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26 de diciembre de 2003

Desempleo en Argentina: Primer avance tras 10 años de retroceso

 

Las nuevas cifras divulgadas ayer por el Indec señalan que hay 3,5 millones de personas con problemas serios de empleo, entre subocupados y desocupados, sólo en áreas urbanas. Un estudio de la Consultora Equis revela que los egresados secundarios están peor que los que tienen sólo estudios primarios.
El fuerte crecimiento del año redujo el desempleo en más de 4 puntos, pero sigue elevado.

Por David Cufré
Página 12, 24 de diciembre del 2003

El hiperdesempleo que se instaló en la Argentina a mediados de los ’90 sigue presente. Las estadísticas marcan que cuatro de cada diez jóvenes de 25 años nunca tuvieron oportunidad de conseguir su primer trabajo. No importa el nivel educativo, la primarización de la economía quebró la relación entre formación y empleabilidad. Los datos que surgen de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec revelan que la crisis ocupacional sigue exigiendo medidas decisivas.

Esperar a que el crecimiento de la economía repare los profundos desacoples que se produjeron en la sociedad después de tanto tiempo de altísima desocupación equivale a resignarse a graves desigualdades durante muchos años más. En su primera evaluación de los resultados difundidos ayer, Roberto Lavagna prefirió resaltar la fuerte creación de puestos de trabajo del último año y medio y que el desempleo bajó más de cuatro puntos en lo que va del año. A pesar de ello, la nueva metodología utilizada por el Indec sitúa la desocupación del tercer trimestre en el 16,3 por ciento.

La semana pasada, el ministro de Economía prohibió al Indec entregar en fecha las cifras del desempleo. En su lugar, dio a conocer una estimación -de cuestionable rigor técnico- que ubicaba la desocupación en el 14,3 por ciento. El dato surgía de extrapolar la información obtenida con la nueva metodología de la EPH al viejo sistema. Lavagna ayer negó que haya tenido intención de confundir a la opinión pública con la mezcla de indicadores.

Y tuvo que aceptar que la cifra oficial de desocupación es 16,3 por ciento. Pero esto también merece una aclaración, porque ese número considera como ocupados a los beneficiarios de los Planes Jefas y Jefes de Hogar. Si se toma a esas personas como desocupadas, el desempleo trepa al 21,4 por ciento.

En números absolutos, la tasa del 16,3 por ciento equivale a 1.724.000 personas sin trabajo (sólo en áreas urbanas), mientras que el 21,4 por ciento representa 2.114.000. En ambos casos hay una mejora respecto al segundo trimestre, cuando la desocupación era del 17,8 y 23,0 por ciento, respectivamente. La subocupación, en tanto, fue en el tercer trimestre del 16,6 por ciento (1.751.000 personas), contra el 17,8 del trimestre anterior.

El número total de personas con problemas laborales que entrega el Indec (3.475.000) engloba a una población económicamente activa de 10,5 millones, que forman parte de una población urbana de 23 millones. En el Gran Buenos Aires, la desocupación fue del 19,3 por ciento, mientras que en la Ciudad de Buenos Aires se ubicó en 13,0. El nivel más alto se registró en Rosario (19,4%), mientras que el más bajo se dio en la región patagónica (8,6%).

El informe oficial del Indec extiende su análisis más allá de los números. En primer lugar, el organismo entrega una valiosa explicación de las razones que justificaron el cambio metodológico de la EPH. "La década del ’90 -señala- generó un mercado de trabajo muy diferente al que existía al momento de la formulación inicial de la encuesta, en la década del ’70, cuyas principales características eran la estabilidad de los empleos y el carácter formal de las ocupaciones urbanas." Para poder captar mejor la nueva realidad del mercado laboral fue necesario ajustar el relevamiento.

