Accueil > Les Cousins > Colombie > Doble juego doble, nadie gana en Colombia
Al rechazarlo, ni las Farc se acercan más a su objetivo de conquistar el poder, ni el gobierno de Uribe se acerca más al suyo de ganarles la guerra. No gana ninguno
Por Antonio Caballero
La Semana. Colombia, 10 de enero de 2006.
Una iniciativa de los países que "ayudan" en la resolución del conflicto colombiano (Francia, España y Suiza) desemboca en una propuesta de negociación de intercambio humanitario de presos y secuestrados entre el gobierno del presidente Álvaro Uribe y las Farc. El gobierno la hace pública, diciendo que acepta, no que acepta el intercambio, ni que ? acepta la negociación, sino que acepta la propuesta de negociación de intercambio. Al cabo de unos días, y negando haberla recibido, las Farc la rechazan.
Y los dos lados se derraman en acusaciones mutuas. Las Farc reiteran una vez más que con el gobierno de Uribe no habrá intercambio, y que lo que éste quiere es "explotar electoralmente" -y cínicamente- la iniciativa de los países "amigos". A lo cual Uribe responde llamando a los "bandidos" de las Farc "ladrones, bufones, secuestradores y gritones", y denunciando que lo que pretenden es influir en el debate electoral.
Por un lado, sí. Y por el otro, también. Y no es que el cinismo descarado de los dos lados asombre (pues ya nada asombra en la degradación moral de nuestro conflicto), pero debe ser condenado por cualquier persona decente y a la que todavía le quede capacidad de sentir asco. No se puede jugar de ese modo con las vidas de los secuestrados y de los presos, ni con las esperanzas y las ilusiones de sus familias. O bueno : sí se puede, claro ; pero no se debe.
Por supuesto que las Farc quieren influir en el proceso electoral. Lo han hecho siempre. Es lo que desde hace decenios han llamado "combinación de todas las formas de lucha". Y por supuesto que Uribe quiere explotar electoralmente la oferta de negociación. También él practica todas las formas de lucha : la negociación y la guerra, la politiquería y las promesas virtuosas. Todo lo ha explotado electoralmente Álvaro Uribe, desde el himno nacional hasta el programa de televisión ’Gran Hermano’. Que las Farc no iban a aceptar la propuesta de los "países amigos" desvelada unilateralmente por el gobierno era perfectamente previsible : tan previsible que hasta el gobierno lo previó, y por eso se dio el lujo cínico de publicarla sin consultar.
Del mismo modo, el gobierno la habría rechazado si hubieran sido las Farc las que, por su cuenta y riesgo, la hubieran anunciado. Ninguno de los dos lados quiere diálogo, ninguno de los dos quiere canje humanitario. Se trata de una farsa, de un simple juego de representación para la galería, cruel y repugnante que consiste en intentar echarle el agua sucia de los fracasos "humanitarios" al adversario.
Pero esos fracasos se daban por sentados de antemano. Tanto los políticos y los militares secuestrados como los guerrilleros presos han sido ya sacrificados por su lado respectivo : son carne de cañón ya consumida. Daños colaterales, como se llama en la jerga militar contemporánea. Víctimas del "fuego amigo".
Lo verdaderamente monstruoso de esa duplicidad mutua y recíproca, de ese doble doble juego, es que es completamente inútil : a ninguno de los dos lados le reporta ganancias de ninguna clase. Ni esas ganancias electorales de las que ambos lados hablan con idéntica hipócrita pretensión de superioridad moral, como si no las buscaran y las consideraran por debajo de su propia dignidad : ni Uribe va a obtener más votos para su reelección por ser tan desfachatadamente oportunista, ni las Farc van a conseguir mayor simpatía de la opinión por serlo también ellas. Más bien perderán ambos.
Y tampoco obtiene ninguno de los dos ninguna ventaja militar ni política, como sí las obtendrían, ambos, si se realizara el intercambio : precisamente para obtener tales ventajas se inventó hace milenios el canje de prisioneros. Al rechazarlo, ni las Farc se acercan más a su objetivo de conquistar el poder, ni el gobierno de Uribe se acerca más al suyo de ganarles la guerra. No gana ninguno. Y que tanto los de un lado como los del otro son bufones y gritones, ya lo sabíamos.
No gana ninguno, pero además también perdemos todos los demás. Los que siguen secuestrados o presos, y sus parientes y amigos. Y, en general, el país. Porque no es sólo que en este caso el fin no justifique los medios, sino que por añadidura, y como suele ocurrir, la vileza de los medios contribuye a corromper el fin. No el fin buscado, que en política no se alcanza jamás ; sino el fin obtenido, pues siempre, en política, a algo se llega. El hecho de que la crueldad de su juego no les dé ventajas a los jugadores no significa que esa crueldad y ese juego no tengan resultados. Tienen el de pervertir aún más a la sociedad colombiana : el de encanallarnos todavía más de lo que estamos.
A esa profundización del encanallamiento acaban de contribuir por igual el cinismo de las Farc y el del gobierno, poniendo cada cual su respectivo... iba a decir "granito de arena", pero no es eso. Poniendo cada cual su respectivo escupitajo de fango.