Accueil > Empire et Résistance > « Gringoland » (USA) > El pueblo de los Estados Unidos tendrá que soportar el peso de la Historia (…)
Cuando contemplo mi pasado
pienso que seguramente le
hubiera podido dar
algunas sugerencias a Al Capone.
Lo más que éste pudo hacer
fue operar en tres distritos
de la ciudad de Chicago.
Nosotros, los de la infantería de marina,
operábamos en tres continentes.
Mayor general Smedley Butler
Por Marcelo Colussi*
8 de marzo del 2004
"El ’vaciamiento’ de la capacidad militar norteamericana ha sido un proceso gradual de reducción/marchitamiento. La administración Clinton, con su tendencia antimilitarista, ha logrado lo que nuestros enemigos más abiertos fracasaron en hacer." (…) "Los esfuerzos por convertir el ’verde’ del Ejército en el ’azul’ de las Naciones Unidas, plantean la pregunta de cuántos hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas están dispuestas a morir por la bandera de las Naciones Unidas. Estados Unidos está en una cuesta resbalosa que apunta a la pila de cenizas de la historia. El resto del mundo mira con asombro cómo nuestro impulso hacia la gratificación instantánea es aprovechado por nuestros opositores, que están adoptando el enfoque estratégico de largo alcance. La historia y nuestros nietos nos juzgarán duramente si esto no se revierte", escribían cuatro años atrás, durante la anterior campaña proselitista de George Bush, los ideólogos republicanos Gordon Summer Jr., Rachel Erenfeld, David Foster, Sol Sanders y Lewis Tambs en el documento conocido como Santa Fe IV, editado por James Lucier a finales de 2000, donde se sentaban las bases de la política militar de Washington hacia Latinoamérica. Según ese enfoque los Estados Unidos debían levantar su alicaído perfil en el mundo contemporáneo, por lo que llamaban al desarrollo de una agresiva política militar.
En esa misma lógica se inscribe el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (The Project for the New American Century www.newamericancentury.org), base ideológica de la actual administración republicana. El mismo es fundado en 1997 por un grupo de estrategas neoconservadores con el fin de "concentrar los esfuerzos para el liderazgo global estadounidense", dado que -según su análisis- "la política exterior y de defensa estadounidense va a la deriva" (lo mismo que dice el Documento Santa Fe IV) por lo que reclama entonces "una política ’reaganiana’ de fortalecimiento militar y claridad moral".
Un sector políticamente duro de la derecha conservadora de los Estados Unidos proveniente de la industria armamentista y de las grandes corporaciones petroleras, hace ya una más década, desde el final de la Guerra Fría, viene bregando por un nuevo proyecto de dominación global, siéndole funcional para ello un gobierno de derecha como lo es el Partido Republicano, resultándole los demócratas -"con su tendencia antimilitarista"- demasiado débiles. Ese núcleo reaccionario y conservador se parapeta en instituciones como el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano y otras similares : la Fundación Heritage, el Hudson Institute, el Center for Security Policy, el Washington Institute for Near East Policy, el American Enterprise Institute, el Middle East Forum, el Jewish Institute for National Security Affaire, lo que otorga a la agenda de una reducida élite política la apariencia de un amplio consenso. En realidad todos los mencionados son pequeños, pero poderosísimos, instrumentos ideológicos (think tanks) de decisiva influencia política. De hecho, como ejemplo, la mayoría de los miembros fundadores e ideólogos del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano ocuparon puestos en la administración Reagan o en la anterior de Bush (padre), así como en el actual gobierno ; entre ellos se cuentan el vicepresidente Dick Cheney, el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, su Subsecretario Paul Wolfowitz, Dan Quayle, Jeb Bush, Richard Perle, William Kristol, Elliott Abrams, el columnista de The Washington Post Robert Kagan, el Secretario de Comercio Robert Zoellick, todos varones WASP (white, anglosajon and protestant : blanco, anglosajón y protestante) reconocidos halcones de línea dura.
Esa tendencia de pensamiento es la que está gobernando Washington ; su intención, claramente expresada, es "mantener la preeminencia de Estados Unidos, excluir la emergencia de una gran potencia rival y redibujar el orden de seguridad internacional de acuerdo con los principios e intereses estadounidenses." No hay ninguna duda que los casi cuatro años de administración de George Bush fueron en esa dirección, y definitivamente los factores de poder implicados intentarán seguir al frente de la Casa Blanca. Claro que ese proyecto se hace a costa de todos nosotros, del resto del mundo. Es por eso que debemos hacer lo imposible para impedir la reelección de los republicanos ; es nuestro deber en nombre de la ética, de la razón, de la dignidad humana.