Tras ello, el Indec describe por primera vez los efectos sobre el empleo de las políticas ultraliberales: "Creció considerablemente la desocupación, desapareció la estabilidad laboral, surgieron nuevas formas de contratación y en general, el empleo antes estable se vio precarizado y flexibilizado". Este marco no cambia por más que la economía crezca y genere puestos de trabajo. Lavagna mencionó ayer que entre mayo de 2002 y octubre pasado se crearon 1.377.000 empleos. Pero nada dijo sobre la calidad y los salarios de esos trabajos y mucho menos si eran formales o en negro.

La consultora Equis, del sociólogo Artemio López, agregó más elementos para comprender mejor la realidad del mercado laboral. Uno muy llamativo es que la tasa de desocupación entre las personas que completaron el secundario es mayor que entre los que terminaron el primario: 20,4 por ciento contra 17,4. Todavía más notable es que en el universo de quienes tienen nivel terciario incompleto, el desempleo es mayor: 22,2 por ciento. Las cifras surgen de la EPH y están consideradas a nivel nacional. "Se distorsionó el vínculo entre escolarización y empleabilidad", indicó López, cuya conclusión fue que se están creando puestos que demandan baja calificación. Esto demuestra el deterioro en la calidad del empleo y constituye una señal de alerta, por el golpe a las expectativas que la sociedad puede tener de la educación.

También en base a datos oficiales, Equis desagregó el desempleo por tramos de edad. Entre los jóvenes de 15 y 19 años, el 54,7 por ciento de los que buscan trabajo no lo consiguen. Los adolescentes se incorporaron masivamente al mercado laboral (la tasa de actividad ronda el 25 por ciento) por la caída en el nivel de ingresos del grupo familiar. El segundo tramo más afectado es el de 20 a 24 años, con un desempleo del 32,9 por ciento.

NO TIENEN EMPLEO 2,1 MILLONES DE PERSONAS
Evitar el barullo de cifras

Por Alfredo Zaiat
Página 12, 24 de diciembre del 2003

Retratar el mercado laboral es bastante complicado, como explica el Indec en su presentación de la nueva metodología de relevamiento, para que un ministro de Economía le haya agregado confusión. Roberto Lavagna puede estar contento porque gran parte de la prensa que "no quiebra" pese a "vender galletitas" que él mismo entrega sin pudor saludó el índice "trucho" del 14,3 por ciento. Ese éxito mediático no ha sido una simple anécdota, sino que con la información difundida ayer muestra que la estrategia del engaño no es un buen camino para un gobierno que aspira a ser reconocido por su transparencia. Para evitar enfrentamientos con Economía, el Indec explica, como al pasar, que la vieja encuesta se dejó de hacer en mayo pasado y que la tasa de desocupación "Lavagna" es una estimación para agosto, con lo que se relativiza aún más esa cifra.

Como se mencionó al comienzo, la tarea de sacar fotografías al mundo del trabajo es complejo. El Indec lo revela cuando justifica la renovada metodología de medición en los cambios, durante los ’90, del mercado laboral en relación con la formulación inicial de la Encuesta Permanente de Hogares, en la década del 70, cuando la estabilidad y el carácter formal del empleo eran sus principales características. En los últimos años creció en forma considerable el desempleo, desapareció la estabilidad laboral, surgieron nuevas modalidades de contratación y, en general, el empleo antes estable se vio precarizado y flexibilizado.

Ese intrincado panorama trata de ser captado con la nueva encuesta pero, dada esa nueva configuración del mercado de trabajo, la inclusión de los planes Jefas y Jefes de Hogar como empleados sólo agrega distorsión en el análisis. Es un vicio que viene de arrastre del gobierno de Eduardo Duhalde, cuando el mismo nombre de ese plan de subsidios invalidaría esa agregación puesto que son PJyJH Desocupados. La semilla de la confusión fue la pretensión de la entonces ministra de Trabajo, Graciela Camaño, de establecer esos programas con el criterio de "contraprestación laboral" para no enfurecer la conciencia de la opinión media-tica.

