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16 de mayo de 2003

El FMI se ocupa de Bolivia.
Resultado: estancamiento, caida del consumo y más desempleo

 

Por ECONOTICIAS

La endeble economía boliviana está en el primer trimestre del 2003 en una virtual semiparálisis y estancamiento productivo, con una marcada reducción del consumo y un alza sin precedentes del desempleo y la informalidad.

Según coincidentes diagnósticos de instituciones públicas y privadas, la economía nacional sigue profundamente afectada por la crisis y presenta inquietantes dificultades en su sector real y financiero, con fuertes desequilibrios tanto internos como externos.

En los reportes del Instituto Nacional de Estadística (INE) se establece que el estancamiento es la norma en los principales sectores productivos generadores de empleo y riqueza. La crisis es particularmente aguda en la minería, la industria manufacturera, la construcción, el comercio, la agricultura y los servicios. En esos dos tercios de la economía operan prioritariamente la empresa privada nacional, los informales y los pequeños productores agrícolas.

En cambio, en el otro tercio de la economía, hay un notable crecimiento y expansión en el rubro de los hidrocarburos, energía y telecomunicaciones, dominados por las transnacionales. Su desarrollo y dinamismo, aunque no incide en la generación de más empleo, ha permitido sin embargo inflar las cifras del crecimiento macroeconómico y las expectativas de las autoridades.

Así, el ministro de la Presidencia, José Guillermo Justiniano, con las cifras de esos sectores aseguró que ’la curva de descenso de la economía comenzará a cambiar de dirección en los próximos meses (…) El 2003 será mejor que el 2002’.

En los registros oficiales se establece que los rubros de hidrocarburos, energía y telecomunicaciones contribuyeron en el 2002 con más de la mitad del crecimiento global experimentado por el conjunto de la economía. Sin este concurso, el crecimiento de la economía no habría superado el 1,5 por ciento. En el primer trimestre del 2003 algo similar estaría ocurriendo, según las evaluaciones preliminares que muestran que los sectores productivos nacionales siguen en la recesión y en el estancamiento.

Crisis terminal

En el sector privado nacional la crisis es terminal y, según la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), nueve de cada 10 empresas afrontan grandes dificultades para seguir operando. Con deudas en mora que superan los mil millones de dólares, los empresarios nacionales confían en que el apoyo estatal (créditos por más de 200 millones de dólares y alivio parcial en sus deudas) les brinde el auxilio necesario para no sucumbir.

La situación es peor, sin embargo, entre informales, trabajadores y pequeños productores agrícolas. Sin visos de recibir apoyo estatal, la crisis se ha agudizado en los últimos meses, acrecentando los niveles de extrema pobreza y marginalidad que afectan a estos segmentos mayoritarios de la población, dice un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Cae el consumo

Fuentes oficiales y privadas establecen que los niveles de consumo de los trabajadores y clases medias se ha reducido entre el 20 al 30 por ciento en los últimos años. El desempleo urbano ha trepado por encima del 12 por ciento y se calcula que más de 350 mil personas carecen de empleo y de ingresos. En las ciudades se estima que un millón de trabajadores tiene un empleo precario, de baja calidad y que reporta ingresos insuficientes para cubrir el costo de sus alimentos.

Entre los informales y productores campesinos la situación también es dramática y se ve agravada por la erradicación forzada de cocales, que sacó de circulación aproximadamente mil millones de dólares desde fines de los años 90. Los más afectados por la salida de estos recursos fueron los cocaleros, transportistas, comerciantes informales y pequeños agricultores campesinos.

Hasta ahora, la política de sacar el dinero de circulación ha permitido mantener bajos índices de inflación e incluso una deflación de precios. En el primer trimestre del 2003, según el Banco Central, la emisión monetaria disminuyó en un 9,6 por ciento, lo que permitió reducir la presión inflacionaria y mantener una mayor estabilidad en el tipo de cambio.

Con una menor cantidad de dinero circulando, la demanda de productos sigue a la baja y se frena la reactivación, lamentaron las Cámaras empresariales de Industria y Comercio, afectados por las bajas ventas y la desleal competencia del contrabando.

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