Accueil > Empire et Résistance > « Gringoland » (USA) > Estados Unidos de América : La institucionalización de la tiranía
Los republicanos y conservadores estadounidenses continúan luchando contra el estado del bienestar de lo que denominan el « Big Government », un gobierno al que consideran laxo y demasiado entrometido. Al parecer, nunca han oido hablar del estado policial militarizado del « Big Government », o, en todo caso, están a gusto con él y no tienen objeción alguna.
Los republicanos, incluidos los que forman parte de la Cámara de Representantes y el Senado, están de acuerdo con que dicho gobierno inicie guerras sin una declaración de guerra previa o incluso sin el consentimiento del Congreso, así como que se utilicen aviones no tripulados para atacar a la población de países con los que Washington no está en guerra. A los republicanos no les importa que las agencias federales de « seguridad » espíen a ciudadanos estadounidenses sin necesidad de una orden judicial y hagan un seguimiento de cada correo electrónico, sitio web visitado, comentario en Facebook, llamada de teléfono móvil y compra mediante tarjeta de crédito. Los republicanos en el Congreso incluso votaron a favor de financiar el enorme edificio en el que se almacena toda esta información, en Utah.
Pero Dios nos libre de que el « Big Government » haga algo por un ciudadano pobre.
Los republicanos han estado luchando contra la seguridad social desde que el presidente Franklin D. Roosevelt la introdujo en los años treinta y se han estado enfrentando a Medicare desde que el presidente Lyndon Johnson la aprobó en 1965 como parte de su objetivo de crear una Gran Sociedad.
Los conservadores acusan a los liberales de la « institucionalización de la compasión ». Para el número de febrero de 2013 de la revista Chronicles, John C. Seiler, Jr., critica a la gran sociedad de Johnson por ser “una de las causas principales por la que un país que todavía gozaba de un mínimo de libertades republicanas pasó a ser el estado centralizado, burocratizado, degenerado y corrupto que perdura hasta nuestros días ».
A los conservadores no se les ocurre que en Europa la democracia, la libertad, el bienestar, los ricos y los sistemas de salud nacionales coexisten, pero, de alguna manera, la libertad estadounidense es tan frágil que se ve anulada por un programa sanitario limitado al que sólo pueden acceder los ancianos.
Tampoco se les ocurre a los republicanos conservadores que es mucho mejor institucionalizar la compasión que institucionalizar la tiranía.
La institucionalización de la tiranía es el triunfo de los regímenes de Bush y Obama, los regímenes del siglo XXI. Es esto, y no la Gran Sociedad, la ruptura definitiva con la tradicion estadounidense. Los republicanos que respaldaban a Bush destruyeron casi todas las protecciones constitucionales de la libertad que los Padres Fundadores crearon. Los demócratas a favor de Obama codificaron el desmantelamiento de la Constitución por parte de Bush y eliminaron la protección al ciudadano para que éste pueda ser asesinado sin ser sometido a un juicio justo. Ha bastado una década para que dos presidentes conviertan a los estadounidenses en el pueblo menos libre de cualquier país desarrollado o, incluso, de cualquier país en general. ¿En qué otro país puede un director ejecutivo asesinar a ciudadanos sin que haya un juicio justo ?
Revuelve el estómago escuchar a los conservadores quejarse sobre la destrucción de la libertad a manos de la compasión mientras institucionalizan la tortura, la detención indefinida que viola el hábeas corpus, la ejecución de ciudadanos basándose únicamente en la sospecha y en acusaciones no demostradas, la absoluta violación de la intimidad, interferir en el derecho a volar o viajar por carretera mediante inexplicables listas de exclusión o puestos de control en las autopistas, la brutalidad policial que sufren los ciudadanos y quienes ejercen su derecho a protestar, realizar montajes para incitar a la crítica y limitar la libertad de expresión.
Actualmente, en los Estados Unidos tan solo la rama ejecutiva del gobierno federal posee algo de intimidad. La intimidad es institucional, no personal, como muestra el caso del director de la CIA David Petraeus. Mientras el poder ejecutivo destruye la intimidad de todos, insiste en conservar su intimmidad como un privilegio. Se apela a la Seguridad Nacional para proteger al ejecutivo de sus actos criminales. De hecho, los fiscales federales llevan a cabo juicios en los que las pruebas contra los acusados son clasificadas y no reveladas a los abogados defensores. Algunos abogados, como Lynne Stewart, han acabado en prisión por no obedecer las órdenes de los fiscales federales que suponían la violación del privilegio de confidencialidad entre abogado y cliente.
Los conservadores ven con buenos ojos el estado policial construido, ya que consideran que les protege del « terrorismo musulmán ». No son capaces de ver que ahora están expuestos a terrorismo por parte del gobierno.
Pongamos como ejemplo el caso de Bradley Manning. Está acusado de filtrar información que revela crímenes de guerra del gobierno estadounidense, pese a que es responsabilidad de todo soldado informar sobre crímenes de guerra. El gobierno estadounidense ha violado prácticamente todos los derechos constitucionales de Manning. Ha sido torturado. En un intento de coaccionar a Manning para que admitiera cargos inventados y que implicaran al director de WikiLeaks, Julian Assange, se violó su derecho a un juicio rápido al estar retenido en custodia preventiva durante casi tres años, mientras los fiscales retrasaban una vez tras otra la celebración del juicio. Ahora, el juez, el magistrado Denise Lind, que parece que forme parte de la acusación más que ser un juez imparcial, ha decretado que Manning no puede usar como pruebas los propios informes del gobierno en los que se dictamina que la información filtrada no supone una amenaza para la seguridad nacional. Lind también ha ignorado el principio de mens rea al establecer que el motivo por el cual Manning filtró la información sobre los crímenes de guerra estadounidenses no puede ser presentado como prueba para el juicio. (http://www.armytimes.com/news/2013/...)
Este principio establece que un acto delictivo requiere una intención criminal. Al descartar el mens rea, Lind ha impedido a Manning demostrar que su motivación fue cumplir con su deber según el código militar y revelar pruebas sobre crímenes de guerra. Esto permite que la acusación convierta un acto responsable en un delito de ayuda al enemigo al revelar información clasificada.
Naturalmente, nada de lo que presuntamente reveló Manning ayudó en ningún modo al enemigo, ya que éste, tras haber sido víctima de los crímenes de guerra, ya era consciente de la amenaza.
A los demócratas de Obama les preocupa tanto como a los republicanos conservadores que un soldado estadounidense responsable esté siendo procesado por tener conciencia moral. En el juicio a Manning, la definición de victoria del gobierno no tiene en absoluto nada que ver con el predominio de la justicia. Para Washington, victoria significa acabar con la conciencia moral y proteger a un gobierno corrupto de que sus crímenes de guerra se expongan públicamente.
Paul Craig Roberts
Original : « The Institutionalization of Tyranny »
IPE. USA, 18 de enero de 2013
Traducido del inglés para El Correo por : Nicolás Olucha Sánchez
El Correo. París, le 28 de enero de 2013.
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