En un interesante documento del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), elaborado por Laura Pautassi, Julieta Rossi y Luis Campos, se destaca que a nivel oficial se argumenta que el Plan Jefas y Jefes busca la "inclusión social" a través del desarrollo de tareas socialmente útiles de los beneficiarios, que les permitiría integrarse a la dinámica laboral. A la vez, se sostiene desde el saber oficial que así se evitarían las denominadas trampas del desempleo: que el desocupado perciba el dinero "sin hacer nada a cambio".

Esos especialistas afirman que "si se toma en consideración que desde los mentores del Plan, ésta es una política redistributiva del ingreso, menos aún debería ser necesaria una contraprestación por ello". Esto es, si se trata de distribuir rentas nacionales en forma equitativa y de ese modo "compensar" a los desfavorecidos por el proceso de concentración del ingreso, menos aún se justifica desde allí esa necesidad de la "devolución" del dinero recibido en tareas "socialmente útiles". Además, remarcan que si no se estimula a los perceptores del subsidio a que se inserten en el sector educativo formal o en actividades de capacitación, la contraprestación seguirá actuando como mecanismo clientelar "permitiendo abusos por parte de los empleadores y generando una estigmatización de los beneficiarios del plan en desmedro de su integración".

Para evitar, entonces, barullo de cifras, la "verdadera" desocupación es 21,4 por ciento, que equivale a 2.140.000 personas sin trabajo.

LA RECUPERACION DEL EMPLEO VISTA EN PERSPECTIVA
Estamos mal, pero vamos bien

Por Claudio Zlotnik
Página 12, 24 de diciembre del 2003

Para el Gobierno, los últimos datos del desempleo pueden interpretarse como alentadores: revelan una baja de la desocupación. Un grado más profundo de análisis, no obstante, deja planteadas algunas incógnitas, de cara al futuro. ¿Podrá la economía generar más puestos de trabajo? ¿El crecimiento asegura la creación de empleo? Lo ocurrido en los años ’90, al menos, marcó una disociación entre crecimiento y nuevos puestos.

Para explorar sobre el actual escenario laboral, Página/12 consultó a tres expertos cuyas opiniones se detallan a continuación.

- Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo de la UBA e integrante del Grupo Fénix: Para generar nuevos puestos hace falta crecer, pero no alcanza. Depende de cómo se crece. Hace falta que el Estado oriente la calidad del crecimiento, y también que se establezca una estrategia de mediano y largo plazo. En este sentido, una renegociación positiva de la deuda -que no ahogue el crecimiento- ayudará a mantener la demanda de empleo. Si eso ocurriera, la tasa de desocupación podría descender entre 1 y 2 puntos el año que viene.

Es posible que los mismos sectores que demandaron mano de obra en el 2003 vuelvan a hacerlo en 2004, como la construcción, los textiles y los demás rubros que sustituyeron importaciones. La clave será cuando se colme la utilización de la capacidad instalada en las industrias. ¿Estarán los empresarios dispuestos a invertir? Como dije antes, la respuesta dependerá si se favorece una mayor demanda interna. Por ahora, los números demuestran que queda mucho margen por recorrer: antes de la llegada del menemismo, la tasa rondaba el 6 por ciento.

- Marcelo Bustos Fierro, abogado laboralista asesor de la CTA: El crecimiento del PIB no tiene una relación directa con el índice de ocupación. Ya se vio en la década pasada, cuando la economía creció en medio de un proceso de desindustrialización y donde la variable de ajuste fueron los trabajadores. Por ahora, la recuperación del mercado laboral fue muy tibia, focalizada en los sectores más favorecidos por el nuevo modelo. Para asegurar una mejora sensible habría que plantear un nuevo modelo de redistribución, que por ahora no está en discusión. La única forma de generar empleo es mejorando los salarios, de manera que se incremente la demanda interna. Argentina tiene una participación mínima, del 0,3 por ciento, en el comercio mundial. Por eso no queda otra opción que reactivar el mercado local para mejorar, en serio, los indicadores laborales. Por ahora, los datos son muy negativos: el salario promedio de la industria es de apenas 600 pesos. Peor les va a los trabajadores en negro: ganan 400 pesos en promedio.

