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27 de febrero de 2003

Hay que tener en cuenta que el "acuerdo" con el FMI es peor porque apuntala estatismos aberrantes

 

Por Alejandro A. Tagliavini
El Cronista

Lejos de constituir una señal favorable, el acuerdo con el FMI es la evidencia de que no es posible acceder al crédito en el mercado privado y desregulado. En cambio, la política del Fondo termina apuntalando estatismos aberrantes, como ha ocurrido en el caso argentino. El capitalismo neoliberal utiliza al Estado como nodriza y de ese Estado expolia a los contribuyentes y a los trabajadores. Alejandro A. Tagliavini es miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas.)

Según Martín Krause, rector de Eseade, la Argentina llego a acuerdos con el FMI en 33 oportunidades; y hoy estamos peor que nunca, cada acuerdo empeoró las cosas. De hecho, la Argentina, durante los últimos veinticinco años, pasó de ser un país prácticamente sin deuda a este default insalvable. Solamente desde 1993 la deuda del Estado argentino creció desde el 29% del PBI hasta el 123% actual. Un amigo mío suele decir: "Para saber dónde estuvo el FMI, lee las noticias y fíjate donde hay caos económico y revueltas sociales".

¿Qué haría que este nuevo acuerdo fuera bueno?

Con el blindaje, la mayoría creía lo que el Gobierno aseguraba en una campaña publicitaria sin precedentes: que con semejante préstamo íbamos a salir adelante rápidamente. Contra prácticamente la opinión unánime de los grandes gurúes, sostuve en un artículo (El Cronista, 11 de enero de 2001) que el blindaje no solamente no nos iba a salvar, sino que iba a empeorar las cosas, porque evitaría que el Estado, al quedarse sin recursos, se viera obligado a rever su política estatista y a recortar gastos inútiles. Y así sucedió: como consecuencia del blindaje, el estatismo se agrandó y, finalmente, colapsó viéndose el binomio Cavallo-De la Rúa obligado a renunciar.

Con este nuevo acuerdo de corto plazo, créase o no, muchos vuelven a creer que estamos salvados. The Wall Street Journal señalaba que el Departamento del Tesoro perdió una oportunidad histórica "para poner fin a esta charada" y "ayudar a los argentinos, que bastante han sufrido por un mal gobierno apuntalado por el FMI".

Es importante tener en claro algo que normalmente se confunde. El FMI no es Estados Unidos, mucho menos su sector privado y menos aún un representante de un mercado natural (libre). Si el actual, y circunstancial, gobierno de los Estados Unidos quiere el acuerdo con el Fondo es por una razón muy simple y cruda, porque ellos son los principales acreedores de este organismo internacional y ésta es la forma en que Washington cobre recursos que hoy necesita más que nunca.

Por el contrario, el FMI es un banco estatal (multinacional) que no maneja recursos propios, sino extraídos coactivamente (por vía impositiva) de los contribuyentes y, consecuentemente, no es responsable de estos fondos porque no son propios. Es promotor del estatismo, así hoy exige nuevos impuestos, un aumento sostenido en la recaudación fiscal en un país cuyo sector privado ya ha sido expoliado en exceso.

Me pregunto ¿por qué Estados Unidos, los países desarrollados y los que crecen no reciben préstamos del FMI?

Un banco en un mercado natural (no en esta Argentina estatista del corralito) otorga créditos a personas con proyectos productivos, económicos, eficientes, de manera que progresen y, consecuentemente, puedan devolver estos créditos porque, a su vez, el banco privado sí debe responder a quienes depositaron esos fondos en su custodia. Así, cuando un banco privado no otorga un crédito es porque entiende que no podrá recuperarlo, dado que el proyecto no es eficiente y, por lo tanto, no progresará.

Los proyectos inviables

Pero, cuando esto ocurre, es decir cuando la banca privada no quiere otorgar créditos por sí sola, aparece el FMI financiando proyectos inviables. Con esto apuntala estatismos aberrantes (como el argentino) que luego no pueden devolver esos créditos. Es decir, que al contrario de lo que suele decirse, un crédito del FMI es una mala señal porque indica que no se han podido encontrar créditos en condiciones normales (en un mercado privado y desregulado), es decir, eficientes.

Pero la gravedad de este nuevo acuerdo no termina en el bajón económico que sobrevendrá como consecuencia de apuntalar a este estatismo asfixiante, sino que ha existido una clara intimidación a la Corte Suprema para que no se ajuste a derecho, es decir, un burdo intento de desarticular el Estado de Derecho, al pretender que no se haga lugar a los reclamos de los ahorristas que exigen que sus dólares sean devueltos. Actitud, demás esta decir, amoral dado que esto significa la violación de derechos naturales, como es el de la propiedad.

Una de las grandes mentiras de acordar con el FMI es que, supuestamente, esto nos volvería a insertar en el sistema financiero internacional. Sin duda reinserta al Estado argentino en la "bicicleta" financiera regenteada por el FMI, y su capacidad de auditoria. Pero, los argentinos tenemos una mentalidad tan estatista que pasamos por alto, sin más, el hecho de que el Estado argentino es solo eso: el Estado que lejos está de ser el país, por el contrario, el verdadero país (esclavo del Estado) es su sector privado, que es el que produce e invierte.

Para que el país real vuelva al verdadero sistema financiero, el que verdaderamente invierte y no se dedica a la "bicicleta", es necesario respetar la moral, el Estado de Derecho, la propiedad privada. Este es el único modo de recrear la confianza. Y para esto debió haberse devuelto primero el dinero a los pequeños inversores privados (corralito incluido), porque son estos los que verdaderamente invierten en producción; luego a la banca privada y en último término al FMI que, por otro lado, es corresponsable porque sabía perfectamente que le estaba prestando (igual que ahora) a un Estado argentino incobrable.

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