Accueil > Empire et Résistance > El motín es la única salida Mutiny is the only way out
¿Podemos por favor dejar de hablar de un cenagal cuando nos referimos a Irak ? En Irak, los Estados Unidos no se están hundiendo en un pantano, ni en una ciénaga : están en caída libre de un precipicio. Lo único que cabe preguntarse ahora es : ¿quién seguirá a Bush en este precipicio, y quién se negará a saltar ?
Por Naomi Klein
Znet. 1° de mayo de 2005
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Afortunadamente, cada vez son más los que eligen la segunda opción. El último mes de la agresión estadounidense en Irak ha inspirado lo que sólo puede ser descrito como un motín : de repente, oleadas de soldados, de trabajadores y de políticos bajo el mando de las autoridades de ocupación estadounidenses han empezado a negarse a obedecer las órdenes y a abandonar sus puestos. Primero fue España quien anunció que retiraría sus tropas, después Honduras, República Dominicana, Nicaragua y Kazajstán. Las tropas de Corea del Sur y Bulgaria se replegaron en sus bases, y Nueva Zelanda está retirando a sus ingenieros. Es muy probable que El Salvador, Noruega, los Países Bajos y Tailandia sean los próximos en seguir sus pasos.
Y está también el ejército iraquí, controlado por EEUU. Desde la última oleada de combates, sus soldados están entregando las armas a los combatientes de la resistencia del sur y se niegan a luchar en Faluya. A fines de abril, el comandante general Martin Dempsey, comandante de la 1ª División Acorazada, informó de que "cerca de un 40% han abandonado sus puestos de trabajo debido a la intimidación. Y, de hecho, más o menos un 10% ha estado trabajando en contra de nosotros".
Y no son sólo los soldados iraquíes lo que han estado abandonando la ocupación. Cuatro ministros del consejo de gobierno iraquí han dimitido como protesta ; y la mitad de los iraquíes que trabajan en la impenetrable "zona verde" -como traductores, conductores, personal de limpieza- no acuden a sus puestos. Pequeños signos de amotinamiento están apareciendo incluso entre los rangos del ejército estadounidense : los soldados Jeremy Hinzman y Brandon Hughey han solicitado asilo en Canadá como objetores de conciencia, y el sargento Camilo Mejía se enfrenta a un consejo de guerra por negarse a volver a Irak alegando que ya no sabía para qué se estaba luchando.
Rebelarse contra la autoridad estadounidense en Irak no es un acto de traición, ni supone dar "un falso consuelo a los terroristas", tal como George Bush advirtió recientemente al presidente español. Es una respuesta totalmente racional y de principios a las políticas que han puesto a todos los que viven y trabajan bajo el mando estadounidense en una situación de peligro muy grave e inaceptable. Esta visión la comparten los 52 ex-diplomáticos británicos que, en una carta a Tony Blair, afirmaron que aunque respaldaban sus intentos de influir sobre la política estadounidense en Oriente Medio, "no hay nada que justifique apoyar políticas que están condenadas al fracaso".
Y cuando sólo ha pasado un año, la ocupación estadounidense parece estar condenada en todos los frentes : político, económico y militar. En el frente político, la idea de que los EEUU podían llevar la verdadera democracia a Irak está ahora irremediablemente desacreditada : demasiados parientes del consejo de gobierno iraquí han recibido chollos y contratos a dedo, demasiados grupos que exigían elecciones directas han sido suprimidos, demasiados periódicos se han cerrado y demasiados periodistas árabes han sido asesinados. Las bajas más recientes han sido las de dos empleados de la televisión Al-Iraqiya, asesinados por la balas de soldados americanos mientras grababan un puesto de control en Samarra. Al-Iraqiya es el canal de propaganda controlado por EEUU que tenía que debilitar a Al-Jazeera y Al-Arabiya, que también han perdido a varios reporteros por la acción de las armas y cohetes estadounidenses durante el último año.
