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En una entrevista reciente en Telesur, el general Romeo Vásquez, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras, justificó su desacato de permitir el referéndum alegando cierta ilegalidad de las 400.000 firmas que lo convocaron. Al mismo tiempo, el Congreso Nacional, con la complicidad de algunos jueces, intentó declarar al presidente Zelaya incapacitado intelectual, con una arbitrariedad que revela razones políticas y sociales más profundas. Como si el continente y el mundo entero no hayan tenido que soportar durante siglos el mando de incapacitados intelectuales que virilmente se solían llamar "hombre fuerte" o "caudillo" en África y América latina y "líder" en Europa y Estados Unidos. ¿Desde cuándo la inteligencia ha sido un requisito excluyente para ejercer el poder ?
El general Romeo Vásquez justificó luego el desacato reiterando que la institución castrense "continúa subordinad[a] a las órdenes" del presidente Zelaya. Según el general, destituido por el presidente pero en ejercicio por su propia voluntad y por el apoyo de sus subordinados, "en esta misión que nos dieron de repartir el material, analizamos los procedimientos logísticos y administrativos y nos encontramos con un problema de índole legal, porque el juzgado determinó que no había irregularidades en la encuesta".
Este tipo de humor negro, típico del divorcio fascista entre discurso y práctica (el desacato se llama subordinación, la intimidación, colaboración, etc.) demuestra una vez más que la anacrónica mentalidad militarista que se siente por encima de la ley y de un presidente democráticamente electo, sigue viva y arremetiendo contra la historia.
La amenaza del general Vásquez contra el presidente Manuel Zelaya es sólo el rostro visible de un viejo resquicio de la colonia y de la caudillesca costumbre del ejército y su clase dictatorial al servicio de intereses extranjeros que aún hoy en el siglo XXI no alcanzan a comprender que la institución militar está al servicio de su país, de la voluntad de sus pueblos a través del orden constitucional y no al revés.
Hoy Honduras se debate ante el desafío latinoamericano de enfrentar cualquier cambio político hacia la igual-libertad, hacia su destino de independencia y dignidad, o volver a los miserables tiempos en que nuestros países eran definidos como republiquetas o repúblicas bananeras.
Por Jorge Majfud
El Correo. Paris, 28 de junio de 2009