Portada del sitio > Imperio y Resistencia > Unión Europea > Grecia > Grecia, el talón de Aquiles de la economía europea
El completo fracaso de las reuniones celebradas ayer entre el Gobierno griego del primer ministro Yorgos Papandreu y la oposición de izquierda y de derecha helenica, coloca al país al borde del abismo y a Europa en vísperas de otra agudización de la crisis del euro.
« La crisis griega no ha entrado en la agenda de la cumbre (del G-8, que se celebra en Deauville, Francia), aunque hemos hablado algo de ella », dijo anoche el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, en unas declaraciones tranquilizadoras en las que nadie ha creído.
Pocas horas antes, en Atenas, las conversaciones entre Papandreu y los líderes los conservadores de Nueva Democracia (principal partido opositor) y del partido Comunista (fuerza de izquierda predominante) concluyeron en un fiasco, al negarse los opositores a apoyar el durísimo plan de ajuste que quiere aplicar el Gobierno para lograr un nuevo préstamo del FMI y de la Unión Europea (UE).
El Fondo y la UE condicionan un desembolso de 12.000 millones de euros, el quinto del plan de ayuda aprobado hace un año por un total de 110.000 millones, a que Grecia apruebe más medidas de austeridad y, sobre todo, inicie un programa de privatizaciones por 50.000 millones de euros.
“El pueblo griego no puede ser objeto de semejante chantaje”, alegó el líder comunista Aleka Papariga, en línea con la posición adoptada por Nueva Democracia cuyo jefe, Antoni Samaras, consideró “equivocado” el nuevo plan de ajuste dictado por el FMI y Bruselas.
Sin embargo, un abismo separa a los dos opositores: mientras la derecha está de acuerdo con las privatizaciones y critica al Gobierno por no haberlas implementado antes, los comunistas se oponen a ellas y también a la reducción de impuestos a las ganancias y a las empresas que propugnan los conservadores.
Ante esta situación desesperada desde el punto de vista político, y con huelgas y manifestaciones que no cesan de aumentar en Grecia, en protesta contra la crisis y el Gobierno, el comisario europeo de Economía y Finanzas, Olli Rehn, redobló ayer la presión alemana y europea al afirmar que “el tiempo se está agotando, todos los partidos deben apoyar el programa de la UE y del FMI”.
Grecia tiene una deuda pública de 300.000 millones de euros y el porcentaje de ésta sobre el PBI se viene incrementando desde hace un año debido al retroceso de la actividad económica y a la parálisis que va ganando terrenos en todos los sectores.
Esta semana, portavoces del Gobierno griego dijeron que si no encuentran una solución políticamente viable estarían dispuestos a retirarse del euro, declarar una moratoria de la deuda y regresar a la moneda nacional, el dracma.
Si bien Papandreu reiteró ayer que su gobierno tomará “las decisiones necesarias, no importa lo que cueste, y con la oposición o sin ella”, lo cierto es que su partido socialista se está resquebrajando internamente, con renuncias de algunos cargos y deserciones que lo han llevado a contar con una mayoría de apenas seis votos en el Parlamento.
Una diferencia que, al ritmo que avanzan los acontecimientos, no garantiza ya que el oficialismo puede hacer lo que proclama y que, incluso en el caso de que lo logre, no está nada claro que pueda llevar adelante un programa resistido mayoritariamente en todo el país.
Ayer y hoy continuaron las protestas de los denominados “indignados”, un movimiento que se concentra en la plaza Sintagma, en el centro de Atenas, siguiendo el camino abierto por los españoles “indignados” en todas las ciudades de España y que inquieta, cada vez más, a los responsables políticos de Madrid y de otras capitales europeas.
El euro, que ayer experimentó una ligera subida con relación al dólar, no logra recuperarse. El alza se debió a una intervención de China para evitar que la depreciación de la moneda única continúe y haga saltar todas las alarmas en el Viejo Continente.
Pero la situación griega puede precipitarse en cualquier momento ya que en el tira y afloje entre Grecia y la UE-FMI, se está jugando, esencialmente, el futuro de la economía continental y la posición de Alemania como país rector de la zona euro en alianza con Francia.
Mientras Atenas amenaza con declarar la quiebra y llevar a España, Italia y Bélgica al mismo camino emprendido por Portugal, Irlanda y Grecia, poniendo a Alemania y Francia contra las cuerdas, los alemanes no están dispuestos a ceder y hacerse cargo de la situación de los llamados “países periféricos” de Europa.
Pero la cruda realidad es que Alemania puede dirigir la economía europea en tanto pueda seguir subordinando al resto de Europa a través del euro y las finanzas montadas sobre esta moneda.
Cualquier cambio dramático planteado por el abandono del euro por parte de Grecia y uno o más países, supondría la estocada final a este proyecto de unidad monetaria iniciado en 1999.
Angel Jozami, enviado especial.
Télam. Buenos Aires, 27 de mayo de 2011.