El plan de la Casa Blanca de convertir Irak en una economía de libre mercado modélica tampoco pasa por su mejor momento, asolado por los escándalos de corrupción y la rabia de los iraquíes, que no han visto ningún beneficio -ni en los servicios ni en el empleo- de la reconstrucción. Las exposiciones comerciales se han cancelado en todo el país, los inversores se están trasladando a Amman y el ministro de vivienda iraquí calcula que más de 1.500 contratistas extranjeros han abandonado Irak. Mientras tanto, Bechtel ha admitido que ya no puede operar "en los puntos calientes" (los fríos son pocos), los camioneros tienen miedo de viajar con mercancías valiosas y General Electric ha suspendido el trabajo en centrales eléctricas clave. El momento no podía ser peor : se acercan los calores del verano y la demanda de electricidad está a punto de aumentar.
A medida que este desastre predecible (y predicho) se hace evidente, muchos recurren a las Naciones unidas en busca de ayuda. Ya en enero, el Gran Ayatollah Ali al-Sistani pidió a la ONU que apoyara su demanda de elecciones directas. Más recientemente, pidió a la ONU que se negara a ratificar la odiada constitución provisional, que la mayoría de iraquíes ve como un intento estadounidense de seguir controlando el futuro de Irak mucho después del "traspaso" del 30 de junio, dando, entre otras medidas, un total poder de veto a los kurdos, el único aliado que les queda a los estadounidenses. Antes de retirar sus tropas, José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente español, pidió a la ONU que ocupara el lugar de EEUU. Hasta Moqtada al-Sadr, el clérigo chiíta "prófugo", ha pedido a la ONU que evite un baño de sangre en Nayaf.
¿Y cual ha sido la respuesta de la ONU ? Peor que el silencio : se ha alineado con Washington en todas estas cuestiones clave, haciendo añicos cualquier esperanza de que pueda proporcionar una verdadera alternativa a la ilegalidad y brutalidad de la ocupación estadounidense. Primero se negó a apoyar la exigencia de elecciones directas, alegando motivos de seguridad, una respuesta que debilitó al moderado Sistani y reforzó a al-Sadr, cuyos partidarios siguieron exigiendo elecciones directas. Esto es lo que provocó la decisión de Paul Bremer de eliminar a al-Sadr, lo que a su vez llevó a la provocación que incitó el levantamiento chiíta.
La ONU ha hecho los mismos oídos sordos a las peticiones de sustituir la ocupación militar estadounidense por una operación de pacificación. De hecho, ha dejado claro que sólo volverá a Irak si los EEUU son los que garantizan la seguridad de su personal, ignorando, aparentemente, que estar rodeado de guardaespaldas americanos es la mejor forma de asegurar que la ONU se convierta en un objetivo.
La mayor traición de la ONU está en la forma en que está volviendo a entrar en Irak : no como agente independiente, sino como un pretencioso subcontratista de EEUU, el brazo político de la ocupación estadounidense. El gobierno de transición post-30 de junio que está organizando el enviado de la ONU Lakhdar Brahimi estará sujeto a todas las limitaciones de la soberanía de Irak que provocaron la rebelión actual. EEUU mantendrá el control total de la "seguridad". Controlará los fondos de reconstrucción.
Y lo que es peor, el gobierno de transición estará sujeto a las leyes establecidas por la constitución provisional, incluyendo la cláusula que dice que debe hacer cumplir las órdenes escritas por los ocupantes estadounidenses. La ONU debería estar defendiendo a Irak de este intento ilegal de socavar su independencia. En cambio, vergonzosamente, lo que está haciendo es ayudar a Washington a convencer al mundo de que un país bajo una ocupación militar permanente por parte de una potencia extranjera es en realidad soberano.
Pero la ONU podría redimirse : podría decidir sumarse al motín, aislando aún más a EEUU. Esto ayudaría a obligar a Washington a entregar el poder real, en última instancia a los iraquíes, pero en primer lugar a una coalición multilateral que no hubiera participado en la invasión y ocupación, y que tuviera la credibilidad suficiente para supervisar unas elecciones directas. Esto podría funcionar, pero sólo a través de un proceso que protegiera encarnizadamente la soberanía de Irak. Esto supondría :
– Deshacerse de la constitución provisional : es tan odiada, que cualquier entidad gobernante que estuviera sujeta a sus disposiciones sería considerada ilegítima. Algunos dicen que Irak necesita esta constitución provisional para evitar que unas elecciones abiertas entreguen al país a los extremistas religiosos ; sin embargo, según una encuesta reciente de Oxford Research International, los iraquíes no tienen ningún deseo de ver como su país se convierte en otro Irán.
