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22 décembre 2008

Haití :
Entre la espada de la miseria y la pared de los abusos.

 

Por Moisés Saab
Prensa Latina
. Santo Domingo, 21 diciembre de 2008.

Los policías y militares dominicanos acantonados en la frontera aparecen como los principales violadores de los derechos humanos de los haitianos que cruzan los límites entre ambos estados, que comparten la isla Española.

El 34,5 por ciento de los que trascienden la frontera sufren atropellos de sus derechos, según un estudio de la ONG Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes (SJRM) distribuido a la prensa.

Las mujeres, 21,8 por ciento, y los menores, 13,9, son los que padecen los mayores abusos, acorde con el sondeo, el cual establece en casi el 35 por ciento de los emigrantes que son atropellados de alguna manera.

La mayoría de los haitianos que laboran en la construcción en Dominicana perciben salarios menores a los establecidos por ley, entre otras arbitrariedades, denunció el año pasado el SJRM en un informe similar Los militares haitianos, asimismo, son mencionados como violadores de los derechos de sus compatriotas que dos veces por semana pasan la frontera para comerciar del lado dominicano.

La encuesta arroja una luz parcial sobre el espinoso tema de la presencia haitiana en su vecino del Este, objeto de quejas por sectores dominicanos, que la estiman excesiva.

Un año atrás, el gobierno dominicano impugnó el informe de una comisión bimembre de la ONU en el cual se registraban indicios de racismo hacia los haitianos.

El canciller Carlos Morales desestimó las formulaciones del texto por infundadas debido a que "la inmensa mayoría de los dominicanos son negros o mestizos", lo que resta credibilidad a las conclusiones sobre racismo, dijo.

La cuestión es compleja pues si bien la composición étnica aducida por el canciller es exacta, existen prejuicios contra los haitianos que se establecen sin documentos en Dominicana.

Entre las quejas más comunes es que la mayoría viven de la mendicidad, en condiciones infrahumanas y constituyen un peso muerto para la economía e incluso la salud pública dominicanas.

Si un día los haitianos deciden tomar esta provincia por la fuerza, pueden hacerlo, porque son más que los dominicanos, dijo a Prensa Latina en una conversación privada un síndico (alcalde) cuyo nombre no se menciona por carecer de autorización.

Exagerado o no, el presupuesto retrata un estado de ánimo vigente en vasto sectores dominicanos sustentado en hechos históricos y, también, en la reticencia a compartir en tiempos de crisis.

Los dominicanos entienden como guerra de liberación la que libraron contra Haití en 1844, la cual terminó con 22 años de ocupación, un fardo atávico que sigue presente en la mente popular.

Tal concepto fue aprovechado por Rafael Leónidas Trujillo en los albores de su dictadura para una matanza de haitianos a la que llamó "el corte", debido a que fue ejecutada a machete.

En la actualidad, las repatriaciones de haitianos son frecuentes, en especial de Santiago de los Caballeros, la segunda ciudad en importancia del país.

Los desencuentros tuvieron un desenlace trágico dos meses atrás cuando turbas de dominicanos airados por la muerte de un compatriota en un asalto atacaron con garrotes y machetes a obreros manuales haitianos en las localidades de Neyba y Guayubín.

La intervención del Ejército y la Policía puso coto a las agresiones, pero tres personas murieron y decenas resultaron heridas en los disturbios, que provocaron un éxodo de indocumentados.

Para los haitianos, las alternativas son mínimas pues se trata de permanecer en su país, en crisis económica perenne, o probar fortuna en el lado dominicano, donde encuentran alguna ocupación que les permite sobrevivir.

Aunque en ocasiones, la cohabitación sea difícil y la alternativas, cuando menos peligrosas y colmadas de violaciones de sus derechos elementales.

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