficiados muchas veces por su conocimiento del territorio ; estos caudillos representaban el sistema totalitario que más se acomodaba a esas sociedades por aquella época.
Paz marcha sobre Córdoba con una fuerza de mil hombres, batiendo a Bustos en San Roque el 22 de abril de 1829, queda como gobernador de esa provincia, Bustos llama en su auxilio a Facundo Quiroga, quien viene en su auxilio y es derrotado en La Tablada el 22 y 23 de junio, batalla donde Paz comienza a demostrar sus virtudes militares, contrapuestas exitosamente al salvajismo característico de los caudillos del interior. Quiroga regresa en febrero del año siguiente a Córdoba y nuevamente es vencido en Oncativo, escapa a Buenos Aires, pero es capturando, luego del combate, quien es quizás el más sádico de los caudillos provinciales, el fraile Aldao [2], que había bañado en sangre a la provincia de Mendoza y masacrado el ejercito sanjuanino.
Para agosto de este año nueve de las catorce provincias argentinas estaban bajo el poder de Paz.
Paz cae prisionero
Luego del Pacto Federal de 1831, los ejércitos de Buenos Aires y Santa Fe se unen para invadir Córdoba, Paz intenta adelantarse a los hechos para vencer primeramente a Estanislao López y su ejercito santafecino, cuando sorpresivamente cae prisionero de este en una maniobra de reconocimiento.
Paz es llevado a la capital santafecina donde comenzaría una etapa de intrigas políticas en prisión que se extendería por ocho años ; los primeros cuatro en Santa Fe, donde se intentaba utilizar la figura de Paz como contrapeso de Quiroga, esto se ve evidenciado cuando López entrega el prisionero a Rosas, después de la muerte del riojano, quedando cuatro años más de cautiverio en Lujan, provincia de Buenos Aires en manos del dictador bonaerense.
Durante su cautiverio en el edificio de la Aduana en Santa Fe, comienza a redactar sus Memorias [3], contrae matrimonio con su sobrina Margarita Weild, y es testigo de los crímenes y manejos políticos de López y Cullen, observando también el atraso que obtuvo la provincia de esta mala administración.
Luego del traslado a Lujan y la reclusión de tres años, en abril de 1839, Rosas lo libera, pero dándole por cárcel la ciudad de Buenos Aires desde donde se fuga a la Banda Oriental el 3 de abril de 1840 ; Rosas intenta que Paz no se reincorpore a sus actividades militares, ofreciéndole una misión diplomática en el exterior, pero éste se dirigió a Corrientes a reunirse con el Ejercito Libertador que estaba a cargo de Lavalle, ignorando la voluntad de Rosas.
’Séame permitido hacer ahora una ligera comparación entre los dos caudillos bajo cuya férula tuve que sufrir ocho años de prisión : el uno, Rosas, me mandó libros ; al otro ni se le ocurrió que podía necesitarlos. Aquel me hace conocer francamente sus intenciones ; López, taimado y taciturno, quiere que le adivinen, y se irrita porque cree que no puedo comprenderlo, pues para eso hubiera sido preciso bajarse hasta donde me era imposible llegar. Ambos, gauchos ; ambos tiranos ; ambos indiferentes por las desgracias de la humanidad ; pero el uno obra en grandes proporciones ; el otro limitado a una esfera tan reducida como su educación y sus aspiraciones. Rosas marcha derecho ; López por rodeos y callejuelas. Rosas fusila ochenta indígenas en Buenos Aires y en un solo día ; López los hace degollar en detalle de noche y en un lugar excusado. Rosas pretende que se le tenga por hombre culto, pero haciendo ver que no son para él una traba las formas de la civilización ; López se rebela contra la sociedad siempre que le da a entender que ha dejado de pertenecer al salvajismo. Rosas quiere el progreso a su modo, un progreso (permítaseme la expresión) haciéndonos retroceder en muchos sentidos ; López nada quiere, sino el quietismo y un estado perfectamente estacionario. Rosas escribe mucho y da grande valor al trabajo de gabinete ; López aparenta el mayor desprecio por todo lo que es papeles, imprente y elocuencia. Por lo contrario, López ha sido feliz en todos los campos de batalla, y tenía cifrada su vanidad en eso ; Rosas no ha aspirado a la gloria militar, sea por sistema sea por otro motivo que no haga tanto honor a su valor personal.’