También hay formas de proteger los derechos de las mujeres y de las minorías sin obligar a Irak a aceptar una constitución escrita bajo una ocupación extranjera. La solución más simple sería recuperar ciertos pasajes de la constitución provisional iraquí de 1970, que, según Human Rights Watch, "garantizaba formalmente la igualdad de derechos de las mujeres y aseguraba explícitamente su derecho a votar, ir a la escuela, ser candidatas en las elecciones y tener propiedades". Además, esta constitución consagraba la libertad religiosa, las libertades civiles y el derecho a organizarse en sindicatos. Estas cláusulas pueden rescatarse sin ninguna dificultad, eliminando las partes del documento diseñadas para reforzar el dominio del Baaz.
– Poner el dinero en fideicomiso ; uno de los puntos clave de la gestión de la transición de Irak hacia su soberanía es la protección de sus activos : los ingresos del petróleo, lo que queda del dinero del programa petróleo por alimentos y lo que queda de los 18,4 mil millones de los fondos de reconstrucción. Actualmente, los EEUU planean seguir controlando este dinero hasta mucho después del 30 de junio. La ONU debería insistir en que se pusiera en fideicomiso, para que lo gastara un gobierno iraquí elegido en las urnas.
– Deschalabizar Irak : hasta ahora, los EEUU no han sido capaces de instalar a Ahmed Chalabi como el próximo líder de Irak (su historial de corrupción y de falta de base política son prueba de ello). Y sin embargo, los miembros de la familia Chalabi han recibido, sigilosamente, el control de todas las áreas de la vida política, económica y judicial.
Fue un extraño proceso en dos fases. En primer lugar, como jefe de la comisión de desbaazización, Chalabi purgó a sus rivales. Después, como director del comité económico y financiero del consejo gobernante, colocó a sus amigos y aliados en los puestos clave de ministro del petróleo, ministro del comercio, ministro de finanzas, gobernador del banco central, etc. Ahora, el sobrino de Chalabi, Salem Chalabi, ha sido nombrado por EEUU presidente del tribunal encargado de juzgar a Saddam Hussein. Y una empresa muy cercana a Chalabi ha recibido el contrato para custodiar las infraestructuras petrolíferas de Irak, lo que esencialmente supone un permiso para crear un ejército privado. Dejar a Chalabi fuera del gobierno provisional no es suficiente. La ONU debe desmantelar el estado a la sombra creado por Chalabi iniciando un proceso de deschalabización igual al ahora abandonado proceso de desbaazización.
– Exigir la retirada de las tropas estadounidenses : al exigir a EEUU que actúe como su guardaespaldas como condición de su reentrada en Irak, la ONU ha hecho lo contrario de lo que debería hacer. Debería entrar sólo si EEUU se retira. Las tropas que participaron en la invasión y la ocupación deberían ser sustituidas por fuerzas de pacificación de los países árabes vecinos encargados de crear las condiciones de seguridad necesarias para las elecciones generales.
El 25 de abril, el editorial del New York Times exigió exactamente lo contrario, afirmando que sólo una gran inyección de tropas estadounidenses y un "aumento real y a largo plazo de las fuerzas en Irak" podía garantizar la seguridad. Pero estas tropas, si llegan, no proporcionarán seguridad a nadie, ni a los iraquíes, ni a sus soldados, ni a la ONU. Los soldados americanos se han convertido en una provocación directa de violencia, no sólo por la brutalidad de la ocupación, sino también debido al apoyo estadounidense a la mortífera ocupación israelí del territorio palestino. En las mentes de muchos iraquíes, las dos ocupaciones se han fusionado para convertirse en una única atrocidad anti-árabe.
