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20 novembre 2002

El Unaribismo

 

La realidad colombiana analizada por nuestro habitual colaborador. Para saber quien es Uribe Vélez.

Por Lucho Garzón desde Colombia, especial para ARGENPRESS.info, Fecha publicación:19/11/2002.

"Yo no quiero dar entrevistas sobre los 100 días porque no siento que haya resultados que mostrar". Así, tajantemente, respondió el presidente Alvaro Uribe a los periodistas en relación con su gestión. Y eso resume lo que en mi opinión ha sucedido.

Más bien, me produjo curiosidad el balance en ese mismo período de los dos presidentes anteriores y me encontré que la misma firma encuestadora, Gallup, que registra los resultados positivos de Uribe, hacía lo propio con Samper en noviembre del 94, poniéndolo en un 59% de favorabilidad contra un 14% desfavorable. En cuanto a Pastrana, al comienzo de su mandato, la revista Semana, agosto 10 de 1998, mostraba el siguiente perfil : ’Hay algo que sí ha cambiado sustancialmente : el alma de Colombia está mejor. Y esto, aunque suene poco, es en realidad mucho. La recuperación del estado de ánimo es el primer paso para salir de la crisis. Sin esa condición, la solución a los demás problemas no es posible. Un moderado, pero creciente optimismo se ha apropiado del espíritu de los colombianos con la posesión de Andrés Pastrana. La mayoría es consciente de que el camino es largo y lleno de espinas, pero por primera vez en mucho tiempo, la gente siente que hay una esperanza’.

Todas esas reflexiones, lisonjas y encuestas terminan siendo lo contrario al final de los gobiernos. Barco terminó pidiendo tiempo y botando el balón para cualquier lado. Gaviria, con un estruendoso fracaso de la estrategia de guerra integral. Samper, casi asilado y a punto de perder hasta el ’ex’. Y a Pastrana lo ridiculizan quienes fueron sus promotores, señalando que ’por fin se fue el inútil para que entrara el intenso’.

El presidente Uribe, con su cara de seminarista, sus sesiones de estadista oriental a punta de yoga y homeopatía, su talante de paisa cuidando la finca y observando que el jornalero le cumpla, cambiando el lunes de zapatero por el de las recompensas, buscando, como el cantante Roberto Carlos, un millón de amigos, reunificando los grupos económicos alrededor de él, con la ayuda de Plinio para que El Tiempo no sea díscolo, promoviendo caravanas turísticas, haciendo audiencias donde él se divierte mientras que su gabinete cabecea hasta que suena la chicharra, trasteando los símbolos patrios para todo lado, ha logrado crear el unaribismo, en donde la adulación es el común denominador.

Sin embargo, ya se escuchan varias quejas a su equipo de gobierno y a su gestión. Que el ministro Jorge H. Botero lo incomoda pues quiere hacer de su cartera una república independiente ; que la Mindefensa habla mucho y cuando tiene que hablar no lo hace, como con el tema de los secuestrados ; que al superministro Londoño le toca rectificar permanentemente ; que la ministra de Medio Ambiente no da pie con bola en el tema de la vivienda y sobretodo, empresarios que ya empiezan a exigir que por lo menos un guerrillero de alto rango sea detenido. También la persistencia en la prórroga del mandato de los alcaldes y gobernadores ha dejado un tufillo propio de una politiquería de nuevo tipo que hace que sus amigos empiecen a dudar de su coherencia anticlientelista.

El éxito del unaribismo va a depender de cuán satisfechos estarán quienes lo eligieron, especialmente la llamada clase media, quienes esperanzados en que él acabe a la guerrilla lo más pronto posible nunca se imaginaron que les tuviese que tocar tantos sacrificios : congelación de salarios y pensiones, nuevos impuestos y un aumento desaforado de las tarifas en los servicios públicos.

Por lo pronto, marzo va a ser la próxima medición, cuando ya no se dependa sólo de las encuestas sino del voto directo que produzca el referendo. Los no y las abstenciones se le pasarán a la cuenta de lo que los politólogos denominan desgaste en su popularidad y en la eventualidad de que no saque los votos necesarios, el revocado podría ser el propio Uribe. Por eso les aconsejo a los triunfalistas gobiernistas que es mejor asumir una posición arrogante cuando uno está de regreso y no cuando va.

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