¿Por qué no debe Bush y esta línea seguir gobernando los Estados Unidos ?
Porque según busca este proyecto de las grandes corporaciones multinacionales armamentistas y petroleras representadas por el Partido Republicano, el interés en juego es criminal : "preservar la situación estratégica deseable [para sus ciudadanos, no para nosotros] en la que Estados Unidos se encuentra en este momento requiere una capacidad militar preeminente de manera global, tanto en el presente como en el futuro."
Que todos busquemos el desarrollo y la felicidad es loable, justo y necesario ; pero no a costa de otros. Se supone que un mundo civilizado como es el que nos debería recibir entrando en el Siglo XXI tiene que abrir posibilidades por igual para la totalidad de los 6.200 millones de personas que poblamos el planeta. Aunque suene quimérico, paz y desarrollo para todos es el sentido primero de la existencia de la ONU. Pero vemos que la estrategia que se trazan los grandes poderes que manejan Washington anda por otra sintonía : "En la actualidad Estados Unidos no tiene rival a escala global. Nuestra gran estrategia debe perseguir la preservación y la extensión de esta ventajosa posición durante tanto tiempo como sea posible" (…) "Nuevos métodos de ataque -electrónicos, ’no letales’, biológicos- serán más extensamente posibles ; los combates igualmente tendrán lugar en nuevas dimensiones : por el espacio, por el ’ciberespacio’ y quizás a través del mundo de los microbios ; formas avanzadas de guerra biológica que puedan atacar a genotipos concretos pueden hacer del terror de la guerra biológica una herramienta políticamente útil."
Hoy por hoy los Estados Unidos constituyen la primera potencia económica del mundo ; su producto bruto interno asciende a 11 billones de dólares al año, con su presupuesto militar de 450.000 millones -el equivalente a los gastos militares combinados del resto del mundo- y una amenazante presencia de sus fuerzas armadas en los cinco continentes. Esto, en principio, puede hablar de grandeza ; pero ahí está el nudo gordiano : la economía estadounidense ha largo tiempo que dejó de ser robusta, que está enferma. De seguir la tendencia actual, su final no estaría tan lejano. Y por eso, a partir de esas luces rojas de alarma que se han prendido, surge este proyecto de dominación imperial global basado en la fuerza militar.
Por lo pronto su presupuesto fiscal está en severa crisis, mostrando un déficit de 500.000 millones, debido en muy buena medida a los astronómicos gastos militares. Su economía real está profundamente endeudada, viviendo de dinero ajeno : el Banco Central de Japón tiene comprados en acciones 750.000 mil millones de dólares, mientras que China, Hong Kong, India, Corea del Sur, Singapur y Taiwán tienen, en conjunto, 1 billón 100 mil millones en reservas de divisas estadounidenses. El poder decisional de la economía estadounidense va estando cada vez más en Asia. Por otro lado su tecnología no sigue en punta ; las distancias se van achicando respecto a la Unión Europea y la República Popular China. Se estima, según el ritmo de crecimiento actual, que en 20 a 25 años China tendrá una economía igual o mayor que la de Estados Unidos, y en 50 años posiblemente en un 50 % mayor. El euro como moneda fuerte está compitiéndole peligrosamente al dólar. Todos estos cambios ocasionarán una pérdida de hegemonía política a favor de Europa y la China.
Incluso como dato de suma importancia en la dinámica interna, el desarrollo demográfico abre inquietantes interrogantes para el establishment estadounidense : el 69 de la población total del país, actualmente WASP, tal como va la tendencia pasará a ser un 50 % en el año 2050, con una composición mucho más variada que la actual : 24 % hispánica, 14 % negra y 8 % de origen asiático.
Ante todo este panorama la ultra conservadora clase dirigente de ese país no ve más proyecto delante de sí que intentar a toda costa mantener sus privilegios, y si es necesario, de una manera demencial, incendiando el planeta. Con una economía más bien en retardo que no en franco crecimiento como fue la primera mitad del Siglo XX, la industria de la guerra se ve entonces como la mejor salida : control militar de los enemigos y fuente de dinamización para la economía doméstica. El desbalance en el presupuesto interno lo paga el resto del mundo.