Paz en Corrientes
A la llegada a Corrientes algunos sucesos desfavorables condicionan el trabajo de Paz, Lavalle intentaba llevar la guerra a Buenos Aires, para lo cual retiró los hombres capacitados militarmente de la provincia de Corrientes, en oposición a la voluntad de Paz que intentaba defender esa provincia del caudillo entrerriano Pascual Echagüe, esta situación llevó a la separación de los dos generales, abocándose Paz a ’inventar’ un ejército de adolescentes con doscientos fusiles de chispa, unos barriles de pólvora mojada, y algunos de sus ayudantes.
Con este ’ejercito’ al que llegó disciplinar aceptablemente, venció a Echagüe, en la batalla de Caá-Guazú el 28 de noviembre de 1841, dirigiendo una de la mas brillantes batallas en materia militar que ha visto el suelo argentino, en donde la inteligencia de Paz quedó en evidencia.
Acto seguido a esta confrontación este jefe intentó continuar tras los pasos de Echagüe internándose en Entre Ríos, tomando la ciudad de La Bajada (1842), pero el gobernador de Corrientes, Pedro Ferré indignado por el nombramiento de Paz como gobernador de Entre Ríos, obligó a este a conferenciar en Paysandú con él y con el general Rivera presidente del Uruguay, motivando el auto exilio de Paz en Montevideo con su familia ese mismo año.
El 12 de diciembre de 1842, se lo nombra Jefe del Ejercito de Reserva [4], para poder hacer frente al ejercito de Oribe (general de Rosas) que sitió Montevideo en febrero del año siguiente, Paz permanece al frente de ese cuerpo hasta mediados de 1843, para comenzar el regreso a Corrientes a través del Brasil, y tomar el cargo de Director de la Guerra contra Rosas, expedido por el nuevo gobernador de Corrientes, Joaquín Madariaga.
Lo paradójico de la historia es que varias veces Paz aceptó estos ’nombramientos’ de manos de algunos caudillos como Rivera ó Madariaga, para realizar su obra de liberación nacional del poder Rosista, que difería mucho de la visión de dichos ’representantes populares’ ; Paz tenía una visión sorprendente del aspecto económico en esta guerra que difícilmente podría ser percibido por algún gobernante de esa época, quienes sólo intentaban atacar a la provincia vecina para robarle ganado ó algún otro articulo de valor sin entender el desarrollo global de la situación. [5]
En el caso de los Madariaga (Juan y Joaquín), ellos confiscaban dentro de la provincia de Corrientes las mulas necesarias para la campaña para luego venderlas a Brasil y quedarse con toda la ganancia tener que rendirle cuentas a nadie.
Paz asume el comando del Cuarto Ejercito y lo instala en el Campamento de Villanueva donde se dedica a refinar la calidad de los milicianos, envía una expedición a Santa Fe al mando de Juan Pablo López triunfando en esa provincia, pero rápidamente es batido por los locales en Mal Abrigo debido al desmembramiento de su ejercito y a la falta de disciplina, este hecho le ocasiona a López su sometimiento ante un tribunal militar que lo destituyó de sus empleos y grados militares.
Rosas intentaba anexar a su imperio el territorio paraguayo, que era gobernado por el dictador Carlos Antonio López, sabiendo esto Madariaga y Paz firman con éste el Tratado de Alianza y convicción Adicional el 11 de noviembre de 1845, cuyo plan principal era atacar Entre Ríos (que estaba desguarnecido por la ausencia de Urquiza) y si era posible llegar a Buenos Aires ; lamentablemente Madariaga y Paz tenían diferente brújula, siendo separado, nuevamente, Paz del cargo que ostentaba.
Urquiza, que había ascendido a gobernador de Entre Ríos debido en gran medida al traspié de Echagüe en Caá-Guazú, vence a Ribera en India Muerta y ataca Corrientes, derrotando a Juan Madariaga, quien cae prisionero en Laguna Limpia ; Paz se retiró a los bañados de Ibajay, y Urquiza midiendo los riesgos se replegó hasta su provincia.
