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6 février 2006

El cuento de la "Proliferación Nuclear"

 

Por Jorge Gómez Barata
Buenos Aires, 25 de enero de 2006

Por la histeria del gobierno de los Estados Unidos, parecería que las armas nucleares y su proliferación fueron inventadas por Irán y Corea. Esa historia comenzó en 1939 cuando el presidente Roosevelt, aprobó el Proyecto Manhattan que condujo a la creación de la bomba atómica, utilizada contra el Japón, en 1945.

En 1949, la Unión Soviética hizo explotar su bomba atómica. En 1952, Gran Bretaña detonó la
suya, convirtiéndose en el tercer socio del club nuclear, ampliado en 1960 cuando se sumó Francia. China debutó en 1964 y, hasta donde se sabe, Israel y Sudáfrica lo hicieron en 1979. La bomba india explotó en 1974 y siguió la de Pakistán. Ningún otro país ha realizado pruebas calientes.

De cierta manera esta modalidad de extensión nuclear fue menos peligrosa que la proliferación de las armas que las grandes potencias dislocaron en territorios de otros países durante la Guerra Fría. Con las armas nucleares emplazadas en Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, Turquía y otros países, Estados Unidos podía alcanzar prácticamente todo el territorio soviético, sin que la URSS pudiera hacer lo mismo.

Cuando el 12 de abril de 1961, Yuri Gagarin, el primer cosmonauta soviético, voló al cosmos, se produjo un cambio trascendental en la correlación mundial de fuerzas. El mismo cohete que podía elevar aquella nave, era capaz de trasportar bombas atómicas. El territorio norteamericano perdió la inmunidad. El empate estratégico duró hasta el fin de la Unión Soviética.

El otro fenómeno asociado a las armas atómicas, llamado "proliferación vertical" consistió en el crecimiento de los arsenales nucleares de las dos superpotencias que llegaron a una situación denominada : "Destrucción Mutua Asegurada". La primera andanada bastaba para enviar a la humanidad al punto de partida : las cavernas.

El miedo y no la razón hicieron avanzar los acuerdos para detener el armamentismo nuclear, que no necesitaba de la proliferación horizontal para exterminar al planeta. La primera propuesta provino precisamente de los Estados Unidos, que en junio de 1946, cuando sólo ellos tenían el arma atómica, presentó el plan Baruch para impedir que nadie más la obtuviera. Naturalmente, el gobierno soviético vetó la propuesta.

En 1961 la Asamblea General de la ONU adoptó algunas bases para las Negociaciones sobre Desarme y en 1963, las tres potencias nucleares de entonces, se comprometieron a no realizar pruebas atómicas en el espacio, la atmósfera o bajo las aguas. En 1967 se prohibió la puesta en orbita de armas nucleares y se adoptó el Tratado de Tlatelolco, que proscribía el emplazamiento de armas en Latinoamérica, excepto las que Estados Unidos almacenaba o poseía a bordo de buques y aviones en Puerto Rico, Guantánamo y la Zona del Canal de Panamá. El paso más decisivo se dio en 1968 cuando se adoptó el Tratado de No Proliferación Nuclear.

De hecho, la no proliferación se convirtió en una obsesión para Estados Unidos que, más que regular el uso de las tecnologías nucleares se dedicó a prohibirlas selectivamente. Ningún gobierno norteamericano ha mencionado nunca las armas nucleares fabricadas por Israel ni las que tuvo Sudáfrica.

En los años 90 la potencia acumulada bastaba para destruir varias veces el planeta. En aquel contexto la Unión Soviética y Estados Unidos impulsaron las Conversaciones para la Limitación de Armas Estratégicas (SALT).

En 1983 bajo el gobierno de Ronald Reagan, se dio un paso atrás al aprobarse la Iniciativa de Defensa Estratégica, conocida como Guerra de las Galaxias, que modificó la concepción de la seguridad, basada hasta entonces en la limitación y eventual prohibición de las armas nucleares, desplazándola hacía la represalia.

Con la desaparición de la Unión Soviética, la amenaza nuclear disminuyó drásticamente, no obstante, después del 11- S, Estados Unidos, el país que sembró armas nucleares por todo el mundo y el único que las ha utilizado, encabeza una cruzada contra las naciones que intentan implementar programas nucleares con fines pacíficos, amenazándolos incluso con utilizar contra ellos armas atómicas.

Se trata, entre otras cosas, de un doble estándar y de una paradoja perfecta : para evitar las armas nucleares hipotéticas, los países serán bombardeados con las armas reales que sólo Estados Unidos puede utilizar. La otra noticia es que no todo el mundo está dispuesto a someterse a una regla típicamente imperial.

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