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16 octobre 2006

Ecuador, un país que se enfrenta a sus deudas sociales, se polariza más y va a ballottage

 

El neoliberal Alvaro Noboa y el izquierdista Rafael Correa se impusieron en las presidenciales de ayer, pero ninguno obtuvo los votos suficientes para ganar en primera vuelta. Según resultados no definitivos, el primero lo aventajaba poco más de cinco puntos al segundo (27,47% a 21,95%). Correa, el favorito, denunció que hubo fraude.

Por Página 12.
Buenos Aires, 16 de Octubre de 2006.

Ecuador demostró ayer que no hay mayorías. Casi empatados, el izquierdista Rafael Correa y el multimillonario Alvaro Noboa se impusieron y se enfrentarán en una segunda vuelta, el 26 de noviembre próximo. Con 21,95% y 27,47, respectivamente, los dos candidatos se distanciaron del tercer presidenciable, Raúl Roldós, que sólo obtuvo 15,8% de los votos, según resultados parciales. Aunque no hubo una victoria definitiva ayer, el comando de Noboa estaba de fiesta anoche. "Estamos muy satisfechos", aseguró la jefa de la campaña, Gloria Gallardo. Los seguidores de Correa no festejaron. No sólo esperaban quedar primeros sino que tenían la esperanza de lograr imponerse en primera vuelta, como venía pronosticando el líder de izquierda.

Para el analista de Flacso en Ecuador, Simón Pachano, lo que ganó ayer fueron dos proyectos radicales y dos discursos profundamente antipartidos. "El ascenso de Noboa de las últimas semanas, y el que demostró hoy (por el domingo), fue un producto de la polarización que fue sufriendo la campaña", le explicó a este diario el analista ecuatoriano. Por eso, continuó, será muy difícil que el resto de los candidatos presten abiertamente su apoyo a uno u otro. El gran perdedor de estas elecciones, el socialdemócrata Roldós, hizo exactamente eso ayer, al admitir sus derrota. No quiso tomar partido ni por Correa ni por Noboa, a los que había caracterizado durante la campaña, una y otra vez, como "los extremos". Correa, no obstante, pronosticó la creación de un gran frente en su contra para noviembre. "Pero los ciudadanos somos más y venceremos", les prometió a sus seguidores, que lo acompañaron toda la tarde.

Al poco tiempo de conocerse las primeras bocas de urna, el candidato izquierdista de Alianza País salió a rechazarlas públicamente. "Estos resultados son falsos, hemos vencido por lo menos con dos puntos de ventaja", aseguró Correa. "Hago un llamado a todos mis seguidores a estar atentos porque a esta situación quería llegar la oligarquía para consumar el fraude", advirtió a un grupo de simpatizantes que esperaban fuera de su comando electoral. El joven economista recordó que ya había pedido el relevo del jefe de la misión de observadores de la OEA, Rafael Bielsa, ya que no le inspiraba confianza (ver recuadro).

Noboa, en cambio, salió a festejar. "El pueblo le acaba de dar el más grande correazo que le pueda dar a un amigo de terroristas, un amigo de Chávez, un amigo de Cuba", afirmó en una de sus primeras reacciones, luego de conocerse los primeros resultados. El candidato de derecha también adelantó que de ganar en noviembre romperá "las relaciones políticas" con Venezuela y Cuba. El tono agresivo y claramente ideológico que Noboa decidió utilizar en su primera aparición podría ser una primera muestra de lo que será la próxima etapa de la campaña, de cara al ballottage. Mientras disfrutaba su triunfo, en el interior de una de sus empresas más importantes se preparaba la verdadera fiesta. En el sur de Guayaquil, los seguidores del multimillonario preparaban una gran tarima dentro de la Industrial Molinera SA, con un sistema de sonido y luces para la presentación de un espectáculo, y la posterior aparición de Noboa.

La gran sorpresa ayer la dio Gilmar Gutiérrez, el hermano del destituido presidente Lucio Gutiérrez. Contradiciendo a las encuestas, Gilmar quedó cuarto en la carrera presidencial ecuatoriana. Con un apoyo del 15,2 por ciento, el líder de Sociedad Patriótica -el mismo partido que llevó al poder a su hermano en el 2002- consideró que el resultado es un éxito absoluto. Para Pachano, el importante apoyo que recibió Gilmar demuestra que el aparato clientelístico que había construido Gutiérrez durante su gobierno todavía no ha sido desmantelado.

