Accueil > Empire et Résistance > Union Européenne > France > Imperialismo francés : la posición del LCR sobre Costa de Marfil
Frente a la profundización de la crisis en la Costa de Marfil, cuya lógica puede conducir al caos, publicamos la posición del Buró Político de la LCR
Liga Comunista Revolucionaria (LCR)
Paris, 7 de diciembre del 2004
La reciente crisis en Costa de Marfil ha empujado al país al abismo. La política de Francia en Africa, y particularmente en ese país, conlleva una gran responsabilidad. Después de treinta años de reinado del dictador Houphouet - Boigny, que protegía a los grandes intereses franceses omnipresentes, todavía son esas empresas francesas las que saquean la aportación de capitales cuando fue la ola de privatizaciones : Bolloré, el bosque y las plantaciones, Bouygues, la construcción, la obra pública, el agua y la electricidad, France Télécom, el teléfono, la SNCF los ferrocarriles... Al haber liquidado a bajo precio sus principales recursos, el estado fue arruinado. La población se empobreció.
Y los sucesivos gobiernos de Costa de Marfil, para mantenerse en el poder, derivaron en una infernal política de etnitización de la vida política y social. Durante diez años, de Bédié a Gbagbo, activaron las fracturas religiosas : cristianos contra musulmanes, sudistas contra nordistas, "marfileños auténticos" contra "alógenos" de todo tipo. En este país, mosaico de pueblos reunidos en las fronteras arbitrarias dibujadas por la colonización, y en donde el 30% de la población es de origen extranjero, esto es un veneno mortal.
El actual presidente Gbagbo no es legítimo, ha aceptado ser elegido cuando el 70% de los electores se habían negado a participar en las elecciones reservadas a los "verdaderos marfileños". Al principio se decía de izquierda, su política en el poder es la que Le Pen propone en Francia.
Cuando hubo una nueva rebelión, que dividió el país en dos, se interpuso Francia. No era la suerte de los marfileños lo que le preocupaba, sino la "estabilidad" del país para beneficio de los intereses franceses.
El campo gubernamental reclutaba milicias por miles, sobre una base étnica, compuestas de jóvenes desocupados excitados por los discursos xenófobos de los medios. Asesinaba periodistas y personalidades, las manifestaciones pacíficas de la oposición eran dispersadas con sangre, la cacería a los Dioulas en los barrios de Abidjan dio un total de 200 muertos el año pasado, a veces asesinados a machetazos. Los militares franceses, considerando que debían "proteger a las poblaciones" no se movieron.
Rechazando el plan de paz propuesto el verano pasado por la Unión Africana en Accra, que preveía poner fin a la política de "marfilización", desarmar los dos campos y organizar elecciones en 2005, el régimen de Gbagbo se dedicó a avanzar retomando la guerra. Francia no podía formar parte de la solución porque formaba parte del problema.
Así, nosotros exigimos que Francia se retire de la gestión de la crisis en la Costa de Marfil, que se retiren las tropas francesas, que se ponga en marcha una solución africana. Y toda la política pasada y presente del ejército francés demuestra que no puede ser un factor de paz en el continente. Salvo que se ignore el peligro que corren las poblaciones abandonadas en una trampa asesina frente al régimen, es urgente una solución africana para impedir la deriva del gobierno de Gbagbo en su lógica de guerra y de depuración étnica.
A pesar de toda la desconfianza que debemos tener sobre la voluntad de los gobiernos africanos, la urgencia impone una interposición militar en Costa de Marfil en lugar del ejército francés. En el actual impasse, se deben desplegar tropas de los países de la Unión Africana, que no toman parte directamente en el conflicto, con mandato de proteger a todas las poblaciones y garantizar un cese de fuego.
Una solución política marfileña implica imponer a los beligerantes elecciones generales que permitan a todos los marfileños, sin distinción, elegir una Asamblea que tome las cosas en sus manos. Es el único medio de devolverle la palabra a los marfileños, para que retomen el control de sus recursos, de sus servicios públicos privatizados, para permitirles romper con una "Francáfrica" que, decididamente, arrastra a los países que domina hacia un terrible caos.
Traducción de Rossana Cortez, especial para Panorama Internacional