Sin las tropas estadounidenses, desaparecería la mayor incitación a la violencia, lo que permitiría al país ser estabilizado con muchos menos soldados y una muy menor utilización de la fuerza. Irak seguiría enfrentándose a desafíos a su seguridad, y seguirían habiendo extremistas dispuestos a morir por imponer la ley islámica, e intentos de los leales a Saddam de recuperar el poder. Pero por otra parte, con los sunnitas y los chiítas estando ahora tan unidos en contra de la ocupación, éste es el mejor momento posible para que un agente honesto negocie un acuerdo equitativo de reparto de poderes.
Algunos dirán que los EEUU son demasiado fuertes y que no se les puede forzar a abandonar Irak. Pero Bush ha necesitado desde el principio una cobertura multilateral para esta guerra (esta es la razón por la que formó la "coalición de los dispuestos", y por la que acude ahora a la ONU). Imagínense lo que podría ocurrir si más países salieran de la coalición, si Francia y Alemania se negaran a reconocer al Irak ocupado como una nación soberana. Imagínense que la ONU decidiera no acudir al rescate de Washington. Se convertiría en una coalición de uno.
La invasión de Irak empezó con un llamado al amotinamiento -un llamado realizado por EEUU. En las semanas anteriores a la invasión del año pasado, el Mando Central estadounidense bombardeó al ejército iraquí y a los políticos con llamadas telefónicas y correos electrónicos, instándoles a que desertaran de los rangos de Saddam. Los aviones lanzaron ocho millones de panfletos instando a los soldados iraquíes a abandonar sus puestos prometiéndoles que no se les haría ningún daño.
Evidentemente, estos soldados fueron inmediatamente despedidos cuando Paul Bremer asumió el mando, para ser ahora recontratados frenéticamente como parte del cambio en la política de desbaazización. Este no es más que otro ejemplo de la incompetencia letal que debería llevar a todas las personas que aún apoyan la política estadounidense en Irak a una conclusión inevitable : ha llegado el momento de amotinarse.
– Traducido del inglés por Gemma Galdón y revisado por Beatriz Martínez Ruiz
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MUTINY IS THE ONLY WAY OUT.
Can we please stop calling it a quagmire ? The United States isn’t mired in a bog in Iraq, or a marsh ; it is free-falling off a cliff. The only question now is : who will follow the Bush clan off this precipice, and who will refuse to jump ?
by Naomi Klein
Znet. May 01, 2004
More and more are, thankfully, choosing the second option. The last month of US aggression in Iraq has inspired what can only be described as a mutiny : waves of soldiers, workers and politicians under the command of the US occupation authority suddenly refusing to follow orders and abandoning their posts. First Spain announced that it would withdraw its troops, then Honduras, Dominican Republic, Nicaragua and Kazakhstan. South Korean and Bulgarian troops were pulled back to their bases, while New Zealand is withdrawing its engineers. El Salvador, Norway, the Netherlands and Thailand will likely be next.
And then there’s the US-controlled Iraqi army. Since the latest wave of fighting, its soldiers have been donating their weapons to resistance fighters in the south and refusing to fight in Falluja. By late April, Major General Martin Dempsey, commander of the 1st Armoured Division, was reporting that "about 40% walked off the job because of intimidation. And about 10% actually worked against us".
And it’s not just Iraq’s soldiers who have been deserting the occupation. Four ministers of the Iraqi governing council have resigned in protest ; and half the Iraqis with jobs in the secured "green zone" - as translators, drivers, cleaners - are not showing up for work. Minor mutinous signs are emerging even within the ranks of the US military : privates Jeremy Hinzman and Brandon Hughey have applied for refugee status in Canada as conscientious objectors, and Staff Sergeant Camilo Mejia is facing court martial after he refused to return to Iraq on the grounds that he no longer knew what the war was about.
Rebelling against the US authority in Iraq is not treachery, nor is it giving "false comfort to terrorists", as George Bush recently cautioned Spain’s new prime minister. It is an entirely rational and principled response to policies that have put everyone living and working under US command in grave and unacceptable danger. This view is shared by the 52 former British diplomats who, in their letter to Tony Blair, stated that although they endorsed his attempts to influence US policy on the Middle East, "there is no case for supporting policies which are doomed to failure".