Ultimas actividades de Paz
Complicaciones políticas lo llevan a dejar Corrientes, yendo hacia el Paraguay, para terminar en Río de Janeiro, donde sumergido en la mayor pobreza establece una granja donde obtenía el sustento económico con el que mantenía a su familia, cuando su esposa alumbraba a su noveno hijo, de los que habían muerto seis, falleció, dejando a Paz con la tarea de crianza de los niños y completando en sus ratos libres sus Memorias, que había comenzado hacía unos años.
Luego del pronunciamiento de Urquiza contra Rosas, viaja a Montevideo, donde espera el desenlace favorable del 11 de septiembre de 1853 ; ya en Buenos Aires, se evidencia la incomodidad de Urquiza por su presencia pero esto no obstruye su designación como Brigadier General, y el gobierno del general Manuel Pinto le encarga una misión en las provincias del interior, atraerlas hacia la causa de Buenos Aires, para acortar las distancias, tendientes a formar un Congreso Constituyente.
Buenos Aires debido a la hostilidad de Santa Fe, se ve forzada al uso de las armas, y lo nombra general en jefe, para trasladarse a la frontera santafecina, hecho que no sucede porque la campaña de Buenos Aires se alza en armas contra el gobierno de Alsina, Hilario Lagos sitia Buenos Aires pero Paz la salva, Urquiza media entre las partes, la figura de Paz reaparece firmando un tratado que estaba en disidencia con el de San Nicolás, para luego ser nombrado ministro de guerra del Estado de Buenos Aires del gobierno de Pinto.
En este carácter viaja al Uruguay a despedir los restos de Fructuoso Rivera, con quien había peleado en la guerra del Brasil, y de regreso en Buenos Aires es elegido miembro de la Convención Constituyente, donde no asistió asiduamente por algunos problemas de salud, el 11 de abril de 1854, día de la aprobación y firma de la Constitución estuvo presente para expresar junto a Mitre su desacuerdo por el documento que proclamaba a Buenos Aires Estado Independiente.
Murió en Buenos Aires el 22 de Octubre de 1854, estudios posteriores han demostrado que el Gral. Paz al igual que su hijo José María Paz Weild fueron miembros de la masonería.
’La atención con que hemos seguido siempre la conducta de este hombre, que parece predestinado a tomar lugar entre Bolívar y Washington, por sus talentos militares y sus severas virtudes republicanas.’
Domingo Faustino Sarmiento
Reflexión :
Luego de esta exposición cabe preguntarse, ¿porque esta figura está prácticamente borrada de la historia nacional ?, ¿es que su obra no representa nada trascendental para las futuras generaciones ?.
Notas :
[1] Paz toma parte en la formación de un gobierno Federal en Córdoba como el de Bustos, tiempo después se arrepiente de este hecho, porque él abrazó la facción Unitaria desde el principio.
[2] Paz explica en sus Memorias algunos de los crímenes de Los Aldao, en Mendoza, pero anticipando que los acontecimientos ’hacen caer la pluma de la mano’ : ’El interesante joven José María Salinas, sin más delito que haber redactado un periódico, fue sacado de la prisión a medianoche, mutilado, castrado, y, después de hacerlo expirar entre tormentos, se dejaron sus restos a la expectación pública. El cadáver del doctor Laprida, cuyo nombre figura honrosamente de presidente del congreso que declaró la independencia nacional, fue hallado después de un tiempo en un oscuro calabozo, donde sin dudas fue enterrado vivo.’
[3] El mismo Paz confiesa que varias veces se vio tentado a tirar este trabajo, pero la idea de que sería de ayuda a las generaciones posteriores, mantuvo este documento a salvo ; en el primer lustro del siglo XX, José Ingenieros y José María Ramos Mejía intentaron reeditar este trabajo como lanzamiento de la colección ’Cultura Argentina’, lamentablemente esa colección recién se lanzó en los años veinte, problemas financieros demoraron esta empresa, que a esa altura sólo contaba a Ingenieros como director.
[4] Siendo parte de ese grupo una partida de revolucionarios italianos comandados por Giuseppe Garibaldi, que luego acompañaron a Paz a Corrientes.
[5] Los propios santafecinos admiraban la labor de Estanislao López argumentando que este obtenía de Rosas una cantidad importante de regalos a cambio de favores ’especiales’, que prácticamente habían dejado a la provincia en ruinas.