El gran ausente de la campaña, el movimiento indigenista, no tuvo la suerte de Gilmar. Como lo venían adelantando los sondeos de campaña, el líder del Movimiento Pachakutik, Luis Macas, obtuvo el 2 por ciento de los votos. "No importa que no gane. Los pobres seguiremos luchando por nuestros derechos, por una democracia que ponga fin a la exclusión", aseguró una mujer de la comunidad de Saraguro.

Mientras Macas y Correa denunciaban la posibilidad de un fraude electoral, Roldós elegía, en cambio, poner la lupa sobre el clientelismo. "Lamento que los ecuatorianos hayan elegido a los candidatos con las chequeras más grandes", acusó el socialdemócrata. Correa había sido acusado durante la campaña de recibir ayuda financiera de su amigo, el presidente venezolano. Sin embargo, esto nunca fue probado y, más tarde, llegó a ser desmentido por el gobierno de Caracas y por el propio Palacio. En realidad, la denuncia estaba dirigida a Noboa. Sin ningún problema financiero, la campaña se dedicó al reparto de sillas de rueda y electrodomésticos en las comunidades más pobres del país. En las dos elecciones pasadas, en las que Noboa participó y perdió en segunda vuelta, nunca había realizado una campaña basada tan abiertamente en una red clientelar, recordó Pachano. Y no es casual que el multimillonario haya elegido esta herramienta. Cerca del 60 por ciento de los ecuatorianos vive en la pobreza. Esta porción de la población se convierte en un electoral fácil si se tiene en cuenta que el voto es obligatorio.

Más allá de si Correa o Noboa obtienen una pequeña ventaja, lo importante del resultado de ayer es que el país se ha vuelto a polarizar (si es que alguna vez no lo estuvo). La elección de dos propuestas totalmente opuestas difícilmente darán lugar a un gobierno de amplio consenso. "Gane quien gane, el próximo presidente será muy débil y la inestabilidad continuará", afirmó con marcado pesimismo el investigador de Flacso. No sólo se acentuará aún más la división ideológica al tener que elegir entre uno de los dos proyectos sino que, además, ninguno tendrá mayoría en el Congreso como para poder viabilizarlo. Noboa sólo conseguirá entre 20 y 25 diputados -el Congreso es unicameral- y Correa ninguno, ya que no quiso presentar candidatos. La dispersión política amenaza una vez más con debilitar a un presidente en Ecuador.

 ALVARO NOBOA.
El magnate bananero pro-TLC

Posiblemente sea el hombre más rico de Ecuador. Con una fortuna de 1200 millones de dólares y el control de más de cien empresas, Alvaro Noboa no ha podido desligarse de la imagen de empresario rico. En gran parte, porque no posee una personalidad carismática ni una oratoria atrayente y contundente. Tampoco ha podido escapar a la caracterización que de sí hacen sus rivales : hombre de Washington y de los sectores neoliberales. Sus propuestas no parecen desmentirlos. Alaba la dolarización y los resultados que tuvo en el país, apoya en un ciento por ciento la firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y cuestiona los gobiernos de Fidel Castro y Hugo Chávez.

La estrategia de Noboa fue crear expectativa hasta el final. Después de mantener en vilo a los medios de comunicación durante meses y cambiar de apoyos, inscribió su candidatura el último día. Las dudas del magnate, interpretaron muchos, se debían a las derrotas que había sufrido en las dos últimas elecciones presidenciales. En ambas ocasiones había conseguido llegar a la segunda vuelta, pero nunca logró sumar más apoyos por fuera de sus tradicionales aliados. Quizás por eso, esta vez intentó centrar su campaña en la caridad públicas y promesas de empleo, vivienda y créditos baratos para los sectores más pobres.

Nacido en Guayaquil, el centro económico del país, Noboa se educó en los colegios más selectos, nacionales y extranjeros, pero luego estudió Derecho en la Universidad de Guayaquil, en la que se educan las clases medias de la zona costera. Sin embargo, nunca ejerció su profesión. Siguiendo los pasos de su padre, un empresario de enorme fortuna, se dedicó a crear y dirigir compañías. Con sólo 23 años, fundó su primer empresa y a los pocos años fue sumando otras, desde bancos hasta revistas. Hace poco más de una década, se hizo cargo del imperio de su padre, en el que se destaca una de las más importantes empresas bananeras del país.