And one year in, the US occupation does appear doomed on all fronts : political, economic and military. On the political front, the idea that the US could bring genuine democracy to Iraq is now irredeemably discredited : too many relatives of Iraqi governing council members have landed plum jobs and rigged contracts, too many groups demanding direct elections have been suppressed, too many newspapers have been closed down and too many Arab journalists have been killed. The most recent casualties were two employees of al-Iraqiya television, shot dead by American soldiers while filming a checkpoint in Samarra. Al-Iraqiya is the US-controlled propaganda network that was supposed to weaken al-Jazeera and al-Arabiya, both of which have also lost reporters to US guns and rockets over the past year.
White House plans to turn Iraq into a model free-market economy are in equally rough shape, plagued by corruption scandals and the rage of Iraqis who have seen few benefits - either in services or jobs - from the reconstruction. Corporate trade shows have been cancelled across Iraq, investors are relocating to Amman and Iraq’s housing minister estimates that more than 1,500 foreign contractors have fled the country. Bechtel, meanwhile, admits that it can no longer operate "in the hot spots" (there are precious few cold ones), truck drivers are afraid to travel the roads with valuable goods and General Electric has suspended work on key power stations. The timing couldn’t be worse : summer heat is coming and demand for electricity is about to soar.
As this predictable (and predicted) disaster unfolds, many are turning to the United Nations for help. Grand Ayatollah Ali al-Sistani called on the UN to support his demand for direct elections back in January. More recently, he called on the UN to refuse to ratify the despised interim constitution, which most Iraqis see as a US attempt to continue to control Iraq’s future long after the June 30 "handover" by, among other measures, giving sweeping veto powers to the Kurds - the only remaining US ally. Before pulling out his troops, José Luis Rodríguez Zapatero, the Spanish prime minister, asked the UN to take over the mission from the United States. Even Moqtada al-Sadr, the "outlaw" Shia cleric, is calling on the UN to prevent a bloodbath in Najaf.
And what has been the UN’s response ? Worse than silence, it has sided with Washington on all these critical questions, dashing hopes that it could provide a genuine alternative to the lawlessness and brutality of the American occupation. First, it refused to back the call for direct elections, citing security concerns - a response that weakened the more moderate Sistani and strengthened al-Sadr, whose supporters continued to demand direct elections. This is what prompted Paul Bremer’s decision to take out al-Sadr, which in turn led to the provocation that sparked the Shia uprising.
The UN has proven equally deaf to calls to replace the US military occupation with a peacekeeping operation. On the contrary, it has made it clear that it will only re-enter Iraq if it is the United States that guarantees the safety of its staff - seemingly oblivious to the fact that being surrounded by American bodyguards is the best way to make sure that the UN will be targeted.
The UN’s greatest betrayal of all comes in the way it is re-entering Iraq : not as an independent broker but as a glorified US subcontractor, the political arm of the continued US occupation. The post-June 30 caretaker government being set up by UN envoy Lakhdar Brahimi will be subject to all the restraints on Iraqi sovereignty that sparked the current uprising. The US will maintain full control over "security". It will keep control of the reconstruction funds.
And, worst of all, the caretaker government will be subject to the laws laid out in the interim constitution, including the clause that states that it must enforce the orders written by the US occupiers. The UN should be defending Iraq against this illegal attempt to undermine its independence. Instead, it is disgracefully helping Washington to convince the world that a country under continued military occupation by a foreign power is actually sovereign.
There is a way that the UN can redeem itself in Iraq : it could choose to join the mutiny, further isolating the United States. This would help to force Washington to hand over real power - ultimately to Iraqis, but first to a multilateral coalition that did not participate in the invasion and occupation and would have the credibility to oversee direct elections. This could work, but only through a process that fiercely protects Iraq’s sovereignty. That means :
· Ditch the interim constitution : It is so widely hated that any governing body bound by its rules will be seen as illegitimate. Some argue that Iraq needs the interim constitution to prevent open elections from delivering the country to religious extremists. Yet according to a recent poll by Oxford Research International, Iraqis have no desire to see their country turned into another Iran.
