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17 septembre 2004

El lado oscuro de la soja en América Latina

 

Unas 22 millones de hectáreas de bosques y sabanas de América del Sur pueden desaparecer en los próximos 16 años bajo cultivos de soja, una oleaginosa tanto ensalzada por sus notables propiedades proteínicas como difamada de depredar la naturaleza por su avance actual sobre tierras vírgenes.

Por Gustavo Capdevila
IPS. Ginebra, Suiza, septiembre del 2004

De las dos facetas se ocupa el Fondo Mundial para la Naturaleza , conocido por sus siglas en inglés WWF, en un informe que concentra su preocupación en el peligro de destrucción para 2020 de vastas zonas de Argentina, Brasil, Bolivia y Paraguay, que hoy se encuentran entre los ocho principales países sojeros del mundo.

Por su riqueza en proteínas, a la soja le cabe un puesto de vanguardia en el combate contra el hambre en el mundo, observó Leonardo Lacerda, responsable de la iniciativa de áreas protegidas del WWF.

La producción mundial de esa oleaginosa en 2002 ascendió a 179,9 millones de toneladas, 88 por ciento de las cuales fue molida para elaborar harina (pellet) o aceite, mientras que el resto se dedicó a semilla o se comercializó directamente como grano.

Ese volumen cubre 60 por ciento de la demanda mundial de alimentos ricos en proteínas destinados a consumo animal, principalmente aves, cerdos y reses.

El aceite vegetal más consumido en el mundo es el de soja, que retiene 25 por ciento del mercado. Los principales importadores son Irán, Bangladesh, Rusia, Marruecos y Egipto.

La progresión constante de la demanda de soja ha estimulado la producción mundial, que saltó de 115 millones de toneladas en 1993 a las casi 180 millones del 2002. También, consecuentemente, creció 26 por ciento la superficie sembrada entre 1990 y 2002, para ubicarse en la actualidad en 77,1 millones de hectáreas.

El área plantada con palma oleaginosa, la otra gran abastecedora mundial de aceite, subió 43 por ciento desde 1990 a 2002 para alcanzar hoy a 10,7 millones de hectáreas.

A ese ritmo, la demanda de soja para 2020 ha sido estimada en unas 300 millones de toneladas.

Pero de los ocho principales países productores (Estados Unidos, Brasil, Argentina, China India, Paraguay, Canadá y Bolivia), sólo los sudamericanos disponen de tierras para extender la frontera de la labranza sojera, previno Jan Maarten Dros, autor del estudio de la WWF.

En consecuencia, los cuatro productores de la región deberán aportar 80 millones de toneladas de las nuevas 110 millones necesarias para atender el consumo para 2020.

Esa es la cuestión que desvela a los conservacionistas de la naturaleza, pues las superficies libres en América del Sur corresponden a santuarios ecológicos como el "Cerrado" brasileño, inmenso paisaje silvestre de sabana y árboles, y el Chaco paraguayo-argentino, consideradas las áreas de mayor diversidad biológica del mundo.

El Cerrado, que con sus 200 millones de hectáreas cubre 23 por ciento del territorio de Brasil, ya aporta la mitad de la cosecha brasileña de soja. Y a un paso al norte de esa amplia zona se encuentra la selva del Amazonas, la presa apetecida de las industrias forestales, que cada día pierde 7.000 hectáreas de su espesura.

La organización mundial para la conservación, que tiene sede en la ciudad suiza de Gland, pronostica que el avance de la soja seguirá el modelo conocido de invasión de sabanas y de expulsión hacia los bosques de los ganaderos y pequeños agricultores.

Esa expansión del cultivo requerirá la transformación para 2020 de 16 millones de hectáreas de sabanas y de seis millones de hectáreas de bosques tropicales en los países sudamericanos productores, advirtió WWF.

Aquí entra la propuesta de WWF, consistente en una forma de explotación que integre el cultivo de la soja con la cría del ganado en las mismas superficies. Esa manera de estímulo de la producción puede reducir a sólo 3,7 millones de hectáreas el área necesaria para obtener las cosechas de soja que reclamará la demanda en 2020.

Al mismo tiempo, esas tierras de doble vocación sojera y ganadera, podrían acoger a 23 millones de cabezas de ganado en igual plazo de 2020, visualizó Matthias Dimer, jefe de la iniciativa de transformación de bosques del WWF.

Lo que sostenemos es que, sin necesidad de talas masivas en nuevas áreas, el crecimiento requerido para 2020 se puede acomodar mediante la rotación de soja y ganado, insistió Lacerda.

Pero, para plasmar la idea de la entidad conservacionista, se requiere la participación de todos los sectores involucrados en el negocio, como son productores, inversionistas, compradores y entes reguladores, que deberán promover prácticas más sustentables y presionar a los gobiernos para que hagan cumplir las leyes ambientales y del uso de la tierra, aclaró Dimer.

La WWF está organizando un foro internacional sobre la soja sustentable, que se realizará el 11 y 12 de marzo del año próximo. La reunión se efectuará en Iguazú, aunque todavía no se ha determinado si se hará en el lado argentino o en el brasileño de ese centro turístico fronterizo.

Dros observó que países como Argentina y Brasil deben escoger entre la opción de dedicarse al monocultivo de un producto básico de exportación y la de invertir en el desarrollo de las economías internas. (FIN)


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