El único puesto público que ocupó fue uno técnico, bajo la fugaz presidencia de Abdalá Bucaram -quien fue destituido por el Congreso por "incapacidad mental"-. A partir de ese momento, comenzó su carrera política, convirtiéndose en un referente de la derecha y los sectores empresariales. En 1998, se presentó a la presidencia por el partido de Bucaram y, cuatro años después, hizo lo mismo pero ahora con un partido propio, el Partido Renovador Institucional Acción Nacional (Prian). En esta campaña Noboa prometió empleo, vivienda y créditos baratos para los pobres ; crecimiento económico, menos corrupción y más seguridad. Y con ellas sus recetas : más inversiones extranjeras en sectores clave como el petróleo y mantener la dolarización, para asegurar estabilidad económica y política.

 RAFAEL CORREA.
El candidato anticorrupción

Rafael Correa se ha presentado como el candidato apolítico. La campaña del joven carismático se ha centrado en la diferenciación de su liderazgo y sus ideas a las de los partidos y la dirigencia tradicional. Este economista, de sólo 43 años, se presenta como un político diferente, que puede terminar con la corrupción y la inestabilidad que han marcado la historia reciente de uno de los países más pobres de la región. Su discurso, radical para algunos, y honesto para otros, ya provoca miedo en Washington y simpatía en gran parte de Sudamérica.

Su currículum opaca al de sus rivales. Estudió Economía en la Universidad Católica de Guayaquil y luego realizó dos masters sobre esa misma área en Estados Unidos y Bélgica. En este último país conoció a su esposa, con la que hoy tiene tres hijos. Correa habla inglés, francés y quechua, el cual aprendió cuando era un misionero voluntario en una de las comunidades indígenas en la sierra. Su primera importante participación en la escena política fueron sus 106 días a la cabeza del Ministerio de Economía, durante la primera etapa del actual gobierno de Alfredo Palacio. Su gestión se destacó por su abierta oposición a las presiones de los organismos de crédito internacional, como el FMI o el Banco Mundial, en las políticas económicas ecuatorianas.

En la campaña, su imagen creció rápidamente, especialmente entre los sectores más pobres. No fueron sólo sus propuestas contra las injerencias de Estados Unidos y las políticas neoliberales las que captaron la atención, sino su carisma y su discurso firme y convincente. En los actos e, incluso, en el único debate televisivo, Correa se mostró irónico, claro y muy convencido. No titubea al responder sobre temas conflictivos, como la dolarización y su relación con el presidente Hugo Chávez, y no teme en afirmar una y otra vez que su objetivo es un cambio radical en el país -a pesar de los miedos que eso crea en los sectores más conservadores-.

El economista se autodefine como de izquierda, pero no de una izquierda marxista, sino de una cristiana. Ferviente católico, uno de los pilares de su campaña fue la lucha contra la corrupción. Su rechazo a la política y a los políticos tradicionales llevó a que no presentara candidatos para el Congreso, ya que no cree en la legitimidad actual de este organismo. En vez de presentar una lista de candidatos, decidió abogar por la creación de una Asamblea Constituyente, en la que se construiría un nuevo Poder Legislativo y, también, se debatirían temas centrales para el futuro del país, como la continuidad de la dolarización. Pero los sindicatos y los movimientos indigenistas lo cuestionan por atacar a la dirigencia política y no a los sectores empresariales. Correa continúa apostando a convencerlos a través de sus propuestas.

***
UN PAÍS QUE SE ENFRENTA A SUS DEUDAS SOCIALES

La inestabilidad política y el estancamiento económico han prevalecido en el país andino en los últimos años. Muchos han emigrado a EE.UU. y España. El próximo gobierno decidirá si apuesta a un cambio que genere empleo y depure la corrupción.

Por Lucía Alvarez y Diego González
Página 12
. Lunes, 16 de Octubre de 2006

Luego de políticas fallidas, derrocamientos, gobiernos provisorios y levantamientos populares, Ecuador tiene hoy la expectativa de que una nueva presidencia resuelva la situación de inestabilidad en la que está subsumido desde hace casi diez años. Los retos para el próximo gobierno son muchos y variados.

