Accueil > Empire et Résistance > « Gringoland » (USA) > Estados Unidos : La ley de la selva
Por Jaime Richart
ARGENPRESS.info, 8 de septiembre de 2005
El neoliberalismo neocons (vaya contradicción) quiere que desaparezca el Estado hobbiano, el Leviathan, no para que reine la anarquía de ciudadanos superresponsables, sino para que gobiernen unos cuantos grupos financieros, primero en su país y luego en el resto del mundo. Ahora están comprobando, allá y en sus propias carnes el efecto de un Estado ya debilitado, que ni siquiera está presto para movilizar ejércitos de salvación en la Lousiana. El desconcierto de la Administración estadounidense es patente. Por eso sale a relucir tanto esperpento, como el más reciente asociado a la presencia de Bush en Nueva Orleáns diciendo disparates...
No se puede decir de otra manera. Ni lo sucedido, ni lo decidido por él, ni su persona merecen más miramientos : decididamente Bush está loco. No puede creerse que su cerebro sintonice con la mayoría estadounidense que le votó. Sería demasiado arriesgado opinar que quien está loca es esa mayoría... aunque todo podría ser.
Ahora resulta que Bush va a Nueva Orleáns a decir que ’hay que estar preparados (...) para ’esto’ y para ataques con armas de destrucción masiva’. ¿Se puede imaginar a otro más loco que el que institucionalmente va a hablar a un sitio de lo que no ha ocurrido, cuando lo ocurrido es un fenómeno natural que ha causado más de miles de muertos, la mayoría negros, como si lo ocurrido hubiera sido provocado por una mano negra y tuviera que ver con otra voluntad ? ¿Hay alguna diferencia entre ver gigantes donde sólo hay molinos de viento, y ver armas de destrucción masiva todos los días y en todas partes y aludir a esa visión en público a todas horas ?
Este remedo de presidente, que denigra la memoria de cualquier otro presidente de Estados Unidos anterior, va a arrastrar al desastre no sólo al mundo árabe, sino a su propio país. Está cavando ya la fosa.
De todos modos ya sabemos que, aunque parezca espontáneo, semejante comentario no puede ser ni gratuito ni un desliz, ni las palabras de un loco de remate. Todo está preparado desde casa, aunque improvisado debido a un imprevisto huracán, por el equipo neocons y el Pentágono. Por eso decía que todo podría suceder... Pues en realidad ese pueblo, como tal, y esas minorías, como las que constituyeron Gestapo, SS y demás, que maldirigen al país para llenar las arcas de sus lobbys, da la impresión de que han enloquecido o han ido enloqueciendo o fingen haber enloquecido para explicarse a sí mismas aventuras cervantinas que matan de verdad y que sublevan o aburren a los que no son muertos por ellos.
Y es que no es ya una metáfora. El dinero es para el orbe yanqui, y para los que quieren imitarlo, una verdadera arma de destrucción masiva. Halliburton, del equipo de Dick Cheney aunque formalmente la dejara, Kellog, TT, KBR ya pelean ferozmente como hienas por los contratos de reconstrucción en N. Orleáns. ¡Quién sabe si no serían ellas mismas quienes enviaron al Katrina ! El delirio por la construcción y por la reconstrucción (Véase Madrid y allá donde gobiernan los PP) está provocando en el mundo una frenopatía nueva, una psicopatología que no tiene precedentes en la historia y que es más devastadora -y lo que queda por ver- que todas las armas de destrucción masiva juntas y el Katrina. No es exagerado : fueron a Afganistán e Irak no sólo a robar petróleo, sino sobre todo a destruir... para reconstruir. Y es cada vez más posible que destruyeran ellos mismos la Zona Zero de Manhattan... para reconstruir. Y en ello están. Esa idea fija, como las estrellas, es lo que bulle en la cabeza enferma de toda esta canalla.
La ley de la selva y el sálvese quien pueda empiezan a cobrar fuerza propia en territorio norteamericano. A ver si Europa sabe sacar consecuencias, aunque sólo sea por eso de que "cuando las barbas de tu vecino neoliberal veas pelar..." El Estado es odioso, como sus leyes, pero más odioso y un millón de veces peor es estar sólo en manos de unos cuantos opulentos en la sombra que nos manejen criminalmente a su capricho. Todavía sigue estando nuestra esperanza en el Estado...