- Ernesto Kritz, titular de SEL Consultores: Es alentador que haya cambiado la tendencia en el mercado laboral: ya no hay destrucción sino generación de empleo aunque quede un déficit de empleo para 3,5 millones de personas. La relación directa entre crecimiento económico y creación de puestos se mantendrá en 2004. Calculo que la tasa de desempleo caerá entre 1,5 y 2 puntos. Revela que es crucial mantener un nivel de expansión alto para mejorar el empleo. Otra clave será conocer la actitud del sector servicios, que hasta ahora no reaccionó ante la salida de la crisis. En los años ’90 las empresas no tomaban personal porque era caro, a pesar de que la economía crecía. Con la devaluación, esos costos cayeron muy fuerte, y en la actualidad son 35 por ciento menores.

Es decir, los salarios crecieron mucho menos que el precio de los bienes que venden los industriales. En este contexto, es muy probable que una empresa prefiera tomar un empleado antes que comprar maquinaria.

EL FIN DE LA REFORMA TRUCHA
La confesión que congeló los salarios

Por Raúl Dellatorre
Página 12, 24 de diciembre del 2003

Ya comprobado que la flexibilización laboral del año 2000 fue votada por el Congreso bajo condiciones delictivas -soborno a senadores-, quedó abierto el debate sobre qué se debe hacer con la ley. Derogación o nulidad es la opción y no sería indiferente que se adopte un camino u otro, así como tampoco que se encuentre una rápida solución o que se dilate la discusión. La propia confesión del "repartidor" de la coima fue absolutamente funcional al interés empresario de ponerle freno a un proceso de negociaciones salariales y de convenios colectivos desatado en los últimos meses: ante la duda sobre qué norma regirá en lo inmediato, los representantes patronales congelaron las negociaciones "hasta que aclare". Trámite por el que algunos gremios ya han logrado recuperar la pérdida salarial por inflación de los últimos dos años, aunque el Ministerio de Trabajo oculte el dato y haya sindicatos que hasta se han visto obligados a firmar cláusulas de silencio o reserva sobre las mejoras salariales obtenidas.

Héctor Recalde, de la CGT moyanista, había elogiado la vía de la derogación, desacreditando la nulidad porque, "lamentablemente, no se puede volver atrás". El Comité de Acción Jurídica, que funciona como organismo profesional por los derechos humanos dentro de la CTA, señaló que "es el propio juez penal que entiende en la causa de los sobornos (Rodolfo Canicoba Corral) quien debería ya dictar la suspensión de la Ley de Reforma Laboral, porque el delito está comprobado y, por lo tanto, está obligado a interrumpir el daño que la ley provoca". Por su parte, la Mesa Nacional de la CTA dará a conocer en las próximas horas un documento reclamando la nulidad de la ley y la reactualización de las normas en materia de relaciones laborales, de forma de restablecer rápidamente las condiciones para las negociaciones entre las partes.

El proceso de negociación salarial entre trabajadores (a nivel de empresa o de rama) y empleadores se dinamizó a partir del decreto 392 de este año, que ordenó la incorporación al salario de los 200 pesos otorgados anteriormente con carácter no remunerativo a los trabajadores en relación de dependencia. En el sector petroquímico, el metalúrgico y la alimentación, entre otros, se habrían obtenido acuerdos de recomposición salarial que incluso revirtieron la pérdida por inflación durante el 2002 y 2003, según fuentes gremiales. Pero la cartera laboral, hasta ahora, ni siquiera dio a conocer la cifra de convenios firmados en este corto período. Algunas fuentes hablan de más de 120.