En lo político, el desafío significa canalizar hegemónicamente una crisis de gobernabilidad iniciada en 1997 con la caída de Abdalá Bucaram. Hubo una sucesión de siete presidentes en nueve años. El fracaso más reciente lo protagonizó Lucio Gutiérrez, el coronel que llegó al poder con reivindicaciones de los sectores sociales más desfavorecidos y de la mano del partido indigenista Pachakutik, y terminó por declararse el principal aliado de los Estados Unidos. El rechazo del pueblo ecuatoriano se tradujo en fuertes revueltas encabezadas por "los forajidos", un movimiento espontáneo principalmente de clase media -eminentemente quiteño y sin intenciones de liderazgo- que decepcionado del funcionamiento de la vieja política tumbó al presidente al canto de "que se vayan todos".

Su sucesor Alfredo Palacio, sin trayectoria ni experiencia política anterior, mantuvo la estabilidad hasta el momento gracias a ciertas concesiones que les dio a los movimientos sociales. Ejemplo de ello fueron la caducidad del contrato de la petrolera norteamericana Occidental por el traspaso del 40 por ciento de sus acciones a la empresa Encana, en Canadá, sin la autorización estatal correspondiente -aun a sabiendas de que eso significaba forzar a Estados Unidos a cumplir con el chantaje político de suspender el Tratado de Libre Comercio- y la Ley de Hidrocarburos que determina el reparto del 50 y 50 de las ganancias extraordinarias por el aumento de los precios del petróleo, entre el Estado y los privados.

En este sentido, el éxito de Correa se entiende por lo nuevo que representa frente a una partidocracia que hasta incluye a Pachakutik. Ecuador tiene uno de los movimientos indígenas con más peso en la región, pero constituirse bajo la forma de partido político lo llevó por el camino de la institucionalización, la burocracia y la corrupción.

Pero lo político es sólo una parte de la crisis. A partir de la caída estrepitosa del PBI en 1999 y la adopción de la dolarización en el 2000, la economía ecuatoriana no logra salir de una situación de estancamiento, aun cuando las condiciones externas le son favorables : altos precios del petróleo, bajas tasa de interés, depreciación del dólar y auge de Estados Unidos, comprador del 40 por ciento de la producción nacional. El crecimiento ha sido inestable, salvo en el 2004 cuando la actividad petrolera privada fue la impulsora del 6,9 por ciento, mientras que los sectores de la industria, comercio y agro, que son los generadores de la mitad del empleo, se expandieron apenas en 1,9 por ciento. La inflación, por su parte, volvió a incrementarse de un 1,9 por ciento en diciembre del 2004 a más de un 5,3 por ciento en febrero del 2006, con una tendencia creciente.

En paralelo, los índices de pobreza han aumentado estrepitosamente : entre 1995 y el 2000, el número de pobres creció de 3,9 a 9,1 millones, en términos porcentuales de 34 al 71 por ciento ; la pobreza extrema dobló su número de 2,1 a 4,5 millones, el salto relativo fue del 12 a un 31 por ciento. Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) este empobrecimiento está directamente relacionado con el aumento de la desigualdad en la distribución del ingreso : el 20 por ciento de la población ecuatoriana más pudiente absorbe el 60 por ciento de las entradas, mientras que el 25 por ciento de la población más pobre recibe el 4 por ciento del PBI. Asimismo, la desocupación se mantiene en un 10 por ciento, a los servicios de salud sólo tiene acceso la mitad de la población ; el 60 por ciento de los ecuatorianos carece de drenaje en sus viviendas y el 45 por ciento no dispone de agua potable.

Este contexto llevó a Ecuador a ser un país con pocas posibilidades, y eso explica la migración masiva de ecuatorianos sobre todo a España y Estados Unidos, que se calcula entre 1 y 3 millones. Esto representó en paralelo, un ingreso de divisas por remesas, que hoy se coloca como uno de los factores fundamentales de la economía después del petróleo. "Las remesas tienen un rol indispensable en la economía nacional por su colaboración con el sostenimiento de la dolarización y la disminución de la pobreza" explica Alberto Acosta, economista e investigador de la cuestión migratoria en Ecuador.

Por todo esto, el reto del nuevo presidente es grande y difícil. Los ecuatorianos están a la espera de un cambio, esta vez de verdad, y parecen no estar dispuestos a recibir otra negativa como respuesta.

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