There are also ways to protect women and minority rights without forcing Iraq to accept a sweeping constitution written under foreign occupation. The simplest solution would be to revive passages in Iraq’s 1970 provisional constitution, which, according to Human Rights Watch, "formally guaranteed equal rights to women and specifically ensured their right to vote, attend school, run for political office, and own property". Elsewhere, the constitution enshrined religious freedom, civil liberties and the right to form unions. These clauses can easily be salvaged, and those parts of the document designed to entrench Ba’athist rule struck out.
· Put the money in trust : A crucial plank of managing Iraq’s transition to sovereignty is safeguarding its assets : its oil revenues, the remaining oil-for-food programme money and what’s left of the $18.4bn in reconstruction funds. Right now the US is planning to keep control of this money long after June 30 ; the UN should insist that it be put in trust, to be spent by an elected Iraqi government.
· De-Chalabify Iraq : The United States has so far been unable to install Ahmed Chalabi as the next leader of Iraq - his history of corruption and lack of a political base have seen to that. Yet members of the Chalabi family have quietly been given control in every area of political, economic and judicial life.
It was a two-stage process. First, as head of the de-Ba’athification commission, Chalabi purged his rivals. Then, as director of the governing council’s economic and finance committee, he installed his friends and allies in the key posts of oil minister, finance minister, trade minister, governor of the central bank and so on. Now Chalabi’s nephew, Salem Chalabi, has been appointed by the US to head the court trying Saddam Hussein. And a company with close ties to Chalabi landed the contract to guard Iraq’s oil infrastructure - essentially a licence to build a private army. It’s not enough to keep Chalabi out of the interim government. The UN must dismantle Chalabi’s shadow state by launching a de-Chalabification process on a par with the now abandoned de-Ba’athification process.
· Demand the withdrawal of US troops : In asking the US to serve as its bodyguard as a condition of re-entering Iraq, the UN has it exactly backwards - it should go in only if the US pulls out. Troops who participated in the invasion and occupation should be replaced with peacekeepers from neighbouring Arab states charged with making the country secure for general elections.
On April 25, the New York Times editorial board called for the opposite approach, arguing that only a major infusion of American troops and "a real long-term increase in the force in Iraq" could bring security. But these troops, if they arrive, will provide security to no one - not to the Iraqis, not to their fellow soldiers, not to the UN. American soldiers have become a direct provocation of violence, not only because of the brutality of the occupation in Iraq but also because of US support for Israel’s deadly occupation of Palestinian territory. In the minds of many Iraqis, the two occupations have blended into a single anti-Arab outrage.
Without US troops, the major incitement to violence would be removed, allowing the country to be stabilised with far fewer soldiers and far less force. Iraq would still face security challenges - there would still be extremists willing to die to impose Islamic law, and attempts by Saddam loyalists to regain power. On the other hand, with Sunnis and Shias now so united against the occupation, it’s the best possible moment for an honest broker to negotiate an equitable power-sharing agreement.
Some will argue that the US is too strong to be forced out of Iraq. But from the start Bush needed multilateral cover for this war - that’s why he formed the "coalition of the willing", and it’s why he is going to the UN now. Imagine what could happen if countries keep pulling out of the coalition, if France and Germany refuse to recognise an occupied Iraq as a sovereign nation. Imagine if the UN decided not to ride to Washington’s rescue. It would become a coalition of one.
The invasion of Iraq began with a call to mutiny - a call made by the US. In the weeks leading up to last year’s invasion, US Central Command bombarded Iraqi military and political officials with phone calls and emails, urging them to defect from Saddam’s ranks. Planes dropped 8m leaflets, urging Iraqi soldiers to abandon their posts and promising that no harm would come to them.
Of course, these soldiers were promptly fired when Paul Bremer took over, only now they are being frantically rehired as part of the reversal of the de-Ba’athification policy. It’s just one more example of lethal incompetence that should lead all remaining supporters of US policy in Iraq to one inescapable conclusion : it’s time for a mutiny.