El efecto "contagio" puede resultar fuerte, sobre todo si se difunden estos resultados. Aunque parcial en sus alcances -sólo beneficia al empleo formal-, el fenómeno se venía dinamizando. Y en ese marco aparece el "arrepentido" Mario Pontaquarto, pateando el tablero de la legislación laboral y llevando, en los hechos, a un congelamiento de las negociaciones en curso.
Sea por casualidad o no, el hecho les vino como anillo al dedo a los sectores patronales. La Unión Industrial Argentina reaccionó inmediatamente, afirmando en un comunicado que "la confirmación judicial de posibles delitos que vicien la voluntad de la ley conlleva la necesaria derogación de la misma". A algunos les sorprendió el tono casi "progre" de la central fabril, pero en realidad la intención del comunicado respondió a una táctica bien pergeñada por Daniel Funes de Rioja, jefe del Departamento Laboral. Al proponer la derogación sin mencionar cómo se sustituiría, la UIA abre un debate sin plazos que le resultaría muy útil a los fines de frenar las pulseadas salariales.
Horacio Meguira, al frente de la asesoría legal de la CTA, demanda que se alcance un rápido acuerdo con el Gobierno sobre "un marco sustitutivo del actual régimen, una norma que ordene algunos puntos básicos para que no haya interrupción de las negociaciones" tras la anulación. La declaración que está a punto de largar la central combativa va en esesentido. De la Rúa, De Santibañes, Flamarique, Alasino y sus socios no son los únicos que corren riesgo de perder con la confesión de Pontaquarto.

OPINION
Esos días de Pontaquarto

Por Julio Nudler
Página 12, 24 de diciembre del 2003

Mario Pontaquarto y su arrepentimiento evocan el recuerdo de una Argentina en la que todavía una reforma laboral tenía suficiente importancia como para que un gobierno estuviese dispuesto a comprarla. Etica oficial aparte, hoy sería bastante menos concebible una operación semejante porque en los tres largos años transcurridos la informalidad y el negreo, además de la desocupación, pasaron a dominar las relaciones entre trabajadores y patrones. En promedio, las condiciones laborales dependen mucho menos de lo que fije la ley. Por ende, ésta perdió valor (de mercado). El hundimiento de la convertibilidad "compró" normativamente más que ningún fondo reservado de la SIDE.

En una evolución paralela, junto con el aumento del desempleo, la huelga fue siendo remplazada por el piquete (no huelguístico) como manifestación del conflicto entre clases sociales. Así es como, mediante una deducción lineal, hay quienes esperan que, simétricamente, en la medida en que siga disminuyendo la desocupación se espaciarán los piquetes, volviéndose quizá más frecuentes las huelgas. Este retorno a la "normalidad" puede ser muy acelerado si el empleo sigue reaccionando tan elásticamente a la recuperación del Producto Interno Bruto.

Esta normalización puede no representar una buena noticia para los empresarios. Lo que por encima de todo reclaman los piqueteros son planes sociales, que el Estado solventa con impuestos que, dado el régimen tributario argentino, pagan sobre todo los consumidores. Mientras tanto, la alta desocupación mantiene deprimidos los salarios, que son un costo que deben asumir plenamente los empleadores.

Es explicable que Luis Pagani, presidente de la Asociación Empresaria Argentina, declare que los cortes de rutas y calles no afectarán las inversiones (que dependen de las ganancias después de impuestos). El día en que el desempleo baje lo suficiente como para que la relación de fuerzas entre patrones y obreros induzca más paros reivindicativos, y éstos logren su objetivo, más de una empresa añorará la época de los piquetes y su asedio dirigido a los organismos públicos.

Lo cierto es que a cada momento económico le corresponde su ideología empresaria y su modo de corrupción. La aplicación del Consenso de Washington (privatizaciones, flexibilización laboral, etc.) dio lugar a sucesivas transacciones legislativas. Los compradores y las normas que les interesa comprar están en permamente mutación. Una muestra del dinamismo de la economía.

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