Haciendo parte de su estrategia de militarización extrema del orbe, terminada que fuera la Guerra Fría, deben surgir los nuevos enemigos contra quién pelear. El comunismo internacional ya no existe ; ahí está entonces -hoy en la cresta de la ola mediática- el "terrorismo".
Sin negar que las bombas existan de verdad -y también los muertos y heridos que ellas provocan- hoy día asistimos a un nuevo fantasma con que, en poco tiempo, se está comenzando a aterrorizar a la población mundial. El terrorismo, además, va uniéndose indisolublemente -medios de comunicación mediante- a "fundamentalismo islámico". El nuevo ogro parece más una estrella de Hollywood que una propuesta política creíble : Osama Bin Laden. En esa lógica -manipulada de una manera execrable, repetida infinitamente hasta el hartazgo- ya se "posicionó el nuevo producto" (para decirlo con términos de ingeniería mercadotécnica), y los fanáticos musulmanes son el nuevo cáncer de la humanidad. Ahí están entonces las guerras preventivas, las guerras de contención al terrorismo y la renovada OTAN, bajo supervisión estadounidense, lista para actuar. El cronograma de la guerra -según la estrategia que se perfila en el Pentágono- será aproximadamente una intervención bélica de contención del terrorismo por año, preferentemente fijada entre diciembre y marzo. Los jugosos negocios que el aparato militar en acción implica, por un lado, y los procesos de reconstrucción de los países atacados que se harán necesarios, por el otro, son una buena manera de reactivar la alicaída economía. En otros términos : la muerte es negocio (para algunos, claro está).
El senador demócrata Edward Kennedy comparó recientemente al presidente Bush con su antecesor republicano Richard Nixon por sus problemas de credibilidad en temas se salud, economía y educación. Durante la comparecencia aseguró que el actual mandatario rompió el fundamento básico de la verdad con el pueblo norteamericano, señalando que la guerra desvió la atención de la población de las "internas de la administración" (enormes recortes en políticas sociales y favorecimiento de los sectores más adinerados), puntualizando que "en este gobierno la verdad es la primera víctima de la política."
Si gana Bush en las próximas elecciones de noviembre se enraizarán más aún estas tendencias a nivel mundial. Para Latinoamérica en particular, su natural ’patio trasero’, las consecuencias serían aún peores. Ante la pérdida de competitividad de la economía global de Washington, el subcontinente estaría llamado a ser su válvula de escape, su reaseguro, aumentándose el deterioro de los términos comerciales a favor de la potencia del norte, con el consiguiente endeudamiento y profundización de la dependencia de los países del sur. De ahí que sea tan importante denunciar qué hay detrás de los republicanos, hacia dónde están llevando el mundo y cuáles pueden ser las consecuencias monstruosas de todo esto para la humanidad.
Aunque con su actual configuración antidemocrática la Organización de Naciones Unidas poco puede aportar a la paz y el desarrollo mundiales, sigue siendo el foro natural donde dirimir y buscarle soluciones a los problemas de la humanidad. Para muestra de cómo la administración Bush actual -y peor aún si sigue en el poder un próximo período- considera este espacio, y cómo en consecuencia jugarán su papel planetario, baste este pequeño comentario : durante el bombardeo de Serbia hubo un momento muy breve -unos cinco segundos- en que pareció que el Tribunal Internacional iba a analizar los crímenes cometidos por la OTAN. Durante ese momento un congresista estadounidense fue entrevistado por un órgano de prensa derechista de Canadá, The National Post, preguntándosele qué efecto tendría si el tribunal aceptaba el caso, siendo su respuesta : "nosotros tomaríamos el edificio de Naciones Unidas en Nueva York, lo derrumbaríamos ladrillo a ladrillo y luego los lanzaríamos al Océano Atlántico -metafóricamente hablando, claro."
Eso es la administración Bush. ¿Podemos permitir entonces que gane en las elecciones de noviembre ?
* Marcelo Colussi. Psicólogo y licenciado en filosofía. Italo-argentino, desde hace 15 años vive y trabaja en el ámbito de los derechos humanos en Centroamérica. Ensayista y escritor, ha publicado en el campo de las ciencias sociales y en la narrativa.